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Pelotas de fútbol, una ventana de libertad para presos en Brasil

Redacción República
18 de agosto, 2013

En un galpón frío y sin ventanas, varios hombres están sentados cosiendo a mano unos trozos de cuero para dar forma a pelotas de fútbol, una manera de matar el tiempo en esta cárcel brasileña.

Un poco más lejos, algunos reclusos cortan hexágonos y los disponen en pilas, que otros hombres con manos rudas toman para imprimirles una leyenda: ‘Producidas artesanalmente por los internos de la prisión Nilton Silva’.

La fabricación de pelotas, camisetas deportivas y gorros, que luego son donados a escuelas, instituciones u obras sociales, es parte del programa ‘Pintando la Libertad’ que el ministerio de Deportes desarrolla en cárceles de Brasil, un país apasionado por el fútbol, que acogerá el Mundial el año próximo.

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Brasil tiene también una de las mayores poblaciones carcelarias del mundo, con unos 500.000 reclusos.

A unos 50 km de la ciudad de Sao Paulo, esta cárcel con 1.500 internos es la única del estado paulista donde actualmente funciona este programa, que comenzó hace 10 años en una prisión del estado de Paraná, en el sur del país. Los prisioneros reciben un pequeño pago por este trabajo.

‘Cosiendo, haciendo estas pelotas, el tiempo pasa más rápido. Es bueno tener la cabeza y las manos ocupadas. No se puede estar sin hacer nada’, comenta a la AFP Alexandre Castro, de 31 años, que lleva cuatro como prisionero en Nilton Silva, ubicada en una zona montañosa del estado de Sao Paulo.

‘Además el fútbol es parte de nuestra vida. Nos gusta ver partidos, siempre estamos hablando de fútbol’, añade otro de los presos, Benevides Rosa dos Santos, de 60 años de edad, que ya vivió 15 tras las rejas.

La fabricación de pelotas es una de las actividades más populares entre los internos del penal. Es un trabajo lento y por cada pelota terminada reciben 1,5 dólares.

La última partida presupuestaria para este programa es de 2008, con recursos por unos 700.000 dólares para fabricar 133.000 piezas entre pelotas, camisetas, gorros y redes. Se fabrican unas 15.000 pelotas por año.

Los responsables del proyecto esperan que se renueve la financiación.

‘El deporte es una herramienta maravillosa para hacer que las personas se concentren, se solidaricen, se respeten. Y la elaboración de pelotas de fútbol, claro, es nuestra modalidad con mayor número de gente participando’, señala a la AFP Luiz Carlos Martins, coordinador de ‘Pintando la Libertad’ en Sao Paulo y funcionario de la secretaría estatal de Deportes.

Unos 40 hombres están sentados en pequeñas bancas, cosiendo. Hace frío, pero visten chanclas y pantalones livianos. En una mano tienen la aguja y en la otra una especie de guante de cuero con la que empujan cada puntada.

No hablan mucho entre ellos y tienen la mirada fija en el movimiento de la aguja, que repiten mecánicamente, hasta coser todos los hexágonos de cada pelota.

‘Ganamos un poco de dinero y estamos ocupados’, resume brevemente Marcelo Crispín, de 48 años.

En el penal los reclusos tienen derecho a pasar algunas horas al día fuera de sus celdas, en un patio, pero deben recluirse a partir de las cuatro de la tarde.

El horario de trabajo es de nueve de la mañana y las tres de la tarde, para los que optaron por realizar algún oficio.

‘Esta es nuestra terapia y nos hace bien. Yo llego acá y me concentro, pienso sólo en fabricar pelotas. No me siento preso’, dice el recluso Rosa dos Santos.

Aún le quedan tres años de prisión, pero ya disfruta de un régimen semiabierto que ganó por buena conducta y que le permite salir cinco veces al año. Tiene siete hijos y dice que está preso ‘por cometer varios asaltos’.

‘Cuando salga de acá ya no quiero nunca más volver a ese mundo. Ya pasó. No vale la pena llorar por la leche derramada, pero yo me arrepiento cada día por lo que hice’, comenta.

Benevides Rosa dos Santos aprendió a tejer redes para arcos de fútbol. Piensa que esa puede ser una buena fuente de ingresos una vez que abandone la cárcel.

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Pelotas de fútbol, una ventana de libertad para presos en Brasil

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18 de agosto, 2013

En un galpón frío y sin ventanas, varios hombres están sentados cosiendo a mano unos trozos de cuero para dar forma a pelotas de fútbol, una manera de matar el tiempo en esta cárcel brasileña.

Un poco más lejos, algunos reclusos cortan hexágonos y los disponen en pilas, que otros hombres con manos rudas toman para imprimirles una leyenda: ‘Producidas artesanalmente por los internos de la prisión Nilton Silva’.

La fabricación de pelotas, camisetas deportivas y gorros, que luego son donados a escuelas, instituciones u obras sociales, es parte del programa ‘Pintando la Libertad’ que el ministerio de Deportes desarrolla en cárceles de Brasil, un país apasionado por el fútbol, que acogerá el Mundial el año próximo.

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Brasil tiene también una de las mayores poblaciones carcelarias del mundo, con unos 500.000 reclusos.

A unos 50 km de la ciudad de Sao Paulo, esta cárcel con 1.500 internos es la única del estado paulista donde actualmente funciona este programa, que comenzó hace 10 años en una prisión del estado de Paraná, en el sur del país. Los prisioneros reciben un pequeño pago por este trabajo.

‘Cosiendo, haciendo estas pelotas, el tiempo pasa más rápido. Es bueno tener la cabeza y las manos ocupadas. No se puede estar sin hacer nada’, comenta a la AFP Alexandre Castro, de 31 años, que lleva cuatro como prisionero en Nilton Silva, ubicada en una zona montañosa del estado de Sao Paulo.

‘Además el fútbol es parte de nuestra vida. Nos gusta ver partidos, siempre estamos hablando de fútbol’, añade otro de los presos, Benevides Rosa dos Santos, de 60 años de edad, que ya vivió 15 tras las rejas.

La fabricación de pelotas es una de las actividades más populares entre los internos del penal. Es un trabajo lento y por cada pelota terminada reciben 1,5 dólares.

La última partida presupuestaria para este programa es de 2008, con recursos por unos 700.000 dólares para fabricar 133.000 piezas entre pelotas, camisetas, gorros y redes. Se fabrican unas 15.000 pelotas por año.

Los responsables del proyecto esperan que se renueve la financiación.

‘El deporte es una herramienta maravillosa para hacer que las personas se concentren, se solidaricen, se respeten. Y la elaboración de pelotas de fútbol, claro, es nuestra modalidad con mayor número de gente participando’, señala a la AFP Luiz Carlos Martins, coordinador de ‘Pintando la Libertad’ en Sao Paulo y funcionario de la secretaría estatal de Deportes.

Unos 40 hombres están sentados en pequeñas bancas, cosiendo. Hace frío, pero visten chanclas y pantalones livianos. En una mano tienen la aguja y en la otra una especie de guante de cuero con la que empujan cada puntada.

No hablan mucho entre ellos y tienen la mirada fija en el movimiento de la aguja, que repiten mecánicamente, hasta coser todos los hexágonos de cada pelota.

‘Ganamos un poco de dinero y estamos ocupados’, resume brevemente Marcelo Crispín, de 48 años.

En el penal los reclusos tienen derecho a pasar algunas horas al día fuera de sus celdas, en un patio, pero deben recluirse a partir de las cuatro de la tarde.

El horario de trabajo es de nueve de la mañana y las tres de la tarde, para los que optaron por realizar algún oficio.

‘Esta es nuestra terapia y nos hace bien. Yo llego acá y me concentro, pienso sólo en fabricar pelotas. No me siento preso’, dice el recluso Rosa dos Santos.

Aún le quedan tres años de prisión, pero ya disfruta de un régimen semiabierto que ganó por buena conducta y que le permite salir cinco veces al año. Tiene siete hijos y dice que está preso ‘por cometer varios asaltos’.

‘Cuando salga de acá ya no quiero nunca más volver a ese mundo. Ya pasó. No vale la pena llorar por la leche derramada, pero yo me arrepiento cada día por lo que hice’, comenta.

Benevides Rosa dos Santos aprendió a tejer redes para arcos de fútbol. Piensa que esa puede ser una buena fuente de ingresos una vez que abandone la cárcel.