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Al pie de la Torre Eiffel, pululan los tuk-tuks

Redacción República
30 de agosto, 2013

Los tuk-tuks, vehículos de tres ruedas con techo, típicos en varias ciudades de Asia y también de Centroamérica, pululan desde hace dos años en París, pero este floreciente negocio de transporte está en la mira de la policía de tránsito.

Motorizados o a pedal, en los últimos dos años los tuk-tuks se pueden ver por doquier en los alrededores de los grandes monumentos de la Ciudad Luz, al pie de la Torre Eiffel y en la Place de la Concorde.

Cuando aparecieron en la capital francesa en 2011 eran apenas una docena, pero los coloridos vehículos se quintuplicaron desde entonces según la policía, que ha endurecido los controles en los últimos meses.

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‘Con el desempleo en todas partes esta es una actividad que atrae a los turistas, pero somos acosados por la policía, que sabe muy bien que existe un vacío legal’, refunfuña uno de los conductores de tuk-tuks estacionados en fila a lo largo del Puente de Jena, cerca de la Torre Eiffel.

No es la primera vez este verano boreal que la policía inspecciona a este hombre de 29 años. Declaración ante la oficina de trabajo, señalización, mantenimiento, seguro, examen médico, todo está en orden, señala Nino, el agente que lo controló.

– Un vacío legal

El problema para la policía de tránsito, sin embargo, es la falta de normas sobre estos vehículos de transporte.

‘No se necesita una licencia específica para conducir este vehículo. Pero para llevar pasajeros en una moto, ya sea de dos o tres ruedas, sí se necesita una licencia. Es la ambigüedad de las normas’, explica un policía.

En Francia, sólo los taxis oficiales, están autorizados a estacionar para captar clientes en la vía pública sin una llamada previa. Y ven con malos ojos esta nueva competencia.

Como los tuk-tuks tienen prohibido estacionar en la calle para recoger clientes, los pasajeros deben reservar el viaje con antelación, sea por teléfono o por Internet.

‘No estamos autorizados para aparcar, así que no lo hacemos, pero ni siquiera se nos permite el tiempo para recoger a un cliente, cinco minutos, por ejemplo, sin que nos lluevan las multas’, dice Sassi, un conductor de tuk-tuks.

Según las autoridades, las multas son el único medio de controlar esta actividad.

‘El problema es que no hay normas que regulen esta profesión o este vehículo, ni para el conductor, ni desde el punto de vista del seguro, ni para las tarifas. Como están las cosas ahora, no tenemos ningún marco regulatorio para controlar este tipo de vehículos’, admitió Bernard Baulard, jefe de la policía de taxis.

Los conductores de tuk-tuks se amparan en este vacío legal para reclamar un pedazo de asfalto.

– El ‘verdadero París’

Sofiene soñaba con tener un trabajo a su gusto y compró su tuk-tuk por 9.000 euros. El vehículo le reporta entre 90 y 110 euros por día.

‘¿Por qué no aprovechar el Triángulo de Oro como otros’, dice el ex maître d’hôtel en referencia al lujoso distrito turístico en torno a los Campos Elíseos, donde prospera su negocio.

‘Queremos estar al mismo nivel que los autobuses turísticos de dos pisos que conforman el paisaje, los barcos del río, los pequeños trenes’, se lamenta Benjamin Maarek, gerente de la empresa Allo tuk-tuk . ‘El derecho a la ubicación es el derecho a trabajar’.

Como no puede cobrarle al cliente en la vía pública, la empresa lanzó los ‘tours comentados’ en tuk-tuks eléctricos para los turistas en busca del ‘verdadero París’, el del Marché d’Aligre, cerca de la Bastilla, o el de la Butte aux Cailles, dos zonas pintorescas.

El negocio parece rendir, porque además de los tuk-tuks, unos 150 a 200 bicitaxis surcan la capital francesa por trayectos que cuestan de cinco a 15 euros.

Dos turistas indios están encantados con su paseo en la parte posterior de un vehículo de tres ruedas que los deja frente al Louvre.

‘Uno puede desplazarse lentamente entre monumentos’, dice Ibrahim. ‘Es muy bueno para visitar París sin cansarme’, agrega su amiga Nazneen.

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Al pie de la Torre Eiffel, pululan los tuk-tuks

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30 de agosto, 2013

Los tuk-tuks, vehículos de tres ruedas con techo, típicos en varias ciudades de Asia y también de Centroamérica, pululan desde hace dos años en París, pero este floreciente negocio de transporte está en la mira de la policía de tránsito.

Motorizados o a pedal, en los últimos dos años los tuk-tuks se pueden ver por doquier en los alrededores de los grandes monumentos de la Ciudad Luz, al pie de la Torre Eiffel y en la Place de la Concorde.

Cuando aparecieron en la capital francesa en 2011 eran apenas una docena, pero los coloridos vehículos se quintuplicaron desde entonces según la policía, que ha endurecido los controles en los últimos meses.

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‘Con el desempleo en todas partes esta es una actividad que atrae a los turistas, pero somos acosados por la policía, que sabe muy bien que existe un vacío legal’, refunfuña uno de los conductores de tuk-tuks estacionados en fila a lo largo del Puente de Jena, cerca de la Torre Eiffel.

No es la primera vez este verano boreal que la policía inspecciona a este hombre de 29 años. Declaración ante la oficina de trabajo, señalización, mantenimiento, seguro, examen médico, todo está en orden, señala Nino, el agente que lo controló.

– Un vacío legal

El problema para la policía de tránsito, sin embargo, es la falta de normas sobre estos vehículos de transporte.

‘No se necesita una licencia específica para conducir este vehículo. Pero para llevar pasajeros en una moto, ya sea de dos o tres ruedas, sí se necesita una licencia. Es la ambigüedad de las normas’, explica un policía.

En Francia, sólo los taxis oficiales, están autorizados a estacionar para captar clientes en la vía pública sin una llamada previa. Y ven con malos ojos esta nueva competencia.

Como los tuk-tuks tienen prohibido estacionar en la calle para recoger clientes, los pasajeros deben reservar el viaje con antelación, sea por teléfono o por Internet.

‘No estamos autorizados para aparcar, así que no lo hacemos, pero ni siquiera se nos permite el tiempo para recoger a un cliente, cinco minutos, por ejemplo, sin que nos lluevan las multas’, dice Sassi, un conductor de tuk-tuks.

Según las autoridades, las multas son el único medio de controlar esta actividad.

‘El problema es que no hay normas que regulen esta profesión o este vehículo, ni para el conductor, ni desde el punto de vista del seguro, ni para las tarifas. Como están las cosas ahora, no tenemos ningún marco regulatorio para controlar este tipo de vehículos’, admitió Bernard Baulard, jefe de la policía de taxis.

Los conductores de tuk-tuks se amparan en este vacío legal para reclamar un pedazo de asfalto.

– El ‘verdadero París’

Sofiene soñaba con tener un trabajo a su gusto y compró su tuk-tuk por 9.000 euros. El vehículo le reporta entre 90 y 110 euros por día.

‘¿Por qué no aprovechar el Triángulo de Oro como otros’, dice el ex maître d’hôtel en referencia al lujoso distrito turístico en torno a los Campos Elíseos, donde prospera su negocio.

‘Queremos estar al mismo nivel que los autobuses turísticos de dos pisos que conforman el paisaje, los barcos del río, los pequeños trenes’, se lamenta Benjamin Maarek, gerente de la empresa Allo tuk-tuk . ‘El derecho a la ubicación es el derecho a trabajar’.

Como no puede cobrarle al cliente en la vía pública, la empresa lanzó los ‘tours comentados’ en tuk-tuks eléctricos para los turistas en busca del ‘verdadero París’, el del Marché d’Aligre, cerca de la Bastilla, o el de la Butte aux Cailles, dos zonas pintorescas.

El negocio parece rendir, porque además de los tuk-tuks, unos 150 a 200 bicitaxis surcan la capital francesa por trayectos que cuestan de cinco a 15 euros.

Dos turistas indios están encantados con su paseo en la parte posterior de un vehículo de tres ruedas que los deja frente al Louvre.

‘Uno puede desplazarse lentamente entre monumentos’, dice Ibrahim. ‘Es muy bueno para visitar París sin cansarme’, agrega su amiga Nazneen.