Cuando uno maneja de la ciudad capital hacia Quetzaltenango, es imposible no ver las muchas “gasolineras informales” en donde se vende combustible a precios más bajos que los de las gasolineras formales. Estos establecimientos anuncian su producto al colocar recipientes de plástico sobre en el arriate central de dicha carretera, con el precio marcado a mano de Q28.00 ó Q29.00/galón. Hay decenas de estos establecimientos en todo el trayecto, e incluso dentro de la misma ciudad de Xelajú se puede observar la venta de combustible informal en cualquier lugar. Esta práctica no se limita solamente al altiplano sino a toda la república. Todos sabemos que esto tiene que ser gasolina de contrabando que entra al país de manera ilegal y que también se vende sin facturas, en lugares que no llenan los más mínimos requisitos de almacenamiento y de manejo, constituyendo así, un peligro para clientes y vendedores.
Cuando uno maneja de la ciudad capital hacia Quetzaltenango, es imposible no ver las muchas “gasolineras informales” en donde se vende combustible a precios más bajos que los de las gasolineras formales. Estos establecimientos anuncian su producto al colocar recipientes de plástico sobre en el arriate central de dicha carretera, con el precio marcado a mano de Q28.00 ó Q29.00/galón. Hay decenas de estos establecimientos en todo el trayecto, e incluso dentro de la misma ciudad de Xelajú se puede observar la venta de combustible informal en cualquier lugar. Esta práctica no se limita solamente al altiplano sino a toda la república. Todos sabemos que esto tiene que ser gasolina de contrabando que entra al país de manera ilegal y que también se vende sin facturas, en lugares que no llenan los más mínimos requisitos de almacenamiento y de manejo, constituyendo así, un peligro para clientes y vendedores.