Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Museo de arte de Detroit, posible víctima de la quiebra de la ciudad

Redacción República
22 de octubre, 2013

Hay pocos lugares donde la antigua majestuosidad de la industria automotriz de Estados Unidos se ve capturada más intensamente que entre los murales de Diego Rivera en el Detroit Institute of Arts, en Detroit, Michigan (norte).

Pero esas impresionantes paredes bañadas por el sol podrían perderse para el público si se permite que la colección del museo sea vendida parcialmente para pagar a los acreedores afectados por la quiebra de la ciudad.

‘Esto es realmente una amenaza existencial’, advirtió Annmarie Erickson, directora de operaciones del museo. ‘La venta de arte podría cerrar el Museo’.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER DE EMPRESA

Fundado en 1885, el Detroit Institute of Arts ha reunido una colección de primer nivel mundial a través del patrocinio de los barones de la prensa y los gigantes de la industria del automóvil.

Primer museo estadounidense en comprar obras de Van Gogh y Matisse, el museo cuenta con una de las dos obras del maestro holandés Bruegel que pueden verse en Estados Unidos y tiene galerías dedicadas al arte afro-estadounidense, asiático y nativo-americano, y otras con modernas obras de Picasso, Warhol y Rothko.

Los frescos de Rivera, titulados ‘La industria de Detroit’, que representan los beneficios y los daños de la industria y la hermosa complejidad del Ford Rouge Center, son el corazón de este templo de las bellas artes, que recibe casi 600.000 visitantes al año.

Pero, como toda la quebrada Ciudad de Motor, la historia del museo es conflictiva.

‘Una espiral de la muerte’

La ciudad -que es propietaria del edificio y la colección del museo- dejó de proporcionar fondos para comprar arte en la década de 1950 y terminó retirando su apoyo para el funcionamiento diario de la institución.

El estado de Michigan intervino para ayudar a financiar el Museo en la década de 1980 y principios de los años 1990, hasta que en 1997 una organización sin fines de lucro tomó el control.

El Museo finalmente consiguió sostén financiero el año pasado, cuando los votantes de tres condados aprobaron un nuevo impuesto que proporciona 23 millones de dólares al año para financiar sus operaciones.

‘Dos de esos condados han dicho que si vendemos parte de la colección dejarán de pagar el impuesto’, dijo Erickson a la AFP.

‘Eso representa cerca de dos tercios de nuestro presupuesto operativo anual. Si se abandona ese impuesto nos enviarán a una espiral de la muerte’.

Podría tardar meses o incluso años que el complejo caso llegue a los tribunales de bancarrota.

Detroit se convirtió en la ciudad más grande de Estados Unidos en declararse en quiebra el 18 de julio. Un juez federal evalúa estos días si la ciudad tiene siquiera la capacidad legal de hacerlo.

‘Es muy difícil predecir qué va a pasar con esas obras de arte’, dijo John Pottow, un experto en bancarrota de la Universidad de Michigan.

El fiscal general de Michigan ha emitido una opinión legal formal argumentando que, puesto que el arte se sustenta en un fideicomiso caritativo público, no se puede vender para pagar las deudas de Detroit.

Incluso si esa opinión no se sostiene en la justicia, aún se podría argumentar que la venta de obras de arte no está entre los intereses a largo plazo de la ciudad, dijo Pottow a la AFP.

Pero el administrador designado por el estado para gestionar la bancarrota de la ciudad está decidido a ‘aprovechar’ el valor de la colección de arte, posiblemente a través de arrendamientos a largo plazo o utilizándola como garantía para préstamos nuevos.


‘La gente antes que Picasso’

Los acreedores de la ciudad -que incluyen a trabajadores y jubilados que van a perder sus fondos de pensiones- argumentarán sin duda que el arte es un activo que puede ser vendido para cumplir con las obligaciones de la ciudad.

Grupos de manifestantes, pequeños pero que se hacen oír, han comenzado a aparecer en audiencias públicas, exigiendo que los políticos protejan a ‘la gente antes que a Picasso’.

Sin embargo, un estudio reciente indicó que 78% de los habitantes de Detroit se opone a vender alguna obra de arte.

Eso podría cambiar una vez que la casa de subastas Christie’s termine de tasar los bienes, que algunos calculan entre 10.000 y 20.000 millones de dólares. Las deudas actuales de Detroit se estiman en 18.000 millones.

Lynn Cookson, quien se crió en Detroit y ha sido voluntaria en el Museo durante los últimos ocho años, esta entre quienes están convencidos de que vender la colección de arte nunca será en beneficio de la ciudad.

‘No puedo imaginarme a nadie tan tonto como para destripar a este lugar’, dijo Cookson, mientras mordisqueaba una galleta en el café del Museo.

Alphonso Porter, quien ha trabajado para la ciudad durante décadas y espera que sus fondos de pensión sean tragados por la bancarrota, también quiere proteger el patrimonio cultural de la ciudad.

‘Es un gran lugar’, dijo a la AFP Porter, de 53 años, mientras sale del ayuntamiento para buscar algo de comer en una reciente tarde soleada.

‘Detroit necesita mantenerlo si puede’.


SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER DE EMPRESA

Museo de arte de Detroit, posible víctima de la quiebra de la ciudad

Redacción República
22 de octubre, 2013

Hay pocos lugares donde la antigua majestuosidad de la industria automotriz de Estados Unidos se ve capturada más intensamente que entre los murales de Diego Rivera en el Detroit Institute of Arts, en Detroit, Michigan (norte).

Pero esas impresionantes paredes bañadas por el sol podrían perderse para el público si se permite que la colección del museo sea vendida parcialmente para pagar a los acreedores afectados por la quiebra de la ciudad.

‘Esto es realmente una amenaza existencial’, advirtió Annmarie Erickson, directora de operaciones del museo. ‘La venta de arte podría cerrar el Museo’.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER DE EMPRESA

Fundado en 1885, el Detroit Institute of Arts ha reunido una colección de primer nivel mundial a través del patrocinio de los barones de la prensa y los gigantes de la industria del automóvil.

Primer museo estadounidense en comprar obras de Van Gogh y Matisse, el museo cuenta con una de las dos obras del maestro holandés Bruegel que pueden verse en Estados Unidos y tiene galerías dedicadas al arte afro-estadounidense, asiático y nativo-americano, y otras con modernas obras de Picasso, Warhol y Rothko.

Los frescos de Rivera, titulados ‘La industria de Detroit’, que representan los beneficios y los daños de la industria y la hermosa complejidad del Ford Rouge Center, son el corazón de este templo de las bellas artes, que recibe casi 600.000 visitantes al año.

Pero, como toda la quebrada Ciudad de Motor, la historia del museo es conflictiva.

‘Una espiral de la muerte’

La ciudad -que es propietaria del edificio y la colección del museo- dejó de proporcionar fondos para comprar arte en la década de 1950 y terminó retirando su apoyo para el funcionamiento diario de la institución.

El estado de Michigan intervino para ayudar a financiar el Museo en la década de 1980 y principios de los años 1990, hasta que en 1997 una organización sin fines de lucro tomó el control.

El Museo finalmente consiguió sostén financiero el año pasado, cuando los votantes de tres condados aprobaron un nuevo impuesto que proporciona 23 millones de dólares al año para financiar sus operaciones.

‘Dos de esos condados han dicho que si vendemos parte de la colección dejarán de pagar el impuesto’, dijo Erickson a la AFP.

‘Eso representa cerca de dos tercios de nuestro presupuesto operativo anual. Si se abandona ese impuesto nos enviarán a una espiral de la muerte’.

Podría tardar meses o incluso años que el complejo caso llegue a los tribunales de bancarrota.

Detroit se convirtió en la ciudad más grande de Estados Unidos en declararse en quiebra el 18 de julio. Un juez federal evalúa estos días si la ciudad tiene siquiera la capacidad legal de hacerlo.

‘Es muy difícil predecir qué va a pasar con esas obras de arte’, dijo John Pottow, un experto en bancarrota de la Universidad de Michigan.

El fiscal general de Michigan ha emitido una opinión legal formal argumentando que, puesto que el arte se sustenta en un fideicomiso caritativo público, no se puede vender para pagar las deudas de Detroit.

Incluso si esa opinión no se sostiene en la justicia, aún se podría argumentar que la venta de obras de arte no está entre los intereses a largo plazo de la ciudad, dijo Pottow a la AFP.

Pero el administrador designado por el estado para gestionar la bancarrota de la ciudad está decidido a ‘aprovechar’ el valor de la colección de arte, posiblemente a través de arrendamientos a largo plazo o utilizándola como garantía para préstamos nuevos.


‘La gente antes que Picasso’

Los acreedores de la ciudad -que incluyen a trabajadores y jubilados que van a perder sus fondos de pensiones- argumentarán sin duda que el arte es un activo que puede ser vendido para cumplir con las obligaciones de la ciudad.

Grupos de manifestantes, pequeños pero que se hacen oír, han comenzado a aparecer en audiencias públicas, exigiendo que los políticos protejan a ‘la gente antes que a Picasso’.

Sin embargo, un estudio reciente indicó que 78% de los habitantes de Detroit se opone a vender alguna obra de arte.

Eso podría cambiar una vez que la casa de subastas Christie’s termine de tasar los bienes, que algunos calculan entre 10.000 y 20.000 millones de dólares. Las deudas actuales de Detroit se estiman en 18.000 millones.

Lynn Cookson, quien se crió en Detroit y ha sido voluntaria en el Museo durante los últimos ocho años, esta entre quienes están convencidos de que vender la colección de arte nunca será en beneficio de la ciudad.

‘No puedo imaginarme a nadie tan tonto como para destripar a este lugar’, dijo Cookson, mientras mordisqueaba una galleta en el café del Museo.

Alphonso Porter, quien ha trabajado para la ciudad durante décadas y espera que sus fondos de pensión sean tragados por la bancarrota, también quiere proteger el patrimonio cultural de la ciudad.

‘Es un gran lugar’, dijo a la AFP Porter, de 53 años, mientras sale del ayuntamiento para buscar algo de comer en una reciente tarde soleada.

‘Detroit necesita mantenerlo si puede’.