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Rudy Kurniawan, experto en vinos falsificados, enfrenta a la justicia en EEUU

Redacción República
09 de diciembre, 2013

El juicio a Rudy Kurniawan, el coleccionista y comerciante indonesio de vinos que logró un meteórico ascenso en el sector desde 2002, comenzó este lunes en Nueva York, donde se le acusa de vender cientos de botellas falsificadas de grandes cosechas.

Nacido en Indonesia e instalado en California, Rudy Kurniawan, de 37 años, vivió un ascenso fulgurante en el mundo del vino entre 2002 y 2008 amasando millones de dólares y viviendo a lo grande, antes de que se pusiese en duda su trabajo y fuese finalmente detenido en marzo de 20102.

Transferido a Nueva York, fue procesado por fraude por venta de vinos falsificados y fraude financiero, de lo cual se declaró inocente en abril de 2012.

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Kurniawan, que fabricaba él mismo algunos de los vinos, está acusado, por ejemplo, de haber intentado vender en subastas en Nueva York en abril de 2008 un lote de 97 botellas de Borgoña de la bodega Domaine Ponsot, estimado entre 440.000 y 602.000 dólares, en su mayoría falsas.

Una de las botellas tenía etiqueta de 1929, algo imposible ya que esa bodega sólo comenzó a embotellar en 1934. La venta fue suspendida a último minuto, afectando la reputación de Kurniawan.

También está acusado de haber vendido vinos falsificados en dos subastas en Nueva York en 2006 que habían obtenido 10,6 y 24,7 millones de dólares, un récord. Un coleccionista llegó a comprar una supuesta botella de Romanée-Conti de 1934 por 12.925 dólares.

La jornada del lunes estuvo consagrada a la selección de los miembros del jurado. Kurniawan, que puede ser condenado hasta a 40 años de prisión, estuvo presente en la sala de audiencia de los tribunales federales del sur de Manhattan.

Un ‘laboratorio de falsificación de vinos’ en casa

En su casa de Arcadia en California, los investigadores encontraron un verdadero ‘laboratorio de falsificación de vinos’, con botellas antiguas, corchos, cápsulas y pegamento.

Kurniawan ‘mezclaba vinos menos caros, para que imitaran el sabor, el color y el carácter de vinos raros mucho más caros’, indica el acta de inculpación.

El indonesio colocaba luego sus creaciones en botellas antiguas vacías, enviadas de un restaurante neoyorquino en el que organizaba suntuosas degustaciones para los expertos y coleccionistas.

No le quedaba más que sellar sus botellas y adosarles una falsa etiqueta.

Según la fiscalía, ‘vendía, o intentaba vender esas botellas falsificadas en subastas o a coleccionistas ricos, al menos con botellas verdaderas de grandes vinos’, lo que le permitía decir que se trataba de vinos que habían envejecido mal en caso de ser descubierto.

En sus comienzos, Kurniawan conquistó a los expertos más aguerridos con una memoria gustativa excepcional, una rapidez para aprender fuera de lo común y una generosidad sin límites.

Se presentaba como un apasionado de los vinos en vez de como un vendedor y había sido apodado ‘Doctor Conti’, a raíz de su amor por el Romanée-Conti.

Una botella falsificada a 48.000 dólares

Entre los vinos falsificados que se le atribuyen se encuentra un doble magnun de Chateau Petrus 1947, comprado por 30.000 dolares en mayo de 2005 y un Chateau Mouton Rothschild 1945 vendido en noviembre de 2006 por 48.259 dólares.

Las cosas empezaron a complicarse en 2008, pero Kurniawan continuó con sus actividades: en febrero de 2012, justo antes de ser detenido, intentó en vano vender en Londres botellas falsificadas de Romanée-Conti.

Durante sus años de gloria, Kurniawan vivió a lo grande: entre 2006 y 2011 gastó 16,32 millones de dólares en una sola de sus tarjetas de crédito. Coleccionaba obras de arte y relojes y autos de lujo.

Afirmaba tener el apoyo de un riquísima familia de Indonesia, pero en realidad se endeudaba por cifras astronómicas: más de 11 millones de dólares solo en 2007, de los cuales 3 millones nunca devolvió.

El proceso de Kurniawan, que residía de manera ilegal en Estados Unidos desde 2003 tras el rechazo de un pedido de asilo, duraría unas dos semanas.

Tres representantes de bodegas francesas fueron convocados para dar testimonio en el juicio: Laurent Ponsot, Laurent Roumier y Aubert de Villaine.

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Rudy Kurniawan, experto en vinos falsificados, enfrenta a la justicia en EEUU

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09 de diciembre, 2013

El juicio a Rudy Kurniawan, el coleccionista y comerciante indonesio de vinos que logró un meteórico ascenso en el sector desde 2002, comenzó este lunes en Nueva York, donde se le acusa de vender cientos de botellas falsificadas de grandes cosechas.

Nacido en Indonesia e instalado en California, Rudy Kurniawan, de 37 años, vivió un ascenso fulgurante en el mundo del vino entre 2002 y 2008 amasando millones de dólares y viviendo a lo grande, antes de que se pusiese en duda su trabajo y fuese finalmente detenido en marzo de 20102.

Transferido a Nueva York, fue procesado por fraude por venta de vinos falsificados y fraude financiero, de lo cual se declaró inocente en abril de 2012.

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Kurniawan, que fabricaba él mismo algunos de los vinos, está acusado, por ejemplo, de haber intentado vender en subastas en Nueva York en abril de 2008 un lote de 97 botellas de Borgoña de la bodega Domaine Ponsot, estimado entre 440.000 y 602.000 dólares, en su mayoría falsas.

Una de las botellas tenía etiqueta de 1929, algo imposible ya que esa bodega sólo comenzó a embotellar en 1934. La venta fue suspendida a último minuto, afectando la reputación de Kurniawan.

También está acusado de haber vendido vinos falsificados en dos subastas en Nueva York en 2006 que habían obtenido 10,6 y 24,7 millones de dólares, un récord. Un coleccionista llegó a comprar una supuesta botella de Romanée-Conti de 1934 por 12.925 dólares.

La jornada del lunes estuvo consagrada a la selección de los miembros del jurado. Kurniawan, que puede ser condenado hasta a 40 años de prisión, estuvo presente en la sala de audiencia de los tribunales federales del sur de Manhattan.

Un ‘laboratorio de falsificación de vinos’ en casa

En su casa de Arcadia en California, los investigadores encontraron un verdadero ‘laboratorio de falsificación de vinos’, con botellas antiguas, corchos, cápsulas y pegamento.

Kurniawan ‘mezclaba vinos menos caros, para que imitaran el sabor, el color y el carácter de vinos raros mucho más caros’, indica el acta de inculpación.

El indonesio colocaba luego sus creaciones en botellas antiguas vacías, enviadas de un restaurante neoyorquino en el que organizaba suntuosas degustaciones para los expertos y coleccionistas.

No le quedaba más que sellar sus botellas y adosarles una falsa etiqueta.

Según la fiscalía, ‘vendía, o intentaba vender esas botellas falsificadas en subastas o a coleccionistas ricos, al menos con botellas verdaderas de grandes vinos’, lo que le permitía decir que se trataba de vinos que habían envejecido mal en caso de ser descubierto.

En sus comienzos, Kurniawan conquistó a los expertos más aguerridos con una memoria gustativa excepcional, una rapidez para aprender fuera de lo común y una generosidad sin límites.

Se presentaba como un apasionado de los vinos en vez de como un vendedor y había sido apodado ‘Doctor Conti’, a raíz de su amor por el Romanée-Conti.

Una botella falsificada a 48.000 dólares

Entre los vinos falsificados que se le atribuyen se encuentra un doble magnun de Chateau Petrus 1947, comprado por 30.000 dolares en mayo de 2005 y un Chateau Mouton Rothschild 1945 vendido en noviembre de 2006 por 48.259 dólares.

Las cosas empezaron a complicarse en 2008, pero Kurniawan continuó con sus actividades: en febrero de 2012, justo antes de ser detenido, intentó en vano vender en Londres botellas falsificadas de Romanée-Conti.

Durante sus años de gloria, Kurniawan vivió a lo grande: entre 2006 y 2011 gastó 16,32 millones de dólares en una sola de sus tarjetas de crédito. Coleccionaba obras de arte y relojes y autos de lujo.

Afirmaba tener el apoyo de un riquísima familia de Indonesia, pero en realidad se endeudaba por cifras astronómicas: más de 11 millones de dólares solo en 2007, de los cuales 3 millones nunca devolvió.

El proceso de Kurniawan, que residía de manera ilegal en Estados Unidos desde 2003 tras el rechazo de un pedido de asilo, duraría unas dos semanas.

Tres representantes de bodegas francesas fueron convocados para dar testimonio en el juicio: Laurent Ponsot, Laurent Roumier y Aubert de Villaine.