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Empleo: Promesas Incumplidas

Redacción
03 de marzo, 2014

Una de las principales preocupaciones de los guatemaltecos es la falta de empleo. Situación que ha sido aprovechada por todos los partidos políticos para endulzar el oído de los electores. Sin excepción, todos los partidos que han llegado al gobierno han incluido dentro de sus planes de gobierno promesas imposibles de cumplir. Ninguna promesa de este tipo podrá ser cumplida mientras no se tenga claro que los salarios y los empleos no pueden crecer mientras no aumenten los niveles de inversión por trabajador. La acumulación de capital, como prerrequisito para el crecimiento económico y la generación de empleo, tiene la misma validez que hace 40 o 50 años. 

El hecho que hoy se habla de la importancia del capital humano, la innovación, la productividad y el cambio tecnológico no le resta ninguna importancia a la misma. En ausencia de nuevas inversiones, nuevas empresas, nuevos productos y nuevos mercados, factores como la educación, infraestructura, entrenamiento para el trabajo, transferencia tecnológica e investigación son insuficientes para generar un proceso de crecimiento sostenido y de generación masiva de empleo.
Si bien Guatemala ha avanzado gradualmente desde una economía eminentemente agrícola, intensiva en mano de obra poco calificada y en la explotación de recursos naturales, hacia una economía basada en el comercio, los servicios y la industria, todavía hace falta mucho camino por recorrer para que un nuevo sector industrial y de servicios, medianamente intensivos en capital, físico y humano, se conviertan en los motores del crecimiento y el empleo en el país. 
Si por industrialización se entiende el proceso mediante el cual se elevan los niveles de inversión por trabajador, mejora la productividad promedio de los trabajadores y aumenta el empleo en el sector manufacturero, Guatemala se encuentra todavía en una etapa muy incipiente de dicho proceso. No podría ser de otra forma, la calidad del arreglo institucional existente es poco propicia para el crecimiento económico y la generación de empleo. En ausencia de un arreglo institucional que favorezca el Estado de Derecho, proteja la propiedad privada, promueva la innovación y amplíe las posibilidades de intercambio, es poco lo que puede esperarse en términos de mayores niveles de inversión y mayores oportunidades de empleo. 
En ese sentido, y ante la incapacidad de los gobiernos para mejorar la estructura institucional existente, resulta inevitable considerar la necesidad de establecer incentivos específicos que favorezcan la generación de inversión y empleo en el país. Asunto que ningún partido político en la historia reciente ha considerado como algo fundamental para el desarrollo del país, salvo el gobierno de la Democracia Cristiana que creó hace casi 30 años los únicos sistemas de incentivos a la inversión existentes al día de hoy. 
A pesar que todos los partidos políticos que han pasado por el poder reconocen en el papel la importancia de establecer incentivos que favorezcan la creación de empleo y la inversión, en la práctica este tipo de esquemas siempre pasan a segundo o tercer plano frente a otras necesidades que agobian a los gobiernos en el ejercicio del poder, especialmente la necesidad de aumentar la recaudación tributaria cueste lo que cueste, caiga quien caiga y se sacrifique lo que tenga que sacrificarse. Al final de cuentas, ni se modifica el statu quo, ni se crean incentivos a la inversión y el empleo y solamente se termina castigando con más impuestos a la inversión y el empleo existente. Un camino que no lleva a ningún lado, salvo a incumplir las promesas en torno a la creación de empleo digno y de mejoras de los salarios.

Empleo: Promesas Incumplidas

Redacción
03 de marzo, 2014

Una de las principales preocupaciones de los guatemaltecos es la falta de empleo. Situación que ha sido aprovechada por todos los partidos políticos para endulzar el oído de los electores. Sin excepción, todos los partidos que han llegado al gobierno han incluido dentro de sus planes de gobierno promesas imposibles de cumplir. Ninguna promesa de este tipo podrá ser cumplida mientras no se tenga claro que los salarios y los empleos no pueden crecer mientras no aumenten los niveles de inversión por trabajador. La acumulación de capital, como prerrequisito para el crecimiento económico y la generación de empleo, tiene la misma validez que hace 40 o 50 años. 

El hecho que hoy se habla de la importancia del capital humano, la innovación, la productividad y el cambio tecnológico no le resta ninguna importancia a la misma. En ausencia de nuevas inversiones, nuevas empresas, nuevos productos y nuevos mercados, factores como la educación, infraestructura, entrenamiento para el trabajo, transferencia tecnológica e investigación son insuficientes para generar un proceso de crecimiento sostenido y de generación masiva de empleo.
Si bien Guatemala ha avanzado gradualmente desde una economía eminentemente agrícola, intensiva en mano de obra poco calificada y en la explotación de recursos naturales, hacia una economía basada en el comercio, los servicios y la industria, todavía hace falta mucho camino por recorrer para que un nuevo sector industrial y de servicios, medianamente intensivos en capital, físico y humano, se conviertan en los motores del crecimiento y el empleo en el país. 
Si por industrialización se entiende el proceso mediante el cual se elevan los niveles de inversión por trabajador, mejora la productividad promedio de los trabajadores y aumenta el empleo en el sector manufacturero, Guatemala se encuentra todavía en una etapa muy incipiente de dicho proceso. No podría ser de otra forma, la calidad del arreglo institucional existente es poco propicia para el crecimiento económico y la generación de empleo. En ausencia de un arreglo institucional que favorezca el Estado de Derecho, proteja la propiedad privada, promueva la innovación y amplíe las posibilidades de intercambio, es poco lo que puede esperarse en términos de mayores niveles de inversión y mayores oportunidades de empleo. 
En ese sentido, y ante la incapacidad de los gobiernos para mejorar la estructura institucional existente, resulta inevitable considerar la necesidad de establecer incentivos específicos que favorezcan la generación de inversión y empleo en el país. Asunto que ningún partido político en la historia reciente ha considerado como algo fundamental para el desarrollo del país, salvo el gobierno de la Democracia Cristiana que creó hace casi 30 años los únicos sistemas de incentivos a la inversión existentes al día de hoy. 
A pesar que todos los partidos políticos que han pasado por el poder reconocen en el papel la importancia de establecer incentivos que favorezcan la creación de empleo y la inversión, en la práctica este tipo de esquemas siempre pasan a segundo o tercer plano frente a otras necesidades que agobian a los gobiernos en el ejercicio del poder, especialmente la necesidad de aumentar la recaudación tributaria cueste lo que cueste, caiga quien caiga y se sacrifique lo que tenga que sacrificarse. Al final de cuentas, ni se modifica el statu quo, ni se crean incentivos a la inversión y el empleo y solamente se termina castigando con más impuestos a la inversión y el empleo existente. Un camino que no lleva a ningún lado, salvo a incumplir las promesas en torno a la creación de empleo digno y de mejoras de los salarios.