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Sobre la libertad económica y la libertad política

Redacción República
20 de abril, 2014

En mi último artículo, expuse ciertos argumentos que se han manifestado por filósofos y políticos sobre los riesgos de la democracia directa, estableciendo que lo que se teme es precisamente la tiranía de la mayoría, o lo que Marx mismo denomino la dictadura del proletariado. En este sentido, al hablar de los riesgos de la democracia directa, los liberales republicanos no se contradicen, sino fortalecen sus credenciales en pro de la libertad, los derechos individuales y la dignidad humana.

Dirigí mi último articulo a los argumentos del Dr. Edelberto Torres Rivas, quien criticó la afinidad entre liberales y dictadores en el pasado, preocupación válida dado que a todas luces estas relaciones se daban, como él bien señala en los casos de Hayek y el dictador Salazar de Portugal, y Friedman y los Chicago Boys en los tiempos de Pinochet en Chile. Afrontémoslo,  el buen Doctor dijo la verdad. Durante la Guerra Fría, liberales como Hayek y Friedman (y Reagan y Hatcher), estuvieron dispuestos a trabajar con dictadores de derecha, asesinos de miles. En esto cometieron el mismo pecado de intelectuales de izquierda que aceptaron regímenes comunistas, asesinos de millones. 
Empero, existe una diferencia clave. Los liberales siempre trabajaron con dictadores como un mal menor, la segunda mejor opción que se tenía que hacer para asegurar que gobiernos en el tercer mundo no sucumbieran ante regímenes totalitarios comunistas que pretendían establecer ordenes políticos permanentes, que jamás pasarían a ser regímenes liberales, es decir, democráticos/republicanos y capitalistas. Los intelectuales de izquierda que jamás alzaron la voz en pro de los derechos humanos en los países del bloque soviético ni los países comunistas de Asia, aceptaron a los masacres masivos y violaciones sobre todo derecho individual como un paso positivo y necesario hacia un mejor futuro. De hecho, ven a los derechos individuales y quienes hablan de ellos como parte del problema del retraso social. 
Si es válido reclamar a Hayek por su carta a Salazar ofreciendo su apoyo para diseñar una constitución que mitigase los riesgos de la democracia (y lo es, y existen), ¿no convendría ver si no hubo cartas de héroes políticos de Guatemala y el resto de América Latina hacia la Unión Soviética, Cuba, o la República Popular de China en los tiempos de Mao, cuando los masacres eran cosa cotidiana? Lo dejo a historiadores renombrados establecerlo, pero entiendo yo que sucedió, y en Guatemala de hecho. A nivel regional, el mismo Gabriel García Márquez, QEPD, celebraba al dictador asesino Fidel Castro, pero lejos de protestarlo, lo hacía en las redes sociales. A esto precisamente se refería la Secretaria de Estado de EE.UU. Jeanne KirkPatrick en su ensayo “Dictadores y la Doble Moral”. Los intelectuales, genuinos y autodenominados, latinoamericanos suelen señalar males en regímenes que no les gustan, ignorando los crímenes mayores que cometen los regímenes que si les agradan. Los derechistas hacen lo mismo, solo que sus regímenes de preferencia mataron, masacraron, y oprimieron en menor grado. 
Torres Rivas acierta con decir que liberales pueden serlo en lo económico pero no en lo político, y comparto su opinión de que esto es una tremenda contradicción. Pero luego extiende su crítica como si esto aplicase a todos los liberales, cuando no es así. Milton Friedman expuso por excelencia como el capitalismo y la libertad necesariamente van juntos, eventualmente; con el tiempo, una cosa requerirá la otra. Que en un momento dado no se pudo tener ambas cosas en un país tercermundista que jamás antes hubiese gozado de un régimen político económico liberal, como aplicaba en muchos casos durante la era Post Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, no quita del hecho que al elegir libertad económica (cuando libertad política no era viable) se apostaba por un mejor futuro donde el liberalismo pleno se visualizaba posible. 
Cuando no hay libertad, la libertad económica puede funcionar como primer paso a la libertad política. Para los liberales, la libertad económica representaba un plan subversivo que se pensaba terminaría inevitablemente en libertad política también. Y acaso no fue asi? La participación de regímenes liberales en el total mundial es cada vez más, según datos de la organización Freedom House, que califica los regímenes políticos como libres, parcialmente libres y no libres. En Latinoamérica, solo Cuba y Venezuela están fuera del progreso humano en este sentido, aunque la región tiene mucho que avanzar. Sin embargo, cada vez mas, América Latina apuesta  por la libertad política y económica, y progresa mas. 
Torres Rivas también habló muy equivocadamente de la raíz autoritaria del liberalismo. Las raíces del liberalismo son anti-autoritarias por excelencia, aunque algunas ramas hoy pretenden argumentar que se puede ser económicamente liberal para siempre, sin ser políticamente liberal. Si bien existen estas corrientes coyunturales de una minoría de liberales equivocados, estas no son las raíces del liberalismo, que sigue siendo la escuela de pensamiento que más énfasis le da a la dignidad humana de todas las alternativas de las doctrinas políticas y económicas.

Sobre la libertad económica y la libertad política

Redacción República
20 de abril, 2014

En mi último artículo, expuse ciertos argumentos que se han manifestado por filósofos y políticos sobre los riesgos de la democracia directa, estableciendo que lo que se teme es precisamente la tiranía de la mayoría, o lo que Marx mismo denomino la dictadura del proletariado. En este sentido, al hablar de los riesgos de la democracia directa, los liberales republicanos no se contradicen, sino fortalecen sus credenciales en pro de la libertad, los derechos individuales y la dignidad humana.

Dirigí mi último articulo a los argumentos del Dr. Edelberto Torres Rivas, quien criticó la afinidad entre liberales y dictadores en el pasado, preocupación válida dado que a todas luces estas relaciones se daban, como él bien señala en los casos de Hayek y el dictador Salazar de Portugal, y Friedman y los Chicago Boys en los tiempos de Pinochet en Chile. Afrontémoslo,  el buen Doctor dijo la verdad. Durante la Guerra Fría, liberales como Hayek y Friedman (y Reagan y Hatcher), estuvieron dispuestos a trabajar con dictadores de derecha, asesinos de miles. En esto cometieron el mismo pecado de intelectuales de izquierda que aceptaron regímenes comunistas, asesinos de millones. 
Empero, existe una diferencia clave. Los liberales siempre trabajaron con dictadores como un mal menor, la segunda mejor opción que se tenía que hacer para asegurar que gobiernos en el tercer mundo no sucumbieran ante regímenes totalitarios comunistas que pretendían establecer ordenes políticos permanentes, que jamás pasarían a ser regímenes liberales, es decir, democráticos/republicanos y capitalistas. Los intelectuales de izquierda que jamás alzaron la voz en pro de los derechos humanos en los países del bloque soviético ni los países comunistas de Asia, aceptaron a los masacres masivos y violaciones sobre todo derecho individual como un paso positivo y necesario hacia un mejor futuro. De hecho, ven a los derechos individuales y quienes hablan de ellos como parte del problema del retraso social. 
Si es válido reclamar a Hayek por su carta a Salazar ofreciendo su apoyo para diseñar una constitución que mitigase los riesgos de la democracia (y lo es, y existen), ¿no convendría ver si no hubo cartas de héroes políticos de Guatemala y el resto de América Latina hacia la Unión Soviética, Cuba, o la República Popular de China en los tiempos de Mao, cuando los masacres eran cosa cotidiana? Lo dejo a historiadores renombrados establecerlo, pero entiendo yo que sucedió, y en Guatemala de hecho. A nivel regional, el mismo Gabriel García Márquez, QEPD, celebraba al dictador asesino Fidel Castro, pero lejos de protestarlo, lo hacía en las redes sociales. A esto precisamente se refería la Secretaria de Estado de EE.UU. Jeanne KirkPatrick en su ensayo “Dictadores y la Doble Moral”. Los intelectuales, genuinos y autodenominados, latinoamericanos suelen señalar males en regímenes que no les gustan, ignorando los crímenes mayores que cometen los regímenes que si les agradan. Los derechistas hacen lo mismo, solo que sus regímenes de preferencia mataron, masacraron, y oprimieron en menor grado. 
Torres Rivas acierta con decir que liberales pueden serlo en lo económico pero no en lo político, y comparto su opinión de que esto es una tremenda contradicción. Pero luego extiende su crítica como si esto aplicase a todos los liberales, cuando no es así. Milton Friedman expuso por excelencia como el capitalismo y la libertad necesariamente van juntos, eventualmente; con el tiempo, una cosa requerirá la otra. Que en un momento dado no se pudo tener ambas cosas en un país tercermundista que jamás antes hubiese gozado de un régimen político económico liberal, como aplicaba en muchos casos durante la era Post Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, no quita del hecho que al elegir libertad económica (cuando libertad política no era viable) se apostaba por un mejor futuro donde el liberalismo pleno se visualizaba posible. 
Cuando no hay libertad, la libertad económica puede funcionar como primer paso a la libertad política. Para los liberales, la libertad económica representaba un plan subversivo que se pensaba terminaría inevitablemente en libertad política también. Y acaso no fue asi? La participación de regímenes liberales en el total mundial es cada vez más, según datos de la organización Freedom House, que califica los regímenes políticos como libres, parcialmente libres y no libres. En Latinoamérica, solo Cuba y Venezuela están fuera del progreso humano en este sentido, aunque la región tiene mucho que avanzar. Sin embargo, cada vez mas, América Latina apuesta  por la libertad política y económica, y progresa mas. 
Torres Rivas también habló muy equivocadamente de la raíz autoritaria del liberalismo. Las raíces del liberalismo son anti-autoritarias por excelencia, aunque algunas ramas hoy pretenden argumentar que se puede ser económicamente liberal para siempre, sin ser políticamente liberal. Si bien existen estas corrientes coyunturales de una minoría de liberales equivocados, estas no son las raíces del liberalismo, que sigue siendo la escuela de pensamiento que más énfasis le da a la dignidad humana de todas las alternativas de las doctrinas políticas y económicas.