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Saber estudiar

Redacción
17 de junio, 2014

En las últimas décadas la historia ha acelerado el paso del desarrollo de tal manera que las cosas se vuelven obsoletas en un abrir y cerrar de ojos. La era de la tecnología, en la que estamos viviendo, permite gozar de los aspectos de la vida que antes eran difíciles de conseguir o eran accesibles solo para un círculo selecto de la población. Uno de estos aspectos es la educación superior que, basada en estas nuevas tecnologías, ya no es un dinosaurio rígido de antes, ahora podemos acceder a ella desde cualquier lugar y a cualquier hora. En la actualidad la educación universitaria se ha convertido en una verdadera inversión a largo plazo que vale la pena considerar para mejorar la calidad no solo de la vida personal y profesional, sino del desarrollo del país y del mundo. 

A menudo se oye a los estudiantes disculparse con el pretexto de “tener que trabajar”, “problemas familiares”, etc., sin embargo, la correcta planificación y la toma de conciencia de que el avance de nuestra educación es nuestra responsabilidad, permiten evitar estos problemas. Además, en uno de los primeros lugares de las prioridades debe considerarse también la inversión económica. Si bien es cierto que se puede tener acceso a las bibliotecas online, a las consultas con el profesor y los compañeros de estudios vía email o chats, a la información digital de cualquier tipo (ya es inversión porque para todo esto hay que pagar la conexión a internet y tener computadoras más potentes), no es posible obviar la compra de mucha literatura tradicional (impresa), los materiales de laboratorio, etc. Todo esto es una inversión, a menudo a largo plazo, pero que vale la pena, y los gastos correctamente calculados, a los que debemos recurrir, ayudan a evitar los contratiempos. 
En el transcurso de la carrera universitaria surgen algunos obstáculos. Como dice un refrán, si no tuviéramos problemas, la vida sería aburrida. Por muchas causas el proceso de aprendizaje se ve dificultado y los seres humanos solemos buscar a los culpables de nuestros fracasos, mientras que nos atribuimos a nosotros mismos los éxitos. Pero en la educación universitaria no es así la cosa. 
A diferencia de un colegio o una escuela, donde el maestro y los padres son realmente educadores responsables de que el niño haya aprendido algo nuevo, en la universidad el papel del profesor es diferente. Es un guía, un orientador, un tutor quien nos dirige y nos enseña el camino, y nuestra obligación como estudiantes universitarios (gente con conciencia y con cierta experiencia en la vida) es seleccionar y elegir lo que realmente queremos aprender. Es por eso que no hay malas universidades, sino hay malos alumnos quienes creen que solo se aprende tratando con los profesores. Es la razón por la que las clases no pueden ser suficientes para un estudiante emprendedor quien buscará en ellas las referencias a lo que realmente necesita para saber a través de las discusiones y los diálogos. 
Algunas veces se puede escuchar o leer las falacias basadas en la idea de que todo se aprende en la práctica y por eso el título universitario es nada más que un papel. Parece que solo a la gente fracasada o perezosa se le ocurren semejantes ideas. El profesionalismo y la preparación de un especialista con el título universitario se basan en la capacidad de argumentación e investigación. Precisamente las discusiones en las clases son una fuente de la verdad y de la sabiduría. 
A pesar de los avances de la tecnología que nos permiten estudiar a nuestro ritmo desde cualquier lugar, sea nuestra casa o el trabajo, las clases presenciales en las universidades nunca se descartarán por ser el único camino lógico de aprender a argumentar y a investigar a través de las discusiones y los diálogos. Por esta razón es útil asistir a todas las clases presenciales que se nos propongan, evitar buscar las excusas de faltar a ellas y así aprovecharlas al máximo. Son un ejercicio insuperable del desarrollo de la aptitud de liderazgo y competencia a través de la presentación de ideas y del progreso del talento de superación y actualización de nuestros conocimientos en el futuro. 
Estudiar en la universidad nunca ha sido fácil, es un trabajo extra. Tampoco es un derecho sino un privilegio intelectual, al que tienen acceso solamente las personas con criterios establecidos y metas fijas, capaces de ir abriendo el camino para poder cambiar sus propias vidas y a través de ellas la vida de sus familias, sus comunidades y el país en general. Como bien dijo Albert Einstein, nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber. Tomemos este aforismo como nuestra meta y así la aventura del saber nunca será un camino lleno de piedras. 
 [email protected]

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Redacción
17 de junio, 2014

En las últimas décadas la historia ha acelerado el paso del desarrollo de tal manera que las cosas se vuelven obsoletas en un abrir y cerrar de ojos. La era de la tecnología, en la que estamos viviendo, permite gozar de los aspectos de la vida que antes eran difíciles de conseguir o eran accesibles solo para un círculo selecto de la población. Uno de estos aspectos es la educación superior que, basada en estas nuevas tecnologías, ya no es un dinosaurio rígido de antes, ahora podemos acceder a ella desde cualquier lugar y a cualquier hora. En la actualidad la educación universitaria se ha convertido en una verdadera inversión a largo plazo que vale la pena considerar para mejorar la calidad no solo de la vida personal y profesional, sino del desarrollo del país y del mundo. 

A menudo se oye a los estudiantes disculparse con el pretexto de “tener que trabajar”, “problemas familiares”, etc., sin embargo, la correcta planificación y la toma de conciencia de que el avance de nuestra educación es nuestra responsabilidad, permiten evitar estos problemas. Además, en uno de los primeros lugares de las prioridades debe considerarse también la inversión económica. Si bien es cierto que se puede tener acceso a las bibliotecas online, a las consultas con el profesor y los compañeros de estudios vía email o chats, a la información digital de cualquier tipo (ya es inversión porque para todo esto hay que pagar la conexión a internet y tener computadoras más potentes), no es posible obviar la compra de mucha literatura tradicional (impresa), los materiales de laboratorio, etc. Todo esto es una inversión, a menudo a largo plazo, pero que vale la pena, y los gastos correctamente calculados, a los que debemos recurrir, ayudan a evitar los contratiempos. 
En el transcurso de la carrera universitaria surgen algunos obstáculos. Como dice un refrán, si no tuviéramos problemas, la vida sería aburrida. Por muchas causas el proceso de aprendizaje se ve dificultado y los seres humanos solemos buscar a los culpables de nuestros fracasos, mientras que nos atribuimos a nosotros mismos los éxitos. Pero en la educación universitaria no es así la cosa. 
A diferencia de un colegio o una escuela, donde el maestro y los padres son realmente educadores responsables de que el niño haya aprendido algo nuevo, en la universidad el papel del profesor es diferente. Es un guía, un orientador, un tutor quien nos dirige y nos enseña el camino, y nuestra obligación como estudiantes universitarios (gente con conciencia y con cierta experiencia en la vida) es seleccionar y elegir lo que realmente queremos aprender. Es por eso que no hay malas universidades, sino hay malos alumnos quienes creen que solo se aprende tratando con los profesores. Es la razón por la que las clases no pueden ser suficientes para un estudiante emprendedor quien buscará en ellas las referencias a lo que realmente necesita para saber a través de las discusiones y los diálogos. 
Algunas veces se puede escuchar o leer las falacias basadas en la idea de que todo se aprende en la práctica y por eso el título universitario es nada más que un papel. Parece que solo a la gente fracasada o perezosa se le ocurren semejantes ideas. El profesionalismo y la preparación de un especialista con el título universitario se basan en la capacidad de argumentación e investigación. Precisamente las discusiones en las clases son una fuente de la verdad y de la sabiduría. 
A pesar de los avances de la tecnología que nos permiten estudiar a nuestro ritmo desde cualquier lugar, sea nuestra casa o el trabajo, las clases presenciales en las universidades nunca se descartarán por ser el único camino lógico de aprender a argumentar y a investigar a través de las discusiones y los diálogos. Por esta razón es útil asistir a todas las clases presenciales que se nos propongan, evitar buscar las excusas de faltar a ellas y así aprovecharlas al máximo. Son un ejercicio insuperable del desarrollo de la aptitud de liderazgo y competencia a través de la presentación de ideas y del progreso del talento de superación y actualización de nuestros conocimientos en el futuro. 
Estudiar en la universidad nunca ha sido fácil, es un trabajo extra. Tampoco es un derecho sino un privilegio intelectual, al que tienen acceso solamente las personas con criterios establecidos y metas fijas, capaces de ir abriendo el camino para poder cambiar sus propias vidas y a través de ellas la vida de sus familias, sus comunidades y el país en general. Como bien dijo Albert Einstein, nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber. Tomemos este aforismo como nuestra meta y así la aventura del saber nunca será un camino lleno de piedras. 
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