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La chabacanería al poder

Redacción
22 de agosto, 2014

Sin quererlo y sin siquiera saberlo, la vice presidenta de la República, Roxana Baldetti ha dado un espaldarazo a las ideas que el gran politólogo italiano Giovanni Sartori dejó plasmadas en su breve pero contundente libro Homo Videns, publicado en 1997. En ese importante libro, Sartori postula que las comunicaciones audiovisuales han tenido un efecto devastador en la vida política de las personas. Expone que las necesidades del discurso visual, basado en imágenes accesibles y de fácil entendimiento para el espectador han degenerado en la superficialidad del discurso (político en el caso que le interesa especialmente al italiano), pero que afecta directamente las capacidades de raciocinio del espectador. En consecuencia, el espectador (el ciudadano en el caso que importa a Sartori) ha sufrido un debilitamiento en las capacidades de raciocinio y sobre todo, ha menguado dramáticamente su capacidad de abstracción. En resumen: el discurso político ha perdido complejidad y suele apelar a los sentimientos del ciudadano, evitando enredarse en propuestas complejas y de fondo. La preocupación de Sartori es que esta simplificación del discurso hasta límites extremadamente superficiales, pone en peligro la vida de las democracias, pues evita a toda costa la razón.

Y aquí entra en escena nuestra vicepresidenta y su lamentable actuación en el escenario de un congreso de la juventud celebrado hace unos días en el Domo de la zona 13. Allí, la señora Baldetti, confundiendo la campechanía con la chabacanería dispuso alejarse del discurso serio y responsable que le corresponde como dignataria de la Nación y sacó ante el público joven que abarrotaba el sitio, lo más simplón que vive dentro de ella. La señora decide presentar a Alejandro Sinibaldi como un líder joven y para eso lo llama al frente y tomándolo por la cintura le pregunta gritando al público (apelando patéticamente al público joven femenino) que si el confundido pseudo candidato oficialista “¿Está o no está fisiquín?”, recordando quizás, sus tiempos en que era promotora de belleza, con la voz desafinada de quien confunde gritar con hablar con seguridad. Y a continuación dispara unas líneas improvisadas que demuestran que el último libro que habrá leído fue Pepe y Polita, en los lejanos años de su educación primaria. “…Este joven trabaja peor que ustedes… parece ronrón le digo yo…” Queriendo expresar, asumo yo, que el joven ministro tal y como le corresponde por el cargo que ocupa, trabaja mucho. Sin quererlo, la vicepresidenta resulta insultando a los jóvenes que llenaban el sitio, pues literalmente les dijo, ustedes trabajan mal, pero este fisiquín al que estoy promocionando, trabaja peor.

Yo no pido que nuestros políticos se quemen las pestañas leyendo las necesarias obras de pensamiento político que dejaron los grandes hombres como Hobbes, Locke, Rousseau, Weber, Arendt, Berlin o Deutsch, (porque es pedirles demasiado a ese cúmulo de oportunistas que creen que la vida política es el camino fácil para el enriquecimiento), pero que al menos lean las columnas que con perseverancia y paciencia nos escribe doña María del Rosario Molina desde hace años en las páginas de Prensa Libre, y que se publicaron en un volumen titulado Horrores Idiomáticos y algo más…, tratando de enseñarnos el correcto uso del idioma. No le pido a Baldetti que hable ni que escriba como Andrés Bello o como Irrisarri, pero al menos que sepa armar sus frases con la mediana claridad de saber que con lo que dice está insultando a su público. Lo más triste del caso es que los jóvenes, celebrándole la chabacanería a esta señora le aplaudieron a rabiar, dejándose insultar en dos sentidos: a las mujeres, porque apelando al fisiquín del candidato subestima las capacidades de raciocinio de las mujeres, y a todos los participantes, porque le parece que el candidato (carente de carisma), no tiene más virtudes que trabajar “peor que ustedes” y su condición física. 

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Para terminar, Sartori tiene razón en cada una de las palabras de su libro. Esto es triste, pero lo es aún más ver cómo la vicepresidenta se anda comprando helicópteros, fincas y casas de veraneo en el puerto y no destine una magra asignación para adquirir un par de libros que le enseñen a usar correctamente las palabras. Por supuesto, no pido que lea a Dante Liano o a Borges, pero a ella, escuchando su forma de expresarse, (aún cuando pretende ser una persona seria), hasta le vendría bien leer a Cohelo…

La chabacanería al poder

Redacción
22 de agosto, 2014

Sin quererlo y sin siquiera saberlo, la vice presidenta de la República, Roxana Baldetti ha dado un espaldarazo a las ideas que el gran politólogo italiano Giovanni Sartori dejó plasmadas en su breve pero contundente libro Homo Videns, publicado en 1997. En ese importante libro, Sartori postula que las comunicaciones audiovisuales han tenido un efecto devastador en la vida política de las personas. Expone que las necesidades del discurso visual, basado en imágenes accesibles y de fácil entendimiento para el espectador han degenerado en la superficialidad del discurso (político en el caso que le interesa especialmente al italiano), pero que afecta directamente las capacidades de raciocinio del espectador. En consecuencia, el espectador (el ciudadano en el caso que importa a Sartori) ha sufrido un debilitamiento en las capacidades de raciocinio y sobre todo, ha menguado dramáticamente su capacidad de abstracción. En resumen: el discurso político ha perdido complejidad y suele apelar a los sentimientos del ciudadano, evitando enredarse en propuestas complejas y de fondo. La preocupación de Sartori es que esta simplificación del discurso hasta límites extremadamente superficiales, pone en peligro la vida de las democracias, pues evita a toda costa la razón.

Y aquí entra en escena nuestra vicepresidenta y su lamentable actuación en el escenario de un congreso de la juventud celebrado hace unos días en el Domo de la zona 13. Allí, la señora Baldetti, confundiendo la campechanía con la chabacanería dispuso alejarse del discurso serio y responsable que le corresponde como dignataria de la Nación y sacó ante el público joven que abarrotaba el sitio, lo más simplón que vive dentro de ella. La señora decide presentar a Alejandro Sinibaldi como un líder joven y para eso lo llama al frente y tomándolo por la cintura le pregunta gritando al público (apelando patéticamente al público joven femenino) que si el confundido pseudo candidato oficialista “¿Está o no está fisiquín?”, recordando quizás, sus tiempos en que era promotora de belleza, con la voz desafinada de quien confunde gritar con hablar con seguridad. Y a continuación dispara unas líneas improvisadas que demuestran que el último libro que habrá leído fue Pepe y Polita, en los lejanos años de su educación primaria. “…Este joven trabaja peor que ustedes… parece ronrón le digo yo…” Queriendo expresar, asumo yo, que el joven ministro tal y como le corresponde por el cargo que ocupa, trabaja mucho. Sin quererlo, la vicepresidenta resulta insultando a los jóvenes que llenaban el sitio, pues literalmente les dijo, ustedes trabajan mal, pero este fisiquín al que estoy promocionando, trabaja peor.

Yo no pido que nuestros políticos se quemen las pestañas leyendo las necesarias obras de pensamiento político que dejaron los grandes hombres como Hobbes, Locke, Rousseau, Weber, Arendt, Berlin o Deutsch, (porque es pedirles demasiado a ese cúmulo de oportunistas que creen que la vida política es el camino fácil para el enriquecimiento), pero que al menos lean las columnas que con perseverancia y paciencia nos escribe doña María del Rosario Molina desde hace años en las páginas de Prensa Libre, y que se publicaron en un volumen titulado Horrores Idiomáticos y algo más…, tratando de enseñarnos el correcto uso del idioma. No le pido a Baldetti que hable ni que escriba como Andrés Bello o como Irrisarri, pero al menos que sepa armar sus frases con la mediana claridad de saber que con lo que dice está insultando a su público. Lo más triste del caso es que los jóvenes, celebrándole la chabacanería a esta señora le aplaudieron a rabiar, dejándose insultar en dos sentidos: a las mujeres, porque apelando al fisiquín del candidato subestima las capacidades de raciocinio de las mujeres, y a todos los participantes, porque le parece que el candidato (carente de carisma), no tiene más virtudes que trabajar “peor que ustedes” y su condición física. 

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Para terminar, Sartori tiene razón en cada una de las palabras de su libro. Esto es triste, pero lo es aún más ver cómo la vicepresidenta se anda comprando helicópteros, fincas y casas de veraneo en el puerto y no destine una magra asignación para adquirir un par de libros que le enseñen a usar correctamente las palabras. Por supuesto, no pido que lea a Dante Liano o a Borges, pero a ella, escuchando su forma de expresarse, (aún cuando pretende ser una persona seria), hasta le vendría bien leer a Cohelo…