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“Secret” no es el problema

Redacción República
01 de septiembre, 2014

La semana
pasada, miles de personas alrededor del mundo descargaron la aplicación para
celulares “Secret”. Esta plataforma de mensajería instantánea permite a sus
usuarios “decir lo que piensan y ser ellos mismos” mediante la manifestación
anónima del pensamiento. Poco tiempo transcurrió; la voz se corrió y gracias al
“apoyo” de cientos de guatemaltecos, ésta se posicionó como la aplicación
número 1 en descargas el día jueves.


Como
cualquier otra cosa, esta herramientas en las manos incorrectas puede dañar
muchísimo. Prueba de ello fueron los cientos de comentarios e imágenes
compartidas que se dedicaron a violar
la intimidad, honra, vida privada y dignidad de hombres y mujeres, a quienes
dicho sea de paso, su derecho a indemnización por el daño moral o material causado,
no queda asegurado en lo absoluto.


En un inicio
me negaba a hablar del tema para no darle más publicidad a la aplicación, sin
embargo me permitió sacar algunas conclusiones dignas de ser compartidas.
Primero, somos una sociedad resentida. Nos dedicamos a atacar u aprobar a las
personas por la imagen que proyectan o lo que aparentan con su conducta. Nos quedamos
con lo que nos dicen; repetimos lo leído u oído, sin cuestionar, pues nos
conformamos con lo que nos den. En todo sentido.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Segundo,
lamentablemente somos una sociedad condenada a ser traicionera y desleal. Esta
aplicación se caracteriza por difundir los pensamientos “anónimamente” a
nuestra red de amigos en Facebook, o nuestra agenda de teléfonos. En
consecuencia, son los comentarios compartidos por nuestros amigos o amigos de
nuestros amigos, los que leemos principalmente. En otras palabras son personas
que nos conocen que conviven con nosotros, o que sólo conocemos, quienes desde
la obscuridad del anonimato, nos atacan.


Tercero,
somos una sociedad con experimentada doble moral. Días antes compartimos vídeos
cumpliendo con el reto de “Ice Bucket Challenge” con el fin de “ayudar a que se
investigue y conozca de la enfermedad de Esclerosis”. He de decir que hasta
cientos de cometarios de concientización a apoyar leí. Si embargo, horas
después, disfrutamos plenamente del ataque desmedido en contra de personas que
conocemos sin tener la certeza de la veracidad de lo compartido.


Cuarto,
Guatemala es un país sexista. La mayoría de los comentarios compartidos, eran
dirigidos en contra de mujeres. Hablaban de su apariencia, gustos, vida sexual
y rasgos socioeconómicos. Sin sostener una postura feminista o victimizante,
las mujeres guatemaltecas fueron claramente las más afectadas, pero también de
las que más emplearon negativamente la aplicación.


Por último,
somos una sociedad integrada por millones de individuos que claman por tener
participación y voz en diferentes asuntos y procesos de peso. Defendemos pensar
en los demás, incluso nos indignamos por las más lamentables noticias de
acontecimientos que afecten a personas con menos suerte que nosotros. Sin
embargo, con una leve plataforma o megáfono anónimo demostramos la poca
condescendencia y madurez que tenemos, la cual nos hace individualizarnos aún
más, al punto de acabar con la dignidad de personas ya sea escribiendo ese tipo
de comentarios, compartiéndolos con amigos o solo leyendo.


Quiero
insistir en que Secret no es el problema, ni la supuesta anonimidad que ofrece.
En otras plataformas sociales como Twitter, podemos expresar todo aquello que
nos pase por la mente, incluso utilizando usuarios falsos. El problema no es la
aplicación: somos nosotros y la decisión que tomamos de cómo emplear cualquier
herramienta. El problema somos nosotros, quienes usando este tipo de
plataformas, decidimos decir tonterías, atacar a quien nos cae mal y después de
haber causado daño, dejar que la moda pase.


La
tecnología es un instrumento para unir al mundo entero, no para desintegrarlo. Quienes
han hecho un mal uso de Secret, atacando a las personas cobardemente, espero
que tengan la valentía para enfrentar a los afectados. O al menos, tener la
decencia de no seguir fingiendo tenerles cariño o admiración.

Twitter:
@almazariegos


“Secret” no es el problema

Redacción República
01 de septiembre, 2014

La semana
pasada, miles de personas alrededor del mundo descargaron la aplicación para
celulares “Secret”. Esta plataforma de mensajería instantánea permite a sus
usuarios “decir lo que piensan y ser ellos mismos” mediante la manifestación
anónima del pensamiento. Poco tiempo transcurrió; la voz se corrió y gracias al
“apoyo” de cientos de guatemaltecos, ésta se posicionó como la aplicación
número 1 en descargas el día jueves.


Como
cualquier otra cosa, esta herramientas en las manos incorrectas puede dañar
muchísimo. Prueba de ello fueron los cientos de comentarios e imágenes
compartidas que se dedicaron a violar
la intimidad, honra, vida privada y dignidad de hombres y mujeres, a quienes
dicho sea de paso, su derecho a indemnización por el daño moral o material causado,
no queda asegurado en lo absoluto.


En un inicio
me negaba a hablar del tema para no darle más publicidad a la aplicación, sin
embargo me permitió sacar algunas conclusiones dignas de ser compartidas.
Primero, somos una sociedad resentida. Nos dedicamos a atacar u aprobar a las
personas por la imagen que proyectan o lo que aparentan con su conducta. Nos quedamos
con lo que nos dicen; repetimos lo leído u oído, sin cuestionar, pues nos
conformamos con lo que nos den. En todo sentido.

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Segundo,
lamentablemente somos una sociedad condenada a ser traicionera y desleal. Esta
aplicación se caracteriza por difundir los pensamientos “anónimamente” a
nuestra red de amigos en Facebook, o nuestra agenda de teléfonos. En
consecuencia, son los comentarios compartidos por nuestros amigos o amigos de
nuestros amigos, los que leemos principalmente. En otras palabras son personas
que nos conocen que conviven con nosotros, o que sólo conocemos, quienes desde
la obscuridad del anonimato, nos atacan.


Tercero,
somos una sociedad con experimentada doble moral. Días antes compartimos vídeos
cumpliendo con el reto de “Ice Bucket Challenge” con el fin de “ayudar a que se
investigue y conozca de la enfermedad de Esclerosis”. He de decir que hasta
cientos de cometarios de concientización a apoyar leí. Si embargo, horas
después, disfrutamos plenamente del ataque desmedido en contra de personas que
conocemos sin tener la certeza de la veracidad de lo compartido.


Cuarto,
Guatemala es un país sexista. La mayoría de los comentarios compartidos, eran
dirigidos en contra de mujeres. Hablaban de su apariencia, gustos, vida sexual
y rasgos socioeconómicos. Sin sostener una postura feminista o victimizante,
las mujeres guatemaltecas fueron claramente las más afectadas, pero también de
las que más emplearon negativamente la aplicación.


Por último,
somos una sociedad integrada por millones de individuos que claman por tener
participación y voz en diferentes asuntos y procesos de peso. Defendemos pensar
en los demás, incluso nos indignamos por las más lamentables noticias de
acontecimientos que afecten a personas con menos suerte que nosotros. Sin
embargo, con una leve plataforma o megáfono anónimo demostramos la poca
condescendencia y madurez que tenemos, la cual nos hace individualizarnos aún
más, al punto de acabar con la dignidad de personas ya sea escribiendo ese tipo
de comentarios, compartiéndolos con amigos o solo leyendo.


Quiero
insistir en que Secret no es el problema, ni la supuesta anonimidad que ofrece.
En otras plataformas sociales como Twitter, podemos expresar todo aquello que
nos pase por la mente, incluso utilizando usuarios falsos. El problema no es la
aplicación: somos nosotros y la decisión que tomamos de cómo emplear cualquier
herramienta. El problema somos nosotros, quienes usando este tipo de
plataformas, decidimos decir tonterías, atacar a quien nos cae mal y después de
haber causado daño, dejar que la moda pase.


La
tecnología es un instrumento para unir al mundo entero, no para desintegrarlo. Quienes
han hecho un mal uso de Secret, atacando a las personas cobardemente, espero
que tengan la valentía para enfrentar a los afectados. O al menos, tener la
decencia de no seguir fingiendo tenerles cariño o admiración.

Twitter:
@almazariegos