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Cállate y escucha

Redacción República
10 de septiembre, 2014

Cada año Guatemala recibe un monto aproximado de $1,800 millones para atender los problemas de seguridad, pobreza, nutrición y educación por parte de la cooperación internacional. Pero, ¿qué tanta de está ayuda realmente ha cambiando las condiciones de nuestro país?

Claro, no podemos negar que la ayuda ha cambiado la vida de muchas personas, lo que no estamos seguros es si la ayuda ha cambiado la vida de las personas que más lo necesitan.

Según el último informe del Índice de Desarrollo Humano, Guatemala continua entre los países con los indicadores más bajos de educación, salud y riqueza, ubicándonos en el puesto 125 de los 187 países evaluados. Además, a pesar que mucha la ayuda proveniente de la cooperación ha sido invertida en seguridad, aún seguimos perdiendo la batalla en contra de los grupos de crimen organizado y narcotráfico.

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Así que, probablemente el financiamiento que hemos recibido hasta la fecha no ha ayudado como habíamos pensado que lo haría. Pero la verdadera pregunta que deberíamos hacernos es sí estamos dándole el enfoque correcto a la cooperación.

Ernesto Sirolli, un experto italiano en desarrollo, explica que los cooperantes provenientes de los países occidentales han caído en el grave error de tratar a las personas de países menos desarrollados de forma condescendiente o de forma paternalista; y el resultado de esto ha sido que muchos de los proyectos no hayan alcanzado los objetivos que deseaban o que gran número de personas se hayan desvinculando de estos programas por no sentirse identificados.

Para Sirolli, la tarea de los cooperantes es revolucionar la forma en la que venían pensando hasta ahora. En lugar de intentar imponer ideas a las comunidades, por más ingeniosas que estas sean, deberían de “callarse y escuchar”. Por que lo más importante para las comunidades y para las mismas organizaciones es ayudar a encontrar esa pasión que la personas tienen para su propio crecimiento y acompañarlas a transformar esas pasiones en una forma de vivir.

En resumen, la idea de Sirolli ha logrado transformar 40,000 diversas pasiones en 40,000 pequeñas empresas, por que ha logrado conectarse con las comunidades, con los pequeños “entrepenuers” que encontró en su camino y descubrió que se puede cambiar la cultura y la economía de una comunidad completa con tan solo capturando la energía, la pasión y la imaginación de su propia gente.

Inspirándonos en la idea de Sirolli, no solo podremos cambiar el efecto que actualmente tiene la cooperación internacional en nuestro país, pero también podremos cambiar la visión paternalista que es parte de muchos de los proyectos nacionales.

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Redacción República
10 de septiembre, 2014

Cada año Guatemala recibe un monto aproximado de $1,800 millones para atender los problemas de seguridad, pobreza, nutrición y educación por parte de la cooperación internacional. Pero, ¿qué tanta de está ayuda realmente ha cambiando las condiciones de nuestro país?

Claro, no podemos negar que la ayuda ha cambiado la vida de muchas personas, lo que no estamos seguros es si la ayuda ha cambiado la vida de las personas que más lo necesitan.

Según el último informe del Índice de Desarrollo Humano, Guatemala continua entre los países con los indicadores más bajos de educación, salud y riqueza, ubicándonos en el puesto 125 de los 187 países evaluados. Además, a pesar que mucha la ayuda proveniente de la cooperación ha sido invertida en seguridad, aún seguimos perdiendo la batalla en contra de los grupos de crimen organizado y narcotráfico.

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Así que, probablemente el financiamiento que hemos recibido hasta la fecha no ha ayudado como habíamos pensado que lo haría. Pero la verdadera pregunta que deberíamos hacernos es sí estamos dándole el enfoque correcto a la cooperación.

Ernesto Sirolli, un experto italiano en desarrollo, explica que los cooperantes provenientes de los países occidentales han caído en el grave error de tratar a las personas de países menos desarrollados de forma condescendiente o de forma paternalista; y el resultado de esto ha sido que muchos de los proyectos no hayan alcanzado los objetivos que deseaban o que gran número de personas se hayan desvinculando de estos programas por no sentirse identificados.

Para Sirolli, la tarea de los cooperantes es revolucionar la forma en la que venían pensando hasta ahora. En lugar de intentar imponer ideas a las comunidades, por más ingeniosas que estas sean, deberían de “callarse y escuchar”. Por que lo más importante para las comunidades y para las mismas organizaciones es ayudar a encontrar esa pasión que la personas tienen para su propio crecimiento y acompañarlas a transformar esas pasiones en una forma de vivir.

En resumen, la idea de Sirolli ha logrado transformar 40,000 diversas pasiones en 40,000 pequeñas empresas, por que ha logrado conectarse con las comunidades, con los pequeños “entrepenuers” que encontró en su camino y descubrió que se puede cambiar la cultura y la economía de una comunidad completa con tan solo capturando la energía, la pasión y la imaginación de su propia gente.

Inspirándonos en la idea de Sirolli, no solo podremos cambiar el efecto que actualmente tiene la cooperación internacional en nuestro país, pero también podremos cambiar la visión paternalista que es parte de muchos de los proyectos nacionales.