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Productividad y desarrollo económico

Redacción República
09 de octubre, 2014

La productividad de una economía
es crucial para entender el desempeño de la misma en términos de riqueza de sus
habitantes. La única forma en que la renta per cápita de sus habitantes puede crecer
es haciéndose a los mismos más productivos, es decir la vía para aumentar la
riqueza de los ciudadanos es conseguir hacer más con menos esfuerzo.

Hasta la revolución agrícola el
hombre dependía completamente de la naturaleza para su sustento, la cantidad de
caza era una variable fuera de nuestro control y por lo tanto la productividad
del cazador-recolector se veía limitada por una variable exógena. Durante la
revolución agrícola se consiguió dominar y endogeneizar en cierta medida las
fuerzas naturales, el hombre adquiere control sobre su propio alimento y por lo
tanto los incrementos de productividad no se ven constreñidos por dicha
variable exógena, el hombre puede multiplicar el suministro de alimentos sin
que estos se acaben puesto que la disponibilidad de los mismos dependen de su
propia acción.

Sin embargo el nivel de control
sobre el entorno alcanza una magnitud muchas veces superior con la revolución
industrial, hasta entonces la productividad seguía siendo muy limitada puesto
que el trabajo era en alta medida manual o con instrumentos muy rudimentarios
que aprovechaban la fuerza animal. Con la revolución industrial se consigue
dominar la fuerza mecánica y ponerla al servicio del hombre. La mecanización a
que da lugar consigue multiplicar la capacidad de trabajo por trabajador
provocando una eficiencia por trabajador muchas veces superior.

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El éxito económico de los países
en vías de desarrollo estriba en conseguir el traspaso desde el segundo tipo de
economía (revolución agrícola) hasta el tercer tipo de economía (revolución
industrial). Las características que
pueden medir este éxito es el porcentaje de población dedicada a cada sector
económico, un éxodo del sector primario al secundario y terciario es un buen
indicador de la penetración de la industrialización de un país. Mayor
mecanización del sector primario aumenta productividades de los trabajadores
dedicados al mismo y provoca que menor número de trabajadores pueda alimentar a
mayor número de personas, produciéndose un traslado de dichos trabajadores al
sector industrial y de servicios.

En dichas rúbricas Guatemala está
aún más centrada en la economía característica de la revolución agrícola. Un 38%
de la población se dedica al sector primario y tan sólo contribuyen un 13% al
PIB, indicativo de la poca productividad del sector. Esta cifra es
ostensiblemente superior a los países industriales (5,2% es la media de la
Unión Europea). En lo que a industria se refiere tan solo un 14% de la población
está dedicada a esta rúbrica, mientras que un 48% se dedican al sector
servicios (muy probablemente servicios complementarios o relacionados con
actividades agrícolas, por lo que la población dedicada directa o
indirectamente a la agricultura sería superior).

Tan importante como una
acumulación de personas en áreas de la economía distintas de la agricultura es
la dotación de dicha maquinaria que los hace más productivos, es decir la
acumulación de capital que permite aumentar la productividad del factor trabajo
es pieza clave en el proceso industrializador de un país.

Poco alentadores también son los
resultados de la economía guatemalteca en lo que a acumulación de capital se
refiere, en este aspecto la economía guatemalteca también se mueve en unos
números modestos, con unas cifras de formación bruta de capital fijo de 14,1%
del PIB (vs 19,1% mundial).

Este hecho se ve reflejado en la
productividad total de los factores que se mantiene totalmente estancada desde
mediados de los años 80, es decir la producción interna de Guatemala solo
consigue crecer en la misma medida que lo hace el número de sus habitantes, por
lo que la producción per cápita se mantiene casi inmovilizada.

Productividad y desarrollo económico

Redacción República
09 de octubre, 2014

La productividad de una economía
es crucial para entender el desempeño de la misma en términos de riqueza de sus
habitantes. La única forma en que la renta per cápita de sus habitantes puede crecer
es haciéndose a los mismos más productivos, es decir la vía para aumentar la
riqueza de los ciudadanos es conseguir hacer más con menos esfuerzo.

Hasta la revolución agrícola el
hombre dependía completamente de la naturaleza para su sustento, la cantidad de
caza era una variable fuera de nuestro control y por lo tanto la productividad
del cazador-recolector se veía limitada por una variable exógena. Durante la
revolución agrícola se consiguió dominar y endogeneizar en cierta medida las
fuerzas naturales, el hombre adquiere control sobre su propio alimento y por lo
tanto los incrementos de productividad no se ven constreñidos por dicha
variable exógena, el hombre puede multiplicar el suministro de alimentos sin
que estos se acaben puesto que la disponibilidad de los mismos dependen de su
propia acción.

Sin embargo el nivel de control
sobre el entorno alcanza una magnitud muchas veces superior con la revolución
industrial, hasta entonces la productividad seguía siendo muy limitada puesto
que el trabajo era en alta medida manual o con instrumentos muy rudimentarios
que aprovechaban la fuerza animal. Con la revolución industrial se consigue
dominar la fuerza mecánica y ponerla al servicio del hombre. La mecanización a
que da lugar consigue multiplicar la capacidad de trabajo por trabajador
provocando una eficiencia por trabajador muchas veces superior.

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El éxito económico de los países
en vías de desarrollo estriba en conseguir el traspaso desde el segundo tipo de
economía (revolución agrícola) hasta el tercer tipo de economía (revolución
industrial). Las características que
pueden medir este éxito es el porcentaje de población dedicada a cada sector
económico, un éxodo del sector primario al secundario y terciario es un buen
indicador de la penetración de la industrialización de un país. Mayor
mecanización del sector primario aumenta productividades de los trabajadores
dedicados al mismo y provoca que menor número de trabajadores pueda alimentar a
mayor número de personas, produciéndose un traslado de dichos trabajadores al
sector industrial y de servicios.

En dichas rúbricas Guatemala está
aún más centrada en la economía característica de la revolución agrícola. Un 38%
de la población se dedica al sector primario y tan sólo contribuyen un 13% al
PIB, indicativo de la poca productividad del sector. Esta cifra es
ostensiblemente superior a los países industriales (5,2% es la media de la
Unión Europea). En lo que a industria se refiere tan solo un 14% de la población
está dedicada a esta rúbrica, mientras que un 48% se dedican al sector
servicios (muy probablemente servicios complementarios o relacionados con
actividades agrícolas, por lo que la población dedicada directa o
indirectamente a la agricultura sería superior).

Tan importante como una
acumulación de personas en áreas de la economía distintas de la agricultura es
la dotación de dicha maquinaria que los hace más productivos, es decir la
acumulación de capital que permite aumentar la productividad del factor trabajo
es pieza clave en el proceso industrializador de un país.

Poco alentadores también son los
resultados de la economía guatemalteca en lo que a acumulación de capital se
refiere, en este aspecto la economía guatemalteca también se mueve en unos
números modestos, con unas cifras de formación bruta de capital fijo de 14,1%
del PIB (vs 19,1% mundial).

Este hecho se ve reflejado en la
productividad total de los factores que se mantiene totalmente estancada desde
mediados de los años 80, es decir la producción interna de Guatemala solo
consigue crecer en la misma medida que lo hace el número de sus habitantes, por
lo que la producción per cápita se mantiene casi inmovilizada.