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Pobre clown

Redacción República
09 de noviembre, 2014

Yo a estas alturas ya no sé si son o se hacen. Será que ignoran los consejos de sus asesores o sus asesores son tan ignorantes como sus jefes. El día de ayer me sorprendí con una fotografía publicada por un amigo del presidente jugando al adolescente montado en una reluciente moto BMW, imagino que una de esas que los diputados y su “rosca” le suelen regalar para su cumpleaños. Iba vestido, en concordancia, con un traje completo de motorista de lujo, que le hacía juego con la moto plateada. Luego, en la noche, me entero en las noticias que no iba a desayunar a Tecpán, sino a supervisar los retenes de seguridad.

De allí viene mi indignación. Primero, porque el irresponsable que tenemos por presidente ignora el peligro en que pone a los demás ciudadanos al pasearse como esos buenos motoristas domingueros que se juntan en caravana para desayunar en Katok y darse una vuelta por Pana. Imagínese usted, ¿qué pasaría si a su lado pasa el clown de turno en moto y se desatara una balacera, por un atentado en su contra? Usted, metido en la trifulca se vería en peligro de ganarse una bala perdida por un tipo que no termina de asumir la seriedad de su cargo y comportarse en consecuencia. No digo que no juegue al motorista, lo puede hacer en su millonaria propiedad de Zaragoza, Chimaltenango (le queda cerca de Tecpán), pero no en las calles de ciudad de Guatemala, cuando es el presidente. Que lo haga en las calles si quiere, cuando ya no sea mandatario, cuando ya no importe.

La segunda fuente de indignación es que no entiendo la finalidad del show motorista. ¿Por qué tiene que ir el presidente en moto a dar el pésame a una pobre viuda de un chofer de camioneta, asesinado por mareros? Es como si le restregara a la pobre viuda ese abismo inmenso que separa la vida de la familia del piloto a la del político. ¿Son relaciones públicas mal entendidas? Lo ignoro. No sé si lo que quiere transmitir es que sigue siendo el mismo tipo campechano de la campaña, que se “baja” a ver al pueblo (después de llenarse los bolsillos y comprarse la millonaria propiedad de Zaragoza por ejemplo) y le regala un poco de su tiempo, o si quiere demostrar que la seguridad ha mejorado tanto que hasta el presidente puede circular tranquilamente en motocicleta por las calles de una de las ciudades más peligrosas del mundo. Como en la tira cómica de mi niñez, el detalle que faltaba es que llega con otras seis u ocho motos con agentes de la SAAS y un escuadrón de esa casi imaginaria Fuerza de Tarea Lobo de la PNC, a la que en mis viajes diarios por la ciudad, de mi casa al trabajo nunca he visto ni de pasada.

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La tercera fuente de indignación es que mientras que el presidente juega al motorista, distrae valiosos recursos estatales para darle seguridad en sus caprichos. Mientras que le destinan un escuadrón de los Lobos para que lo “coleen” en sus vagabundeos, unos mareros acribillan a un chofer por negarse a pagar extorsión. La extrema ironía es que la fuerza de tarea creada para combatir este tipo de crímenes es sacada de su finalidad para cuidar al tipo que quiere ir a darle el pésame a una viuda que ha quedado en ese estado quizás porque ese mismo escuadrón que pudo haber evitado el crimen estaba paseando junto al mandatario. Esto, señor presidente es un abuso de poder, es imperdonable y lo peor es que las fotos y los minutos de aire que quería ganar con estas payasadas, las pagan los ciudadanos de a pie con sus impuestos, y con su vida.

Luego de rumiar todo esto en la noche, me queda la certeza de que el presidente no es más que un pobre clown, perdido en el laberinto del poder.

Pobre clown

Redacción República
09 de noviembre, 2014

Yo a estas alturas ya no sé si son o se hacen. Será que ignoran los consejos de sus asesores o sus asesores son tan ignorantes como sus jefes. El día de ayer me sorprendí con una fotografía publicada por un amigo del presidente jugando al adolescente montado en una reluciente moto BMW, imagino que una de esas que los diputados y su “rosca” le suelen regalar para su cumpleaños. Iba vestido, en concordancia, con un traje completo de motorista de lujo, que le hacía juego con la moto plateada. Luego, en la noche, me entero en las noticias que no iba a desayunar a Tecpán, sino a supervisar los retenes de seguridad.

De allí viene mi indignación. Primero, porque el irresponsable que tenemos por presidente ignora el peligro en que pone a los demás ciudadanos al pasearse como esos buenos motoristas domingueros que se juntan en caravana para desayunar en Katok y darse una vuelta por Pana. Imagínese usted, ¿qué pasaría si a su lado pasa el clown de turno en moto y se desatara una balacera, por un atentado en su contra? Usted, metido en la trifulca se vería en peligro de ganarse una bala perdida por un tipo que no termina de asumir la seriedad de su cargo y comportarse en consecuencia. No digo que no juegue al motorista, lo puede hacer en su millonaria propiedad de Zaragoza, Chimaltenango (le queda cerca de Tecpán), pero no en las calles de ciudad de Guatemala, cuando es el presidente. Que lo haga en las calles si quiere, cuando ya no sea mandatario, cuando ya no importe.

La segunda fuente de indignación es que no entiendo la finalidad del show motorista. ¿Por qué tiene que ir el presidente en moto a dar el pésame a una pobre viuda de un chofer de camioneta, asesinado por mareros? Es como si le restregara a la pobre viuda ese abismo inmenso que separa la vida de la familia del piloto a la del político. ¿Son relaciones públicas mal entendidas? Lo ignoro. No sé si lo que quiere transmitir es que sigue siendo el mismo tipo campechano de la campaña, que se “baja” a ver al pueblo (después de llenarse los bolsillos y comprarse la millonaria propiedad de Zaragoza por ejemplo) y le regala un poco de su tiempo, o si quiere demostrar que la seguridad ha mejorado tanto que hasta el presidente puede circular tranquilamente en motocicleta por las calles de una de las ciudades más peligrosas del mundo. Como en la tira cómica de mi niñez, el detalle que faltaba es que llega con otras seis u ocho motos con agentes de la SAAS y un escuadrón de esa casi imaginaria Fuerza de Tarea Lobo de la PNC, a la que en mis viajes diarios por la ciudad, de mi casa al trabajo nunca he visto ni de pasada.

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La tercera fuente de indignación es que mientras que el presidente juega al motorista, distrae valiosos recursos estatales para darle seguridad en sus caprichos. Mientras que le destinan un escuadrón de los Lobos para que lo “coleen” en sus vagabundeos, unos mareros acribillan a un chofer por negarse a pagar extorsión. La extrema ironía es que la fuerza de tarea creada para combatir este tipo de crímenes es sacada de su finalidad para cuidar al tipo que quiere ir a darle el pésame a una viuda que ha quedado en ese estado quizás porque ese mismo escuadrón que pudo haber evitado el crimen estaba paseando junto al mandatario. Esto, señor presidente es un abuso de poder, es imperdonable y lo peor es que las fotos y los minutos de aire que quería ganar con estas payasadas, las pagan los ciudadanos de a pie con sus impuestos, y con su vida.

Luego de rumiar todo esto en la noche, me queda la certeza de que el presidente no es más que un pobre clown, perdido en el laberinto del poder.