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Los políticos deben ser un complemento en la vida de las personas, no los actores principales

Redacción
27 de noviembre, 2014

En las discusiones del presupuesto regularmente están ausentes dos preguntas muy importantes; ¿qué actividades deben de desaparecer? y ¿cómo las actividades que deben permanecer se hacen de forma más eficaz?. Estas dos grandes preguntas no apareces en las tertulias, se da por sentado que se debe seguir haciendo lo mismo, con pequeños cambios, y el tema se centra en lo nuevo que se debe hacer. Todos suman al discurso, los ministros hablan del dinero que les hace falta para hacer más hospitales, tener más medicina, contratar más maestros, arreglar las carreteras, hacer nuevos puentes, tener mejor tecnología para las radio patrullas. Y si sumas las necesidades de cada ministerio la lista no termina. Luego el presidente tiene una lista de deseos, que sabe que le costará muchos quetzales, e irresponsablemente pero políticamente correcto decide ignorar los problemas de financiar el gasto de una forma sana (aumentar impuestos) y se va por la fácil, falsear los ingresos, imponer metas inalcanzables a la SAT, y defender el endeudamiento como una fuente no perjudicial para la economía nacional. Ministros y presidente están de acuerdo.

Y ahora viene lo más fácil, echarle la culpa a alguien más y mejor si es a alguien de no muy buena reputación, para que el o ellos carguen con las culpas. Y para esto hay un grupo de excelentes socios, los diputados, quienes tienen en sus manos la responsabilidad de modificar, aprobar o rechazar el presupuesto. Pero de nuevo tienen una disyuntiva, hacer lo correcto o lo políticamente correcto. Lo correcto será actuar pensando en el futuro del país, es decir, no gastar más de lo que ingresa, pero lo políticamente correcto, es tratar de evitar los enfrentamientos, y estos lleva en repartir, lo cual demanda un presupuesto mayor. Los diputados votan a favor del presupuesto y quedan bien con maestros, alcaldes, constructores, etc. Ganan los políticos pierde el futuro de nuestra nación.

Los políticos responsables deben comprender que son un complemento en la vida de las personas, no los actores principales. Esto se debe demostrar en el presupuesto, el cual debe ser para servir a los ciudadanos y no para servirse de ellos. Para poder servir al “pueblo” se debe priorizar el gasto, y sobre todo entender que no se trata de gastar más sino de dejar a los ciudadanos trabajar y buscar como se les ayuda en su día a día. Un mayor gasto publico demanda cobrar mas impuestos, los cuales terminan siendo una carga para los ciudadanos, la cual muchas veces no ayuda. También los presupuestos grandes muchas veces incluyen más burócratas, y lastimosamente la burocracia trae con sigo más trámites, es decir, problemas y costos para los ciudadanos.

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Si el centro es el ciudadano, el gasto del gobierno debe crecer igual o menos que lo que crece la economía. Si analizamos el gasto público de el 2000 al 2013 los gastos del estado se han multiplicado por tres, es decir, ha crecido en promedio un 15% anual. Algo muy superior a lo que crecen los sueldos de los ciudadanos.
                                                         Periodo 2000-2013        Promedio anual
Crecimiento Económico                             44%                            3.36%
Inflación                                                      121%                            9.27%
Crecimiento nominal
del Presupuesto Ejecutado                       206%                         15.82%
Crecimiento Real
del Presupuesto Ejecutado                         39%                           2.97%

Para que una familia funcione las penas y las alegrías deben ser compartidas, para que las relaciones comerciales funciones debe existir un grado de empatía, ayudando a nuestros clientes en tiempos de crisis y creciendo juntos en las bonanzas. El presupuesto demuestra el divorcio entre los políticos y los ciudadanos, no hay forma que los que viven del presupuesto del estado quieran compartir las tristezas con quienes pagamos impuestos.

Los políticos deben ser un complemento en la vida de las personas, no los actores principales

Redacción
27 de noviembre, 2014

En las discusiones del presupuesto regularmente están ausentes dos preguntas muy importantes; ¿qué actividades deben de desaparecer? y ¿cómo las actividades que deben permanecer se hacen de forma más eficaz?. Estas dos grandes preguntas no apareces en las tertulias, se da por sentado que se debe seguir haciendo lo mismo, con pequeños cambios, y el tema se centra en lo nuevo que se debe hacer. Todos suman al discurso, los ministros hablan del dinero que les hace falta para hacer más hospitales, tener más medicina, contratar más maestros, arreglar las carreteras, hacer nuevos puentes, tener mejor tecnología para las radio patrullas. Y si sumas las necesidades de cada ministerio la lista no termina. Luego el presidente tiene una lista de deseos, que sabe que le costará muchos quetzales, e irresponsablemente pero políticamente correcto decide ignorar los problemas de financiar el gasto de una forma sana (aumentar impuestos) y se va por la fácil, falsear los ingresos, imponer metas inalcanzables a la SAT, y defender el endeudamiento como una fuente no perjudicial para la economía nacional. Ministros y presidente están de acuerdo.

Y ahora viene lo más fácil, echarle la culpa a alguien más y mejor si es a alguien de no muy buena reputación, para que el o ellos carguen con las culpas. Y para esto hay un grupo de excelentes socios, los diputados, quienes tienen en sus manos la responsabilidad de modificar, aprobar o rechazar el presupuesto. Pero de nuevo tienen una disyuntiva, hacer lo correcto o lo políticamente correcto. Lo correcto será actuar pensando en el futuro del país, es decir, no gastar más de lo que ingresa, pero lo políticamente correcto, es tratar de evitar los enfrentamientos, y estos lleva en repartir, lo cual demanda un presupuesto mayor. Los diputados votan a favor del presupuesto y quedan bien con maestros, alcaldes, constructores, etc. Ganan los políticos pierde el futuro de nuestra nación.

Los políticos responsables deben comprender que son un complemento en la vida de las personas, no los actores principales. Esto se debe demostrar en el presupuesto, el cual debe ser para servir a los ciudadanos y no para servirse de ellos. Para poder servir al “pueblo” se debe priorizar el gasto, y sobre todo entender que no se trata de gastar más sino de dejar a los ciudadanos trabajar y buscar como se les ayuda en su día a día. Un mayor gasto publico demanda cobrar mas impuestos, los cuales terminan siendo una carga para los ciudadanos, la cual muchas veces no ayuda. También los presupuestos grandes muchas veces incluyen más burócratas, y lastimosamente la burocracia trae con sigo más trámites, es decir, problemas y costos para los ciudadanos.

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Si el centro es el ciudadano, el gasto del gobierno debe crecer igual o menos que lo que crece la economía. Si analizamos el gasto público de el 2000 al 2013 los gastos del estado se han multiplicado por tres, es decir, ha crecido en promedio un 15% anual. Algo muy superior a lo que crecen los sueldos de los ciudadanos.
                                                         Periodo 2000-2013        Promedio anual
Crecimiento Económico                             44%                            3.36%
Inflación                                                      121%                            9.27%
Crecimiento nominal
del Presupuesto Ejecutado                       206%                         15.82%
Crecimiento Real
del Presupuesto Ejecutado                         39%                           2.97%

Para que una familia funcione las penas y las alegrías deben ser compartidas, para que las relaciones comerciales funciones debe existir un grado de empatía, ayudando a nuestros clientes en tiempos de crisis y creciendo juntos en las bonanzas. El presupuesto demuestra el divorcio entre los políticos y los ciudadanos, no hay forma que los que viven del presupuesto del estado quieran compartir las tristezas con quienes pagamos impuestos.