Mónaco (AFP)

Estratega fino, el alemán ya desveló sus planes y en octubre la Comisión Ejecutiva aprobó los 40 puntos de su Agenda-2020, destinados a “preservar el carácter único de los Juegos”, por lo que en el Principado solo se debería discutir la forma, no la esencia.

¿Quién podría oponerse a los remedios ya tímidamente evocados por su antecesor Jacques Rogge y que la actualidad ha demostrado cruelmente necesarios?

En 2014, ha llamado la atención de todos el faraónico dispendio de los Juegos de Invierno de Sochi y el desastre de la campaña para la edición de 2022, a la que ya solo aspiran Pekín y Almaty (Kazajistán).

Entre los olímpicos, son pocos los que osarían contestar la necesidad de reducir drásticamente el coste de los Juegos, filosofía imperante en la Agenda-2020, que privilegia el uso de equipamientos ya existentes, el recurso a instalaciones temporales y la unión de fuerzas entre varias ciudades o incluso países.

Hegemónico en el pasado, sobre todo en los informes de las ciudades candidatas, la institución dice ahora que quiere escuchar “qué proyecto olímpico se integra mejor en el plano del desarrollo a largo plazo de una región anfitriona y por los proyectos sociales y medioambientales”.

Durante mucho tiempo acusado de inmovilismo, el COI, en su versión Bach, quiere también abrirse al mundo no olímpico permitiendo a deportes excluidos o que se quedan a las puertas del olimpismo, acudir como invitados puntuales a los Juegos.

Esta vuelta del concepto de deporte de exihibición, en vigor hasta los años noventa, podría permitir en Tokio-2020 una vuelta del béisbol y el softbol, su versión femenina.

En este sentido, el presidente del COI deberá explicar a los miembros cómo organizar el programa sin aumentar el número de atletas, que sigue bloqueado en 10.500, y precisar el concepto novedoso de un “programa basado en las pruebas y no en los deportes”, según la recomendación 10 de la Agenda.

Otro punto que probablemente se debatirá será la creación de una cadena de televisión olímpica que emitiría 365 días al año para mantener la llama entre dos ediciones de los Juegos.

Totalmente digital, esta cadena no tendría la intención de competir con los emisores tradicionales de los Juegos Olímpicos, entre los que la cadena estadounidense NBC acaba de desembolsar 6.200 millones de euros para asegurarse los próximos seis Juegos. Pero, algunos se inquietan por una mayor accesibilidad a unas imágenes de las que les habían prometido exclusividad.

Con mucha influencia entre los miembros del COI, los difusores, que suman la casi totalidad de los ingresos, podrían hacerse escuchar en Mónaco.

También se espera que la Asamblea Plenaria valide, sin duda con algunas oposiciones y diez meses después de los tensos Juegos de Sochi, la medida 14 de la Agenda que recomienda la “incluir la no discriminación según la orientación sexual en el 6º Principio Fundamental del Olimpismo”.

Además de la adopción de estas 40 medidas, que serán votadas una por una el lunes y el martes, tras dos jornadas de reunión extraordinaria en Mónaco, debería dar pie también a una nueva conversación entre el COI y la FIFA sobre el calendario de invierno 2022.

Bach ya ha advertido a Joseph Blatter, presidente de la FIFA, que una coincidencia de fechas entre los Juegos (de Pekín o Almaty) y el Mundial de Catar, que la FIFA quiere organizar en el invierno boreal, sería inaceptable para el COI y “malo para los dos eventos”. Miembro del COI, Blatter deberá de nuevo soportar las presiones de sus colegas para no insistir en el mes de febrero, reservado para los Juegos Olímpicos de invierno.

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