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Charlie Hebdo.

Redacción
12 de enero, 2015

Pensar que los ataques del pasado miércoles 7 de enero fueron una cuestión exclusiva de intolerancia religiosa es solamente rasgar la superficie. Tal y como lo fueron los ataques terroristas a Nueva York, Washington DC, Madrid y Londres, los ataques al semanario francés Charlie Hebdo representan el simbolismo de la guerra terrorista fundamentalista contra las instituciones que caracterizan la civilización occidental: el mercado, las comunicaciones, el cosmopolitanismo y ahora la libertad de expresión, uno de los pilares de las sociedades libres y democráticas.

Los ataques no se trataron de dos tipos altamente ofendidos con las portadas satíricas y de muy mal gusto del semanario. Al contrario fueron dos individuos altamente entrenados y con un manejo de logística que solo los más inocentes pueden creer que se trataba de una operación aislada. La organización Al Qaeda, sintiéndose relegada por la atención de los medios que ha generado el nefasto grupo terrorista criminal, el Estado Islámico (ISIS por sus siglas en inglés) ha reactivado operaciones esta vez exportando el terrorismo al corazón de occidente. Sea este el progresismo canadiense, la libertad de expresión en Francia o la inocencia de los niños asesinados en un colegio en Peshawar, Pakistán. Su intolerancia no conoce límites más que el terror mismo.

Pero ante el terror no hay que doblegarse, al contrario hay que verlo directo a los ojos pues tarde o temprano este bajará la mirada, los cobardes siempre tienden a hacerlo.

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@robertoantoniow

Charlie Hebdo.

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12 de enero, 2015

Pensar que los ataques del pasado miércoles 7 de enero fueron una cuestión exclusiva de intolerancia religiosa es solamente rasgar la superficie. Tal y como lo fueron los ataques terroristas a Nueva York, Washington DC, Madrid y Londres, los ataques al semanario francés Charlie Hebdo representan el simbolismo de la guerra terrorista fundamentalista contra las instituciones que caracterizan la civilización occidental: el mercado, las comunicaciones, el cosmopolitanismo y ahora la libertad de expresión, uno de los pilares de las sociedades libres y democráticas.

Los ataques no se trataron de dos tipos altamente ofendidos con las portadas satíricas y de muy mal gusto del semanario. Al contrario fueron dos individuos altamente entrenados y con un manejo de logística que solo los más inocentes pueden creer que se trataba de una operación aislada. La organización Al Qaeda, sintiéndose relegada por la atención de los medios que ha generado el nefasto grupo terrorista criminal, el Estado Islámico (ISIS por sus siglas en inglés) ha reactivado operaciones esta vez exportando el terrorismo al corazón de occidente. Sea este el progresismo canadiense, la libertad de expresión en Francia o la inocencia de los niños asesinados en un colegio en Peshawar, Pakistán. Su intolerancia no conoce límites más que el terror mismo.

Pero ante el terror no hay que doblegarse, al contrario hay que verlo directo a los ojos pues tarde o temprano este bajará la mirada, los cobardes siempre tienden a hacerlo.

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