Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Joe Biden: Un plan para Centroamerica

Redacción República
31 de enero, 2015

Joe Biden

Como se nos recordó el verano pasado, cuando miles de niños sin acompañante se presentaron en nuestra frontera del suroeste, la seguridad y la prosperidad de Centroamérica están inseparablemente vinculadas a las nuestras.
Las economías de El Salvador, Guatemala y Honduras siguen atascadas mientras las del resto de América avanzan. Una educación deficiente, la corrupción institucional, la delincuencia descontrolada y la falta de inversión hacen que estos países estén estancados. Seis millones de jóvenes centroamericanos estarán en edad de incursionar en el mercado laboral la próxima década. Si no encuentran oportunidades en este, todo el hemisferio occidental sufrirá las consecuencias.
Enfrentar estos desafíos requiere nada menos que un cambio sistemático, en el cual nosotros en Estados Unidos tenemos un interés directo en ayudar para que se lleve a cabo. Con ese fin, el lunes, el presidente Obama pedirá al Congreso US$1 millardo para ayudar a los líderes centroamericanos a hacer las difíciles reformas e inversiones que se necesitan para hacer frente a la seguridad, el gobierno y los retos económicos que engranan la región. Eso es casi tres veces lo que generalmente hemos dado a Centroamérica.
El verano pasado, cuando nuestros países trabajaron juntos para detener el peligroso aumento de la migración, los presidentes de El Salvador, Guatemala y Honduras pidieron más ayuda para cambiar el clima de violencia endémica y pobreza que los tiene estancados. En junio, les hice ver claramente a estos presidentes que Estados Unidos estaba dispuesto a ayudarlos, siempre y cuando ellos se encargaran del problema. El señor Obama enfatizó este punto cuando los presidentes visitaron Washington en julio.
Y ellos aceptaron. Honduras firmó un acuerdo con Transparencia Internacional para combatir la corrupción. Guatemala ha destituido a altos funcionarios sospechosos de corrupción y de ayudar al tráfico de personas. El Salvador aprobó una ley que brinda nueva protección a los inversionistas. Trabajando con el Banco Interamericano de Desarrollo, estos tres países crearon un plan conjunto de reformas económicas y políticas, una alianza para la prosperidad.
Estos líderes admiten que se requiere de un enorme esfuerzo. Hemos acordado intensificar nuestro trabajo conjunto en tres áreas.
Primero, la seguridad hace que todo lo demás sea posible. Podemos ayudar a estabilizar los vecindarios por medio de la Policía comunitaria y erradicar las redes de delincuencia transnacionales que han hecho que Centroamérica se convierta en un semillero para el tráfico de drogas, la trata de personas y los delitos financieros. Algunas comunidades en Guatemala y El Salvador ya están viendo el beneficio de programas patrocinados por Estados Unidos en lo que respecta a la Policía comunitaria, capacitación especializada para la Policía y centros juveniles similares a los clubes juveniles Boys & Girls en Estados Unidos. Como aprendí en la elaboración de la Ley sobre la Delincuencia de Estados Unidos en 1994, estos programas pueden reducir la delincuencia.
Segundo, una buena gobernanza genera los puestos de trabajo y la inversión que necesita Centroamérica. Hoy en día, los sistemas judiciales, las contrataciones con el Estado y la recaudación de impuestos por lo general no se consideran justos y transparentes. Las tasas de interés efectivas de estos países están entre las más bajas de todo el hemisferio. Para atraer las inversiones necesarias para el progreso real y duradero, estos países deben recaudar y administrar los ingresos con efectividad y transparencia.
Tercero, no hay suficientes fondos estatales, aun con la ayuda de Estados Unidos y de la comunidad internacional, para hacer frente a la gran necesidad económica. Las economías centroamericanas pueden crecer únicamente si se atrae la inversión internacional y se plantea un caso más convincente para que sus ciudadanos inviertan en el país. Esto requiere leyes y reglamentos claros, mecanismos de protección para los inversionistas, tribunales en los que se pueda confiar para la resolución de conflictos de una manera justa, esfuerzos formales para erradicar la corrupción, protección a la propiedad intelectual, así como transparencia para garantizar que la ayuda internacional se emplea con responsabilidad y eficacia.
Estamos dispuestos a trabajar con las instituciones financieras internacionales y el sector privado para ayudar a estos países a capacitar a sus jóvenes, hacer más fácil el iniciar un negocio y garantizar que las empresas locales aprovechen al máximo los actuales tratados de libre comercio con Estados Unidos.
Los retos que tenemos por delante son formidables. Pero, si hay voluntad política, no hay razón alguna para que Centroamérica no se convierta en la próxima gran historia de éxito del hemisferio occidental.
La región ya ha visto esta clase de transformación. En 1999, iniciamos el Plan Colombia para combatir el narcotráfico, la pobreza extrema y la corrupción institucional –en combinación con una insurgencia despiadada– que amenazaban con convertir a Colombia en un Estado fallido. Quince años más tarde, Colombia es una nación transformada. Como uno de los arquitectos del Plan Colombia en el Senado de Estados Unidos, vi que el ingrediente clave fue la voluntad política sobre el tema. Colombia se benefició de aquellos líderes que tuvieron el valor de hacer cambios significativos en cuanto a la seguridad, la gobernanza y los derechos humanos. Las elites acordaron pagar impuestos más altos. El Gobierno colombiano puso sus tribunales en orden, inspeccionó minuciosamente su cuerpo de Policía y reformó sus leyes de comercio con el objeto de abrir su economía. Estados Unidos invirtió US$9 millardos durante todo el Plan Colombia, con $700 millones el primer año. Sin embargo, nuestras cifras muestran que Colombia gastó cuatro veces más que nosotros.
El costo de invertir ahora en una Centroamérica segura y próspera es modesto comparado con los costos de dejar que la violencia y la pobreza se intensifiquen.
El señor Obama me ha pedido que dirija este nuevo esfuerzo. Por primera vez, podemos visualizar y esforzarnos por conseguir que América sea predominantemente de clase media, democrática y segura.
Es por eso que estamos pidiendo al Congreso que trabaje con nosotros. Juntos podemos ayudar a que Centroamérica se convierta en una manifestación de asombroso surgimiento del hemisferio occidental y no en una excepción de este.

© 2015 The New York Times.
“Distribuido por NYT Syndicate”.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Joe Biden: Un plan para Centroamerica

Redacción República
31 de enero, 2015

Joe Biden

Como se nos recordó el verano pasado, cuando miles de niños sin acompañante se presentaron en nuestra frontera del suroeste, la seguridad y la prosperidad de Centroamérica están inseparablemente vinculadas a las nuestras.
Las economías de El Salvador, Guatemala y Honduras siguen atascadas mientras las del resto de América avanzan. Una educación deficiente, la corrupción institucional, la delincuencia descontrolada y la falta de inversión hacen que estos países estén estancados. Seis millones de jóvenes centroamericanos estarán en edad de incursionar en el mercado laboral la próxima década. Si no encuentran oportunidades en este, todo el hemisferio occidental sufrirá las consecuencias.
Enfrentar estos desafíos requiere nada menos que un cambio sistemático, en el cual nosotros en Estados Unidos tenemos un interés directo en ayudar para que se lleve a cabo. Con ese fin, el lunes, el presidente Obama pedirá al Congreso US$1 millardo para ayudar a los líderes centroamericanos a hacer las difíciles reformas e inversiones que se necesitan para hacer frente a la seguridad, el gobierno y los retos económicos que engranan la región. Eso es casi tres veces lo que generalmente hemos dado a Centroamérica.
El verano pasado, cuando nuestros países trabajaron juntos para detener el peligroso aumento de la migración, los presidentes de El Salvador, Guatemala y Honduras pidieron más ayuda para cambiar el clima de violencia endémica y pobreza que los tiene estancados. En junio, les hice ver claramente a estos presidentes que Estados Unidos estaba dispuesto a ayudarlos, siempre y cuando ellos se encargaran del problema. El señor Obama enfatizó este punto cuando los presidentes visitaron Washington en julio.
Y ellos aceptaron. Honduras firmó un acuerdo con Transparencia Internacional para combatir la corrupción. Guatemala ha destituido a altos funcionarios sospechosos de corrupción y de ayudar al tráfico de personas. El Salvador aprobó una ley que brinda nueva protección a los inversionistas. Trabajando con el Banco Interamericano de Desarrollo, estos tres países crearon un plan conjunto de reformas económicas y políticas, una alianza para la prosperidad.
Estos líderes admiten que se requiere de un enorme esfuerzo. Hemos acordado intensificar nuestro trabajo conjunto en tres áreas.
Primero, la seguridad hace que todo lo demás sea posible. Podemos ayudar a estabilizar los vecindarios por medio de la Policía comunitaria y erradicar las redes de delincuencia transnacionales que han hecho que Centroamérica se convierta en un semillero para el tráfico de drogas, la trata de personas y los delitos financieros. Algunas comunidades en Guatemala y El Salvador ya están viendo el beneficio de programas patrocinados por Estados Unidos en lo que respecta a la Policía comunitaria, capacitación especializada para la Policía y centros juveniles similares a los clubes juveniles Boys & Girls en Estados Unidos. Como aprendí en la elaboración de la Ley sobre la Delincuencia de Estados Unidos en 1994, estos programas pueden reducir la delincuencia.
Segundo, una buena gobernanza genera los puestos de trabajo y la inversión que necesita Centroamérica. Hoy en día, los sistemas judiciales, las contrataciones con el Estado y la recaudación de impuestos por lo general no se consideran justos y transparentes. Las tasas de interés efectivas de estos países están entre las más bajas de todo el hemisferio. Para atraer las inversiones necesarias para el progreso real y duradero, estos países deben recaudar y administrar los ingresos con efectividad y transparencia.
Tercero, no hay suficientes fondos estatales, aun con la ayuda de Estados Unidos y de la comunidad internacional, para hacer frente a la gran necesidad económica. Las economías centroamericanas pueden crecer únicamente si se atrae la inversión internacional y se plantea un caso más convincente para que sus ciudadanos inviertan en el país. Esto requiere leyes y reglamentos claros, mecanismos de protección para los inversionistas, tribunales en los que se pueda confiar para la resolución de conflictos de una manera justa, esfuerzos formales para erradicar la corrupción, protección a la propiedad intelectual, así como transparencia para garantizar que la ayuda internacional se emplea con responsabilidad y eficacia.
Estamos dispuestos a trabajar con las instituciones financieras internacionales y el sector privado para ayudar a estos países a capacitar a sus jóvenes, hacer más fácil el iniciar un negocio y garantizar que las empresas locales aprovechen al máximo los actuales tratados de libre comercio con Estados Unidos.
Los retos que tenemos por delante son formidables. Pero, si hay voluntad política, no hay razón alguna para que Centroamérica no se convierta en la próxima gran historia de éxito del hemisferio occidental.
La región ya ha visto esta clase de transformación. En 1999, iniciamos el Plan Colombia para combatir el narcotráfico, la pobreza extrema y la corrupción institucional –en combinación con una insurgencia despiadada– que amenazaban con convertir a Colombia en un Estado fallido. Quince años más tarde, Colombia es una nación transformada. Como uno de los arquitectos del Plan Colombia en el Senado de Estados Unidos, vi que el ingrediente clave fue la voluntad política sobre el tema. Colombia se benefició de aquellos líderes que tuvieron el valor de hacer cambios significativos en cuanto a la seguridad, la gobernanza y los derechos humanos. Las elites acordaron pagar impuestos más altos. El Gobierno colombiano puso sus tribunales en orden, inspeccionó minuciosamente su cuerpo de Policía y reformó sus leyes de comercio con el objeto de abrir su economía. Estados Unidos invirtió US$9 millardos durante todo el Plan Colombia, con $700 millones el primer año. Sin embargo, nuestras cifras muestran que Colombia gastó cuatro veces más que nosotros.
El costo de invertir ahora en una Centroamérica segura y próspera es modesto comparado con los costos de dejar que la violencia y la pobreza se intensifiquen.
El señor Obama me ha pedido que dirija este nuevo esfuerzo. Por primera vez, podemos visualizar y esforzarnos por conseguir que América sea predominantemente de clase media, democrática y segura.
Es por eso que estamos pidiendo al Congreso que trabaje con nosotros. Juntos podemos ayudar a que Centroamérica se convierta en una manifestación de asombroso surgimiento del hemisferio occidental y no en una excepción de este.

© 2015 The New York Times.
“Distribuido por NYT Syndicate”.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER