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El cisne de papel

Redacción
31 de enero, 2015

Por: Beatrice Illescas P.

Para Leandro y Karla

Mis soldaditos de plomo

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Llegamos apurados después de 8 horas de correr dentro de aeropuertos, aviones, carreteras y demás locuras de estos tiempos. Y empezamos…

Tranquilas, se acercaban, respondían a mis preguntas y de ellas mismas brotaba el deseo de contarnos de su vida. Con eso, en cinco minutos pudimos atisbar esbozos de su sufrimiento.

Helen, militante de otras eras, las saludaba con respeto y las escuchaba deseando con toda su alma iniciar una nueva revolución marxista contra el estado devorador al que ella misma pertenece y contra las injusticias diarias y comunes de todos los tiempos. Leandro y Karla, más jovencitos pero ya fuertes por los embates de su propia vida, escuchaban, preguntaban, y estaban allí profundamente conmovidos, Karla con sus ojitos llenos de lágrimas, Leandro serio y callado pero sintiendo la juventud de esas mujeres y lo que ya les había tocado enfrentar… y yo, pues por estas vueltas del destino que me han colocado donde estoy, escuchaba, preguntaba y aconsejaba aparentando tranquilidad, positivismo, y fortaleza pero llorando dentro de mí por mi gente y preguntándome con qué derecho podía yo siquiera decirles lo que les decía si es imposible que llegue algún día a realizar lo que se vive al ser un “mojado”.

Hubo una que nos dice con esa franqueza tan propia de nuestra gente: “Y yo para que quiero regresar a Guatemala a arriar vacas si eso es lo que yo hacía allá, seño!!!!!!???? Yo no quiero que mis hijos crezcan arriando vacas!

Otras, no pudiendo soportar más tanto dolor se soltaban a llorar pidiendo que por favor la ayudáramos, que “allá” ya no tenía nada a qué, a quién, regresar… Otras, hastiadas de la lucha afirmaban con la cabeza cuando les decía que no hay nada que compre lo que tenemos “allá”… nuestra tierra, nuestra familia…

Qué es, me peguntaba yo, lo que les digo, que significarán para ellas mis palabras, no hay nada como tu tierra, tu gente cuando desde que nacieron la vida las impulso a sobrevivir.

“Sáqueme de aquí”,

Yo estoy peleando mi caso”,

Me dijo que puedo pelear mi caso y quedarme aquí y ya le pague 1500 dólares”.

Mis hijos están aquíí solos, con quien se van a quedar? Yo quiero que los envíen conmigo

Haga algo por mí, se lo suplico

Dios los bendiga por lo que están haciendo”.

Dios! Más recibimos con tanta bendición de lo que podremos hacer en realidad.

Ya para irnos, la guardia de seguridad nos dice que una de ellas nos quiere hablar. Volteamos a ver y la vemos allí, seguramente de puntillas, asomándose entre las rejas, tratando de capturar nuestra atención por la ventanita. Su pelo se despunta por entre los barrotes y nos señala,

Yo?- pregunto con un gesto- y responde moviendo su cabeza afirmativamente. Luego le entrega a la guardia un cisne hecho de mil papelitos doblados y unidos de tal manera que logran la delicadeza de la forma de un cisne.

Le doy las gracias desde lejos y le explico con señas que estoy conmovida y que le llevaré su cisne a mi hija pequeña.

Las puertas vuelven a abrirse dejándonos pasar pero esta vez, el sonido al cerrarse es aún más definitivo, aún más terminante. La luz, el aire claro están frente a nosotros, ellas quedan encerradas. Por qué? Por haberse atrevido a intentar una vida mejor??????

El fin de semana trabajamos proveyendo pasaportes y matrículas consulares a aquellos que aún no han sido detenidos, que están en la lucha, que saben qué puede pasar pero que mientras no pase, viven el día.

Guatemala los necesita les digo, su tierra los necesita. Trabajen duro aquí, hagan su platita pero luego regresen y ayúdennos a levantar nuestro país Y mientras me cuentan lo que hacen, lo que sueñan les veo la añoranza por la tierra, el cansancio de trabajar tan solos!!!!!!

El domingo a las tres de la tarde arrancamos de regreso. Llegamos casi justos al aeropuerto y nos colocamos en fila para el chequeo de seguridad. Llevo el cisne en la mano y veo con sorpresa como me indican, con gesto despectivo, que debo dejar la figurita de papel entre un contenedor para que sea escaneada. Por supuesto hago tal cara que inmediatamente paso a ser sospechosa y no me queda más que obedecer. El cisne que por milagro venía precariamente entero, empieza a desmoronarse pedacito a pedacito. Algo “ven” en mi bolsa y corren a vaciar su contenido llamando a más agentes de seguridad quienes en conjunto inspeccionan detenidamente el objeto extraño, rompen el forro y finalmente la devuelven, no era nada más que un perfume con las 3 onzas estipuladas que parecía un “lighter”. Tremenda terrorista!!!!!!

Entre algunos abogados, migración, las cárceles, las redadas y la brutalidad, nuestros cisnes navegan en aguas turbulentas a merced completamente de la avaricia y la prepotencia. Si no fuera por “algún ángel vestido de civil” que anda presto a socorrer a los necesitados e indefensos y a los esfuerzos que hacemos día a día por tratar de aliviar tanto dolor, tanto miedo, qué seria de ellos!!!!!

Este lugar destruye nuestros cisnes de papel, tan frágiles e inocentes! Y así como yo no he podido aun armar de nuevo el cisne, así sus sueños, sus esperanzas no habrán de construirse de nuevo. El hambre, los abusos, los desprecios, la soledad han ido minando la fuerza que los sostiene.

Esta historia no es nueva, no existe por culpa de un gobierno ni tampoco por culpa de mil gobiernos anteriores; tampoco por la guerra interna, ni porque los políticos no hayan hecho nada. No existe porque los mayas hayan sido explotados ni porque se prefiera la vida glamorosa de los Estados Unidos a ese “arriar vacas”. Existe porque el hombre siempre buscará una mejor vida, porque cuando nace, se le impregnan los sueños, porque cuando crece hay una fuerza que le impela a seguir, porque cree….

Existe porque también hay quienes usan, destrozan, ignoran, humillan pero sobre todo existe porque los que estamos en medio y nos tocó ser “espectadores” cuando acaba la función nos levantamos y nos vamos.

Y “hay de aquel que” destruya esperanzas de vida y hay de aquel que no sepa denunciar ante el mundo con voz potente o con voz dulce y suave lo que sus ojos ven y lo que llora su alma.

El cisne de papel

Redacción
31 de enero, 2015

Por: Beatrice Illescas P.

Para Leandro y Karla

Mis soldaditos de plomo

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Llegamos apurados después de 8 horas de correr dentro de aeropuertos, aviones, carreteras y demás locuras de estos tiempos. Y empezamos…

Tranquilas, se acercaban, respondían a mis preguntas y de ellas mismas brotaba el deseo de contarnos de su vida. Con eso, en cinco minutos pudimos atisbar esbozos de su sufrimiento.

Helen, militante de otras eras, las saludaba con respeto y las escuchaba deseando con toda su alma iniciar una nueva revolución marxista contra el estado devorador al que ella misma pertenece y contra las injusticias diarias y comunes de todos los tiempos. Leandro y Karla, más jovencitos pero ya fuertes por los embates de su propia vida, escuchaban, preguntaban, y estaban allí profundamente conmovidos, Karla con sus ojitos llenos de lágrimas, Leandro serio y callado pero sintiendo la juventud de esas mujeres y lo que ya les había tocado enfrentar… y yo, pues por estas vueltas del destino que me han colocado donde estoy, escuchaba, preguntaba y aconsejaba aparentando tranquilidad, positivismo, y fortaleza pero llorando dentro de mí por mi gente y preguntándome con qué derecho podía yo siquiera decirles lo que les decía si es imposible que llegue algún día a realizar lo que se vive al ser un “mojado”.

Hubo una que nos dice con esa franqueza tan propia de nuestra gente: “Y yo para que quiero regresar a Guatemala a arriar vacas si eso es lo que yo hacía allá, seño!!!!!!???? Yo no quiero que mis hijos crezcan arriando vacas!

Otras, no pudiendo soportar más tanto dolor se soltaban a llorar pidiendo que por favor la ayudáramos, que “allá” ya no tenía nada a qué, a quién, regresar… Otras, hastiadas de la lucha afirmaban con la cabeza cuando les decía que no hay nada que compre lo que tenemos “allá”… nuestra tierra, nuestra familia…

Qué es, me peguntaba yo, lo que les digo, que significarán para ellas mis palabras, no hay nada como tu tierra, tu gente cuando desde que nacieron la vida las impulso a sobrevivir.

“Sáqueme de aquí”,

Yo estoy peleando mi caso”,

Me dijo que puedo pelear mi caso y quedarme aquí y ya le pague 1500 dólares”.

Mis hijos están aquíí solos, con quien se van a quedar? Yo quiero que los envíen conmigo

Haga algo por mí, se lo suplico

Dios los bendiga por lo que están haciendo”.

Dios! Más recibimos con tanta bendición de lo que podremos hacer en realidad.

Ya para irnos, la guardia de seguridad nos dice que una de ellas nos quiere hablar. Volteamos a ver y la vemos allí, seguramente de puntillas, asomándose entre las rejas, tratando de capturar nuestra atención por la ventanita. Su pelo se despunta por entre los barrotes y nos señala,

Yo?- pregunto con un gesto- y responde moviendo su cabeza afirmativamente. Luego le entrega a la guardia un cisne hecho de mil papelitos doblados y unidos de tal manera que logran la delicadeza de la forma de un cisne.

Le doy las gracias desde lejos y le explico con señas que estoy conmovida y que le llevaré su cisne a mi hija pequeña.

Las puertas vuelven a abrirse dejándonos pasar pero esta vez, el sonido al cerrarse es aún más definitivo, aún más terminante. La luz, el aire claro están frente a nosotros, ellas quedan encerradas. Por qué? Por haberse atrevido a intentar una vida mejor??????

El fin de semana trabajamos proveyendo pasaportes y matrículas consulares a aquellos que aún no han sido detenidos, que están en la lucha, que saben qué puede pasar pero que mientras no pase, viven el día.

Guatemala los necesita les digo, su tierra los necesita. Trabajen duro aquí, hagan su platita pero luego regresen y ayúdennos a levantar nuestro país Y mientras me cuentan lo que hacen, lo que sueñan les veo la añoranza por la tierra, el cansancio de trabajar tan solos!!!!!!

El domingo a las tres de la tarde arrancamos de regreso. Llegamos casi justos al aeropuerto y nos colocamos en fila para el chequeo de seguridad. Llevo el cisne en la mano y veo con sorpresa como me indican, con gesto despectivo, que debo dejar la figurita de papel entre un contenedor para que sea escaneada. Por supuesto hago tal cara que inmediatamente paso a ser sospechosa y no me queda más que obedecer. El cisne que por milagro venía precariamente entero, empieza a desmoronarse pedacito a pedacito. Algo “ven” en mi bolsa y corren a vaciar su contenido llamando a más agentes de seguridad quienes en conjunto inspeccionan detenidamente el objeto extraño, rompen el forro y finalmente la devuelven, no era nada más que un perfume con las 3 onzas estipuladas que parecía un “lighter”. Tremenda terrorista!!!!!!

Entre algunos abogados, migración, las cárceles, las redadas y la brutalidad, nuestros cisnes navegan en aguas turbulentas a merced completamente de la avaricia y la prepotencia. Si no fuera por “algún ángel vestido de civil” que anda presto a socorrer a los necesitados e indefensos y a los esfuerzos que hacemos día a día por tratar de aliviar tanto dolor, tanto miedo, qué seria de ellos!!!!!

Este lugar destruye nuestros cisnes de papel, tan frágiles e inocentes! Y así como yo no he podido aun armar de nuevo el cisne, así sus sueños, sus esperanzas no habrán de construirse de nuevo. El hambre, los abusos, los desprecios, la soledad han ido minando la fuerza que los sostiene.

Esta historia no es nueva, no existe por culpa de un gobierno ni tampoco por culpa de mil gobiernos anteriores; tampoco por la guerra interna, ni porque los políticos no hayan hecho nada. No existe porque los mayas hayan sido explotados ni porque se prefiera la vida glamorosa de los Estados Unidos a ese “arriar vacas”. Existe porque el hombre siempre buscará una mejor vida, porque cuando nace, se le impregnan los sueños, porque cuando crece hay una fuerza que le impela a seguir, porque cree….

Existe porque también hay quienes usan, destrozan, ignoran, humillan pero sobre todo existe porque los que estamos en medio y nos tocó ser “espectadores” cuando acaba la función nos levantamos y nos vamos.

Y “hay de aquel que” destruya esperanzas de vida y hay de aquel que no sepa denunciar ante el mundo con voz potente o con voz dulce y suave lo que sus ojos ven y lo que llora su alma.