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¿Genocidio, vendetta o negocio?

Redacción
26 de enero, 2015

Por Oscar Bonilla

Ya pasan más de diecisiete años desde que se firmaron los mal llamados “Acuerdos de Paz”, pues si hemos de ser honestos, el conflicto armado continúa en diferentes escenarios. Muchos nos hicimos de la vista gorda, aún cuando sabíamos, que lo que se firmó no fue sino una farsa. Pues en este país, la amenaza bélica fue suprimida a punta de coraje y balas. Aquellos que perdieron el conflicto a causa de poco o ningún apoyo popular no consiguieron eco a su planteamiento de una ideología marxista-leninista. Estaban ya totalmente acabados y su movimiento armado terminó siendo un pobre grupúsculo de esporádicas escaramuzas. Muchas de ellas que se ensañaron en contra de finqueros, quienes se encontraban solos, o acompañados de sus mujeres y familia. Algunos defendiendo lo poco o mucho que hubieron logrado, a pesar de la zozobra creada por estos remedos de guerrilleros, algunos con un resentimiento enfermizo y otros muchos ya dando palos de ciego.

Que hubieron excesos en este conflicto armado, seguramente y de ambos lados. En el caso de los soldados quizás por el desgaste de jóvenes adolescentes que eran emboscados de manera cobarde, encuentros con ventaja y alevosía donde muchos de ellos perdieron la vida. El modo de actuar de la guerrilla fue eso, sorpresivo. Y escondidos en las sombras de la noche. En muchos casos usando de escudo a mujeres, niños, ancianos de las aldeas. Pobladores ajenos a ideologías anacrónicas, obligados en la mayoría de los casos. Pero que, defendieron con sus cuerpos que sirvieron de parapeto, a estos forajidos sin esperanza de éxito. Ya fuera porque creyeran en una América Latina roja, al estilo de la Unión Soviética y apañada por una Cuba, como satélite,  que proveyó de estrategia, recursos bélicos, adiestramiento y asesores. Ideología que, a la postre cayó por sí sola, pues su sustento se basa en criterios que riñen con la misma naturaleza del hombre, y su libertad.

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Aquellos que muy cobardemente dirigieron estos intentos de implementar esta ideología a la fuerza, se dieron cuenta que, los que defendían sus ideales de libertad ya también estaban agotados y no querían seguir siendo carne de cañón, en un  conflicto ESTÉRIL. Astutamente negociaron su rendición como una búsqueda de la PAZ. Convirtieron su falta de apoyo del bloque soviético y sobre todo de falta de apoyo popular, en una oportunidad de ganar espacios que jamás tuvieron en el conflicto. Todos los guatemaltecos que estábamos en medio quisimos creer en un proceso de Paz pues estábamos atrapados al centro de esta situación. Tal ha sido la alevosía y ventaja, que los supuestos “Comandantes” de la guerrilla, que firmaron los “Acuerdos de Paz”, nunca firmaron con sus verdaderos nombres, lo hicieron con seudónimos que carecen de validez legal y moral. Sin embargo, muy pocos nos dimos cuenta de dicha atrocidad.

Lo que no se vale es que, enfrascados en el resentimiento de no haber triunfado en el conflicto y sobre todo no lograr el apoyo de aquellos que decían defender, se han ensañado contra aquellos que fueron quienes los vencieron desde el punto de vista bélico, personas ya disminuidos por los años y el cansancio. Creo que no se resignan a haber perdido el conflicto armado. Esto debió terminar con la firma de la Paz. Sin embargo, estas personas trasladaron sus miserias y sus mentiras a sus hijos o a incautos que las creen. Y le han heredado a su descendencia lo único que les quedo de esos años, que fue el RESENTIMIENTO. Y lo más triste es que agazapados en la nebulosa de los años transcurridos, han creado y vendido una historieta de mentiras. Las cuales o son creídas solamente por sus descendientes o por aquellos que vienen de países donde no son nadie y las utilizan para tener alguna preponderancia que no logran en sus lugares de origen. Algunos de estos diplomáticos bien intencionados y otros se han vuelto vividores o no contentos con no haber logrado sino ser enviados a países del tercer mundo, donde no quieren estar. Y la mayoría ni entienden que realmente están apoyando. Sin embargo, los que perdieron el conflicto han convertido su derrota en su “modus vivendi”. El problema es lo que dice el refrán “Dios los crea y el diablo los junta”

A la vuelta de los años, los que durante el conflicto fuimos adolescentes ya estamos viejos y las canas ya reflejan nuestras andanzas. Los que realmente tuvieron más injerencia en estos conflictos, como lo fueron nuestros padres, ya están muertos o decrépitamente envejecidos. Se quiere revivir un conflicto que tuvo origen en una lucha ideológica en la que se decidió si emulábamos a Cuba o tratábamos de construir una República que hasta hoy sigue siendo un sueño.

La pregunta es entonces: ¿Quién escribe el “script” de historias que ya nadie puede contar con veracidad? No es posible que lo digan jóvenes que no habían nacido en la época del verdadero conflicto. Ahora resulta que aquellos que por deber y obligación constitucional, defendieron el sistema republicano y vencieron a un movimiento ideológico, armado marxista-leninista se vuelven GENOCIDAS, Concepto que se define como el objeto de exterminar, desaparecer y aniquilar a etnias, razas o grupos religiosos o raciales. Les recuerdo que el EJERCITO, estaba conformado en más de un noventa y cinco por ciento de indígenas, pertenecientes a todas la etnias guatemaltecas. Entonces pregunto: ¿dónde está el genocidio? ¿No es más una VENDETTA o venganza? Que se cobra a quienes les toco defender, por convencimiento o por deber, sus posiciones dentro del conflicto armado interno. ¿Cuál fue su PECADO? ¿Haber GANADO?

Quienes vivimos este conflicto armado y estuvimos en el medio, ya no queremos abrir las heridas ya cicatrizadas. Pues al abrir de nuevo la herida va a salir sangre. Dejémosla estar. Las nuevas generaciones ya tienen suficientes retos, no tienen tiempo ni interés en entender un tiempo ya dejado atrás hace mucho. De igual manera como dice José María Gironella en la guerra civil española: “Un millón de muertos”, porque cada español que mato a un hermano, murió por dentro. Podemos aprender de la historia pero para no repetirla, no la repitamos por no aprender de ella.

¡Hagamos que estalle la Paz, no revivamos un conflicto estéril!

¿Genocidio, vendetta o negocio?

Redacción
26 de enero, 2015

Por Oscar Bonilla

Ya pasan más de diecisiete años desde que se firmaron los mal llamados “Acuerdos de Paz”, pues si hemos de ser honestos, el conflicto armado continúa en diferentes escenarios. Muchos nos hicimos de la vista gorda, aún cuando sabíamos, que lo que se firmó no fue sino una farsa. Pues en este país, la amenaza bélica fue suprimida a punta de coraje y balas. Aquellos que perdieron el conflicto a causa de poco o ningún apoyo popular no consiguieron eco a su planteamiento de una ideología marxista-leninista. Estaban ya totalmente acabados y su movimiento armado terminó siendo un pobre grupúsculo de esporádicas escaramuzas. Muchas de ellas que se ensañaron en contra de finqueros, quienes se encontraban solos, o acompañados de sus mujeres y familia. Algunos defendiendo lo poco o mucho que hubieron logrado, a pesar de la zozobra creada por estos remedos de guerrilleros, algunos con un resentimiento enfermizo y otros muchos ya dando palos de ciego.

Que hubieron excesos en este conflicto armado, seguramente y de ambos lados. En el caso de los soldados quizás por el desgaste de jóvenes adolescentes que eran emboscados de manera cobarde, encuentros con ventaja y alevosía donde muchos de ellos perdieron la vida. El modo de actuar de la guerrilla fue eso, sorpresivo. Y escondidos en las sombras de la noche. En muchos casos usando de escudo a mujeres, niños, ancianos de las aldeas. Pobladores ajenos a ideologías anacrónicas, obligados en la mayoría de los casos. Pero que, defendieron con sus cuerpos que sirvieron de parapeto, a estos forajidos sin esperanza de éxito. Ya fuera porque creyeran en una América Latina roja, al estilo de la Unión Soviética y apañada por una Cuba, como satélite,  que proveyó de estrategia, recursos bélicos, adiestramiento y asesores. Ideología que, a la postre cayó por sí sola, pues su sustento se basa en criterios que riñen con la misma naturaleza del hombre, y su libertad.

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Aquellos que muy cobardemente dirigieron estos intentos de implementar esta ideología a la fuerza, se dieron cuenta que, los que defendían sus ideales de libertad ya también estaban agotados y no querían seguir siendo carne de cañón, en un  conflicto ESTÉRIL. Astutamente negociaron su rendición como una búsqueda de la PAZ. Convirtieron su falta de apoyo del bloque soviético y sobre todo de falta de apoyo popular, en una oportunidad de ganar espacios que jamás tuvieron en el conflicto. Todos los guatemaltecos que estábamos en medio quisimos creer en un proceso de Paz pues estábamos atrapados al centro de esta situación. Tal ha sido la alevosía y ventaja, que los supuestos “Comandantes” de la guerrilla, que firmaron los “Acuerdos de Paz”, nunca firmaron con sus verdaderos nombres, lo hicieron con seudónimos que carecen de validez legal y moral. Sin embargo, muy pocos nos dimos cuenta de dicha atrocidad.

Lo que no se vale es que, enfrascados en el resentimiento de no haber triunfado en el conflicto y sobre todo no lograr el apoyo de aquellos que decían defender, se han ensañado contra aquellos que fueron quienes los vencieron desde el punto de vista bélico, personas ya disminuidos por los años y el cansancio. Creo que no se resignan a haber perdido el conflicto armado. Esto debió terminar con la firma de la Paz. Sin embargo, estas personas trasladaron sus miserias y sus mentiras a sus hijos o a incautos que las creen. Y le han heredado a su descendencia lo único que les quedo de esos años, que fue el RESENTIMIENTO. Y lo más triste es que agazapados en la nebulosa de los años transcurridos, han creado y vendido una historieta de mentiras. Las cuales o son creídas solamente por sus descendientes o por aquellos que vienen de países donde no son nadie y las utilizan para tener alguna preponderancia que no logran en sus lugares de origen. Algunos de estos diplomáticos bien intencionados y otros se han vuelto vividores o no contentos con no haber logrado sino ser enviados a países del tercer mundo, donde no quieren estar. Y la mayoría ni entienden que realmente están apoyando. Sin embargo, los que perdieron el conflicto han convertido su derrota en su “modus vivendi”. El problema es lo que dice el refrán “Dios los crea y el diablo los junta”

A la vuelta de los años, los que durante el conflicto fuimos adolescentes ya estamos viejos y las canas ya reflejan nuestras andanzas. Los que realmente tuvieron más injerencia en estos conflictos, como lo fueron nuestros padres, ya están muertos o decrépitamente envejecidos. Se quiere revivir un conflicto que tuvo origen en una lucha ideológica en la que se decidió si emulábamos a Cuba o tratábamos de construir una República que hasta hoy sigue siendo un sueño.

La pregunta es entonces: ¿Quién escribe el “script” de historias que ya nadie puede contar con veracidad? No es posible que lo digan jóvenes que no habían nacido en la época del verdadero conflicto. Ahora resulta que aquellos que por deber y obligación constitucional, defendieron el sistema republicano y vencieron a un movimiento ideológico, armado marxista-leninista se vuelven GENOCIDAS, Concepto que se define como el objeto de exterminar, desaparecer y aniquilar a etnias, razas o grupos religiosos o raciales. Les recuerdo que el EJERCITO, estaba conformado en más de un noventa y cinco por ciento de indígenas, pertenecientes a todas la etnias guatemaltecas. Entonces pregunto: ¿dónde está el genocidio? ¿No es más una VENDETTA o venganza? Que se cobra a quienes les toco defender, por convencimiento o por deber, sus posiciones dentro del conflicto armado interno. ¿Cuál fue su PECADO? ¿Haber GANADO?

Quienes vivimos este conflicto armado y estuvimos en el medio, ya no queremos abrir las heridas ya cicatrizadas. Pues al abrir de nuevo la herida va a salir sangre. Dejémosla estar. Las nuevas generaciones ya tienen suficientes retos, no tienen tiempo ni interés en entender un tiempo ya dejado atrás hace mucho. De igual manera como dice José María Gironella en la guerra civil española: “Un millón de muertos”, porque cada español que mato a un hermano, murió por dentro. Podemos aprender de la historia pero para no repetirla, no la repitamos por no aprender de ella.

¡Hagamos que estalle la Paz, no revivamos un conflicto estéril!