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Objetivismo: el conocimiento y el contexto.

Redacción
28 de enero, 2015

En el artículo anterior establecí que los dos mandamientos Objetivistas de la lógica son: mantener el   contexto y obedecer la jerarquía. Peikoff define contexto como:  “La suma de elementos cognitivos que condicionan a un elemento de conocimiento.” [OPAR, 123]

Contexto –con + texto, es el texto, o estructura, o conjunto, o entorno de textos del que depende el significado del enunciado que rodean. El significado es, por tanto, contextual. Sin contexto, uno no sabe cómo interpretar una palabra aislada, como la palabra “uno” en esta oración. La naturaleza contextual del conocimiento refleja un hecho metafísico, al igual que uno epistemológico. Metafísicamente, la realidad es un todo interrelacionado, sin contradicciones, donde cada existente es parte de un mismo universo causalmente interconectado.

Epistemológicamente, la mente funciona relacionando cosas, detectando diferencias y similitudes en comparación con un fondo de contrastes. La consciencia perceptual es automáticamente contextual. La consciencia conceptual, empero, se forma eligiendo hacer el trabajo de integrar observaciones nuevas e ideas en la propia estructura de conocimiento. La formación de conceptos es claramente contextual, pues éstos se forman captando relaciones de similitud en contraste con un fondo de diferencias. Las proposiciones se forman relacionando un sujeto con un predicado que aplica el conocimiento comprendido en éste último al primero, y que además, lo integra en un contexto más amplio, ya que el predicado está conectado con otra información conceptual. Las teorías, principios, y toda ciencia se forman en un contexto y se aplican en ese contexto.

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Hay que distinguir el proceso, del producto, del conocimiento. El proceso de captar y construir conocimiento es una actividad mental. El almacenamiento de ese conocimiento es físico, es una alteración de la red neuronal. Cuando uno capta dos o más elementos en el marco de nuestra consciencia y comprende cómo se relacionan, esta comprensión se almacena codificada físicamente por un tipo de cambio en el cerebro. Este cambio codificado en el cerebro es el conocimiento almacenado de una relación fáctica. Es el conocimiento como producto permanente, y potencialmente recobrable –se puede recordar –debido a una codificación neural permanente.

Sin embargo, esta habilidad del cerebro de almacenar mediante conexiones neuronales codificadas duraderas es de poca utilidad si se hace aleatoriamente. Cuando dos elementos de nuestro enfoque cognitivo se encuentran presentes simultáneamente por coincidencia, lo que almacena el cerebro, no es una conexión lógica, sino una asociación aleatoria.

Sólo un proceso consciente, bien razonado puede distinguir entre pura coincidencia y una relación lógica. Lo que se requiere, lógicamente, no es la asociación aleatoria, sino que la integración, producto de buscar la claridad y la precisión. La claridad y la precisión son prerrequisitos de la comprobación de que existe consistencia cognitiva. No se puede comprobar la coherencia de lo vago y poco claro con el resto del propio conocimiento.

Las asociaciones aleatorias cotidianas no son problema si uno las reconoce como tales. El que una melodía le recuerde a uno una persona, o que uno recuerde donde se encontraba cuando se dio un evento impresionante, como el terremoto de 1976, es normal y no ofrece problema alguno, a menos que uno crea que existe una relación causal entre ellos. Pero es obvio que no existe conexión lógica entre estos eventos. Sin embargo hay otras áreas en donde la gente puede confundir la correlación con la causalidad, detalles con esencialidades, familiaridad con universales.

Lo que separa al resto de animales del humano, es la habilidad de captar relaciones que van más allá de asociaciones aleatorias. Los animales conocen por asociación de concretos percibidos. Si un animal se quema con una llama, temerá y evitará cualquier cosa que sea perceptualmente similar. El humano en cambio, debido a que puede analizar los factores que hacen a la llama más o menos peligrosa, puede domeñarla y utilizarla para servir sus fines.

La lógica nos guía para conseguir un conocimiento claro y preciso de la naturaleza específica de las relaciones que existen entre las cosas. No nos quedamos sólo con “el fuego tiene que ver con cosas que se queman”, sino que con “el fuego necesita calor, oxígeno y sustancias inflamables como combustible; hay materiales incombustibles que nos protegen de éste; se puede extinguir, dependiendo del combustible, con agua, arena, o espuma.”

El humano, puede descomponer lo perceptualmente dado en características y componentes que identifica conceptualmente. El dominio que tiene de la naturaleza, viene de esta habilidad de elevarse al nivel conceptual, de usar los conceptos para analizar concretos, identificar, por medio de la lógica, factores causales, y así, usar las potencialidades naturales de las entidades para servir sus fines.

Todo elemento del conocimiento del humano está interrelacionado, y se consigue, mantiene y usa de acuerdo a su relación con el resto de su conocimiento. El conocimiento es una red de contenido discriminado e interrelacionado, y no pedazos esparcidos, adquiridos separadamente, quien sabe cómo. Expandir el conocimiento, nos dice Harry Binswanger, es como agregar piezas a un rompecabezas, donde cada nuevo elemento debe conectarse con el elemento adyacente, si ha de tener coherencia con, y sumarse al, todo. El conocimiento pues, es una red creciente de material interconectado –eso es lo que quiere decir que el conocimiento es contextual.

El contexto inmediato es el conocimiento directamente conectado a un elemento, como por ejemplo, el conocimiento de que Quiriguá está en Izabal, conecta este conocimiento con el de que Izabal es un departamento de Guatemala. El contexto más amplio es el conocimiento directamente conectado a un elemento y con aquel conocimiento relacionado a ese conocimiento, como por ejemplo, el conocimiento de que Quiriguá está en Izabal, que Izabal es un departamento de Guatemala, y que Guatemala es un país Hispanoamericano, etc. El contexto completo es la totalidad del conocimiento de uno en un tiempo determinado.

Como todo hecho se relaciona con todo otro hecho, aunque sea remotamente, uno debe integrar su conocimiento contextualmente en un todo no contradictorio. Rand lo expone de la siguiente manera:

“Ningún concepto que forma el hombre es válido a menos que lo integre sin contradicción con la suma total de su conocimiento,” [AS, pag. 1016] es decir, con su contexto cognitivo.

Objetivismo: el conocimiento y el contexto.

Redacción
28 de enero, 2015

En el artículo anterior establecí que los dos mandamientos Objetivistas de la lógica son: mantener el   contexto y obedecer la jerarquía. Peikoff define contexto como:  “La suma de elementos cognitivos que condicionan a un elemento de conocimiento.” [OPAR, 123]

Contexto –con + texto, es el texto, o estructura, o conjunto, o entorno de textos del que depende el significado del enunciado que rodean. El significado es, por tanto, contextual. Sin contexto, uno no sabe cómo interpretar una palabra aislada, como la palabra “uno” en esta oración. La naturaleza contextual del conocimiento refleja un hecho metafísico, al igual que uno epistemológico. Metafísicamente, la realidad es un todo interrelacionado, sin contradicciones, donde cada existente es parte de un mismo universo causalmente interconectado.

Epistemológicamente, la mente funciona relacionando cosas, detectando diferencias y similitudes en comparación con un fondo de contrastes. La consciencia perceptual es automáticamente contextual. La consciencia conceptual, empero, se forma eligiendo hacer el trabajo de integrar observaciones nuevas e ideas en la propia estructura de conocimiento. La formación de conceptos es claramente contextual, pues éstos se forman captando relaciones de similitud en contraste con un fondo de diferencias. Las proposiciones se forman relacionando un sujeto con un predicado que aplica el conocimiento comprendido en éste último al primero, y que además, lo integra en un contexto más amplio, ya que el predicado está conectado con otra información conceptual. Las teorías, principios, y toda ciencia se forman en un contexto y se aplican en ese contexto.

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Hay que distinguir el proceso, del producto, del conocimiento. El proceso de captar y construir conocimiento es una actividad mental. El almacenamiento de ese conocimiento es físico, es una alteración de la red neuronal. Cuando uno capta dos o más elementos en el marco de nuestra consciencia y comprende cómo se relacionan, esta comprensión se almacena codificada físicamente por un tipo de cambio en el cerebro. Este cambio codificado en el cerebro es el conocimiento almacenado de una relación fáctica. Es el conocimiento como producto permanente, y potencialmente recobrable –se puede recordar –debido a una codificación neural permanente.

Sin embargo, esta habilidad del cerebro de almacenar mediante conexiones neuronales codificadas duraderas es de poca utilidad si se hace aleatoriamente. Cuando dos elementos de nuestro enfoque cognitivo se encuentran presentes simultáneamente por coincidencia, lo que almacena el cerebro, no es una conexión lógica, sino una asociación aleatoria.

Sólo un proceso consciente, bien razonado puede distinguir entre pura coincidencia y una relación lógica. Lo que se requiere, lógicamente, no es la asociación aleatoria, sino que la integración, producto de buscar la claridad y la precisión. La claridad y la precisión son prerrequisitos de la comprobación de que existe consistencia cognitiva. No se puede comprobar la coherencia de lo vago y poco claro con el resto del propio conocimiento.

Las asociaciones aleatorias cotidianas no son problema si uno las reconoce como tales. El que una melodía le recuerde a uno una persona, o que uno recuerde donde se encontraba cuando se dio un evento impresionante, como el terremoto de 1976, es normal y no ofrece problema alguno, a menos que uno crea que existe una relación causal entre ellos. Pero es obvio que no existe conexión lógica entre estos eventos. Sin embargo hay otras áreas en donde la gente puede confundir la correlación con la causalidad, detalles con esencialidades, familiaridad con universales.

Lo que separa al resto de animales del humano, es la habilidad de captar relaciones que van más allá de asociaciones aleatorias. Los animales conocen por asociación de concretos percibidos. Si un animal se quema con una llama, temerá y evitará cualquier cosa que sea perceptualmente similar. El humano en cambio, debido a que puede analizar los factores que hacen a la llama más o menos peligrosa, puede domeñarla y utilizarla para servir sus fines.

La lógica nos guía para conseguir un conocimiento claro y preciso de la naturaleza específica de las relaciones que existen entre las cosas. No nos quedamos sólo con “el fuego tiene que ver con cosas que se queman”, sino que con “el fuego necesita calor, oxígeno y sustancias inflamables como combustible; hay materiales incombustibles que nos protegen de éste; se puede extinguir, dependiendo del combustible, con agua, arena, o espuma.”

El humano, puede descomponer lo perceptualmente dado en características y componentes que identifica conceptualmente. El dominio que tiene de la naturaleza, viene de esta habilidad de elevarse al nivel conceptual, de usar los conceptos para analizar concretos, identificar, por medio de la lógica, factores causales, y así, usar las potencialidades naturales de las entidades para servir sus fines.

Todo elemento del conocimiento del humano está interrelacionado, y se consigue, mantiene y usa de acuerdo a su relación con el resto de su conocimiento. El conocimiento es una red de contenido discriminado e interrelacionado, y no pedazos esparcidos, adquiridos separadamente, quien sabe cómo. Expandir el conocimiento, nos dice Harry Binswanger, es como agregar piezas a un rompecabezas, donde cada nuevo elemento debe conectarse con el elemento adyacente, si ha de tener coherencia con, y sumarse al, todo. El conocimiento pues, es una red creciente de material interconectado –eso es lo que quiere decir que el conocimiento es contextual.

El contexto inmediato es el conocimiento directamente conectado a un elemento, como por ejemplo, el conocimiento de que Quiriguá está en Izabal, conecta este conocimiento con el de que Izabal es un departamento de Guatemala. El contexto más amplio es el conocimiento directamente conectado a un elemento y con aquel conocimiento relacionado a ese conocimiento, como por ejemplo, el conocimiento de que Quiriguá está en Izabal, que Izabal es un departamento de Guatemala, y que Guatemala es un país Hispanoamericano, etc. El contexto completo es la totalidad del conocimiento de uno en un tiempo determinado.

Como todo hecho se relaciona con todo otro hecho, aunque sea remotamente, uno debe integrar su conocimiento contextualmente en un todo no contradictorio. Rand lo expone de la siguiente manera:

“Ningún concepto que forma el hombre es válido a menos que lo integre sin contradicción con la suma total de su conocimiento,” [AS, pag. 1016] es decir, con su contexto cognitivo.