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El municipio es algo más

Redacción
05 de abril, 2015

Llegó el año de la elecciones generales y los ojos de los guatemaltecos se dirigen en los candidatos que aparecerán en las papeletas blancas. Pero, ¿por qué? Ya sabemos que ningún candidato a Presidente podrá brindar las soluciones a los problemas que, recurrentemente, en nuestro día y día, surgen a nivel nacional: en las comunidades o, ya bien, en nuestra ciudad capital.

Sé que es necesario concentrarnos en los problemas de seguridad, salud y educación, que son importantes para todos los ciudadanos de la República, pero, a mi parecer, deberíamos dejar de prestarle tanta atención a quién ostenta el poder gubernamental y poner más esmero en la administración municipal que, al ser más concentrada, podría ser efectiva y beneficiosa para nosotros. Dicho poder municipal fue creado hace muchos años, en Roma; era similar a la polis griega y, debido a que era una institución mucho más organizada, permitía que el gobierno regional se ajustara a las necesidades locales, creando, consecuentemente, un impacto positivo en la comunidad y, por ende, aumentando el grado de su desarrollo.

Por otra parte, el municipio se caracteriza por reunir ciertos elementos de la comunidad, la cual está asentada en una localidad específica y está conformada por los individuos que viven en ella, los cuales, a su vez, tienen necesidades económicas, sociales y culturales. Quiero hacer énfasis en al ámbito cultural: ya que, por medio de costumbres, tradiciones y su respectiva religión -aspectos transmitidos de generación en generación-, dichos individuos se identifican como una colectividad. En Guatemala es evidente que hay muchas comunidades con distintas creencias y formas de hacer las cosas y, tal vez por eso, es que la nación no prospera como todos quisiéramos.

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El otorgarle más libertades al régimen municipal y, por ende, encaminarlo hacia una nación descentralizada, sería una solución mucho más viable: con resultados visibles a corto y mediano plazo. No obstante, la actividad de los alcaldes se ha visto limitada por el bajo presupuesto que los antecede; el cual, en realidad consta de una nada: de conformidad con nuestra Constitución, las municipalidades del país solo reciben un diez por ciento del presupuesto General de ingresos del Estado y, para agravar el panorama, es de conocimiento general que los impuestos recaudados en los municipios son, en su gran mayoría, destinados a otros fines distintos a la inversión sobre los intereses del propio municipio que los recaudó.

Hay que hacer notar, que cada ciudadano está consciente de quién es su alcalde, y que hay conocimiento sobre las actividades que este realiza: lo que hace y no hace, así como lo que ha dejado de hacer y lo que nunca ha hecho. Por lo mismo, el campo de acción de los alcaldes se encuentra sujeto al alcance que posean sobre el presupuesto que les otorga el Estado; implicando así, que ideas, obras y planes de trabajo jamás puedan llegar a concretarse. En base a esas consideraciones es que cambiamos o reelegimos a un candidato.

El Municipio es algo más que solo un territorio: es el lugar donde se manifiesta nuestra vida social, donde se encuentran valores y costumbres que determinan las prioridades y métodos a utilizar para el beneficio y desarrollo de la comunidad. Por tanto, en el momento en que el régimen municipal amplié su ámbito de acción y tenga acceso a más presupuesto – fiscalizado- se podrán alcanzar, todas las acciones políticas, sociales y económicas, garantizando así el desarrollo local y, a largo plazo, el desarrollo nacional.

El municipio es algo más

Redacción
05 de abril, 2015

Llegó el año de la elecciones generales y los ojos de los guatemaltecos se dirigen en los candidatos que aparecerán en las papeletas blancas. Pero, ¿por qué? Ya sabemos que ningún candidato a Presidente podrá brindar las soluciones a los problemas que, recurrentemente, en nuestro día y día, surgen a nivel nacional: en las comunidades o, ya bien, en nuestra ciudad capital.

Sé que es necesario concentrarnos en los problemas de seguridad, salud y educación, que son importantes para todos los ciudadanos de la República, pero, a mi parecer, deberíamos dejar de prestarle tanta atención a quién ostenta el poder gubernamental y poner más esmero en la administración municipal que, al ser más concentrada, podría ser efectiva y beneficiosa para nosotros. Dicho poder municipal fue creado hace muchos años, en Roma; era similar a la polis griega y, debido a que era una institución mucho más organizada, permitía que el gobierno regional se ajustara a las necesidades locales, creando, consecuentemente, un impacto positivo en la comunidad y, por ende, aumentando el grado de su desarrollo.

Por otra parte, el municipio se caracteriza por reunir ciertos elementos de la comunidad, la cual está asentada en una localidad específica y está conformada por los individuos que viven en ella, los cuales, a su vez, tienen necesidades económicas, sociales y culturales. Quiero hacer énfasis en al ámbito cultural: ya que, por medio de costumbres, tradiciones y su respectiva religión -aspectos transmitidos de generación en generación-, dichos individuos se identifican como una colectividad. En Guatemala es evidente que hay muchas comunidades con distintas creencias y formas de hacer las cosas y, tal vez por eso, es que la nación no prospera como todos quisiéramos.

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El otorgarle más libertades al régimen municipal y, por ende, encaminarlo hacia una nación descentralizada, sería una solución mucho más viable: con resultados visibles a corto y mediano plazo. No obstante, la actividad de los alcaldes se ha visto limitada por el bajo presupuesto que los antecede; el cual, en realidad consta de una nada: de conformidad con nuestra Constitución, las municipalidades del país solo reciben un diez por ciento del presupuesto General de ingresos del Estado y, para agravar el panorama, es de conocimiento general que los impuestos recaudados en los municipios son, en su gran mayoría, destinados a otros fines distintos a la inversión sobre los intereses del propio municipio que los recaudó.

Hay que hacer notar, que cada ciudadano está consciente de quién es su alcalde, y que hay conocimiento sobre las actividades que este realiza: lo que hace y no hace, así como lo que ha dejado de hacer y lo que nunca ha hecho. Por lo mismo, el campo de acción de los alcaldes se encuentra sujeto al alcance que posean sobre el presupuesto que les otorga el Estado; implicando así, que ideas, obras y planes de trabajo jamás puedan llegar a concretarse. En base a esas consideraciones es que cambiamos o reelegimos a un candidato.

El Municipio es algo más que solo un territorio: es el lugar donde se manifiesta nuestra vida social, donde se encuentran valores y costumbres que determinan las prioridades y métodos a utilizar para el beneficio y desarrollo de la comunidad. Por tanto, en el momento en que el régimen municipal amplié su ámbito de acción y tenga acceso a más presupuesto – fiscalizado- se podrán alcanzar, todas las acciones políticas, sociales y económicas, garantizando así el desarrollo local y, a largo plazo, el desarrollo nacional.