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A río revuelto

Redacción
12 de abril, 2015

A río revuelto, ganancia de pescadores. En el caso de Guatemala, significa que entre más nos peleemos entre los ciudadanos, más ganancia sacan los oportunistas. ¡Más ganancia! Sí, más ganancia. Más nos faltan el respeto y más se mofan de las leyes; más dilapidan nuestro dinero y más se lo roban; más desobligados y menos eficientes; más promoción de su imagen personal y de su partido político. ¿Qué oportunistas? ¡Todos, todos los funcionarios! Los de la CC, los del OJ, los del MP, los del Organismo Ejecutivo, los del Organismo Legislativo, y todos los que existen en otras instituciones autónomas y semiautónomas.

-Pero es una exageración decir que son todos.

-Sí, es cierto. Está mal dicho que yo diga que son todos. No son todos, ni siquiera la mayoría, pero sí hay varios en todos y cada uno de los organismos, dependencias, partidos, ONGs, etc.

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Unos guatemaltecos propugnamos la defensa de un sistema político según nuestro parecer y otros guatemaltecos no defienden nada. Esto no tiene nada de malo, porque en todos los países del mundo es así, es igual; pero se vuelve una revuelta cuando no lo hacemos con la razón sino con el hígado. Es decir, cuando creemos que nuestra manera de ver las cosas es la única forma que debe existir y que todo lo que no coincida o se oponga debe ser erradicado. No sabemos convivir.

No percibimos en qué momento pasamos de la argumentación al extremismo y nuestros hermanos guatemaltecos que no piensan como nosotros, en un instante, pero para siempre, se convierten en nuestros enemigos, y acérrimos. En una conversación, o en un evento académico, pasamos del amor al odio. Revolvemos la pesca y se la ponemos fácil a los oportunistas, a los funcionarios, a los políticos, y a los que viven de las ONGs.

Los judiciales, no se preocupan de la rectitud y la imparcialidad, porque saben que sin la mente clara, obnubilada por nuestra posición derecha-izquierda, somos incapaces de representar la dignidad, la ciudadanía. Sí, porque hemos cambiado el civismo por un antagonismo extremista que no nos permite a nosotros que somos los que tenemos el problema, resolverlo. Los funcionarios no tienen ningún problema, ellos viven a cuerpo de rey. Algo que tienen garantizado por muy largo tiempo.

Los legisladores, no se preocupan ni siquiera de asistir a sus labores, mucho menos de crear leyes que cambien la situación que, como está ahora, les garantiza seguir viviendo con ese despliegue de vileza.

Los ejecutores, se dedican a procurar su bienestar. Promueven su imagen en la radio, prensa, televisión, internet y hasta en la vía pública sin importarles que los muchos millones de quetzales que gastan en eso, bien podrían usarse para cualquier otra necesidad básica de individuos y comunidades. ¿Quién eligió a un funcionario para que se promocione como una celebridad? ¿Quién eligió a un funcionario para que se dedique a gastar muchísimo dinero para mostrarse como inmaculado?

Los guatemaltecos somos incapaces de reflexionar, de meditar y de ponernos de acuerdo para presentar un reclamo a los funcionarios y a los políticos, que los haga tener mesura. O, que los haga tenernos respeto y por supuesto que los haga dejar de obtener beneficio personal, no sólo de nuestra división sino del antagonismo extremista, que sólo es ganancia para ellos.

Nos debería de dar vergüenza, y debimos de ponernos varios días de duelo, porque vino un extranjero a imponer las condiciones a los funcionarios para darle una ayuda en dólares al país. Nosotros, los guatemaltecos, debimos y debemos poner esas condiciones para que estén en esos empleos públicos.

A río revuelto

Redacción
12 de abril, 2015

A río revuelto, ganancia de pescadores. En el caso de Guatemala, significa que entre más nos peleemos entre los ciudadanos, más ganancia sacan los oportunistas. ¡Más ganancia! Sí, más ganancia. Más nos faltan el respeto y más se mofan de las leyes; más dilapidan nuestro dinero y más se lo roban; más desobligados y menos eficientes; más promoción de su imagen personal y de su partido político. ¿Qué oportunistas? ¡Todos, todos los funcionarios! Los de la CC, los del OJ, los del MP, los del Organismo Ejecutivo, los del Organismo Legislativo, y todos los que existen en otras instituciones autónomas y semiautónomas.

-Pero es una exageración decir que son todos.

-Sí, es cierto. Está mal dicho que yo diga que son todos. No son todos, ni siquiera la mayoría, pero sí hay varios en todos y cada uno de los organismos, dependencias, partidos, ONGs, etc.

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No percibimos en qué momento pasamos de la argumentación al extremismo y nuestros hermanos guatemaltecos que no piensan como nosotros, en un instante, pero para siempre, se convierten en nuestros enemigos, y acérrimos. En una conversación, o en un evento académico, pasamos del amor al odio. Revolvemos la pesca y se la ponemos fácil a los oportunistas, a los funcionarios, a los políticos, y a los que viven de las ONGs.

Los judiciales, no se preocupan de la rectitud y la imparcialidad, porque saben que sin la mente clara, obnubilada por nuestra posición derecha-izquierda, somos incapaces de representar la dignidad, la ciudadanía. Sí, porque hemos cambiado el civismo por un antagonismo extremista que no nos permite a nosotros que somos los que tenemos el problema, resolverlo. Los funcionarios no tienen ningún problema, ellos viven a cuerpo de rey. Algo que tienen garantizado por muy largo tiempo.

Los legisladores, no se preocupan ni siquiera de asistir a sus labores, mucho menos de crear leyes que cambien la situación que, como está ahora, les garantiza seguir viviendo con ese despliegue de vileza.

Los ejecutores, se dedican a procurar su bienestar. Promueven su imagen en la radio, prensa, televisión, internet y hasta en la vía pública sin importarles que los muchos millones de quetzales que gastan en eso, bien podrían usarse para cualquier otra necesidad básica de individuos y comunidades. ¿Quién eligió a un funcionario para que se promocione como una celebridad? ¿Quién eligió a un funcionario para que se dedique a gastar muchísimo dinero para mostrarse como inmaculado?

Los guatemaltecos somos incapaces de reflexionar, de meditar y de ponernos de acuerdo para presentar un reclamo a los funcionarios y a los políticos, que los haga tener mesura. O, que los haga tenernos respeto y por supuesto que los haga dejar de obtener beneficio personal, no sólo de nuestra división sino del antagonismo extremista, que sólo es ganancia para ellos.

Nos debería de dar vergüenza, y debimos de ponernos varios días de duelo, porque vino un extranjero a imponer las condiciones a los funcionarios para darle una ayuda en dólares al país. Nosotros, los guatemaltecos, debimos y debemos poner esas condiciones para que estén en esos empleos públicos.