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Objetivismo: La certeza y lo arbitrario

Redacción
15 de julio, 2015

Una afirmación es “cierta” cuando la evidencia en su favor es contundente. La evidencia puede ser inmediata o compuesta de una serie de relaciones mediatas. Hay casos que un dato de conocimiento se adquiere y valida por la acumulación de evidencia en el transcurso del tiempo. Por ejemplo en un juicio por asesinato, la presentación de evidencia puede tomar meses, para que se dé un veredicto objetivo sólo al final. En tales casos se da un buscar y encontrar continuo de evidencias que hace necesario conceptos tales como: “posible”, “probable”, y “certeza”.

El estándar al medir la evidencia, se establece por el fin, que es la prueba. La posición en la escala de medición se establece por cuan cerca es la evidencia de ser prueba. Por eso la unidad de evidencia es fraccional en relación al grupo total de evidencia que se requiera para establecer una prueba. Hay certeza sobre una idea cuando la evidencia sobre ella es contundente, el conocimiento de ella es seguro. Cuando uno ha adquirido e integrado toda la evidencia necesaria para probarla, y las ideas contrarias no tienen evidencia que las soporte. Por ejemplo, cuando se afirma que el acusado es inocente, porque definitivamente, a la hora del crimen, se encontraba a 100 kilómetros de donde éste se cometió. La evidencia es contundente y por tanto constituye prueba.

Una idea es posible cuando la evidencia en su favor es pequeña en comparación a lo que constituiría prueba, y hay alguna evidencia de ideas contrarias. Por ejemplo cuando decimos: “Es posible que llueva hoy, pues el cielo está nublado.” Posible, pero no necesario.

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Una idea es probable cuando la evidencia en su favor es bastante en comparación a lo que constituiría prueba, pero hay al menos una evidencia contraria que califica de posible. Por ejemplo cuando decimos: “Es probable que llueva hoy, pues el cielo está nublado y hay truenos.”

La “certeza” y el “conocimiento” son conceptos relacionados pero claramente distinguibles. El “conocimiento” se diferencia de la “ignorancia”. La “certeza” se diferencia de estados que son menos ciertos: “lo posible” y lo “probable”. La “certeza” se refiere al estado cognitivo de una idea, por lo que es un concepto puramente epistémico. El “conocimiento” tiene, tanto, un componente metafísico, como uno epistemológico. Para conocer algo, éste tiene que ser un hecho y uno tiene que haber captado mentalmente el hecho. El “hecho” es un término puramente metafísico: los hechos existen aunque no se conozcan. La certeza es contextual. La evidencia contundente es aquella que es suficiente dentro un contexto dado de conocimiento, no dentro de un estándar imposible de omnisciencia. La actitud correcta con respecto a la evidencia se resume en la Ley de Racionalidad:

Para llegar a conclusiones, considere toda la evidencia y sólo la evidencia.

Una afirmación arbitraria es aquella para la cual no hay evidencia, ni perceptual, ni conceptual. No se fundamenta ni en observación directa, ni en ningún intento de inferencia lógica de ésta. Cognitivamente hablando nada se ha dicho, pues repudia toda regla de la cognición. Por ejemplo, para la afirmación: “Su destino está determinado por Acuario y Capricornio.” O, para “Hay una convención de duendes en Plutón discutiendo la Crítica a la Razón Pura de Kant.” O, para “Hay un selenita invisible leyendo este artículo junto a usted.” ¿Dónde está la evidencia?

La arbitrariedad es ininteligible. No sabemos qué significa; no sabemos que serviría de evidencia a favor o en contra. Recordemos que la Ley de Racionalidad afirma que:

Para llegar a conclusiones, considere toda la evidencia y sólo la evidencia. Esta ley no sólo demanda que uno justifique sus conclusiones, sino que uno justifique sus actos cognitivos, es decir, que justifique el usar su tiempo en considerar una afirmación. Por tanto, es irracional el considerar aquello para lo que no existe evidencia. Luego, las ideas arbitrarias no se deben considerar, ni tan siquiera como hipótesis, ni como “tal vez”, ni como “supongamos que”. Los pronunciamientos arbitrarios no son proposiciones, sino falsas proposiciones: palabras relacionadas con la forma de una proposición, pero sin significado cognitivo. Uno no necesita una razón para no considerar algo un hecho, ni para considerar algo como hipótesis. Lo contrario es lo cierto:

La obligación de probar le corresponde a quien afirma tener conocimiento.

Otro ejemplo de afirmación arbitraria nos la da Kant, cuando en su Crítica a la Razón Pura, en el segundo párrafo de su introducción dice:

“pero aunque todo nuestro conocimiento empieza con la experiencia, no se sigue de ahí que todo surja de la experiencia. Porque podría ser que aún nuestro conocimiento empírico esté hecho de lo que recibimos de nuestras impresiones y de lo que suple nuestra facultad cognitiva. ”

¿“Podría ser”? ¿Basado en qué evidencia? El primer paso para juzgar la validez de una idea es identificar su fuente: ¿se basa en hechos o en fantasías? Si la idea se basa en evidencia, uno puede comprobar la interpretación fundamentada en esa evidencia; pero si se asevera arbitrariamente, viniendo de “¿qué si?” o “puede muy bien ser”, no ofrece evidencia que considerar.

El conocimiento conceptual se fundamenta en la lógica dentro de determinado contexto, no en la omnisciencia. Un humano no lo sabe todo, pero sabe lo que sabe. El concepto de “certeza” designa conocimiento desde una perspectiva particular: designa algunos aspectos complejos de conocimiento considerados en contraste con evidencias transitorias que les preceden. Una conclusión es “cierta” cuando la evidencia en su favor es contundente, es decir, cuando ha sido validada por la lógica.

Objetivismo: La certeza y lo arbitrario

Redacción
15 de julio, 2015

Una afirmación es “cierta” cuando la evidencia en su favor es contundente. La evidencia puede ser inmediata o compuesta de una serie de relaciones mediatas. Hay casos que un dato de conocimiento se adquiere y valida por la acumulación de evidencia en el transcurso del tiempo. Por ejemplo en un juicio por asesinato, la presentación de evidencia puede tomar meses, para que se dé un veredicto objetivo sólo al final. En tales casos se da un buscar y encontrar continuo de evidencias que hace necesario conceptos tales como: “posible”, “probable”, y “certeza”.

El estándar al medir la evidencia, se establece por el fin, que es la prueba. La posición en la escala de medición se establece por cuan cerca es la evidencia de ser prueba. Por eso la unidad de evidencia es fraccional en relación al grupo total de evidencia que se requiera para establecer una prueba. Hay certeza sobre una idea cuando la evidencia sobre ella es contundente, el conocimiento de ella es seguro. Cuando uno ha adquirido e integrado toda la evidencia necesaria para probarla, y las ideas contrarias no tienen evidencia que las soporte. Por ejemplo, cuando se afirma que el acusado es inocente, porque definitivamente, a la hora del crimen, se encontraba a 100 kilómetros de donde éste se cometió. La evidencia es contundente y por tanto constituye prueba.

Una idea es posible cuando la evidencia en su favor es pequeña en comparación a lo que constituiría prueba, y hay alguna evidencia de ideas contrarias. Por ejemplo cuando decimos: “Es posible que llueva hoy, pues el cielo está nublado.” Posible, pero no necesario.

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Una idea es probable cuando la evidencia en su favor es bastante en comparación a lo que constituiría prueba, pero hay al menos una evidencia contraria que califica de posible. Por ejemplo cuando decimos: “Es probable que llueva hoy, pues el cielo está nublado y hay truenos.”

La “certeza” y el “conocimiento” son conceptos relacionados pero claramente distinguibles. El “conocimiento” se diferencia de la “ignorancia”. La “certeza” se diferencia de estados que son menos ciertos: “lo posible” y lo “probable”. La “certeza” se refiere al estado cognitivo de una idea, por lo que es un concepto puramente epistémico. El “conocimiento” tiene, tanto, un componente metafísico, como uno epistemológico. Para conocer algo, éste tiene que ser un hecho y uno tiene que haber captado mentalmente el hecho. El “hecho” es un término puramente metafísico: los hechos existen aunque no se conozcan. La certeza es contextual. La evidencia contundente es aquella que es suficiente dentro un contexto dado de conocimiento, no dentro de un estándar imposible de omnisciencia. La actitud correcta con respecto a la evidencia se resume en la Ley de Racionalidad:

Para llegar a conclusiones, considere toda la evidencia y sólo la evidencia.

Una afirmación arbitraria es aquella para la cual no hay evidencia, ni perceptual, ni conceptual. No se fundamenta ni en observación directa, ni en ningún intento de inferencia lógica de ésta. Cognitivamente hablando nada se ha dicho, pues repudia toda regla de la cognición. Por ejemplo, para la afirmación: “Su destino está determinado por Acuario y Capricornio.” O, para “Hay una convención de duendes en Plutón discutiendo la Crítica a la Razón Pura de Kant.” O, para “Hay un selenita invisible leyendo este artículo junto a usted.” ¿Dónde está la evidencia?

La arbitrariedad es ininteligible. No sabemos qué significa; no sabemos que serviría de evidencia a favor o en contra. Recordemos que la Ley de Racionalidad afirma que:

Para llegar a conclusiones, considere toda la evidencia y sólo la evidencia. Esta ley no sólo demanda que uno justifique sus conclusiones, sino que uno justifique sus actos cognitivos, es decir, que justifique el usar su tiempo en considerar una afirmación. Por tanto, es irracional el considerar aquello para lo que no existe evidencia. Luego, las ideas arbitrarias no se deben considerar, ni tan siquiera como hipótesis, ni como “tal vez”, ni como “supongamos que”. Los pronunciamientos arbitrarios no son proposiciones, sino falsas proposiciones: palabras relacionadas con la forma de una proposición, pero sin significado cognitivo. Uno no necesita una razón para no considerar algo un hecho, ni para considerar algo como hipótesis. Lo contrario es lo cierto:

La obligación de probar le corresponde a quien afirma tener conocimiento.

Otro ejemplo de afirmación arbitraria nos la da Kant, cuando en su Crítica a la Razón Pura, en el segundo párrafo de su introducción dice:

“pero aunque todo nuestro conocimiento empieza con la experiencia, no se sigue de ahí que todo surja de la experiencia. Porque podría ser que aún nuestro conocimiento empírico esté hecho de lo que recibimos de nuestras impresiones y de lo que suple nuestra facultad cognitiva. ”

¿“Podría ser”? ¿Basado en qué evidencia? El primer paso para juzgar la validez de una idea es identificar su fuente: ¿se basa en hechos o en fantasías? Si la idea se basa en evidencia, uno puede comprobar la interpretación fundamentada en esa evidencia; pero si se asevera arbitrariamente, viniendo de “¿qué si?” o “puede muy bien ser”, no ofrece evidencia que considerar.

El conocimiento conceptual se fundamenta en la lógica dentro de determinado contexto, no en la omnisciencia. Un humano no lo sabe todo, pero sabe lo que sabe. El concepto de “certeza” designa conocimiento desde una perspectiva particular: designa algunos aspectos complejos de conocimiento considerados en contraste con evidencias transitorias que les preceden. Una conclusión es “cierta” cuando la evidencia en su favor es contundente, es decir, cuando ha sido validada por la lógica.