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¿Cambiar Guatemala es una tarea exclusiva de los JÓVENES?

Redacción
09 de agosto, 2015

Se ha dicho que los jóvenes tienen sobre sus espaldas el cambiar Guatemala, la que las generaciones anteriores les hemos heredado. ¿Es acaso que las últimas tres décadas han sido totalmente perdidas y los que las vivimos somos un cero a la izquierda?

A esta generación, de la que soy parte, nos toco vivir un enfrentamiento armado del cual fuimos la carne del sándwich. De jóvenes nos toco ir al cine y salvarnos con suerte de que una bomba terrorista nos explotara a la par. Vivimos la destrucción de reductos y casas a la vecindad de donde vivíamos o junto a nuestros lugares de estudio. Nos toco tanto la guerrilla como el ejercito, ambos bien armados y bélicos, mientras nosotros crecimos totalmente indefensos en el medio de una disputa para conseguir poder político por la fuerza. Nos registraron en los retenes del ejército o en los bloqueos de la guerrilla con un mitin de subversivos con discursos demagógicos, en los cuales no había ninguna garantía a nuestros derechos constitucionales o humanos, por cualquiera de los bandos. Pues a uno u otro, se le podía ocurrir que teníamos el perfil del contrario y aniquilarnos sin más ni más. A más de uno nos dispararon o asustaron en alguna carretera, cuando empezábamos a trabajar. Tuvimos que hacer nuestras prácticas universitarias de campo en Honduras o México por razones de seguridad.

Nos toco salir adelante dentro de la zozobra de un enfrentamiento que no compartíamos o no entendíamos, como la mayoría de los guatemaltecos. Los que vivíamos en las ciudades, oíamos como se desmantelaban los reductos guerrilleros, como se enfrentaban y vivimos la violencia resultante de la destrucción de los mismos. A otros nos toco la peor parte al estar en el campo en medio de fuego cruzado, ya fuera este verdadero o inventado.

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Gracias al valor y esfuerzo personal de nuestra generación y la de nuestros padres, hoy los jóvenes pueden envalentonarse gracias a la adrenalina de la edad y pensar que con su corta experiencia van a lograr un cambio. ¡Ojalá fuera tan fácil! Aún cuando muchas gestas que han producido cambios importantes en la historia de la Humanidad, han tenido una fuerte participación de los jóvenes, es imprescindible esa amalgama de la adrenalina y juventud con la experiencia de las canas.

Es cierto que muchos jóvenes están descontentos con la situación actual, pero hay que tener cuidado con la percepción que pueden estar teniendo, ya que no tienen completa la fotografía, posiblemente tienen apenas una mínima parte.

Creo que más bien debiéramos emular la filosofía japonesa, en la cual, en una simple negociación, encontramos a las tres generaciones haciendo una sinergia que es imparable: El más joven aprendiendo atento, sin participar directamente, todos los principios y de la práctica de los adultos jóvenes, quienes negocian y manejan la reunión. Mientras tanto los ancianos, guían y asesoran de una manera pasiva pero cediendo totalmente el control a los negociadores.

Me preocupa sobremanera, que la adrenalina de la juventud sea provocada o desviada, precisamente por la falta de experiencia que la caracteriza. Es muy importante buscar esa sinergia entre las distintas generaciones y lograr ese complemento entre las fortalezas que caracterizan a cada una de ellas. Hacer un cambio dentro del caos que hoy vivimos no será fácil y necesitamos lo mejor de todos para revertir esa tendencia. Por más loable que sea el esfuerzo individual de jóvenes, adultos o ancianos, por separado no tendrá el efecto deseado.

Hay que recordar a los jóvenes que la única diferencia entre ellos y sus padres, es simplemente una diferencia de alrededor de treinta años de experiencia. Y lo más probable es que los sentimientos que hoy los mueven ya lo hicieron con nosotros, años atrás. Sin embargo, los golpes y cicatrices que quizás nos provocamos mientras madurábamos, nos han adormecido o nos han hecho apáticos respecto de lo que pasa a nuestro alrededor. O tal vez sea que ya nos acostumbramos por rutina.

Cambiar la Guatemala de hoy no se resuelve regalando unas pocas casas construyéndolas de madera con sus propias manos, tratado de entender una pobreza que va a seguir allí. Es de aplaudir que los jóvenes se arremanguen las camisas y salgan a conocer una vida paralela a la de la ciudad, pero nada es tan sencillo. El darle algo a alguien que aparentemente le va a cambiar la vida inmediata, no alcanza. Tenemos que hacer cambios en los valores e ideales de esta sociedad y esto toma tiempo y compromiso. El hacerlo puede tomar varias generaciones y debiera durar todavía muchas más.

Es necesario que los jóvenes abran los ojos y oídos, pero sobretodo la mente, que los adultos no seamos apáticos y es deber moral de los ancianos el compartir esa valiosa experiencia que llevan consigo.

Guatemala nos es solamente de una generación. ¡ES DE TODOS! Solamente LA rescataremos y cambiaremos logrando sinergia, eliminando todo antagonismo. Recordemos todos, que si no aprendemos de la historia, estamos condenados a repetir los mismos errores.

¿Cambiar Guatemala es una tarea exclusiva de los JÓVENES?

Redacción
09 de agosto, 2015

Se ha dicho que los jóvenes tienen sobre sus espaldas el cambiar Guatemala, la que las generaciones anteriores les hemos heredado. ¿Es acaso que las últimas tres décadas han sido totalmente perdidas y los que las vivimos somos un cero a la izquierda?

A esta generación, de la que soy parte, nos toco vivir un enfrentamiento armado del cual fuimos la carne del sándwich. De jóvenes nos toco ir al cine y salvarnos con suerte de que una bomba terrorista nos explotara a la par. Vivimos la destrucción de reductos y casas a la vecindad de donde vivíamos o junto a nuestros lugares de estudio. Nos toco tanto la guerrilla como el ejercito, ambos bien armados y bélicos, mientras nosotros crecimos totalmente indefensos en el medio de una disputa para conseguir poder político por la fuerza. Nos registraron en los retenes del ejército o en los bloqueos de la guerrilla con un mitin de subversivos con discursos demagógicos, en los cuales no había ninguna garantía a nuestros derechos constitucionales o humanos, por cualquiera de los bandos. Pues a uno u otro, se le podía ocurrir que teníamos el perfil del contrario y aniquilarnos sin más ni más. A más de uno nos dispararon o asustaron en alguna carretera, cuando empezábamos a trabajar. Tuvimos que hacer nuestras prácticas universitarias de campo en Honduras o México por razones de seguridad.

Nos toco salir adelante dentro de la zozobra de un enfrentamiento que no compartíamos o no entendíamos, como la mayoría de los guatemaltecos. Los que vivíamos en las ciudades, oíamos como se desmantelaban los reductos guerrilleros, como se enfrentaban y vivimos la violencia resultante de la destrucción de los mismos. A otros nos toco la peor parte al estar en el campo en medio de fuego cruzado, ya fuera este verdadero o inventado.

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Gracias al valor y esfuerzo personal de nuestra generación y la de nuestros padres, hoy los jóvenes pueden envalentonarse gracias a la adrenalina de la edad y pensar que con su corta experiencia van a lograr un cambio. ¡Ojalá fuera tan fácil! Aún cuando muchas gestas que han producido cambios importantes en la historia de la Humanidad, han tenido una fuerte participación de los jóvenes, es imprescindible esa amalgama de la adrenalina y juventud con la experiencia de las canas.

Es cierto que muchos jóvenes están descontentos con la situación actual, pero hay que tener cuidado con la percepción que pueden estar teniendo, ya que no tienen completa la fotografía, posiblemente tienen apenas una mínima parte.

Creo que más bien debiéramos emular la filosofía japonesa, en la cual, en una simple negociación, encontramos a las tres generaciones haciendo una sinergia que es imparable: El más joven aprendiendo atento, sin participar directamente, todos los principios y de la práctica de los adultos jóvenes, quienes negocian y manejan la reunión. Mientras tanto los ancianos, guían y asesoran de una manera pasiva pero cediendo totalmente el control a los negociadores.

Me preocupa sobremanera, que la adrenalina de la juventud sea provocada o desviada, precisamente por la falta de experiencia que la caracteriza. Es muy importante buscar esa sinergia entre las distintas generaciones y lograr ese complemento entre las fortalezas que caracterizan a cada una de ellas. Hacer un cambio dentro del caos que hoy vivimos no será fácil y necesitamos lo mejor de todos para revertir esa tendencia. Por más loable que sea el esfuerzo individual de jóvenes, adultos o ancianos, por separado no tendrá el efecto deseado.

Hay que recordar a los jóvenes que la única diferencia entre ellos y sus padres, es simplemente una diferencia de alrededor de treinta años de experiencia. Y lo más probable es que los sentimientos que hoy los mueven ya lo hicieron con nosotros, años atrás. Sin embargo, los golpes y cicatrices que quizás nos provocamos mientras madurábamos, nos han adormecido o nos han hecho apáticos respecto de lo que pasa a nuestro alrededor. O tal vez sea que ya nos acostumbramos por rutina.

Cambiar la Guatemala de hoy no se resuelve regalando unas pocas casas construyéndolas de madera con sus propias manos, tratado de entender una pobreza que va a seguir allí. Es de aplaudir que los jóvenes se arremanguen las camisas y salgan a conocer una vida paralela a la de la ciudad, pero nada es tan sencillo. El darle algo a alguien que aparentemente le va a cambiar la vida inmediata, no alcanza. Tenemos que hacer cambios en los valores e ideales de esta sociedad y esto toma tiempo y compromiso. El hacerlo puede tomar varias generaciones y debiera durar todavía muchas más.

Es necesario que los jóvenes abran los ojos y oídos, pero sobretodo la mente, que los adultos no seamos apáticos y es deber moral de los ancianos el compartir esa valiosa experiencia que llevan consigo.

Guatemala nos es solamente de una generación. ¡ES DE TODOS! Solamente LA rescataremos y cambiaremos logrando sinergia, eliminando todo antagonismo. Recordemos todos, que si no aprendemos de la historia, estamos condenados a repetir los mismos errores.