Cualquier persona con un poco de curiosidad histórica, puede confirmar que celebramos una independencia que nunca ocurrió. Dicen los historiadores respetables que el Acta de Independencia, fue tan solo un tipo de seguro para quienes ostentaban el poder por si acaso la anexión del territorio guatemalteco al Imperio mejicano de Iturbide fallaba al separarse de la Corona española. Y esto llego hasta agosto del 1923. Situación que no se dio y se aplicó la tal Acta de Contingencia. Manejado todo esto por los personajes que servían a la Corona y pasaron a servirse a sí mismos. Sin rendir cuenta a nadie. De tal manera que seguimos sirviendo a una Monarquía de las elites económicas que manejaron los hilos de los negocios con la corona misma, otros europeos y norteamericanos. Los guatemaltecos somos la fusión de estas huestes conquistadoras y los americanos que se encontraban en el territorio, quienes fueron en su momento también extranjeros que migraron desde el Asia a esta tierra.

Lo que es de de alguna manera inconcebible es como nuestro sistema educativo nos alienta a celebrar actos que nadie entiende y que asume una independencia de situaciones que continúan con otro nombre.

Me parece que debemos dejar de ver hacia atrás y diseñar una sociedad con independencia intelectual, cultural y económica. Una en que construyamos un país con un nivel de vida mínimo para todos por igual. En donde esta independencia nos la de el cumplimiento de la LEY. Pero una ley que se aplique a todos por igual y sobretodo que realmente se aplique. Estoy seguro que un país o territorio sin identidad es como un río sin caudal. La pregunta debiera ser entonces: ¿Cuál es realmente nuestra identidad como guatemaltecos? ¿Es acaso, esta que nos inculcan con bases tan endebles y poco ciertas?

Somos el resultado de una amalgama de culturas. Que debe ser la suma de ambas y no lo malo de una sumado a lo de la otra.

Nuestra independencia debe estar basada en valores e ideales de lo que queremos ser. Y vivir en consecuencia.