Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Nosotros contra Baldizón, el tirano

Redacción
04 de septiembre, 2015

Pocos momentos serán tan decisivos para la historia de Guatemala como este domingo 6 de septiembre, aun cuando 2015 ya ha dejado muchas buenas lecciones. Los ciudadanos pasamos de la apatía a la protesta pacífica. El Ministerio Público, una institución con la credibilidad por los suelos, ahora reboza de acción para perseguir a los que antes se sentían intocables. La Cicig, un ente internacional que hasta entonces tenía divida a la población según sus ideologías, hoy ha unido a Guatemala.

Pero todo esto no servirá de nada si Manuel Baldizón queda como presidente.

La elección que tenemos a la vuelta de la esquina tiene enormes implicaciones para el futuro de un país que apenas está empezando a dar señales de vida y civilización. No negaré que en los últimos treinta años nos han gobernado muy malos políticos, y que la estrategia de escoger al menos peor nos dio a Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti. Sin embargo,  el problema es que a lo que nos enfrentamos hoy es algo mucho más complejo: Baldizón es un candidato con unas aspiraciones de dictador que superan por mucho a cualquier otro.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Tengo memoria de él a partir de 2006, cuando cumplía su primer período como diputado. Su carta de presentación era el proyecto de ley del adulto mayor. Una vez se convirtió en ley, capitalizó el momento para mostrarse como un hombre que defendía de los grupos desfavorecidos. Pronto empezaron a salir fotos de Baldizón abrazando a ancianos pero que daban la impresión que los seniles lo cargaban de hombros a él. Desde entonces fue objeto de burla, pero estaba lejos de ser la amenaza de hoy.

Fue a partir de las elecciones pasadas que lo empezamos a conocer mejor. Primero con sus increíbles promesas de campaña que nos mostraron que es un hombre capaz de decir cualquier disparate con tal de hacerse con los votos, por no mencionar su gusto por referirse a él mismo en tercera persona. Luego conocimos sobre su enorme influencia en Petén (cortar señales de cable o recoger todos los periódicos cuando se publicaban noticias en su contra), sus formas de hacer negocios (desarrollar un centro comercial a la orilla de un lago, cuando esas franjas terrestres son propiedad del Estado) y la gente que le rodeaba.

En los últimos años hemos sabido que la educación de la que tanto hace mofa es acreditada por universidades de dudosa reputación, que es un gran plagiador de un libro y de su tesis doctoral. El año pasado hizo alianza con el partido de oposición, el Patriota, para elegir sin vergüenza alguna a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y Salas, noviazgo que duro hasta esta semanas y que logró salvar a Otto Pérez Molina de un antejuicio. Y a pesar de esta alianza, en CNN y en un foro presidencial no perdió la oportunidad de criticar al Patriota, tratando de aparentar enemistad.

En estas últimas semanas hemos visto lo peor de Baldizón. Cuando se le proclamó candidato de Líder dijo que de quedar presidente iba a prorrogar el mandato de la Cicig y que apoyaba las manifestaciones ciudadanas en contra de la corrupción que por esos días estaban por sacar a Roxana Baldetti de la vicepresidencia. Cuando la Cicig tocó a la puerta de su partido, exigiendo a su vicepresidenciable, su discurso cambió. Desde entonces es enemigo de la Cicig, sobre todo de Iván Velásquez, y hacerse enemigo de la Cicig es, en última instancia, hacerse enemigo de los Estados Unidos. En los audios publicados esta semana critica las manifestaciones políticas, le gira instrucciones a sus alcaldes para que utilicen todos los medios posibles, que lleven a sus gentes a votar (un eufemismo para “acarreo”) y que gasten hasta el último centavo para coronarlo a él presidente. Para colmo, luego que el Tribunal Supremo Electoral le prohibió seguir con la campaña, Líder continua pautando, muestra encuestas que obviamente son falsas y utiliza fundaciones y terceros partidos para hacerse publicidad.

Baldizón es un mentiroso patológico, un hombre que no respeta ni la decencia ni la ley pero busca asumir un cargo cuyo mandato constitucional es respetar y hacer respetar las leyes. Dada la situación actual, si llega a presidente, no podrá tener el gobierno liso y llano que seguro previó, pero igual será un enorme caos porque entrará en pugna con todos: el empresariado tradicional, la Cicig, el Ministerio Público, la embajada de Estados Unidos y con un ciudadano que ya está aburrido de toda la corruptela.

Así que si su idea era votar nulo o abstenerse de hacerlo por considerar que ambos actos envuelven una moralidad cívica impoluta, le recomendó que lo piense de nuevo. Y si va a las urnas, por favor tampoco vote por Sandra Torres.

Nosotros contra Baldizón, el tirano

Redacción
04 de septiembre, 2015

Pocos momentos serán tan decisivos para la historia de Guatemala como este domingo 6 de septiembre, aun cuando 2015 ya ha dejado muchas buenas lecciones. Los ciudadanos pasamos de la apatía a la protesta pacífica. El Ministerio Público, una institución con la credibilidad por los suelos, ahora reboza de acción para perseguir a los que antes se sentían intocables. La Cicig, un ente internacional que hasta entonces tenía divida a la población según sus ideologías, hoy ha unido a Guatemala.

Pero todo esto no servirá de nada si Manuel Baldizón queda como presidente.

La elección que tenemos a la vuelta de la esquina tiene enormes implicaciones para el futuro de un país que apenas está empezando a dar señales de vida y civilización. No negaré que en los últimos treinta años nos han gobernado muy malos políticos, y que la estrategia de escoger al menos peor nos dio a Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti. Sin embargo,  el problema es que a lo que nos enfrentamos hoy es algo mucho más complejo: Baldizón es un candidato con unas aspiraciones de dictador que superan por mucho a cualquier otro.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Tengo memoria de él a partir de 2006, cuando cumplía su primer período como diputado. Su carta de presentación era el proyecto de ley del adulto mayor. Una vez se convirtió en ley, capitalizó el momento para mostrarse como un hombre que defendía de los grupos desfavorecidos. Pronto empezaron a salir fotos de Baldizón abrazando a ancianos pero que daban la impresión que los seniles lo cargaban de hombros a él. Desde entonces fue objeto de burla, pero estaba lejos de ser la amenaza de hoy.

Fue a partir de las elecciones pasadas que lo empezamos a conocer mejor. Primero con sus increíbles promesas de campaña que nos mostraron que es un hombre capaz de decir cualquier disparate con tal de hacerse con los votos, por no mencionar su gusto por referirse a él mismo en tercera persona. Luego conocimos sobre su enorme influencia en Petén (cortar señales de cable o recoger todos los periódicos cuando se publicaban noticias en su contra), sus formas de hacer negocios (desarrollar un centro comercial a la orilla de un lago, cuando esas franjas terrestres son propiedad del Estado) y la gente que le rodeaba.

En los últimos años hemos sabido que la educación de la que tanto hace mofa es acreditada por universidades de dudosa reputación, que es un gran plagiador de un libro y de su tesis doctoral. El año pasado hizo alianza con el partido de oposición, el Patriota, para elegir sin vergüenza alguna a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y Salas, noviazgo que duro hasta esta semanas y que logró salvar a Otto Pérez Molina de un antejuicio. Y a pesar de esta alianza, en CNN y en un foro presidencial no perdió la oportunidad de criticar al Patriota, tratando de aparentar enemistad.

En estas últimas semanas hemos visto lo peor de Baldizón. Cuando se le proclamó candidato de Líder dijo que de quedar presidente iba a prorrogar el mandato de la Cicig y que apoyaba las manifestaciones ciudadanas en contra de la corrupción que por esos días estaban por sacar a Roxana Baldetti de la vicepresidencia. Cuando la Cicig tocó a la puerta de su partido, exigiendo a su vicepresidenciable, su discurso cambió. Desde entonces es enemigo de la Cicig, sobre todo de Iván Velásquez, y hacerse enemigo de la Cicig es, en última instancia, hacerse enemigo de los Estados Unidos. En los audios publicados esta semana critica las manifestaciones políticas, le gira instrucciones a sus alcaldes para que utilicen todos los medios posibles, que lleven a sus gentes a votar (un eufemismo para “acarreo”) y que gasten hasta el último centavo para coronarlo a él presidente. Para colmo, luego que el Tribunal Supremo Electoral le prohibió seguir con la campaña, Líder continua pautando, muestra encuestas que obviamente son falsas y utiliza fundaciones y terceros partidos para hacerse publicidad.

Baldizón es un mentiroso patológico, un hombre que no respeta ni la decencia ni la ley pero busca asumir un cargo cuyo mandato constitucional es respetar y hacer respetar las leyes. Dada la situación actual, si llega a presidente, no podrá tener el gobierno liso y llano que seguro previó, pero igual será un enorme caos porque entrará en pugna con todos: el empresariado tradicional, la Cicig, el Ministerio Público, la embajada de Estados Unidos y con un ciudadano que ya está aburrido de toda la corruptela.

Así que si su idea era votar nulo o abstenerse de hacerlo por considerar que ambos actos envuelven una moralidad cívica impoluta, le recomendó que lo piense de nuevo. Y si va a las urnas, por favor tampoco vote por Sandra Torres.