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Toca derrotar a Sandra Torres

Redacción
18 de septiembre, 2015

¿Le cuesta  aceptar que un comediante llegue a ser el Jefe de Estado de Guatemala? Es comprensible.

¿Le causa algún temor que el FCN haya sido fundado por militares de la vieja guardia? Es comprensible.

¿Le molesta la gritona inexperiencia de Jimmy Morales? Es comprensible.

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¿Se pregunta cómo pretende gobernar Jimmy Morales si no tiene equipo ni plan de gobierno bien estructurado? También es comprensible.

Pero nada de ello se compara con Sandra Torres. De la presidenciable de la UNE sabemos muy bien qué esperar, porque ya le hemos visto pavonearse con rudeza en los altares del poder y su gusto por el mando es diametralmente opuesto a su respeto de la ley. Que no se nos olvide que hace cuatro años la pelea que teníamos, y que ocupaba los titulares de prensa, era contra Sandra Torres y su necedad de ser presidenta democráticamente electa, aun cuando la Constitución se lo prohibía.

El legado de Sandra Torres es enorme, pero no por ello ejemplar.  De 2008 a 2011 ejerció la presidencia sin haber obtenido un solo voto a su favor. Tal logro no fue cosa fácil, necesitó de un esposo sin los bríos necesarios como para ejercer toda la autoridad que la presidencia exige. Así las cosas, Sandra Torres, desde el Consejo de Cohesión Social,  sustituyó las funciones del gabinete y se convirtió en el centro de control del “Gobierno de Álvaro Colom”. Dese el Consejo, Torres decidía sobre el quehacer de ministros, secretarios y dependencias administrativas, convirtiéndose en la presidenta no electa de Guatemala. Y a esa historia tan inconcebible se le añadió los relatos de siempre de la política chapina: manejos poco transparentes de fondos públicos, corrupción, nepotismo.

A Sandra Torres también le podemos atribuir la bolsa solidaria, una de las políticas públicas más nefastas del país. La bolsa solidaria no es un invento genuinamente guatemalteco. Ya existía en países como Brasil, pero allí se usaba como un medio para ayudar a los sectores más vulnerables mientras se les preparaba para incorporarlos a la economía nacional, es decir, volverlos productivos. La UNE nunca se interesó en desarrollar una economía que recibiera con brazos abiertos a los pobres de Guatemala y la bolsa solidario pasó convertirse en el instrumento más eficaz de clientelismo político. Tal fue su éxito que el infame Otto Pérez Molina prometió en campaña mejorar la bolsa, y una vez en el Ejecutivo, institucionalizó los programas sociales de la UNE con la creación del Ministerio de Desarrollo Social, encargado de repartir beneficios que difícilmente sacarán a Guatemala de la pobreza.

Y si esto no fuera suficiente, Sandra Torres también es la autora de las güizachada más polémica de los últimos tiempos, de aquellas que sólo se pueden esperar de países poco civilizados como el nuestro. Su deseo de permanecer en el poder fue tal que estuvo dispuesta a sacrificar a su esposo, se divorció de Álvaro Colom para evadir, según ella y sus ilustres asesores legales,  la norma constitucional que le prohibía optar a la jefatura de estado por guardar parentesco con el presidente.

Hay que reconocer que ir a votar en la segunda vuelta es un acto de extrema fe, ignoramos por completo qué puede pasar en los próximos cuatro años. En lo personal dudo mucho que Jimmy Morales pueda hacer un buen gobierno. Sin embargo, si hay que escoger entre un novato que entra a la política sin deudas de campaña y una candidata bastante experimentada en la corruptela de la política nacional y cuya sed de poder es por todos conocida, la respuesta se hace obvia.

Toca derrotar a Sandra Torres

Redacción
18 de septiembre, 2015

¿Le cuesta  aceptar que un comediante llegue a ser el Jefe de Estado de Guatemala? Es comprensible.

¿Le causa algún temor que el FCN haya sido fundado por militares de la vieja guardia? Es comprensible.

¿Le molesta la gritona inexperiencia de Jimmy Morales? Es comprensible.

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Pero nada de ello se compara con Sandra Torres. De la presidenciable de la UNE sabemos muy bien qué esperar, porque ya le hemos visto pavonearse con rudeza en los altares del poder y su gusto por el mando es diametralmente opuesto a su respeto de la ley. Que no se nos olvide que hace cuatro años la pelea que teníamos, y que ocupaba los titulares de prensa, era contra Sandra Torres y su necedad de ser presidenta democráticamente electa, aun cuando la Constitución se lo prohibía.

El legado de Sandra Torres es enorme, pero no por ello ejemplar.  De 2008 a 2011 ejerció la presidencia sin haber obtenido un solo voto a su favor. Tal logro no fue cosa fácil, necesitó de un esposo sin los bríos necesarios como para ejercer toda la autoridad que la presidencia exige. Así las cosas, Sandra Torres, desde el Consejo de Cohesión Social,  sustituyó las funciones del gabinete y se convirtió en el centro de control del “Gobierno de Álvaro Colom”. Dese el Consejo, Torres decidía sobre el quehacer de ministros, secretarios y dependencias administrativas, convirtiéndose en la presidenta no electa de Guatemala. Y a esa historia tan inconcebible se le añadió los relatos de siempre de la política chapina: manejos poco transparentes de fondos públicos, corrupción, nepotismo.

A Sandra Torres también le podemos atribuir la bolsa solidaria, una de las políticas públicas más nefastas del país. La bolsa solidaria no es un invento genuinamente guatemalteco. Ya existía en países como Brasil, pero allí se usaba como un medio para ayudar a los sectores más vulnerables mientras se les preparaba para incorporarlos a la economía nacional, es decir, volverlos productivos. La UNE nunca se interesó en desarrollar una economía que recibiera con brazos abiertos a los pobres de Guatemala y la bolsa solidario pasó convertirse en el instrumento más eficaz de clientelismo político. Tal fue su éxito que el infame Otto Pérez Molina prometió en campaña mejorar la bolsa, y una vez en el Ejecutivo, institucionalizó los programas sociales de la UNE con la creación del Ministerio de Desarrollo Social, encargado de repartir beneficios que difícilmente sacarán a Guatemala de la pobreza.

Y si esto no fuera suficiente, Sandra Torres también es la autora de las güizachada más polémica de los últimos tiempos, de aquellas que sólo se pueden esperar de países poco civilizados como el nuestro. Su deseo de permanecer en el poder fue tal que estuvo dispuesta a sacrificar a su esposo, se divorció de Álvaro Colom para evadir, según ella y sus ilustres asesores legales,  la norma constitucional que le prohibía optar a la jefatura de estado por guardar parentesco con el presidente.

Hay que reconocer que ir a votar en la segunda vuelta es un acto de extrema fe, ignoramos por completo qué puede pasar en los próximos cuatro años. En lo personal dudo mucho que Jimmy Morales pueda hacer un buen gobierno. Sin embargo, si hay que escoger entre un novato que entra a la política sin deudas de campaña y una candidata bastante experimentada en la corruptela de la política nacional y cuya sed de poder es por todos conocida, la respuesta se hace obvia.