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Expulsar a los “vivos y transas” y retomar el rumbo.

Redacción
16 de octubre, 2015

El sueño de Guatemala es un sueño raro. Pensábamos que éramos grandes en 1821 cuando nos independizamos de España, porque en 1986 iniciamos el camino en democracia mediante en elecciones libres y transparentes cuando Vinicio Cerezo fue electo presidente. Pensábamos que éramos grandes porque en 1996, nuestro entonces presidente Alvaro Arzú, facilito la posibilidad de firmar la paz con la guerrilla, y pensábamos que éramos grandes, por estar más cerca del socio más importante del norte en comparación con los otros países de Centro América.

Hay muchos países que no se creen tan grandes, no se engañan, sino que construyen sobre los avances y dan prioridad al bien de las mayorías sobre los intereses particulares o sectoriales.

Los niños y jóvenes crecen escuchando como si fuese una estrategia para el éxito de la vida: “el vivo vive del tonto y el tonto vive de su trabajo”.

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Los corruptos nos llevaron al fracaso institucional y del sistema político. Algunos analistas dicen que el sistema no dio para más, pero no fue porque carezcamos de leyes de primer orden, instituciones y normas de control de peso y contrapeso, sino porque nos invadió la pandemia de los “pisteros y transas”. Ha sido demasiada gente mala que ha llegado a ser funcionarios públicos y empresarios, intermediarios y todo tipo de mercader de los intereses económicos, viendo que le sacaban al Estado. PUNTO. Esto ha sido así desde siempre, solo que antes se lo repartían entre menos personas. Fue en la época de Portillo cuando se abrieron las talanqueras a la bastedad, a la narco-política, lavado burdo de narco dineros, en fin, de todo lo que fuera enriquecimiento exprés.

Cuando uno estudia un poco los orígenes de las mafias Italianas, a principios del siglo pasado la misma migración al continente Americano, llevó a la Cosa Nostra a sentar bases en Argentina. Y es desde allí, que las mafias latinoamericanas fueron creando su propio modelo de operar, éstas sí muy sofisticadas, no como las burdas y caóticas “Líneas” y lavanderías que aquí establecieron nuestros ex gobernantes.

Un escritor argentino Marcos Aguinis, en su libro “El atroz encanto de ser argentinos”, analiza la viveza criolla de los Bonaerenses. Lo peor, dice es que ésta “viveza” tan estúpida, personificada por la dirigencia política, ha producido subproductos humanos: oportunistas, vividores, privilegiados a sueldo. Alimentó una inequidad social que, si bien existió siempre, nunca fue tan abismal como en la ultima década.

El vivo Chapín, tiene un efecto nefasto antisocial, destila resentimiento y envenena el respeto mutuo. Sus consecuencias son trágicas, no sólo en el campo moral, sino en los demás, incluso de gran impacto en el económico (ejemplo el descalabro de la SAT y las mafias en las aduanas). Pone en evidencia una vanidad con pies de barro, un afán de superioridad a costillas del prójimo y una energía que se diluye en acciones estériles. Son éstos, los conocemos, sabemos donde están (en Matamoros), a quienes con un sentido de urgencia tenemos que defenestrar del ejercicio de la gestión pública a futuro. No nos equivoquemos, el negocio se les daño por la bastedad y bestialidad de la ex pareja presidencial, pero como buenos empresarios, están innovando y reposicionando a sus operadores.

Los guatemaltecos tenemos que cambiar nuestros comportamientos reemplazando la cultura de la ilegalidad por el trabajo, porque el país no puede avanzar sin trabajar. Hay que cambiar la corrupción por la honestidad, el individualismo por la solidaridad, la anarquía por el respeto a las normas – el Estado de Derecho- y, en definitiva, la viveza por la inteligencia, para que nuestra Guatemala sea un país honorable y prospero.

A Sandra Torres le cuesta hablar de los temas de transparencia, siento que tiene una carga muy pesada sobre su pasada gestión ya que hay evidencia reciente de los escándalos que la rodearon en la época del gobierno de Colom.

A Jimmy Morales de verdad tiene que definir mejor su contundencia en torno a la cero tolerancia frente a la corrupción. No se trata de que se vuelva gritón como Giammatei o implacable como el estilo de Zury, pero sí por favor que se le sienta la indignación! Ni corrupto, ni ladrón, pues sí, pero expréselo mejor.

Hoy mueren más guatemaltecos por causa de la corrupción, que durante los treinta y seis años del conflicto armado. El mal de males de nuestra sociedad es la cultura de la mafia y de la ilegalidad. Se acabó la feria, se terminó la moda vuelta tendencia de hacer política para hacer fortunas. Apuesten en que en sus gobiernos la radicalización va a ser por la transparencia y por la honestidad.

Expulsar a los “vivos y transas” y retomar el rumbo.

Redacción
16 de octubre, 2015

El sueño de Guatemala es un sueño raro. Pensábamos que éramos grandes en 1821 cuando nos independizamos de España, porque en 1986 iniciamos el camino en democracia mediante en elecciones libres y transparentes cuando Vinicio Cerezo fue electo presidente. Pensábamos que éramos grandes porque en 1996, nuestro entonces presidente Alvaro Arzú, facilito la posibilidad de firmar la paz con la guerrilla, y pensábamos que éramos grandes, por estar más cerca del socio más importante del norte en comparación con los otros países de Centro América.

Hay muchos países que no se creen tan grandes, no se engañan, sino que construyen sobre los avances y dan prioridad al bien de las mayorías sobre los intereses particulares o sectoriales.

Los niños y jóvenes crecen escuchando como si fuese una estrategia para el éxito de la vida: “el vivo vive del tonto y el tonto vive de su trabajo”.

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Los corruptos nos llevaron al fracaso institucional y del sistema político. Algunos analistas dicen que el sistema no dio para más, pero no fue porque carezcamos de leyes de primer orden, instituciones y normas de control de peso y contrapeso, sino porque nos invadió la pandemia de los “pisteros y transas”. Ha sido demasiada gente mala que ha llegado a ser funcionarios públicos y empresarios, intermediarios y todo tipo de mercader de los intereses económicos, viendo que le sacaban al Estado. PUNTO. Esto ha sido así desde siempre, solo que antes se lo repartían entre menos personas. Fue en la época de Portillo cuando se abrieron las talanqueras a la bastedad, a la narco-política, lavado burdo de narco dineros, en fin, de todo lo que fuera enriquecimiento exprés.

Cuando uno estudia un poco los orígenes de las mafias Italianas, a principios del siglo pasado la misma migración al continente Americano, llevó a la Cosa Nostra a sentar bases en Argentina. Y es desde allí, que las mafias latinoamericanas fueron creando su propio modelo de operar, éstas sí muy sofisticadas, no como las burdas y caóticas “Líneas” y lavanderías que aquí establecieron nuestros ex gobernantes.

Un escritor argentino Marcos Aguinis, en su libro “El atroz encanto de ser argentinos”, analiza la viveza criolla de los Bonaerenses. Lo peor, dice es que ésta “viveza” tan estúpida, personificada por la dirigencia política, ha producido subproductos humanos: oportunistas, vividores, privilegiados a sueldo. Alimentó una inequidad social que, si bien existió siempre, nunca fue tan abismal como en la ultima década.

El vivo Chapín, tiene un efecto nefasto antisocial, destila resentimiento y envenena el respeto mutuo. Sus consecuencias son trágicas, no sólo en el campo moral, sino en los demás, incluso de gran impacto en el económico (ejemplo el descalabro de la SAT y las mafias en las aduanas). Pone en evidencia una vanidad con pies de barro, un afán de superioridad a costillas del prójimo y una energía que se diluye en acciones estériles. Son éstos, los conocemos, sabemos donde están (en Matamoros), a quienes con un sentido de urgencia tenemos que defenestrar del ejercicio de la gestión pública a futuro. No nos equivoquemos, el negocio se les daño por la bastedad y bestialidad de la ex pareja presidencial, pero como buenos empresarios, están innovando y reposicionando a sus operadores.

Los guatemaltecos tenemos que cambiar nuestros comportamientos reemplazando la cultura de la ilegalidad por el trabajo, porque el país no puede avanzar sin trabajar. Hay que cambiar la corrupción por la honestidad, el individualismo por la solidaridad, la anarquía por el respeto a las normas – el Estado de Derecho- y, en definitiva, la viveza por la inteligencia, para que nuestra Guatemala sea un país honorable y prospero.

A Sandra Torres le cuesta hablar de los temas de transparencia, siento que tiene una carga muy pesada sobre su pasada gestión ya que hay evidencia reciente de los escándalos que la rodearon en la época del gobierno de Colom.

A Jimmy Morales de verdad tiene que definir mejor su contundencia en torno a la cero tolerancia frente a la corrupción. No se trata de que se vuelva gritón como Giammatei o implacable como el estilo de Zury, pero sí por favor que se le sienta la indignación! Ni corrupto, ni ladrón, pues sí, pero expréselo mejor.

Hoy mueren más guatemaltecos por causa de la corrupción, que durante los treinta y seis años del conflicto armado. El mal de males de nuestra sociedad es la cultura de la mafia y de la ilegalidad. Se acabó la feria, se terminó la moda vuelta tendencia de hacer política para hacer fortunas. Apuesten en que en sus gobiernos la radicalización va a ser por la transparencia y por la honestidad.