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Sandra Torres, Presidente de Guatemala

Redacción
19 de octubre, 2015

No, nunca, de ninguna manera. Está en nosotros los guatemaltecos evitarlo. No hay cosa más horrenda en la vida económica y política de un país presentarse como una planificadora de la sociedad. Una Guatemala feliz, es una Guatemala en perfecta libertad libre de la coacción del Estado basado en un código moral que destruye la individualidad y los derechos más elementales de las personas.

En ningún momento dudo que los argumentos a favor de un reordenamiento sociopolítico en Guatemala deban darse. Sus argumentos a favor de subir los impuestos o buscar un gobierno con equidad de género son temas políticos. Esos son temas sociológicos o de filosofía social propios de la academia pero no de las políticas de Estado. Aumentar los impuestos ha sido la principal causa de descalabro económico. Las personas que sean funcionarios de gobierno deben ser elegidos por su capacidad de ser eficientes y no por un despotismo o un cáncer de populismo que se ha extendido por todo el mundo.

Gastar en armamento para reducir la violencia, evitar la muerte de niños con hambre o de enfermedades causadas por la paupérrima condición humana, evitar la extinción de animales y plantas. Evitar el asesinato, la tortura y los vejámenes que cada día se cometen en la sociedad. Endeudar una y otra vez al país para fortalecer programas sociales no son obligaciones de Estado ni mucho menos de quien los dirige. Son problemas de la persona humana y en tal sentido deben resolverse desde la esfera privada y no pública.

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El robo desmedido, el chantaje, el clientelismo, el populismo es una crisis del momento que no se resuelve con el cerebro de un planificador central. Debemos entender que es una crisis de época que afecta a todos los países sobre la faz de la Tierra. No existe gobierno por estructurado que esté que pueda resolver este problema.

Aventurarse a decir que los programas del gobierno solucionan los problemas es una arrogancia de todos aquellos que hunden a los pueblos en la miseria. Todas las esperanzas de cambio provocadas por Estado o sus instituciones se dilapidaron en esta transición desde la renuncia de Otto Pérez y los inicios del gobierno de Alejandro Maldonado. Un aguacero y las malas políticas para atender el desastre de su hijo que por muchos años ha sido el secretario de la Conred causaron más muertes que los terremotos de Chile o los huracanes en los Estados Unidos de América.

Los famosos argumentos de la señora Sandra Torres y su programa de gobierno para paliar la desigualdad hacen ver a borbotones su ignorancia en un problema tan complejo y a la vez tan simple cuando se entiende desde la esfera privada y no pública.

Mi desconfianza comenzó al escuchar su deseo de aumentar los impuestos que ha sido sin lugar a dudas el mayor de los males de nuestro país. El problema de la Línea se debe al excesivo control de los aranceles y las aduanas que enriquecieron a los que tenían el control de los impuestos.

En arca abierta el justo peca. En la evaluación social de los programas sociales, Guatemala no es el país feliz sino el país devastado por la avaricia y la ambición de poder de gobernantes del talante político de los que creen saber cómo gobernar Guatemala

Sandra Torres, Presidente de Guatemala

Redacción
19 de octubre, 2015

No, nunca, de ninguna manera. Está en nosotros los guatemaltecos evitarlo. No hay cosa más horrenda en la vida económica y política de un país presentarse como una planificadora de la sociedad. Una Guatemala feliz, es una Guatemala en perfecta libertad libre de la coacción del Estado basado en un código moral que destruye la individualidad y los derechos más elementales de las personas.

En ningún momento dudo que los argumentos a favor de un reordenamiento sociopolítico en Guatemala deban darse. Sus argumentos a favor de subir los impuestos o buscar un gobierno con equidad de género son temas políticos. Esos son temas sociológicos o de filosofía social propios de la academia pero no de las políticas de Estado. Aumentar los impuestos ha sido la principal causa de descalabro económico. Las personas que sean funcionarios de gobierno deben ser elegidos por su capacidad de ser eficientes y no por un despotismo o un cáncer de populismo que se ha extendido por todo el mundo.

Gastar en armamento para reducir la violencia, evitar la muerte de niños con hambre o de enfermedades causadas por la paupérrima condición humana, evitar la extinción de animales y plantas. Evitar el asesinato, la tortura y los vejámenes que cada día se cometen en la sociedad. Endeudar una y otra vez al país para fortalecer programas sociales no son obligaciones de Estado ni mucho menos de quien los dirige. Son problemas de la persona humana y en tal sentido deben resolverse desde la esfera privada y no pública.

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Aventurarse a decir que los programas del gobierno solucionan los problemas es una arrogancia de todos aquellos que hunden a los pueblos en la miseria. Todas las esperanzas de cambio provocadas por Estado o sus instituciones se dilapidaron en esta transición desde la renuncia de Otto Pérez y los inicios del gobierno de Alejandro Maldonado. Un aguacero y las malas políticas para atender el desastre de su hijo que por muchos años ha sido el secretario de la Conred causaron más muertes que los terremotos de Chile o los huracanes en los Estados Unidos de América.

Los famosos argumentos de la señora Sandra Torres y su programa de gobierno para paliar la desigualdad hacen ver a borbotones su ignorancia en un problema tan complejo y a la vez tan simple cuando se entiende desde la esfera privada y no pública.

Mi desconfianza comenzó al escuchar su deseo de aumentar los impuestos que ha sido sin lugar a dudas el mayor de los males de nuestro país. El problema de la Línea se debe al excesivo control de los aranceles y las aduanas que enriquecieron a los que tenían el control de los impuestos.

En arca abierta el justo peca. En la evaluación social de los programas sociales, Guatemala no es el país feliz sino el país devastado por la avaricia y la ambición de poder de gobernantes del talante político de los que creen saber cómo gobernar Guatemala