Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

A 55 Años del Movimiento 13 de Noviembre de 1960

Redacción
12 de noviembre, 2015

En un país tan polarizado y con heridas aún abiertas como el guatemalteco, es complicado hablar de oficiales del Ejército en buena luz sin esperar una fuerte reacción. Esto es cierto especialmente en estos días, donde muchos ex militares han sido acusados de crímenes de lesa humanidad, de integrar estructuras paralelas al poder con el fin de extraer recursos públicos y otros tanto serios delitos. El Ejército, gracias a sus manzanas podridas, gradualmente ha perdido prestigio como institución, lo cual es propio de una dinámica de satanización de colectivos que enfrasca a todos sus miembros dentro de un mismo pomo. Esto es justamente lo que motiva a rescatar de la memoria histórica aquellos individuos que arriesgaron sus vidas y sus carreras militares para cambiar de raíz a la institución castrense que, ya desde esos días, mostraba síntomas de una corrupción y descomposición que los apartaba de su doctrina. El Movimiento 13 de Noviembre de 1960 fue un movimiento estrictamente militar que, por un tema meramente circunstancial, ha sido erróneamente adjudicado con el inicio de la guerrilla y el movimiento armado en Guatemala. Esto es un legado que dista de los ideales originales del movimiento y que no honra a los héroes que lo originaron.

La contrarrevolución de 1954 liderada por una facción del ejército apoyada por los Estados Unidos cuya cabeza visible era Carlos Castillo Armas dividió a la institución y desde entonces, crecía cierta inconformidad dentro de sus filas. En 1958 llega al poder el General Miguel Ydígoras Fuentes y durante su gobierno existía un descontento popular debido a la corrupción, compadrazgo, nepotismo e incapacidad que exhibían. Adicionalmente, los altos mandos el Ejército se servían de grandes extensiones de tierra a su antojo, incursaban desde ya en contrabando de aduanas y utilizaban a las tropas para reprimir protestas populares. El Ejército se había politizado y separado de su doctrina. Aunado a lo anterior, y tal vez la gota que derramó el vaso, fue el hecho que Ydígoras haya prestado al país, específicamente la Finca Helvetia en Retalhuleu (propiedad de Roberto Alejos Arzú) para que Estados Unidos pudiese entrenar tropas mercenarias y así invadir la Bahía de Cochinos en Cuba con el objetivo de derrocar a Fidel Castro. Dicho acto amedrentaba y comprometía la soberanía y dignidad nacional.

Ante esta situación, tres jóvenes oficiales: el Mayor Luis Alfonso Prera Sierra y los capitanes Ricardo Cordón y Marco Tulio Contreras Cisneros, dispusieron organizar un movimiento de carácter exclusivamente militar para derrocar a Ydígoras, renovar la Constitución vigente, convocar a elecciones libres lo más pronto posible y, una vez electas las nuevas autoridades, regresar a los cuarteles. Dentro de estos objetivos se pretendía rescatar al Ejército, profesionalizarlo y despolitizarlo. Es esencial destacar dos aspectos en este planteamiento: en ningún momento fue la aspiración de estos oficiales dictatorial o de perpetuación en el poder, buscaba más bien un restablecimiento democrático muy avanzado a su tiempo y, principalmente, el movimiento no se consideraba a sí mismo ni comunista ni anti-comunista, sino nacionalista. A estos tres oficiales se les unieron los coroneles Roberto Castillo y Ahmed Castillo Domínguez que conformaron la Junta Directiva de la Hermandad del Niño Dios, organización pantalla para poder identificarse.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Los hechos que acontecieron durante el Movimiento (que se adelantó a su fecha original del 1 de noviembre de 1961) son ya parte de la historia: objetivos estratégicos como la toma de la Fuerza Aérea y las bases de Zacapa y Puerto Barrios y, principalmente el arresto del General Ydígoras así como la declaración de “non-grato” del entonces embajador estadounidense John Peurifoy, se vieron frustrados debido a la precipitación forzada del estallido, problemas logísticos y algunas deserciones. Los 42 miembros que participaron activamente en el Movimiento tuvieron que huir a Honduras y El Salvador.

Hay un hecho, de enero de 1961, que cambiará por completo el rumbo del país y que, por temas circunstanciales y probablemente porque el destino así lo quiso, alterará el legado del Movimiento. En una reunión de oficiales, el Teniente Marco Antonio Yon Sosa, quien no pertenecía al Movimiento, sino que estando arrestado en el Cuartel General junto al Capitán Arturo Chur Del Dic se incorporó a las armas un día antes del estallido del mismo, tomó la palabra para indicar que había tomado la determinación de organizar la guerrilla contra el gobierno, que el dinero para esta misión se lo quitaría a los ricos y el armamento al Ejército. El Mayor Prera le reprimió diciéndole que su objetivo había sido derrocar a Ydígoras y que el Movimiento había fracasado. Solamente 6 jóvenes oficiales siguieron a Yon Sosa, quienes eventualmente estrecharon vínculos con el Partido Guatemalteco de Trabajo (PGT) y formaron las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) dando así inicio a la Guerra Civil en Guatemala. Ese grupo inicial de insurrectos liderados por Yon Sosa se denominó el MR-13 (Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre) tomando como base el Movimiento ya descrito e indebidamente ligándolos entre sí ya que contaban con ideales y objetivos diametralmente opuestos.

Volvamos al 2015 y dimensionemos la labor de estos oficiales, que valientemente tomaron una actitud de inconformidad y denuncia dentro de una institución que premia la disciplina y el acatamiento de órdenes jerárquicas. Recordemos que el Movimiento 13 de Noviembre de 1960 no incluyó a ningún alto mando de la época, que su carácter era exclusivamente militar (se excluyó deliberadamente a cualquier civil tanto de su participación como de su carácter de objetivo estratégico), y que no estuvo influenciado por corrientes ideológicas al buscar principalmente la reivindicación de la institución armada y defender la soberanía nacional. En este reciente despertar ciudadano, es importante valorar aquellos individuos que se atrevieron a alzar su voz, a denunciar la corrupción y demostrar, con sus hechos, el compromiso hacia el país –como muchos lo hacen hoy. En la víspera del 55º aniversario del Movimiento 13 de Noviembre de 1960, recordamos a aquellos jóvenes oficiales: Prera, Castillo, Castillo Domínguez, Contreras y Cordón que creyeron que un cambio era posible al saber diferenciar entre lealtad y soberanía a los típicos golpes de estado militares que solamente cambiaron de manos el poder pero que transmitían los mismos vicios y que, si bien fracasaron en su intento, su legado permanece hoy.

*Relatos tomados del documento “Movimiento 13 de Noviembre de 1960: Resumen de su Historia” del Mayor Luis Alfonso Prera Sierra, fundador del Movimiento

Jorge V. Ávila Prera

@JorgeAvilaPrera

A 55 Años del Movimiento 13 de Noviembre de 1960

Redacción
12 de noviembre, 2015

En un país tan polarizado y con heridas aún abiertas como el guatemalteco, es complicado hablar de oficiales del Ejército en buena luz sin esperar una fuerte reacción. Esto es cierto especialmente en estos días, donde muchos ex militares han sido acusados de crímenes de lesa humanidad, de integrar estructuras paralelas al poder con el fin de extraer recursos públicos y otros tanto serios delitos. El Ejército, gracias a sus manzanas podridas, gradualmente ha perdido prestigio como institución, lo cual es propio de una dinámica de satanización de colectivos que enfrasca a todos sus miembros dentro de un mismo pomo. Esto es justamente lo que motiva a rescatar de la memoria histórica aquellos individuos que arriesgaron sus vidas y sus carreras militares para cambiar de raíz a la institución castrense que, ya desde esos días, mostraba síntomas de una corrupción y descomposición que los apartaba de su doctrina. El Movimiento 13 de Noviembre de 1960 fue un movimiento estrictamente militar que, por un tema meramente circunstancial, ha sido erróneamente adjudicado con el inicio de la guerrilla y el movimiento armado en Guatemala. Esto es un legado que dista de los ideales originales del movimiento y que no honra a los héroes que lo originaron.

La contrarrevolución de 1954 liderada por una facción del ejército apoyada por los Estados Unidos cuya cabeza visible era Carlos Castillo Armas dividió a la institución y desde entonces, crecía cierta inconformidad dentro de sus filas. En 1958 llega al poder el General Miguel Ydígoras Fuentes y durante su gobierno existía un descontento popular debido a la corrupción, compadrazgo, nepotismo e incapacidad que exhibían. Adicionalmente, los altos mandos el Ejército se servían de grandes extensiones de tierra a su antojo, incursaban desde ya en contrabando de aduanas y utilizaban a las tropas para reprimir protestas populares. El Ejército se había politizado y separado de su doctrina. Aunado a lo anterior, y tal vez la gota que derramó el vaso, fue el hecho que Ydígoras haya prestado al país, específicamente la Finca Helvetia en Retalhuleu (propiedad de Roberto Alejos Arzú) para que Estados Unidos pudiese entrenar tropas mercenarias y así invadir la Bahía de Cochinos en Cuba con el objetivo de derrocar a Fidel Castro. Dicho acto amedrentaba y comprometía la soberanía y dignidad nacional.

Ante esta situación, tres jóvenes oficiales: el Mayor Luis Alfonso Prera Sierra y los capitanes Ricardo Cordón y Marco Tulio Contreras Cisneros, dispusieron organizar un movimiento de carácter exclusivamente militar para derrocar a Ydígoras, renovar la Constitución vigente, convocar a elecciones libres lo más pronto posible y, una vez electas las nuevas autoridades, regresar a los cuarteles. Dentro de estos objetivos se pretendía rescatar al Ejército, profesionalizarlo y despolitizarlo. Es esencial destacar dos aspectos en este planteamiento: en ningún momento fue la aspiración de estos oficiales dictatorial o de perpetuación en el poder, buscaba más bien un restablecimiento democrático muy avanzado a su tiempo y, principalmente, el movimiento no se consideraba a sí mismo ni comunista ni anti-comunista, sino nacionalista. A estos tres oficiales se les unieron los coroneles Roberto Castillo y Ahmed Castillo Domínguez que conformaron la Junta Directiva de la Hermandad del Niño Dios, organización pantalla para poder identificarse.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Los hechos que acontecieron durante el Movimiento (que se adelantó a su fecha original del 1 de noviembre de 1961) son ya parte de la historia: objetivos estratégicos como la toma de la Fuerza Aérea y las bases de Zacapa y Puerto Barrios y, principalmente el arresto del General Ydígoras así como la declaración de “non-grato” del entonces embajador estadounidense John Peurifoy, se vieron frustrados debido a la precipitación forzada del estallido, problemas logísticos y algunas deserciones. Los 42 miembros que participaron activamente en el Movimiento tuvieron que huir a Honduras y El Salvador.

Hay un hecho, de enero de 1961, que cambiará por completo el rumbo del país y que, por temas circunstanciales y probablemente porque el destino así lo quiso, alterará el legado del Movimiento. En una reunión de oficiales, el Teniente Marco Antonio Yon Sosa, quien no pertenecía al Movimiento, sino que estando arrestado en el Cuartel General junto al Capitán Arturo Chur Del Dic se incorporó a las armas un día antes del estallido del mismo, tomó la palabra para indicar que había tomado la determinación de organizar la guerrilla contra el gobierno, que el dinero para esta misión se lo quitaría a los ricos y el armamento al Ejército. El Mayor Prera le reprimió diciéndole que su objetivo había sido derrocar a Ydígoras y que el Movimiento había fracasado. Solamente 6 jóvenes oficiales siguieron a Yon Sosa, quienes eventualmente estrecharon vínculos con el Partido Guatemalteco de Trabajo (PGT) y formaron las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) dando así inicio a la Guerra Civil en Guatemala. Ese grupo inicial de insurrectos liderados por Yon Sosa se denominó el MR-13 (Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre) tomando como base el Movimiento ya descrito e indebidamente ligándolos entre sí ya que contaban con ideales y objetivos diametralmente opuestos.

Volvamos al 2015 y dimensionemos la labor de estos oficiales, que valientemente tomaron una actitud de inconformidad y denuncia dentro de una institución que premia la disciplina y el acatamiento de órdenes jerárquicas. Recordemos que el Movimiento 13 de Noviembre de 1960 no incluyó a ningún alto mando de la época, que su carácter era exclusivamente militar (se excluyó deliberadamente a cualquier civil tanto de su participación como de su carácter de objetivo estratégico), y que no estuvo influenciado por corrientes ideológicas al buscar principalmente la reivindicación de la institución armada y defender la soberanía nacional. En este reciente despertar ciudadano, es importante valorar aquellos individuos que se atrevieron a alzar su voz, a denunciar la corrupción y demostrar, con sus hechos, el compromiso hacia el país –como muchos lo hacen hoy. En la víspera del 55º aniversario del Movimiento 13 de Noviembre de 1960, recordamos a aquellos jóvenes oficiales: Prera, Castillo, Castillo Domínguez, Contreras y Cordón que creyeron que un cambio era posible al saber diferenciar entre lealtad y soberanía a los típicos golpes de estado militares que solamente cambiaron de manos el poder pero que transmitían los mismos vicios y que, si bien fracasaron en su intento, su legado permanece hoy.

*Relatos tomados del documento “Movimiento 13 de Noviembre de 1960: Resumen de su Historia” del Mayor Luis Alfonso Prera Sierra, fundador del Movimiento

Jorge V. Ávila Prera

@JorgeAvilaPrera