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El ajedrez centroamericano

Redacción
24 de noviembre, 2015

Todavía tengo recuerdos de la euforia mediática que ocasionó en su momento el famoso encuentro por el campeonato mundial de ajedrez que celebraron en Islandia el polémico ajedrecista norteamericano Bobby Fischer y el estoico campeón ruso Boris Spassky. Siempre se dijo que aquél encuentro era bastante más que un simple torneo del deporte ciencia. Era la guerra fría trasladada a los 64 cuadros del tablero y a las 32 piezas sobre él. Y en efecto, a este torneo se vieron arrastrados irresistiblemente medios de comunicación, federaciones deportivas, empresarios adinerados, analistas políticos y hasta el propio Presidente Nixon.

Menciono esta historia porque si en aquella época era el deporte convertido en tablero político, hoy en Centroamérica pareciera que estamos caminando por una ruta similar, es decir la ruta de la política mundial jugando a una nueva especie de ajedrez sobre un tablero geográfico. Algunos podrán decir que se exagera la analogía; que Centroamérica dejó de ser un lugar interesante para las potencias hace mucho tiempo. Que fuimos únicamente su patio trasero para dirimir escaramuzas que les permitieron desahogarse entre ellos sin dispararse un tiro. Quizá sí. Sin embargo esto de que ya no tenemos valor estratégico está por verse.

Me remito a algunas pruebas para someter mi hipótesis a comprobación. Hace algún tiempo, el Canciller Chino hizo una gira por América Latina, explorando la posibilidad de recurrir a lo que ellos consideran es un inmenso granero, buscando con ello alternativas de suministro de granos básicos y otros productos alimenticios para su apetente y multimillonaria población. Aquél viaje se perdió en la bruma del tiempo, pero prefiguraba ya un primer interés del gigante dormido por este lado del océano Pacífico. Sin embargo y con nuevos movimientos de piezas, esta vez mucho más notorios, la inversión china comenzó a fluir en la región centroamericana, presentándose en ocasiones como meras iniciativas privadas y otras con el sello no oficial del Partido. Ejemplos de ello fue la generosa donación de un estadio deportivo a la altamente” futbolizada” sociedad costarricense, en una especie de agradecimiento por la decisión tica de abrir relaciones comerciales con Beijing.

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Hasta aquí todo bien. Pero dos movidas de tuerca adicionales han sonado las alarmas en Washington. La primera, un colosal proyecto de canal transoceánico alternativo que los Chinos están amarrando en Nicaragua. Algunos afirman que aquello no llegara a mover un milímetro de tierra, pero todo el andamiaje de negocios periféricos que esto puede representar no solo a al clan Ortega sino también a sus voraces socios orientales, eso sí que tiene visos de concretarse. Porque una cosa es regalar un estadio y otra muy diferente es tener una especie de “Pied a terre” en el mismísimo ombligo del istmo. Y para agregar más picante al caldo y mover un poco más la frontera de la influencia al norte del Golfo de Fonseca, las campañas electorales en los países del triángulo norte han comenzado a recibir generosos aportes chinos, que vienen acompañados de la presencia de empresas de construcción y de otros productos destinados para las grandes adquisiciones de obra pública de este país. Guatemala no ha sido la excepción.

Es en ese momento en que el jugador poderoso que los chinos tienen enfrente no ha podido resistirse a la tentación de hacer su propio movimiento táctico. De súbito y después de tantos años de no generar una sola letra de tinta en los informes globales que se discuten en la capital americana, la presencia del Vicepresidente Biden en la región y toda una estrategia desarrollada en torno al Plan de la prosperidad comienzan a desplegarse con inusitada energía allí en los tres países en donde los Chinos aun no son vistos como amigos, socios o filántropos. A ello podemos sumar también la renovada dirección estratégica que el gobierno americano ha dado a la Comisión contra la Impunidad en Guatemala, que habiendo inicialmente perseguido desde rufianes de cuello blanco hasta roba vueltos enquistados en la administración pública, ya ha llegado ahora a desarrollar la penetración institucional y estratégica necesaria para hacer inteligencia sobre estructuras más pesadas como aquellas asociadas al terrorismo, la mafia de migrantes, la de inversiones extractivas de recursos minerales potencialmente peligrosos para la seguridad nacional americana y las dedicadas al trasiego de armas. Allí el valor de un esquema como el de comisión tiene un sentido más estratégico. Tan es así que ahora se discute incluso llevar este ejercicio a los otros países del triángulo norte. Casi se podría afirmar que las torres, los alfiles y los caballos americanos ya están desplegados para capturar el necesario terreno en el centro del tablero de ajedrez.

Quizá es muy temprano para decir que Centroamérica se ha convertido en el nuevo Magreb, en el Cáucaso o en el levante de los próximos años. Cierto es también que aquellas alineaciones tan evidentes de la época de la guerra fría hoy no han llegado y quizá ni llegarán a hacerse evidentes en el futuro cercano. Pero hay que decir que las líneas de demarcación empiezan a dibujarse y que será muy interesante ver como este ajedrez continuará jugándose frente a nuestros propios ojos. Como en toda buena partida, cada movimiento tiene su sentido y hay que calcular siempre con dos o tres movimientos de anticipación. Es tiempo pues que nuestros internacionalistas relean el match Fischer-Spassky no con ánimo de entretenimiento sino con un afán meramente prospectivo.

El ajedrez centroamericano

Redacción
24 de noviembre, 2015

Todavía tengo recuerdos de la euforia mediática que ocasionó en su momento el famoso encuentro por el campeonato mundial de ajedrez que celebraron en Islandia el polémico ajedrecista norteamericano Bobby Fischer y el estoico campeón ruso Boris Spassky. Siempre se dijo que aquél encuentro era bastante más que un simple torneo del deporte ciencia. Era la guerra fría trasladada a los 64 cuadros del tablero y a las 32 piezas sobre él. Y en efecto, a este torneo se vieron arrastrados irresistiblemente medios de comunicación, federaciones deportivas, empresarios adinerados, analistas políticos y hasta el propio Presidente Nixon.

Menciono esta historia porque si en aquella época era el deporte convertido en tablero político, hoy en Centroamérica pareciera que estamos caminando por una ruta similar, es decir la ruta de la política mundial jugando a una nueva especie de ajedrez sobre un tablero geográfico. Algunos podrán decir que se exagera la analogía; que Centroamérica dejó de ser un lugar interesante para las potencias hace mucho tiempo. Que fuimos únicamente su patio trasero para dirimir escaramuzas que les permitieron desahogarse entre ellos sin dispararse un tiro. Quizá sí. Sin embargo esto de que ya no tenemos valor estratégico está por verse.

Me remito a algunas pruebas para someter mi hipótesis a comprobación. Hace algún tiempo, el Canciller Chino hizo una gira por América Latina, explorando la posibilidad de recurrir a lo que ellos consideran es un inmenso granero, buscando con ello alternativas de suministro de granos básicos y otros productos alimenticios para su apetente y multimillonaria población. Aquél viaje se perdió en la bruma del tiempo, pero prefiguraba ya un primer interés del gigante dormido por este lado del océano Pacífico. Sin embargo y con nuevos movimientos de piezas, esta vez mucho más notorios, la inversión china comenzó a fluir en la región centroamericana, presentándose en ocasiones como meras iniciativas privadas y otras con el sello no oficial del Partido. Ejemplos de ello fue la generosa donación de un estadio deportivo a la altamente” futbolizada” sociedad costarricense, en una especie de agradecimiento por la decisión tica de abrir relaciones comerciales con Beijing.

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Es en ese momento en que el jugador poderoso que los chinos tienen enfrente no ha podido resistirse a la tentación de hacer su propio movimiento táctico. De súbito y después de tantos años de no generar una sola letra de tinta en los informes globales que se discuten en la capital americana, la presencia del Vicepresidente Biden en la región y toda una estrategia desarrollada en torno al Plan de la prosperidad comienzan a desplegarse con inusitada energía allí en los tres países en donde los Chinos aun no son vistos como amigos, socios o filántropos. A ello podemos sumar también la renovada dirección estratégica que el gobierno americano ha dado a la Comisión contra la Impunidad en Guatemala, que habiendo inicialmente perseguido desde rufianes de cuello blanco hasta roba vueltos enquistados en la administración pública, ya ha llegado ahora a desarrollar la penetración institucional y estratégica necesaria para hacer inteligencia sobre estructuras más pesadas como aquellas asociadas al terrorismo, la mafia de migrantes, la de inversiones extractivas de recursos minerales potencialmente peligrosos para la seguridad nacional americana y las dedicadas al trasiego de armas. Allí el valor de un esquema como el de comisión tiene un sentido más estratégico. Tan es así que ahora se discute incluso llevar este ejercicio a los otros países del triángulo norte. Casi se podría afirmar que las torres, los alfiles y los caballos americanos ya están desplegados para capturar el necesario terreno en el centro del tablero de ajedrez.

Quizá es muy temprano para decir que Centroamérica se ha convertido en el nuevo Magreb, en el Cáucaso o en el levante de los próximos años. Cierto es también que aquellas alineaciones tan evidentes de la época de la guerra fría hoy no han llegado y quizá ni llegarán a hacerse evidentes en el futuro cercano. Pero hay que decir que las líneas de demarcación empiezan a dibujarse y que será muy interesante ver como este ajedrez continuará jugándose frente a nuestros propios ojos. Como en toda buena partida, cada movimiento tiene su sentido y hay que calcular siempre con dos o tres movimientos de anticipación. Es tiempo pues que nuestros internacionalistas relean el match Fischer-Spassky no con ánimo de entretenimiento sino con un afán meramente prospectivo.