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Francis Fisher: “También soy víctima de la estafa de Bancafé”

Redacción República
27 de noviembre, 2015

Poco se iba a imaginar Francis Frederick Fisher Theriot que luego de una esmerada educación y una larga carrera empresarial y docente pasaría 40 meses en la cárcel, luego de verse enredado en el complicado caso del Banco del Café (Bancafé).

Se sabe que son alrededor 3 mil quienes fueron afectados por malos manejos en dicha entidad bancaria, todos juntos perdieron unos Q150 millones. Sin embargo, Fisher Theriot no se siente culpable de esto sino más bien una víctima más. No solo perdió la libertad, también el patrimonio que junto a su familia forjó a través de varias empresas. Luego de vivir con ciertas comodidades ahora busca maneras de ganarse la vida no solo para sostenerse sino para seguir con el caso legal en su contra. No obstante, lo acusan de “esconder” Q144 millones.

República.gt se reunió con él para que diera detalles de la odisea que le ha tocado vivir. Es un amable hombre de 66 años de maneras gentiles, vestido de manera casual y cómoda. Ya nada de corbatas y trajes ejecutivos, que eran prácticamente su uniforme en el pasado.

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Se sienta y despliega numerosos papeles de los que sobresalen unos amarillos escritos a mano por él. Comenta que “eso no es nada”, en su casa el escritorio está repleto de expedientes sobre su caso, 80 mil páginas de documentos en los que se explican detalles de este complejo caso para la justicia.

Luego escuchar que queremos oír su historia desde una perspectiva más humana que legal, levanta la vista de los papeles y parece tomar aire para contar una historia que, a todas luces, le sigue doliendo.

Empresas golpeadas por crisis

Su familia había tenido una larga trayectoria como sólidos empresarios generadores de riqueza y empleos desde la década de los 40. Su familia paterna es conocida principalmente por el Grupo Fisher, distribuidor de vehículos de varias marcas, pero también poseían las financieras Credisa y Fidesa, el entonces Hotel Dorado (hoy Barceló) y Central Motriz.

Estudió en el Liceo Javier y luego fue a estudiar administración de empresas a Estados Unidos. Regresó a empezar a trabajar con su abuelo, de quien dice fue su mejor escuela. “Me dijo vas a estar aquí un año sin oír, sin interrumpir. Luego platicamos”, recuerda.

Luego de casarse con Patricia Olivero Rivera, quien fue su novia desde el colegio, regresa a Estados Unidos para sacar una maestría también en administración. Ya con hijos y con un pos grado, se integra al grupo empresarial de la familia a trabajar.

Antes de la década de los 80 la banca no daba financiamientos para comprar vehículos, por lo que el Grupo Fisher fue de los primeros en darlo. Así nació Multibanco que, según observadores, eran un banco pequeño pero sólido.

Todo fue bien hasta 1998 cuando sucedió una crisis de una las exportadoras de café más importantes del país: Agrocomercial. Hubo iliquidez del sistema financiero, dicha empresa de café no pudo pagar a los bancos, uno de ellos Multibanco que por su tamaño no pudo soportar.

De esa cuenta aquel próspero conglomerado empresarial empezó a debilitarse y a disminuirse. Francis Fisher dice que su familia hizo hasta lo imposible por no quedar mal con los cuentahabientes de Multibanco. “La familia tomó la pérdida para pagarle a todos, en el año 2001 el Grupo Fisher se estaba desintegrando”, relata.

Por salvarse se hunden más

Manuel Eduardo González, de Bancafé, en medio de la crisis visitó a Fischer. “Guayito llegó con Martín Argueta, ahora prófugo, ellos me hicieron creer que lo mejor que podíamos hacer para salvarnos era hacer una fusión con ellos, así que la familia accedió”, señala. Considera que la buena reputación de esa entidad los terminó de convencer en 2002.

Como parte de la negociación entregaron Q129 millones supuestamente para poderse fusionar y ellos recibirían unas acciones. En esas épocas se creía que Bancafé era de los bancos más sólidos, incluso se contrató a una firma de prestigio internacional, KPMG, para que supervisaran el proceso. “Ellos nos informaron que todo estaba bien pero en realidad sobrevaluaron a Bancafé”, asegura.

Fisher tomó posesión como director de Bancafé pues era parte de la negociación pero dice que en realidad él no tomaba parte de las decisiones, solo cumplía con los compromisos adquiridos de la fusión. Finalmente lo finiquitaron y se retiró en 2004 pensando que todo se había hecho bien. “Salí contento a pesar de haber perdido nuestro patrimonio, pero sentí que había honrado los compromisos de nuestra familia y que hicimos bien las cosas”, afirma.

Un año después en 2005 se formalizó el Grupo Financiero del País, que incluía a Bancafé y Bancafé International. En 2006 estalló el escándalo de cómo estafaron a muchos de sus depositantes y empezaron las investigaciones.

En ese entonces, Fisher se dedicaba a la docencia universitaria y a dar consultoría acerca de negocios familiares. “Nunca supe qué pasó con el dinero que entregamos ni con las acciones que nos darían a cambio”, dice. Lejos estaba de imaginar que las pesquisas que empezó a hacer el Ministerio Público lo incluirían dentro de la estafa a pesar que se trataba de otra entidad que él no dirigió: Bancafé International.

Finalmente, basándose en los documentos encontrados, cinco años después acusan a Fisher de haber escondido no solo esos Q129 millones sino otras cifras que hacen un total de Q144 millones. “La realidad fue que a lo interno del banco ocultaron ese dinero dentro de su contabilidad, así como las acciones que nos correspondían, a pesar de que nosotros tenemos documentos que prueban nuestra versión”, refiere.

La vida cambió en un momento

Fischer recuerda muy bien el día que lo apresaron para llevarlo a la Torre de Tribunales. Estaba en su casa calificando exámenes de sus alumnos el 19 de diciembre 2011. Se sintió mal y fue a la farmacia, en su ausencia rodearon su casa con agentes del ejército y policías. Su esposa lo llamó y él regresó a ver qué estaba sucediendo, le pusieron esposas y lo subieron a una patrulla.

Era parte del proceso contra el consejo de administración de Bancafé. Ese día lo ligaron a proceso y su vida cambió para siempre pues fue ingresado a prisión preventiva.

Lo encontrado en Bancafé incriminó a Fisher como estafador porque no reportaron que su familia Fisher ya había pagado ese dinero. Ellos consideran que esto es apenas una de las maniobras que se hicieron a lo interno de esa entidad y que fue pasado por alto por los auditores de KPMG.

Por esto último se cree que esa firma internacional también era cómplice por lo que fueron ligados a proceso aunque posteriormente la acusación fue desestimada por el MP. “Sorprendentemente Price Waterhouse, otra empresa internacional, apeló esta decisión y presentó pruebas de que sí estuvieron involucrados en la estafa”, comenta Fisher.

Otra acusación en su contra es que tenía el deber jurídico como director de haber evitado lo que pasó, a pesar de que no tenía que ver con Bancafé International que se unió a Bancafé después que él se fue.

Quienes defienden legalmente a Fisher consideran que Bancafé no era lo que aparentaba y que tenía problemas internos. Señalan que buscaban cómo salir de su situación a costa de otros, incluso sus despositantes y empresas en apuros como Multibanco.

Todos esos manejos podrían también estar orientados a sacar la máxima ganancia de la situación. Por poco lo logran porque según reportes Scotia Bank estuvo a punto de comprar Bancafé antes del escándalo.

Estafado y decepcionado

A Fisher muchos no le creen que lo hayan engañado de esa manera, pero él dice que así fue porque le escondieron la verdad de las cosas. Confió en quienes le ofrecieron sacar a su familia de un problema muy grave, pero los metieron a otro peor que no termina.

Su prisión preventiva se alargó a 40 meses y ha vivido en carne propia la lentitud de la justicia en el país. Pudo conocer los detalles de la investigación hasta dos años después de ser encarcelado. Y a pesar de ya estar ligado a proceso, todavía no ha empezado el proceso penal. “Esto es algo que puede pasarle a cuaqluiera, es una total injusticia”, considera.

En abril de este año logró una medida sustitutiva para recuperar su libertad aunque condicionada. En esa oportunidad no hubo apelaciones. “Quizá en esos tres años y cuatro meses pudieron darse cuenta que no soy parte de los que orquestaron la estafa en Bancafé”, se pregunta.

“Considero que en mi caso se han cometido muchas injusticias, la primera es que me califican de estafador cuando yo mismo fui estafado, al igual que las otras 3 mil personas”, señala.

Lo citaron para este 4 de diciembre para revisar su caso y es probable que le quiten la medida sustitutiva, a pesar de que no hay peligro de fuga ni de que quiera interferir con la justicia. “Tengo la conciencia limpia y soy el primero que quiere que se conozca la verdad”, dice.

Agrega que está asustado, ahora lo más importante para él es prepararse para evitar la espantosa situación de volver a prisión.

Algo que no le desea a nadie

Cuarenta meses en la cárcel preventiva de la zona 18 son difícil de imaginar, más para alguien de la tercera edad que padece de ciertos problemas de salud. Afirma que sin el apoyo de su familia y amigos no hubiera podido salir adelante.

“El mal se debe combatir con el bien, sobrevivir en una cárcel es complicado. Hay que ser respetuoso, cauteloso, prudente. Me tocó talachar, es decir hacer limpieza, pero lo hice con alegría, sin protestar”, asegura.

A veces no había agua y le tocó bañarse con agua comprada y a guacalazos, también le daban comida fría pero asegura que le daba Gracias a Dios. “Lo más tremendo y duro es saber lo que está sufriendo su familia, sobre todo para ir a verlo a uno”, dice con evidente dolor.

“Hacían largas colas, pasaban sol, lluvía, frío, viento, polvo. Pero lo más impactante son los registros, sobre todo para las mujeres. Mi nieta quiso visitarme, entonces tenía 14 años y se sintió ultrajada por la revisión que tuvo que pasar, no quiso regresar con toda razón”.

Su esposa fue su mayor apoyo, han estado juntos más de 50 años. Siguió a su lado en estas circunstancias aun corriendo peligro, por ejemplo un día ocurrió un motín y ella estaba allí, sin embargo pudo salir a tiempo.

Pero en otra ocasión saliendo de verlo tuvo un accidente que casi le cuesta la vida, estuvo grave muchas semanas, hasta tuvo que aprender a caminar de nuevo. “Yo allá adentro sin poder hacer nada. No nos vimos por seis meses y finalmente me partió el corazón verla bajar las decenas de gradas del preventivo caminando con dificultad con un bastón”, cuenta con la voz quebrada.

Francis Fisher considera que la cárcel debilita a las personas en su humanidad, lo cual hace difícil todo el proceso legal. “La experiencia me cambió la perspectiva de vida, a pesar que tenía medios siempre fui una persona sencilla. Ahora lo único que quiero es estar con mis seres queridos, aprendí a no protestar por nada y a agradecer todo porque un día se tiene y al otro ya no”, finaliza.

Francis Fisher: “También soy víctima de la estafa de Bancafé”

Redacción República
27 de noviembre, 2015

Poco se iba a imaginar Francis Frederick Fisher Theriot que luego de una esmerada educación y una larga carrera empresarial y docente pasaría 40 meses en la cárcel, luego de verse enredado en el complicado caso del Banco del Café (Bancafé).

Se sabe que son alrededor 3 mil quienes fueron afectados por malos manejos en dicha entidad bancaria, todos juntos perdieron unos Q150 millones. Sin embargo, Fisher Theriot no se siente culpable de esto sino más bien una víctima más. No solo perdió la libertad, también el patrimonio que junto a su familia forjó a través de varias empresas. Luego de vivir con ciertas comodidades ahora busca maneras de ganarse la vida no solo para sostenerse sino para seguir con el caso legal en su contra. No obstante, lo acusan de “esconder” Q144 millones.

República.gt se reunió con él para que diera detalles de la odisea que le ha tocado vivir. Es un amable hombre de 66 años de maneras gentiles, vestido de manera casual y cómoda. Ya nada de corbatas y trajes ejecutivos, que eran prácticamente su uniforme en el pasado.

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Se sienta y despliega numerosos papeles de los que sobresalen unos amarillos escritos a mano por él. Comenta que “eso no es nada”, en su casa el escritorio está repleto de expedientes sobre su caso, 80 mil páginas de documentos en los que se explican detalles de este complejo caso para la justicia.

Luego escuchar que queremos oír su historia desde una perspectiva más humana que legal, levanta la vista de los papeles y parece tomar aire para contar una historia que, a todas luces, le sigue doliendo.

Empresas golpeadas por crisis

Su familia había tenido una larga trayectoria como sólidos empresarios generadores de riqueza y empleos desde la década de los 40. Su familia paterna es conocida principalmente por el Grupo Fisher, distribuidor de vehículos de varias marcas, pero también poseían las financieras Credisa y Fidesa, el entonces Hotel Dorado (hoy Barceló) y Central Motriz.

Estudió en el Liceo Javier y luego fue a estudiar administración de empresas a Estados Unidos. Regresó a empezar a trabajar con su abuelo, de quien dice fue su mejor escuela. “Me dijo vas a estar aquí un año sin oír, sin interrumpir. Luego platicamos”, recuerda.

Luego de casarse con Patricia Olivero Rivera, quien fue su novia desde el colegio, regresa a Estados Unidos para sacar una maestría también en administración. Ya con hijos y con un pos grado, se integra al grupo empresarial de la familia a trabajar.

Antes de la década de los 80 la banca no daba financiamientos para comprar vehículos, por lo que el Grupo Fisher fue de los primeros en darlo. Así nació Multibanco que, según observadores, eran un banco pequeño pero sólido.

Todo fue bien hasta 1998 cuando sucedió una crisis de una las exportadoras de café más importantes del país: Agrocomercial. Hubo iliquidez del sistema financiero, dicha empresa de café no pudo pagar a los bancos, uno de ellos Multibanco que por su tamaño no pudo soportar.

De esa cuenta aquel próspero conglomerado empresarial empezó a debilitarse y a disminuirse. Francis Fisher dice que su familia hizo hasta lo imposible por no quedar mal con los cuentahabientes de Multibanco. “La familia tomó la pérdida para pagarle a todos, en el año 2001 el Grupo Fisher se estaba desintegrando”, relata.

Por salvarse se hunden más

Manuel Eduardo González, de Bancafé, en medio de la crisis visitó a Fischer. “Guayito llegó con Martín Argueta, ahora prófugo, ellos me hicieron creer que lo mejor que podíamos hacer para salvarnos era hacer una fusión con ellos, así que la familia accedió”, señala. Considera que la buena reputación de esa entidad los terminó de convencer en 2002.

Como parte de la negociación entregaron Q129 millones supuestamente para poderse fusionar y ellos recibirían unas acciones. En esas épocas se creía que Bancafé era de los bancos más sólidos, incluso se contrató a una firma de prestigio internacional, KPMG, para que supervisaran el proceso. “Ellos nos informaron que todo estaba bien pero en realidad sobrevaluaron a Bancafé”, asegura.

Fisher tomó posesión como director de Bancafé pues era parte de la negociación pero dice que en realidad él no tomaba parte de las decisiones, solo cumplía con los compromisos adquiridos de la fusión. Finalmente lo finiquitaron y se retiró en 2004 pensando que todo se había hecho bien. “Salí contento a pesar de haber perdido nuestro patrimonio, pero sentí que había honrado los compromisos de nuestra familia y que hicimos bien las cosas”, afirma.

Un año después en 2005 se formalizó el Grupo Financiero del País, que incluía a Bancafé y Bancafé International. En 2006 estalló el escándalo de cómo estafaron a muchos de sus depositantes y empezaron las investigaciones.

En ese entonces, Fisher se dedicaba a la docencia universitaria y a dar consultoría acerca de negocios familiares. “Nunca supe qué pasó con el dinero que entregamos ni con las acciones que nos darían a cambio”, dice. Lejos estaba de imaginar que las pesquisas que empezó a hacer el Ministerio Público lo incluirían dentro de la estafa a pesar que se trataba de otra entidad que él no dirigió: Bancafé International.

Finalmente, basándose en los documentos encontrados, cinco años después acusan a Fisher de haber escondido no solo esos Q129 millones sino otras cifras que hacen un total de Q144 millones. “La realidad fue que a lo interno del banco ocultaron ese dinero dentro de su contabilidad, así como las acciones que nos correspondían, a pesar de que nosotros tenemos documentos que prueban nuestra versión”, refiere.

La vida cambió en un momento

Fischer recuerda muy bien el día que lo apresaron para llevarlo a la Torre de Tribunales. Estaba en su casa calificando exámenes de sus alumnos el 19 de diciembre 2011. Se sintió mal y fue a la farmacia, en su ausencia rodearon su casa con agentes del ejército y policías. Su esposa lo llamó y él regresó a ver qué estaba sucediendo, le pusieron esposas y lo subieron a una patrulla.

Era parte del proceso contra el consejo de administración de Bancafé. Ese día lo ligaron a proceso y su vida cambió para siempre pues fue ingresado a prisión preventiva.

Lo encontrado en Bancafé incriminó a Fisher como estafador porque no reportaron que su familia Fisher ya había pagado ese dinero. Ellos consideran que esto es apenas una de las maniobras que se hicieron a lo interno de esa entidad y que fue pasado por alto por los auditores de KPMG.

Por esto último se cree que esa firma internacional también era cómplice por lo que fueron ligados a proceso aunque posteriormente la acusación fue desestimada por el MP. “Sorprendentemente Price Waterhouse, otra empresa internacional, apeló esta decisión y presentó pruebas de que sí estuvieron involucrados en la estafa”, comenta Fisher.

Otra acusación en su contra es que tenía el deber jurídico como director de haber evitado lo que pasó, a pesar de que no tenía que ver con Bancafé International que se unió a Bancafé después que él se fue.

Quienes defienden legalmente a Fisher consideran que Bancafé no era lo que aparentaba y que tenía problemas internos. Señalan que buscaban cómo salir de su situación a costa de otros, incluso sus despositantes y empresas en apuros como Multibanco.

Todos esos manejos podrían también estar orientados a sacar la máxima ganancia de la situación. Por poco lo logran porque según reportes Scotia Bank estuvo a punto de comprar Bancafé antes del escándalo.

Estafado y decepcionado

A Fisher muchos no le creen que lo hayan engañado de esa manera, pero él dice que así fue porque le escondieron la verdad de las cosas. Confió en quienes le ofrecieron sacar a su familia de un problema muy grave, pero los metieron a otro peor que no termina.

Su prisión preventiva se alargó a 40 meses y ha vivido en carne propia la lentitud de la justicia en el país. Pudo conocer los detalles de la investigación hasta dos años después de ser encarcelado. Y a pesar de ya estar ligado a proceso, todavía no ha empezado el proceso penal. “Esto es algo que puede pasarle a cuaqluiera, es una total injusticia”, considera.

En abril de este año logró una medida sustitutiva para recuperar su libertad aunque condicionada. En esa oportunidad no hubo apelaciones. “Quizá en esos tres años y cuatro meses pudieron darse cuenta que no soy parte de los que orquestaron la estafa en Bancafé”, se pregunta.

“Considero que en mi caso se han cometido muchas injusticias, la primera es que me califican de estafador cuando yo mismo fui estafado, al igual que las otras 3 mil personas”, señala.

Lo citaron para este 4 de diciembre para revisar su caso y es probable que le quiten la medida sustitutiva, a pesar de que no hay peligro de fuga ni de que quiera interferir con la justicia. “Tengo la conciencia limpia y soy el primero que quiere que se conozca la verdad”, dice.

Agrega que está asustado, ahora lo más importante para él es prepararse para evitar la espantosa situación de volver a prisión.

Algo que no le desea a nadie

Cuarenta meses en la cárcel preventiva de la zona 18 son difícil de imaginar, más para alguien de la tercera edad que padece de ciertos problemas de salud. Afirma que sin el apoyo de su familia y amigos no hubiera podido salir adelante.

“El mal se debe combatir con el bien, sobrevivir en una cárcel es complicado. Hay que ser respetuoso, cauteloso, prudente. Me tocó talachar, es decir hacer limpieza, pero lo hice con alegría, sin protestar”, asegura.

A veces no había agua y le tocó bañarse con agua comprada y a guacalazos, también le daban comida fría pero asegura que le daba Gracias a Dios. “Lo más tremendo y duro es saber lo que está sufriendo su familia, sobre todo para ir a verlo a uno”, dice con evidente dolor.

“Hacían largas colas, pasaban sol, lluvía, frío, viento, polvo. Pero lo más impactante son los registros, sobre todo para las mujeres. Mi nieta quiso visitarme, entonces tenía 14 años y se sintió ultrajada por la revisión que tuvo que pasar, no quiso regresar con toda razón”.

Su esposa fue su mayor apoyo, han estado juntos más de 50 años. Siguió a su lado en estas circunstancias aun corriendo peligro, por ejemplo un día ocurrió un motín y ella estaba allí, sin embargo pudo salir a tiempo.

Pero en otra ocasión saliendo de verlo tuvo un accidente que casi le cuesta la vida, estuvo grave muchas semanas, hasta tuvo que aprender a caminar de nuevo. “Yo allá adentro sin poder hacer nada. No nos vimos por seis meses y finalmente me partió el corazón verla bajar las decenas de gradas del preventivo caminando con dificultad con un bastón”, cuenta con la voz quebrada.

Francis Fisher considera que la cárcel debilita a las personas en su humanidad, lo cual hace difícil todo el proceso legal. “La experiencia me cambió la perspectiva de vida, a pesar que tenía medios siempre fui una persona sencilla. Ahora lo único que quiero es estar con mis seres queridos, aprendí a no protestar por nada y a agradecer todo porque un día se tiene y al otro ya no”, finaliza.