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Realismo climático en Bonn

Redacción
18 de noviembre, 2015

Un densa capa de nubes cubría los cielos del Reino Unido, como dicen, suele ser. Sobrevolaba un país predilecto por quienes reconocemos el origen del progreso humano en la Revolución Industrial y por ser cuna de los más influyentes pensadores de la historia económica y política reciente: Adam Smith y John Locke. En lo personal, merodear los suelos de la Liga Premier inglesa, por ser según yo la mejor del mundo, era una motivación extra.

Mi destino final, Alemania, se acercaba y con ella la grata sensación de estar en un gran país, por su valentía y enorme poder de recuperación, siempre y en todo. Finalmente, aterrizaba en Bonn/Colonia, el aeropuerto se ubica en medio de ambas ciudades. La primera, era la cuna del genio Ludwig Van Beethoven; la segunda, famosa por su imponente catedral de arquitectura gótica y su cerveza.

El momento esperado llegó el miércoles 11 a las 3 pm: me paré frente a la megadiversa audiencia (Egipto, Moldavia, Indonesia, Filipinas, Rumania, México, India, Rusia, Nicaragua, Ucrania y Alemania) e inicié la presentación de mi ensayo: Climate changes: real science, real solutions (Cambios climáticos: ciencia independiente, soluciones correctas). Como siempre, los nervios estuvieron presentes al inicio; luego fluyó todo con naturalidad. Lo hice claro y enfático, donde lo mandaban las negrillas. Posé mi mirada desafiante algunas veces sobre mi audiencia y en algún momento pensé que les incomodaba.

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Mi presentación fue la primera y marcó todo el evento. Los participantes, unos más que otros, trataban de persuadirme. No lo lograron porque les faltaban argumentos, principalmente científicos. Durante el resto del evento participé poco; lo hice cuando aludían a mi posición. Los recesos y comidas eran momentos de amigables discusiones, pero no dejaban de causar cierta incomodidad mis disruptivos comentarios. El silencio de algunos (Ucrania, Moldavia) lo interpretaba como cauta aprobación.

Concluí, porque me aludieron nuevamente, agradeciendo a la Fundación Friedrich Naumann por abrir el espacio a mi persona e institución, pues había desde un inicio anunciado mi postura respecto al tópico de la actividad y temía que mis comentarios no contribuyeran a los objetivos del evento.

El argumento que más debí razonar y luego cuestionar fue el hecho de que la transición a las energías renovables, aún y cuando el cambio climático antropogénico no fuese cierto, era conveniente. En el caso de Egipto, decía mi interlocutor, es una cuestión de independencia. Entiendo y comparto que el mercado del petróleo se encuentra fuertemente intervenido, no es libre, le dije. Y entiendo también que la necesidad de una fuente de energía barata y accesible debe ser satisfecha en contextos como el egipcio, pero tú emprendimiento, el de una empresa de energía solar, ¿hubiese emergido ante la ausencia de la teoría del cambio climático antropogénico? ¿No hubieses probablemente buscado otro nicho de mercado o emprendimiento capaz, por ejemplo, de ofrecer agua potable mediante desalinización y tecnología? El gran problema de la lógica que planteas, puntualicé, es no sólo lo que se ve a causa de supuestos cuestionables, sino lo que no se ve…como parte de lo no creado, de lo no emprendido, de lo no realizado.

Terminé aquella intervención reiterando mi postura a favor de la adaptación enfocada, entendida dicha estrategia como las responsabilidades propias de un gobierno limitado: seguridad, justicia y obras públicas como diques y embalses, cableado subterráneo y carreteras de buena calidad. Aquellas tres responsabilidades, aunadas a condiciones de mercados libres y propiedad privada, dije con fuerza, será la mejor forma de encaminar a los más pobres del mundo a enfrentar con dignidad los impactos de los problemas ambientales locales (fenómenos naturales, contaminación, deforestación, basura, sequías, incendios, etc.).

Bonn se había calentado…a pesar de los 8ºC que nos ofrecía aquella maravillosa ciudad.

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@RedRana1

Realismo climático en Bonn

Redacción
18 de noviembre, 2015

Un densa capa de nubes cubría los cielos del Reino Unido, como dicen, suele ser. Sobrevolaba un país predilecto por quienes reconocemos el origen del progreso humano en la Revolución Industrial y por ser cuna de los más influyentes pensadores de la historia económica y política reciente: Adam Smith y John Locke. En lo personal, merodear los suelos de la Liga Premier inglesa, por ser según yo la mejor del mundo, era una motivación extra.

Mi destino final, Alemania, se acercaba y con ella la grata sensación de estar en un gran país, por su valentía y enorme poder de recuperación, siempre y en todo. Finalmente, aterrizaba en Bonn/Colonia, el aeropuerto se ubica en medio de ambas ciudades. La primera, era la cuna del genio Ludwig Van Beethoven; la segunda, famosa por su imponente catedral de arquitectura gótica y su cerveza.

El momento esperado llegó el miércoles 11 a las 3 pm: me paré frente a la megadiversa audiencia (Egipto, Moldavia, Indonesia, Filipinas, Rumania, México, India, Rusia, Nicaragua, Ucrania y Alemania) e inicié la presentación de mi ensayo: Climate changes: real science, real solutions (Cambios climáticos: ciencia independiente, soluciones correctas). Como siempre, los nervios estuvieron presentes al inicio; luego fluyó todo con naturalidad. Lo hice claro y enfático, donde lo mandaban las negrillas. Posé mi mirada desafiante algunas veces sobre mi audiencia y en algún momento pensé que les incomodaba.

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Mi presentación fue la primera y marcó todo el evento. Los participantes, unos más que otros, trataban de persuadirme. No lo lograron porque les faltaban argumentos, principalmente científicos. Durante el resto del evento participé poco; lo hice cuando aludían a mi posición. Los recesos y comidas eran momentos de amigables discusiones, pero no dejaban de causar cierta incomodidad mis disruptivos comentarios. El silencio de algunos (Ucrania, Moldavia) lo interpretaba como cauta aprobación.

Concluí, porque me aludieron nuevamente, agradeciendo a la Fundación Friedrich Naumann por abrir el espacio a mi persona e institución, pues había desde un inicio anunciado mi postura respecto al tópico de la actividad y temía que mis comentarios no contribuyeran a los objetivos del evento.

El argumento que más debí razonar y luego cuestionar fue el hecho de que la transición a las energías renovables, aún y cuando el cambio climático antropogénico no fuese cierto, era conveniente. En el caso de Egipto, decía mi interlocutor, es una cuestión de independencia. Entiendo y comparto que el mercado del petróleo se encuentra fuertemente intervenido, no es libre, le dije. Y entiendo también que la necesidad de una fuente de energía barata y accesible debe ser satisfecha en contextos como el egipcio, pero tú emprendimiento, el de una empresa de energía solar, ¿hubiese emergido ante la ausencia de la teoría del cambio climático antropogénico? ¿No hubieses probablemente buscado otro nicho de mercado o emprendimiento capaz, por ejemplo, de ofrecer agua potable mediante desalinización y tecnología? El gran problema de la lógica que planteas, puntualicé, es no sólo lo que se ve a causa de supuestos cuestionables, sino lo que no se ve…como parte de lo no creado, de lo no emprendido, de lo no realizado.

Terminé aquella intervención reiterando mi postura a favor de la adaptación enfocada, entendida dicha estrategia como las responsabilidades propias de un gobierno limitado: seguridad, justicia y obras públicas como diques y embalses, cableado subterráneo y carreteras de buena calidad. Aquellas tres responsabilidades, aunadas a condiciones de mercados libres y propiedad privada, dije con fuerza, será la mejor forma de encaminar a los más pobres del mundo a enfrentar con dignidad los impactos de los problemas ambientales locales (fenómenos naturales, contaminación, deforestación, basura, sequías, incendios, etc.).

Bonn se había calentado…a pesar de los 8ºC que nos ofrecía aquella maravillosa ciudad.

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@RedRana1