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Objetivismo: la virtud de la productividad 2nd parte

Redacción
12 de enero, 2016

Todo tipo de trabajo productivo involucra una combinación de esfuerzo mental y físico: de pensamiento y acción física para traducir el pensamiento en una forma material. Lo único que varía, nos dice Rand, es la proporción de esta combinación en los distintos tipos de trabajo. La productividad impone, pues, demandas intelectuales y existenciales.

El productor debe usar su razón para identificar lo que quiere crear, lo que vale la pena crear, y cómo se debe crear. No se puede crear cosas que serán objetivamente valiosas para nosotros, sin pensar. Aún los trabajos que requieren poco trabajo cerebral para crear valores materiales, como planchar o llenar cajas con mercancía, requieren que la persona piense, que ajuste su curso de acción al enfrentar circunstancias inesperadas.

La mayoría de personas tienen poca dificultad en comprender el enunciado de Francis Bacon: el conocimiento (producto del pensamiento) es poder. Pero lo que no se aprecia suficiente es su conversa: La riqueza (poder económico) es pensamiento (aplicación del conocimiento).

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Los bienes materiales tienen su raíz en el conocimiento. Sin embargo, la creación de valores materiales, requiere del ejercicio del trabajo físico para hacerlos realidad, para darles existencia física a los valores materiales. El trabajo, como lo ilustra Rand, es la traducción de una idea a una forma física. Los servicios también son valores materiales. Ya sea que el servicio en cuestión requiera de intensa labor física, como limpiar, cocinar, o intensa labor intelectual, como educar, editar, dar consejo legal o psicológico, el servicio debe proveerse por medios físicos y por tanto altera el mundo físico. La oficina se mantiene limpia gracias al servicio del encargado de limpieza, la comida se puede consumir gracias al cocinero, el profesor comunica sus enseñanzas por medio por un medio físico, el investigador documenta sus descubrimientos, el escritor escribe una novela, etc.

El valor de mercado y el valor objetivo no siempre coinciden. El valor de mercado refleja los deseos y opiniones de las personas sobre el valor de algo, es decir, sobre lo que desean conseguir y/o conservar; y el valor objetivo refleja el impacto real que la cosa valuada tendría en la vida del valuador. Por tanto, un valor material, de mayor valor objetivo puede no ser remunerado en la misma escala que algo de menor valor objetivo o anti valor objetivo.

El trabajo de una persona es la forma principal que toma su búsqueda de la felicidad. No es simplemente un elemento de la vida buena, sino que el elemento troncal. El propósito central es el fin a largo plazo que constituye el elemento primario que demanda el tiempo, energía y recursos de un hombre. Todo otro fin, por importante que sea, es secundario y debe integrarse a este propósito. El propósito central es el fin primordial que sirve de referencia para establecer la importancia que una persona le asigna a otras cosas, es el parámetro de la jerarquía racional de sus valores, permitiéndole priorizar distintas metas. Sin un propósito central, una persona no podrá saber, ni establecer cuan valioso es algo para ella. Por el contrario, si tiene un propósito central, tendrá razones para las cosas que hace y una base para decidir que vale la pena hacer. Por tanto, un propósito central, le da motivación a la persona a lo largo de distintas facetas de su vida.

Según Rand, el punto de vivir es disfrutar de la propia vida, y el estándar de valor es la vida humana, así que lo que sea que la mejore se debe cultivar. El afán de lucro es la ambiciosa y activa búsqueda de riqueza. La riqueza consiste en valores materiales, los que mejoran la calidad de vida de la persona. Por lo tanto, si el ejercicio de la virtud es para conseguir vivir la mejor vida posible, lo correcto es que una persona busque conseguir valores materiales. Rand nos dice que:

“Tu trabajo es el proceso de conseguir tus valores…y perder tu ambición por valores es perder tu ambición de vivir.” [Atlas Shrugged, p. 1020]

El lucro es la ganancia derivada de la acción; es la diferencia entre el valor de lo producido y el costo de producirlo. El afán de lucro es, entonces, el afán de producir valor material.

Así como el tiempo es dinero, es decir, que el desperdicio de tiempo es derrochar la oportunidad de hacer dinero o cualquier otro valor material, es igualmente cierto que el dinero es tiempo, como lo explica Rand en el discurso de Francisco D´Anconia sobre el dinero. La riqueza es tiempo liberado de las tareas físicas, cotidianas y básicas de subsistencia. Cuanto mayor sean las reservas de riqueza de una persona, menor labor tiene que invertir en el futuro para alcanzar el mismo nivel de vida que la riqueza puede comprar. De la misma manera, cuando esa riqueza ahorrada se destina a la producción, cuando es capital, permite ampliar el lapso temporal que media entre el inicio del proceso productivo y de la obtención del bien listo para ser empleado o consumido. Cuanto más dinero tiene una persona, más fácilmente puede atender esas necesidades o actividades, y puede, por tanto, dedicar más tiempo a otras actividades deseadas. En consecuencia, el dinero es un instrumento que no sólo es valioso para proveerse de más bienes materiales, sino que amplía el rango de posibles actividades de la persona. El dinero le permite a la persona mejorar su vida en cualesquiera modos, material o mental, que sean más conducentes a su bienandanza total. Le da más tiempo para cultivar amistades, o disfrutar de una presentación de Carmen Monarcha. El afán de lucro, pues, es el afán de una vida feliz.

No hay que confundir el afán de lucro con el afán de expoliación. La primera es esforzarse por producir riqueza, por crear valor; la segunda es apropiarse de la riqueza creada por otros, destruye valor.

La Productividad es la aplicación de la virtud de la racionalidad al proceso de crear valores materiales.

Y sólo la producción de valores materiales puede satisfacer las necesidades materiales y psicológicas de la existencia humana. La productividad demanda las cualidades de carácter y proporciona las recompensas que capacitan al humano para florecer.

Objetivismo: la virtud de la productividad 2nd parte

Redacción
12 de enero, 2016

Todo tipo de trabajo productivo involucra una combinación de esfuerzo mental y físico: de pensamiento y acción física para traducir el pensamiento en una forma material. Lo único que varía, nos dice Rand, es la proporción de esta combinación en los distintos tipos de trabajo. La productividad impone, pues, demandas intelectuales y existenciales.

El productor debe usar su razón para identificar lo que quiere crear, lo que vale la pena crear, y cómo se debe crear. No se puede crear cosas que serán objetivamente valiosas para nosotros, sin pensar. Aún los trabajos que requieren poco trabajo cerebral para crear valores materiales, como planchar o llenar cajas con mercancía, requieren que la persona piense, que ajuste su curso de acción al enfrentar circunstancias inesperadas.

La mayoría de personas tienen poca dificultad en comprender el enunciado de Francis Bacon: el conocimiento (producto del pensamiento) es poder. Pero lo que no se aprecia suficiente es su conversa: La riqueza (poder económico) es pensamiento (aplicación del conocimiento).

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Los bienes materiales tienen su raíz en el conocimiento. Sin embargo, la creación de valores materiales, requiere del ejercicio del trabajo físico para hacerlos realidad, para darles existencia física a los valores materiales. El trabajo, como lo ilustra Rand, es la traducción de una idea a una forma física. Los servicios también son valores materiales. Ya sea que el servicio en cuestión requiera de intensa labor física, como limpiar, cocinar, o intensa labor intelectual, como educar, editar, dar consejo legal o psicológico, el servicio debe proveerse por medios físicos y por tanto altera el mundo físico. La oficina se mantiene limpia gracias al servicio del encargado de limpieza, la comida se puede consumir gracias al cocinero, el profesor comunica sus enseñanzas por medio por un medio físico, el investigador documenta sus descubrimientos, el escritor escribe una novela, etc.

El valor de mercado y el valor objetivo no siempre coinciden. El valor de mercado refleja los deseos y opiniones de las personas sobre el valor de algo, es decir, sobre lo que desean conseguir y/o conservar; y el valor objetivo refleja el impacto real que la cosa valuada tendría en la vida del valuador. Por tanto, un valor material, de mayor valor objetivo puede no ser remunerado en la misma escala que algo de menor valor objetivo o anti valor objetivo.

El trabajo de una persona es la forma principal que toma su búsqueda de la felicidad. No es simplemente un elemento de la vida buena, sino que el elemento troncal. El propósito central es el fin a largo plazo que constituye el elemento primario que demanda el tiempo, energía y recursos de un hombre. Todo otro fin, por importante que sea, es secundario y debe integrarse a este propósito. El propósito central es el fin primordial que sirve de referencia para establecer la importancia que una persona le asigna a otras cosas, es el parámetro de la jerarquía racional de sus valores, permitiéndole priorizar distintas metas. Sin un propósito central, una persona no podrá saber, ni establecer cuan valioso es algo para ella. Por el contrario, si tiene un propósito central, tendrá razones para las cosas que hace y una base para decidir que vale la pena hacer. Por tanto, un propósito central, le da motivación a la persona a lo largo de distintas facetas de su vida.

Según Rand, el punto de vivir es disfrutar de la propia vida, y el estándar de valor es la vida humana, así que lo que sea que la mejore se debe cultivar. El afán de lucro es la ambiciosa y activa búsqueda de riqueza. La riqueza consiste en valores materiales, los que mejoran la calidad de vida de la persona. Por lo tanto, si el ejercicio de la virtud es para conseguir vivir la mejor vida posible, lo correcto es que una persona busque conseguir valores materiales. Rand nos dice que:

“Tu trabajo es el proceso de conseguir tus valores…y perder tu ambición por valores es perder tu ambición de vivir.” [Atlas Shrugged, p. 1020]

El lucro es la ganancia derivada de la acción; es la diferencia entre el valor de lo producido y el costo de producirlo. El afán de lucro es, entonces, el afán de producir valor material.

Así como el tiempo es dinero, es decir, que el desperdicio de tiempo es derrochar la oportunidad de hacer dinero o cualquier otro valor material, es igualmente cierto que el dinero es tiempo, como lo explica Rand en el discurso de Francisco D´Anconia sobre el dinero. La riqueza es tiempo liberado de las tareas físicas, cotidianas y básicas de subsistencia. Cuanto mayor sean las reservas de riqueza de una persona, menor labor tiene que invertir en el futuro para alcanzar el mismo nivel de vida que la riqueza puede comprar. De la misma manera, cuando esa riqueza ahorrada se destina a la producción, cuando es capital, permite ampliar el lapso temporal que media entre el inicio del proceso productivo y de la obtención del bien listo para ser empleado o consumido. Cuanto más dinero tiene una persona, más fácilmente puede atender esas necesidades o actividades, y puede, por tanto, dedicar más tiempo a otras actividades deseadas. En consecuencia, el dinero es un instrumento que no sólo es valioso para proveerse de más bienes materiales, sino que amplía el rango de posibles actividades de la persona. El dinero le permite a la persona mejorar su vida en cualesquiera modos, material o mental, que sean más conducentes a su bienandanza total. Le da más tiempo para cultivar amistades, o disfrutar de una presentación de Carmen Monarcha. El afán de lucro, pues, es el afán de una vida feliz.

No hay que confundir el afán de lucro con el afán de expoliación. La primera es esforzarse por producir riqueza, por crear valor; la segunda es apropiarse de la riqueza creada por otros, destruye valor.

La Productividad es la aplicación de la virtud de la racionalidad al proceso de crear valores materiales.

Y sólo la producción de valores materiales puede satisfacer las necesidades materiales y psicológicas de la existencia humana. La productividad demanda las cualidades de carácter y proporciona las recompensas que capacitan al humano para florecer.