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Por qué no depreciar el quetzal: a favor de los tipos de cambio fijos

Redacción
28 de enero, 2016

Recientemente ha habido un debate en cuanto a depreciar o no el quetzal frente al dólar. La razón más invocada es que los exportadores sufren con un tipo de cambio tan “apreciado” y pierden competitividad frente a los exportadores de otros países hispanoamericanos que han visto depreciar sus divisas frente al dólar. Sin embargo, creo que esta afirmación tiene dos problemas.

En primer lugar, depreciar tu moneda solo te da una ilusión de que has ganado competitividad pues recibirás más quetzales por cada dólar que cobres por tu mercancía exportada. Sin embargo, nada ha cambiado y tu empresa sigue siendo igual de productiva que antes de la depreciación. Todo es transitorio y aparente.

Pero la depreciación no aparece de la nada. Para depreciar el banco central tendría que salir a vender quetzales y a recoger dólares para hacer que el precio del dólar frente al quetzal aumente. Eso traería presiones inflacionarias. Acabaríamos con depreciación y con inflación interna. Un mal escenario.

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Por otra parte, manipular tu tipo de cambio hacia arriba encarece tus importaciones y en una economía globalizada esto es un problema. No importamos únicamente bienes de consumo, también importamos bienes intermedios e insumos para la producción futura. En ese sentido la depreciación nos “desglobalizaría” al darnos precios de producción más altos y la supuesta competitividad que habíamos ganado depreciando se habrá ido.

Mi posición es que la política cambiaria más respetuosa del derecho de propiedad es un tipo de cambio fijo. La razón es que el dinero que tenemos desde 1971 en el mundo es un dinero inconvertible. Antes, un dólar o un quetzal daban el derecho a reclamar una cantidad determinada de oro. En ese mundo no había tipos de cambio flexibles sino fijos. El quetzal fluctuaba contra el dólar únicamente en cuanto a la prima o descuento que resultaba de un mayor o menor ritmo de exportaciones o importaciones. Pero esta prima era mínima y resultaba del descuento o prima que había que pagar para reclamar el derecho de cobro de oro. Los precios en términos de oro permanecían iguales.

Las monedas de hoy se parecen más a una deuda que al dinero en sí. Dinero es en realidad un medio de extinción de deudas, es un bien presente que extingue deudas. Por eso el oro fue por mucho tiempo el dinero y las monedas que existían eran meramente recibos que representaban un derecho de crédito a cambio de oro.

Dado que el dinero de hoy es “una deuda”, un pasivo del banco central, es necesario que el banco central se comprometa a honrar ese pasivo a cambio de una suma fija. Supongamos que Q.7.60 = $1.00. Si el banco central ya no convierte ahora Q.7.60 por $1.00 sino que ahora convierte Q.9.00 por $1.00, habrá defraudado a los guatemaltecos al envilecer los pasivos que ha emitido. Sería como si una empresa emita pagarés a valor facial por Q.1,000.00 y luego ofrezca pagarlos a Q.500.00.

Por qué no depreciar el quetzal: a favor de los tipos de cambio fijos

Redacción
28 de enero, 2016

Recientemente ha habido un debate en cuanto a depreciar o no el quetzal frente al dólar. La razón más invocada es que los exportadores sufren con un tipo de cambio tan “apreciado” y pierden competitividad frente a los exportadores de otros países hispanoamericanos que han visto depreciar sus divisas frente al dólar. Sin embargo, creo que esta afirmación tiene dos problemas.

En primer lugar, depreciar tu moneda solo te da una ilusión de que has ganado competitividad pues recibirás más quetzales por cada dólar que cobres por tu mercancía exportada. Sin embargo, nada ha cambiado y tu empresa sigue siendo igual de productiva que antes de la depreciación. Todo es transitorio y aparente.

Pero la depreciación no aparece de la nada. Para depreciar el banco central tendría que salir a vender quetzales y a recoger dólares para hacer que el precio del dólar frente al quetzal aumente. Eso traería presiones inflacionarias. Acabaríamos con depreciación y con inflación interna. Un mal escenario.

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Por otra parte, manipular tu tipo de cambio hacia arriba encarece tus importaciones y en una economía globalizada esto es un problema. No importamos únicamente bienes de consumo, también importamos bienes intermedios e insumos para la producción futura. En ese sentido la depreciación nos “desglobalizaría” al darnos precios de producción más altos y la supuesta competitividad que habíamos ganado depreciando se habrá ido.

Mi posición es que la política cambiaria más respetuosa del derecho de propiedad es un tipo de cambio fijo. La razón es que el dinero que tenemos desde 1971 en el mundo es un dinero inconvertible. Antes, un dólar o un quetzal daban el derecho a reclamar una cantidad determinada de oro. En ese mundo no había tipos de cambio flexibles sino fijos. El quetzal fluctuaba contra el dólar únicamente en cuanto a la prima o descuento que resultaba de un mayor o menor ritmo de exportaciones o importaciones. Pero esta prima era mínima y resultaba del descuento o prima que había que pagar para reclamar el derecho de cobro de oro. Los precios en términos de oro permanecían iguales.

Las monedas de hoy se parecen más a una deuda que al dinero en sí. Dinero es en realidad un medio de extinción de deudas, es un bien presente que extingue deudas. Por eso el oro fue por mucho tiempo el dinero y las monedas que existían eran meramente recibos que representaban un derecho de crédito a cambio de oro.

Dado que el dinero de hoy es “una deuda”, un pasivo del banco central, es necesario que el banco central se comprometa a honrar ese pasivo a cambio de una suma fija. Supongamos que Q.7.60 = $1.00. Si el banco central ya no convierte ahora Q.7.60 por $1.00 sino que ahora convierte Q.9.00 por $1.00, habrá defraudado a los guatemaltecos al envilecer los pasivos que ha emitido. Sería como si una empresa emita pagarés a valor facial por Q.1,000.00 y luego ofrezca pagarlos a Q.500.00.