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¿Qué Guatemala queremos?

Betty Marroquin
03 de febrero, 2016

Si bien de vez en cuando discutir ideas y conceptos en las redes sociales en Guatemala se torna sumamente desagradable por los insultos, faltas de respeto, y lenguaje soez que surge cuando no existen argumentos substantivos para rebatir un punto, es interesante para ver como razona la gente. En lo personal, me han insultado en diversas formas, y en la gran mayoría son individuos que no usan su nombre ni dan la cara, que se esconden tras pseudónimos, caricaturas, emblemas o fotos impersonales. Cosa que me resulta tragi-cómica porque en una sociedad aún machista, doy la cara y mi nombre sin miedos para defender mis ideas. Esta semana los ataques fueron tan absurdos que me dieron ganas de ahondar en el tema de las ideologías y el efecto que tienen en nuestra realidad. Pienso que ninguna filosofía política ha sido verdaderamente implementada al cien por ciento en ninguna parte del mundo. Siempre existe uno que tenga y otros que no. Adicionalmente, creo que nadie tiene el monopolio de la razón y que los seres humanos somos intrínsecamente falibles, y por consiguiente, lo son también nuestras ideologías.

En un mundo donde existen desigualdades dramáticas entre quienes tienen demasiado y quienes no tienen nada, es comprensible que las personas con enorme sensibilidad social sean atraídas por la idea del comunismo o del socialismo, pensando en que son sistemas donde la sociedad es más homogénea y justa.

El comunismo es una utopía compleja y fascinante que tiene muchas vertientes. Concebido como socialismo científico por Engels y Marx viene generalmente definido en términos simples, como la ideología que busca el control y planificación colectiva de la vida comunitaria, abolición de la propiedad privada sobre el trabajo y los medios de producción, y la eliminación de las clases sociales. Es decir, aboga porque la vida en sociedad sea controlada y planificada por el Estado, no exista propiedad privada sino colectiva y todos seamos exactamente iguales. Suena como una sociedad más justa. De todos es conocido el abismo existente entre la Nomenclatura rusa y el resto del pueblo ruso durante los gobiernos comunistas. Es vox populi la riqueza acumulada por los Castro, mientras en Cuba el ciudadano común sigue manejando carros de los años 50s y 60s (culpando siempre al embargo) y vive privado de muchas libertades que usted y yo disfrutamos en este sistema imperfecto en que vivimos. Hoy por hoy, los expertos en materia identifican dos naciones como comunistas: Corea del Norte y Cuba. China, si bien está regida por el Partido Comunista Chino, ya no puede ser clasificada como la China Comunista de Mao dadas las múltiples libertades que ha implementado para estimular su poder económico. Lo mismo se puede decir de Vietnam, y ya no digamos de Rusia. Pretender que seamos todos los seres humanos idénticos los unos a los otros es pretender una sociedad de autómatas privados de creatividad y sin pensamiento individual. Es decir que ni Rusia, ni Cuba, ni Corea del Norte etc han sido realmente comunismos puros. Los líderes han vivido siempre como burgueses millonarios mientras el pueblo pasaba o pasa carestías.

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Con el socialismo utópico, como concebido por Henri de Saint-Simon, o la socialdemocracia de Ferdinand Lassalle pasa otro tanto. Estas fórmulas tampoco han sido implementadas al cien por ciento. El punto de convergencia de “los socialismos” es que buscan ser un sistema socio-económico en el que la sociedad organizada por todos sus componentes, controla los medios de producción y comunicación. Es decir, la planificación y organización colectiva de todas las facetas de la vida social y productiva. Está el socialismo de los países nórdicos, o de Israel, que permiten propiedad privada, que permiten a la empresa privada producir y crecer, en los que se pagan impuestos altos que vienen devueltos en sistemas relativamente eficientes de salud, y con un sistema de educación bastante superior. Pero en algunos de éstos casos inclusive existe una monarquía, que dirige parte de los destinos de la nación. No son gobiernos formados por todos los componentes de esas sociedades quienes dirigen sus respectivos destinos. ¿Funcionan? Sí. Pero insisto que si tiene monarquía no puede ser socialismo puro. Creo además que es una fórmula que no puede ser aplicada a cualquier cultura dada las diferencias radicales que existen.

El capitalismo es quizás el único de los sistemas que haya sido implementado, y con gran éxito en dos países: Hong Kong y Singapur, definidos como milagros económicos por los retos que han afrontado (importar hasta el agua potable). Definido como el sistema socio-económico en el que el individuo sea por sí solo o en grupo (llámese asociación, empresa, etc) producen bienes y servicios en forma privada y autónoma, y rigiendo el proceso de producción en el mercado de consumo del cual obtienen recursos y al cual a su vez suplen de bienes o servicios, en un intercambio (comercio) libre y fluido. El término en sí, etimológicamente hablando, se deriva de la palabra capital y del uso de éste en la propiedad privada de los medios de producción, siempre dentro de una economía de mercado libre.

El resto de países tradicionalmente denominados capitalistas, casi todos en Occidente, son países eminentemente mercantilistas ya que existen subsidios, controles de precios, monopolios, oligopolios, sindicatos, restricciones a la productividad y creatividad, y por ende no son mercados en los que el intercambio fluya libremente. Todo está regulado y lo que no está regulado o no se puede hacer, o en cuanto viene inventado, viene también regulado. El Libertarismo es la filosofía que se basa en la supremacía de la libertad individual sobre sí mismo, cuyo límite es el derecho del otro. Es decir, mi libertad termina donde inicia la libertad del otro, y viceversa. El libertario es individualista, anti-estatista y amante de Laissez-Faire (libre mercado). Todo es voluntario, nada es impuesto, y la fuerza únicamente se usa como defensa o ante el incumplimiento de un acuerdo.

Enfrascarnos en discutir qué sistema es mejor, a mi criterio, viene siendo crecientemente estéril. Ningún sistema será jamás perfecto, porque todos son creados por seres humanos que somos absolutamente falibles. Por ende, lo mejor es que cada país busque su fórmula, partiendo de su realidad única, y tomando en cuenta que la libertad individual es vital para estimular la creatividad y la productividad del individuo. Que si la masa poblacional viene educada (entiéndase retroalimentada la materia gris con insumos útiles, veraces y objetivos) tendrá las herramientas necesarias para aportar algo a la sociedad, crecer y desarrollarse. El gobierno debiera proveer la seguridad que el pueblo necesita, y resguardar esa libertad individual para que en armonía se pueda vivir en sociedad.

Estos temas requieren mucho espacio y tiempo para ser analizados, pero mi objetivo es dejarlos pensando en que necesita Guatemala para llegar a ser una sociedad más tolerante y abierta, menos confrontativa y por ende, que fluya libre y productiva. En que debemos buscar puntos de convergencia, no enfrascarnos en debates estériles, donde una parte sólo se queja e insulta y la otra sólo reacciona ante los ataques. Propongamos soluciones, no nos quejemos. Contribuyamos con ideas concretas, no nada más nos lamentemos con el típico sarcasmo y negatividad. Guatemala necesita gente positiva y proactiva. El Presidente sólo no hará el cambio, debemos trabajarlo todos y cada uno de nosotros para que juntos logremos esa Guatemala que deseamos, y que nos la merezcamos.

¿Qué Guatemala queremos?

Betty Marroquin
03 de febrero, 2016

Si bien de vez en cuando discutir ideas y conceptos en las redes sociales en Guatemala se torna sumamente desagradable por los insultos, faltas de respeto, y lenguaje soez que surge cuando no existen argumentos substantivos para rebatir un punto, es interesante para ver como razona la gente. En lo personal, me han insultado en diversas formas, y en la gran mayoría son individuos que no usan su nombre ni dan la cara, que se esconden tras pseudónimos, caricaturas, emblemas o fotos impersonales. Cosa que me resulta tragi-cómica porque en una sociedad aún machista, doy la cara y mi nombre sin miedos para defender mis ideas. Esta semana los ataques fueron tan absurdos que me dieron ganas de ahondar en el tema de las ideologías y el efecto que tienen en nuestra realidad. Pienso que ninguna filosofía política ha sido verdaderamente implementada al cien por ciento en ninguna parte del mundo. Siempre existe uno que tenga y otros que no. Adicionalmente, creo que nadie tiene el monopolio de la razón y que los seres humanos somos intrínsecamente falibles, y por consiguiente, lo son también nuestras ideologías.

En un mundo donde existen desigualdades dramáticas entre quienes tienen demasiado y quienes no tienen nada, es comprensible que las personas con enorme sensibilidad social sean atraídas por la idea del comunismo o del socialismo, pensando en que son sistemas donde la sociedad es más homogénea y justa.

El comunismo es una utopía compleja y fascinante que tiene muchas vertientes. Concebido como socialismo científico por Engels y Marx viene generalmente definido en términos simples, como la ideología que busca el control y planificación colectiva de la vida comunitaria, abolición de la propiedad privada sobre el trabajo y los medios de producción, y la eliminación de las clases sociales. Es decir, aboga porque la vida en sociedad sea controlada y planificada por el Estado, no exista propiedad privada sino colectiva y todos seamos exactamente iguales. Suena como una sociedad más justa. De todos es conocido el abismo existente entre la Nomenclatura rusa y el resto del pueblo ruso durante los gobiernos comunistas. Es vox populi la riqueza acumulada por los Castro, mientras en Cuba el ciudadano común sigue manejando carros de los años 50s y 60s (culpando siempre al embargo) y vive privado de muchas libertades que usted y yo disfrutamos en este sistema imperfecto en que vivimos. Hoy por hoy, los expertos en materia identifican dos naciones como comunistas: Corea del Norte y Cuba. China, si bien está regida por el Partido Comunista Chino, ya no puede ser clasificada como la China Comunista de Mao dadas las múltiples libertades que ha implementado para estimular su poder económico. Lo mismo se puede decir de Vietnam, y ya no digamos de Rusia. Pretender que seamos todos los seres humanos idénticos los unos a los otros es pretender una sociedad de autómatas privados de creatividad y sin pensamiento individual. Es decir que ni Rusia, ni Cuba, ni Corea del Norte etc han sido realmente comunismos puros. Los líderes han vivido siempre como burgueses millonarios mientras el pueblo pasaba o pasa carestías.

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El capitalismo es quizás el único de los sistemas que haya sido implementado, y con gran éxito en dos países: Hong Kong y Singapur, definidos como milagros económicos por los retos que han afrontado (importar hasta el agua potable). Definido como el sistema socio-económico en el que el individuo sea por sí solo o en grupo (llámese asociación, empresa, etc) producen bienes y servicios en forma privada y autónoma, y rigiendo el proceso de producción en el mercado de consumo del cual obtienen recursos y al cual a su vez suplen de bienes o servicios, en un intercambio (comercio) libre y fluido. El término en sí, etimológicamente hablando, se deriva de la palabra capital y del uso de éste en la propiedad privada de los medios de producción, siempre dentro de una economía de mercado libre.

El resto de países tradicionalmente denominados capitalistas, casi todos en Occidente, son países eminentemente mercantilistas ya que existen subsidios, controles de precios, monopolios, oligopolios, sindicatos, restricciones a la productividad y creatividad, y por ende no son mercados en los que el intercambio fluya libremente. Todo está regulado y lo que no está regulado o no se puede hacer, o en cuanto viene inventado, viene también regulado. El Libertarismo es la filosofía que se basa en la supremacía de la libertad individual sobre sí mismo, cuyo límite es el derecho del otro. Es decir, mi libertad termina donde inicia la libertad del otro, y viceversa. El libertario es individualista, anti-estatista y amante de Laissez-Faire (libre mercado). Todo es voluntario, nada es impuesto, y la fuerza únicamente se usa como defensa o ante el incumplimiento de un acuerdo.

Enfrascarnos en discutir qué sistema es mejor, a mi criterio, viene siendo crecientemente estéril. Ningún sistema será jamás perfecto, porque todos son creados por seres humanos que somos absolutamente falibles. Por ende, lo mejor es que cada país busque su fórmula, partiendo de su realidad única, y tomando en cuenta que la libertad individual es vital para estimular la creatividad y la productividad del individuo. Que si la masa poblacional viene educada (entiéndase retroalimentada la materia gris con insumos útiles, veraces y objetivos) tendrá las herramientas necesarias para aportar algo a la sociedad, crecer y desarrollarse. El gobierno debiera proveer la seguridad que el pueblo necesita, y resguardar esa libertad individual para que en armonía se pueda vivir en sociedad.

Estos temas requieren mucho espacio y tiempo para ser analizados, pero mi objetivo es dejarlos pensando en que necesita Guatemala para llegar a ser una sociedad más tolerante y abierta, menos confrontativa y por ende, que fluya libre y productiva. En que debemos buscar puntos de convergencia, no enfrascarnos en debates estériles, donde una parte sólo se queja e insulta y la otra sólo reacciona ante los ataques. Propongamos soluciones, no nos quejemos. Contribuyamos con ideas concretas, no nada más nos lamentemos con el típico sarcasmo y negatividad. Guatemala necesita gente positiva y proactiva. El Presidente sólo no hará el cambio, debemos trabajarlo todos y cada uno de nosotros para que juntos logremos esa Guatemala que deseamos, y que nos la merezcamos.