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El Pacto Pendiente de la Plaza de la Constitución

Redacción
11 de febrero, 2016

Todos hemos sido testigos del clamor del pueblo, si del verdadero pueblo, no así de los que dicen representar conglomerados que jamás les han dado la representatividad. Fue la gente, que con hartazgo salió a expresar su descontento de la situación de corrupción y descaro de las autoridades y sus secuaces mercantilistas. Hemos sido ejemplo hacia el mundo de cómo un pueblo exigió sus derechos y logro cambios, para todos impensables en las autoridades presuntamente corruptas, a los ojos de la ley y totalmente culpables a los ojos de todos aquellos ciudadanos de a pie, que hemos sido testigos de sus extravagancias y despilfarros a niveles tan o más grandes que las estrellas de Hollywood.
Empero, todo esto queda en vano si no aterrizamos todo este movimiento legítimo y necesario en algo concreto. A pesar de que los jóvenes fueron muy importantes, en difundir el punto de encuentro para todo aquel guatemalteco, hastiado del estado de cosas que prevalecía y sigue sucediendo en nuestro querido país. Fuimos todos, viejos, jóvenes, incluso niños, los que sin importar nuestra posición social, grado de educación, oficio o profesión, medios de comunicación, incluso género o inclinación sexual, religión, y tantas otras cosas que pudieran dividirnos, en estas semanas de expresión innata de descontento, hartazgo y desesperación, nos unimos como una sola voz Sí la voz de la verdadera Guatemala. De manera voluntaria, participamos en este movimiento que expresa nuestro derecho de petición y de manifestación a título personal. Sorpresivamente coincidimos muchos con el mismo propósito. Manifestar nuestra indignación por el abuso de aquellos que de una manera seudodemocrática se han convertido en los falsos representantes de la gente (people) o pueblo en otras palabras. Porque a pesar de ser electos en un sistema legal, no son de ninguna manera legítimos representantes de quienes conformamos la sociedad guatemalteca. Representan los intereses perversos de vehículos electorales amañados en donde los dueños de los partidos políticos designan a los disque representantes de todos nosotros. Este estado de cosas no va a cambiar de ninguna manera si no convertimos esta voluntad de todos en un “Pacto Social”. Sí es el momento de encausar toda esta energía, entusiasmo, hartazgo. Y coincidencia, de necesidad de cambio, en un acuerdo de todos los sectores que componen esta bella nación, en las directrices claras de la Guatemala que todos queremos.
Esto no es algo que debamos inventarnos, es un proceso que desde siempre ha sucedido, tal cual lo hacían los romanos en los concilios que partían desde las tribus a las curias discutían y planteaban en los senados. El pacto del Mayflower con los primeros colonos que arribaron a lo que es hoy día la potencia más grande del mundo. O los acuerdos de campesinos que dieron las pautas del desarrollo agrario que se convirtió en el desarrollo industrial de Suecia generando el desarrollo que hoy tienen. O el pacto de la Moncloa que le dio a España los beneficios que hoy día están perdiendo por apartarse de estos mismos acuerdos. De igual manera me quedo muy corto poniendo ejemplos de lo que debemos buscar. Lo importante es lograr los acuerdos mínimos que evoquen los anhelos de todos los sectores de la sociedad guatemalteca, pero de una manera que si representen las expectativas de todos y no de aquellos grupúsculos que se arrogan esta representación y se hacen llamar “Sociedad civil”.
La paradoja es: cómo generamos la energía de activación que encienda este movimiento de discusión seria y que conjugue la mezcla correcta de representación para que se consiga el mínimo disenso y arribemos a las directrices claras de lo que es el ideal de Guatemala. Y que todos nos apropiemos de este. Porque siendo así, sí exigiremos a quienes nos representen a que cumplan con las directrices y sobre todo con las metas que les fijemos.
Esta discusión debiera representar a todos, pero debieran ser aquellos que pertenezcan a las elites morales, intelectuales, sociales quienes recogieran estos anhelos y sobre todo los principios e ideales en los cuales debemos forjar estos acuerdos que conformen el Pacto. Recordemos que no es el que más cacarea quien pone el huevo.
Esto no debe ser un movimiento de resultados rápidos, no hay nada mágico. Deberá ser un proceso que se tome el tiempo necesario para profundizar en los acuerdos mínimos (Trabajo, Seguridad, Paz, Cumplimiento de la Ley, Infraestructura). Definir sin premura pero con prisa todo este bagaje de acuerdo, pero con el mínimo disenso. No buscando un acuerdo de total consenso que jamás será real y que es utópico. Revisemos, analicemos, estudiemos que han hecho aquellas naciones que han sido más exitosas. Emulemos lo que nos pueda ser útil. Seamos eclécticos, en seleccionar lo mejor de las experiencias de otros, pero siempre y cuando se adapten a nuestras necesidades y sean realistas con nuestra condición actual. Aprendamos de qué han tenido que hacer todos aquellos que lo han logrado. Veamos cómo se sobrepusieron a sus desaciertos, que características tuvieron sus líderes y busquemos estas en los nuestros. Descubramos cuales son las bases que generaron el desarrollo que hoy disfrutan las mejores sociedades del primer mundo. Pero seamos críticos en definir qué fue lo que los hizo exitosos y no en aquello que hacen ahora que ya lo son. El generar desarrollo económico y social requiere eficiencia y eficacia, de un sacrificio que alguna generación aportó, para que sean hoy lo que son. No emulemos lo que nos dicen que hay que hacer, de quienes solo fueron recipiendarios de este resultado. Porque ellos no saben cómo llegaron, sólo saben de cómo disfrutarlo y puede ser muy peligroso escuchar los consejos de quienes no tienen la mínima idea de lo que hablan. Máxime cuando estos que sugieren y quieren definir nuestro destino tienen intereses diferentes a los nuestros. O lo que es peor representan sociedades en decadencia por haberse separado de los principios y valores de aquellos que fundaron la sociedad en la que hoy viven.
Este Pacto tiene, o debiera tener en mi criterio, un objetivo último. Este es el de crear sinergia para todos. Debemos soñar en una sociedad en la que no importe cuanto separe a los que más tienen, siempre y cuando exista ese espíritu solidario para aquellos que debemos empujar para que en vez de una carga sean parte de la riqueza de esta nación. Seamos creativos en diseñar pasos seguros para llegar a buen puerto. Sepamos que no es fácil, que no es de la noche a la mañana, pero sobre todo que si no sabemos a dónde vamos y definimos metas claras a corto, mediano y largo plazo, simplemente estamos arando en la mar. Y más que nada sepamos que esto tomará tiempo, ojalá solo el necesario y sobre todo mucho esfuerzo, porque no hay comida gratis. Hoy es un buen día para empezar, mañana habremos perdido tiempo valioso.
Un Pacto Social entre los guatemaltecos es fundamental, pues aquellos que no saben a dónde van, aún cuando les den un avión, estarán perdidos y jamás llegarán a destino.
Febrero 2016​www.reflexionespoliticasyotras.blogspot.com
​www.republicagt.com​Oscar D. Bonilla Aguirre

El Pacto Pendiente de la Plaza de la Constitución

Redacción
11 de febrero, 2016

Todos hemos sido testigos del clamor del pueblo, si del verdadero pueblo, no así de los que dicen representar conglomerados que jamás les han dado la representatividad. Fue la gente, que con hartazgo salió a expresar su descontento de la situación de corrupción y descaro de las autoridades y sus secuaces mercantilistas. Hemos sido ejemplo hacia el mundo de cómo un pueblo exigió sus derechos y logro cambios, para todos impensables en las autoridades presuntamente corruptas, a los ojos de la ley y totalmente culpables a los ojos de todos aquellos ciudadanos de a pie, que hemos sido testigos de sus extravagancias y despilfarros a niveles tan o más grandes que las estrellas de Hollywood.
Empero, todo esto queda en vano si no aterrizamos todo este movimiento legítimo y necesario en algo concreto. A pesar de que los jóvenes fueron muy importantes, en difundir el punto de encuentro para todo aquel guatemalteco, hastiado del estado de cosas que prevalecía y sigue sucediendo en nuestro querido país. Fuimos todos, viejos, jóvenes, incluso niños, los que sin importar nuestra posición social, grado de educación, oficio o profesión, medios de comunicación, incluso género o inclinación sexual, religión, y tantas otras cosas que pudieran dividirnos, en estas semanas de expresión innata de descontento, hartazgo y desesperación, nos unimos como una sola voz Sí la voz de la verdadera Guatemala. De manera voluntaria, participamos en este movimiento que expresa nuestro derecho de petición y de manifestación a título personal. Sorpresivamente coincidimos muchos con el mismo propósito. Manifestar nuestra indignación por el abuso de aquellos que de una manera seudodemocrática se han convertido en los falsos representantes de la gente (people) o pueblo en otras palabras. Porque a pesar de ser electos en un sistema legal, no son de ninguna manera legítimos representantes de quienes conformamos la sociedad guatemalteca. Representan los intereses perversos de vehículos electorales amañados en donde los dueños de los partidos políticos designan a los disque representantes de todos nosotros. Este estado de cosas no va a cambiar de ninguna manera si no convertimos esta voluntad de todos en un “Pacto Social”. Sí es el momento de encausar toda esta energía, entusiasmo, hartazgo. Y coincidencia, de necesidad de cambio, en un acuerdo de todos los sectores que componen esta bella nación, en las directrices claras de la Guatemala que todos queremos.
Esto no es algo que debamos inventarnos, es un proceso que desde siempre ha sucedido, tal cual lo hacían los romanos en los concilios que partían desde las tribus a las curias discutían y planteaban en los senados. El pacto del Mayflower con los primeros colonos que arribaron a lo que es hoy día la potencia más grande del mundo. O los acuerdos de campesinos que dieron las pautas del desarrollo agrario que se convirtió en el desarrollo industrial de Suecia generando el desarrollo que hoy tienen. O el pacto de la Moncloa que le dio a España los beneficios que hoy día están perdiendo por apartarse de estos mismos acuerdos. De igual manera me quedo muy corto poniendo ejemplos de lo que debemos buscar. Lo importante es lograr los acuerdos mínimos que evoquen los anhelos de todos los sectores de la sociedad guatemalteca, pero de una manera que si representen las expectativas de todos y no de aquellos grupúsculos que se arrogan esta representación y se hacen llamar “Sociedad civil”.
La paradoja es: cómo generamos la energía de activación que encienda este movimiento de discusión seria y que conjugue la mezcla correcta de representación para que se consiga el mínimo disenso y arribemos a las directrices claras de lo que es el ideal de Guatemala. Y que todos nos apropiemos de este. Porque siendo así, sí exigiremos a quienes nos representen a que cumplan con las directrices y sobre todo con las metas que les fijemos.
Esta discusión debiera representar a todos, pero debieran ser aquellos que pertenezcan a las elites morales, intelectuales, sociales quienes recogieran estos anhelos y sobre todo los principios e ideales en los cuales debemos forjar estos acuerdos que conformen el Pacto. Recordemos que no es el que más cacarea quien pone el huevo.
Esto no debe ser un movimiento de resultados rápidos, no hay nada mágico. Deberá ser un proceso que se tome el tiempo necesario para profundizar en los acuerdos mínimos (Trabajo, Seguridad, Paz, Cumplimiento de la Ley, Infraestructura). Definir sin premura pero con prisa todo este bagaje de acuerdo, pero con el mínimo disenso. No buscando un acuerdo de total consenso que jamás será real y que es utópico. Revisemos, analicemos, estudiemos que han hecho aquellas naciones que han sido más exitosas. Emulemos lo que nos pueda ser útil. Seamos eclécticos, en seleccionar lo mejor de las experiencias de otros, pero siempre y cuando se adapten a nuestras necesidades y sean realistas con nuestra condición actual. Aprendamos de qué han tenido que hacer todos aquellos que lo han logrado. Veamos cómo se sobrepusieron a sus desaciertos, que características tuvieron sus líderes y busquemos estas en los nuestros. Descubramos cuales son las bases que generaron el desarrollo que hoy disfrutan las mejores sociedades del primer mundo. Pero seamos críticos en definir qué fue lo que los hizo exitosos y no en aquello que hacen ahora que ya lo son. El generar desarrollo económico y social requiere eficiencia y eficacia, de un sacrificio que alguna generación aportó, para que sean hoy lo que son. No emulemos lo que nos dicen que hay que hacer, de quienes solo fueron recipiendarios de este resultado. Porque ellos no saben cómo llegaron, sólo saben de cómo disfrutarlo y puede ser muy peligroso escuchar los consejos de quienes no tienen la mínima idea de lo que hablan. Máxime cuando estos que sugieren y quieren definir nuestro destino tienen intereses diferentes a los nuestros. O lo que es peor representan sociedades en decadencia por haberse separado de los principios y valores de aquellos que fundaron la sociedad en la que hoy viven.
Este Pacto tiene, o debiera tener en mi criterio, un objetivo último. Este es el de crear sinergia para todos. Debemos soñar en una sociedad en la que no importe cuanto separe a los que más tienen, siempre y cuando exista ese espíritu solidario para aquellos que debemos empujar para que en vez de una carga sean parte de la riqueza de esta nación. Seamos creativos en diseñar pasos seguros para llegar a buen puerto. Sepamos que no es fácil, que no es de la noche a la mañana, pero sobre todo que si no sabemos a dónde vamos y definimos metas claras a corto, mediano y largo plazo, simplemente estamos arando en la mar. Y más que nada sepamos que esto tomará tiempo, ojalá solo el necesario y sobre todo mucho esfuerzo, porque no hay comida gratis. Hoy es un buen día para empezar, mañana habremos perdido tiempo valioso.
Un Pacto Social entre los guatemaltecos es fundamental, pues aquellos que no saben a dónde van, aún cuando les den un avión, estarán perdidos y jamás llegarán a destino.
Febrero 2016​www.reflexionespoliticasyotras.blogspot.com
​www.republicagt.com​Oscar D. Bonilla Aguirre