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La importancia del respeto

Betty Marroquin
02 de marzo, 2016

En repetidas oportunidades he unido mi voz a quienes denuncian la necesidad imperiosa de restablecer una sociedad donde el respeto mutuo impere, donde las personas se comuniquen civilmente, donde se critiquen ideas en lugar de atacar la integridad personal del individuo. Esta semana me llegó un video que data de hace poco más o menos un año, en el que periodistas españoles enfrentan a Ingrid Beck, Editora de la Revista Barcelona, luego de publicar una portada en la que insultaba en forma verdaderamente grotesca al Sumo Pontífice, y lo mostraba maquillado, con aretes, en una clara burla a la homosexualidad y sobre todo, al Papa mismo luego que manifestara una cierta apertura invitando a los homosexuales a acercarse a la Iglesia Católica. En esa entrevista, la señora Beck dijo que para ella no habían faltado al respeto al Papa porque todo había sido hecho “con humor”. Cuando fue atacada por los entrevistadores quienes “con humor” la llamaron “mal nacida” entre otras cosas, se molestó y dejó la entrevista. Conclusión, como suele suceder, es fácil insultar pero no recibir los insultos. Y si creen que exagero, vean el video abajo.

Recurrir a ese tipo de ataque es de lo más bajo que un individuo o una entidad puede hacer. El ataque al Papa fue condenado por los líderes religiosos de casi todas las creencias, coincidiendo que era una profunda falta de respeto hacia su santidad. Pero si nos molesta semejante falta de respeto, nos debiera molestar hacia cualquier otro ser humano.

Esto me recordó la fattuah contra Charlie Abdo luego de publicar sus caricaturas sobre los musulmanes que éstos tomaron como insulto, cuando los señores en sus países se mofan y queman imágenes de líderes occidentales y de emblemas patrios cual quemar basura. De nuevo, se quejan cuando les pasa a ellos, pero lo permiten cuando son ellos quienes realizan los abusos.

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Lo mismo sucede a diario en nuestra linda Guatemala. Pareciera como si los guatemaltecos hemos olvidado como intercambiar diferencias de criterios sin faltarnos al respeto, sin atacar nuestra integridad moral o física, sin atacar parientes, y más bien hablando de substancia. Me ha sucedido personalmente, y ha sucedido a muchos analistas y columnistas de diversos medios. En Twitter, por ejemplo, algunos, escondidos tras sobre nombres, y con fotos que nada tienen que ver con ellos, dicen cuanto oprobio y grosería les pasa por la mente, sin percatarse que al hacerlo, sólo demuestran la bajeza con que fueron creados.

Los chapines tenemos un sentido del humor complejo e ingenioso, pero no tiene que ser vulgar e hiriente. Podríamos disfrutarlo sin faltarnos al respeto, sin atentar contra la dignidad de la persona. Ataquemos las ideas, no la moral o el físico. Es ése justamente el meollo del problema social en que vivimos. ¿Por qué es tan fácil matar, robar, hacerle daño, insultar, etc. a otro ser humano? Porque no le tenemos ningún respeto a los demás.

De nada sirve que queramos una Guatemala digna, una nación fuerte y próspera si nos comportamos mal los unos con los otros. Es en la única cosa que estoy de acuerdo con Hillary Clinton, quién en su discurso triunfal del Súper Martes dijo que los Estados Unidos necesita más amabilidad y gentileza entre su gente. Tiene toda la razón en eso, y lo aplico a Guatemala al cien por ciento.

Todos nos quejamos a diario, pero si no cambiamos nosotros mismos, hacemos un esfuerzo a conciencia, para ser más respetuosos en nuestra forma de expresarnos y dirigirnos a los demás, jamás sacaremos nuestra sociedad del atolladero en que se encuentra. El cambio empieza por casa, y empieza por uno mismo.

La importancia del respeto

Betty Marroquin
02 de marzo, 2016

En repetidas oportunidades he unido mi voz a quienes denuncian la necesidad imperiosa de restablecer una sociedad donde el respeto mutuo impere, donde las personas se comuniquen civilmente, donde se critiquen ideas en lugar de atacar la integridad personal del individuo. Esta semana me llegó un video que data de hace poco más o menos un año, en el que periodistas españoles enfrentan a Ingrid Beck, Editora de la Revista Barcelona, luego de publicar una portada en la que insultaba en forma verdaderamente grotesca al Sumo Pontífice, y lo mostraba maquillado, con aretes, en una clara burla a la homosexualidad y sobre todo, al Papa mismo luego que manifestara una cierta apertura invitando a los homosexuales a acercarse a la Iglesia Católica. En esa entrevista, la señora Beck dijo que para ella no habían faltado al respeto al Papa porque todo había sido hecho “con humor”. Cuando fue atacada por los entrevistadores quienes “con humor” la llamaron “mal nacida” entre otras cosas, se molestó y dejó la entrevista. Conclusión, como suele suceder, es fácil insultar pero no recibir los insultos. Y si creen que exagero, vean el video abajo.

Recurrir a ese tipo de ataque es de lo más bajo que un individuo o una entidad puede hacer. El ataque al Papa fue condenado por los líderes religiosos de casi todas las creencias, coincidiendo que era una profunda falta de respeto hacia su santidad. Pero si nos molesta semejante falta de respeto, nos debiera molestar hacia cualquier otro ser humano.

Esto me recordó la fattuah contra Charlie Abdo luego de publicar sus caricaturas sobre los musulmanes que éstos tomaron como insulto, cuando los señores en sus países se mofan y queman imágenes de líderes occidentales y de emblemas patrios cual quemar basura. De nuevo, se quejan cuando les pasa a ellos, pero lo permiten cuando son ellos quienes realizan los abusos.

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Lo mismo sucede a diario en nuestra linda Guatemala. Pareciera como si los guatemaltecos hemos olvidado como intercambiar diferencias de criterios sin faltarnos al respeto, sin atacar nuestra integridad moral o física, sin atacar parientes, y más bien hablando de substancia. Me ha sucedido personalmente, y ha sucedido a muchos analistas y columnistas de diversos medios. En Twitter, por ejemplo, algunos, escondidos tras sobre nombres, y con fotos que nada tienen que ver con ellos, dicen cuanto oprobio y grosería les pasa por la mente, sin percatarse que al hacerlo, sólo demuestran la bajeza con que fueron creados.

Los chapines tenemos un sentido del humor complejo e ingenioso, pero no tiene que ser vulgar e hiriente. Podríamos disfrutarlo sin faltarnos al respeto, sin atentar contra la dignidad de la persona. Ataquemos las ideas, no la moral o el físico. Es ése justamente el meollo del problema social en que vivimos. ¿Por qué es tan fácil matar, robar, hacerle daño, insultar, etc. a otro ser humano? Porque no le tenemos ningún respeto a los demás.

De nada sirve que queramos una Guatemala digna, una nación fuerte y próspera si nos comportamos mal los unos con los otros. Es en la única cosa que estoy de acuerdo con Hillary Clinton, quién en su discurso triunfal del Súper Martes dijo que los Estados Unidos necesita más amabilidad y gentileza entre su gente. Tiene toda la razón en eso, y lo aplico a Guatemala al cien por ciento.

Todos nos quejamos a diario, pero si no cambiamos nosotros mismos, hacemos un esfuerzo a conciencia, para ser más respetuosos en nuestra forma de expresarnos y dirigirnos a los demás, jamás sacaremos nuestra sociedad del atolladero en que se encuentra. El cambio empieza por casa, y empieza por uno mismo.