Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

La afición fantasma

Redacción
04 de marzo, 2016

Llego al Mateo Flores caminando. El estadio ya no sorprende a nadie. Su majestuosidad, si es que la tuvo en algún momento, fue enterrada hace rato por sus propios protagonistas: los jugadores. Compro mi entrada para “Preferencia” (y no es que realmente “prefiera” ir allí pero, sinceramente, ir a “general” en estos tiempos de inseguridad, ya no es una opción. Al menos para quienes podemos elegir). Pago. Q50 donados a una federación cuyos cabecillas son acusados de corrupción. Q50 regalados a la impunidad. Pero los pago, porque tengo que hacer mi tarea; una nota periodística para una clase.

Subo las gradas para ir a las butacas. Aquellas viejas, desgastadas, maltratadas y vacías butacas azules, que si pudieran hablar, se quejarían de lo solas que han estado en estos últimos años. Me siento. Miro a mi alrededor. Tomo una foto de las butacas vacías; la afición fantasma. Las personas que están cerca mío van por algo de comer. Yo simplemente no tengo hambre. Tengo frío, y pienso que no vale la pena congelarme por mi selección, al menos no para mí. Pero tengo que hacer mi tarea.

Son las ocho de la noche e inicia el partido. Guatemala contra El Salvador. Minuto diecinueve: gol de Guatemala por el capitán Márquez. “¡Que bueno!” pienso, pero no celebro ningún gol. No es que no sea patriota, solo me molesta pensar que hay gente que cree que es “patriota” solamente con “apoyar a la selección”, cuando en realidad ni siquiera la apoyan con todo su corazón. Y ante mis ojos está la prueba de ello. ¿Dónde están todos los “aficionados”? Quizá si hubiesen sabido el resultado del partido si hubieran venido, porque para compartir éxitos si somos buenos, pero para compartir fracasos sabemos escondernos. No tardarán en salir los posts en Facebook de todos los “aficionados” aclamando la selección. Esos aficionados que no se levantaron de la sala de su casa. Los mismos que están cómodos y calientes en el sillón, pero que andan diciendo por todas partes lo mucho que “aman” a su selección cuando no son capaces de ir a verla un miércoles cualquiera…me pregunto entonces ¿cuánto vale su afición?

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Me voy del estadio. El partido ha terminado. Ya hice mi tarea. A mi me da igual si ganamos o no. Yo no ando diciendo que soy un aficionado, porque en realidad no lo soy. Eso no significa que no sea patriota. Simplemente, lo demuestro de otras maneras; maneras que quizá importan mas, según mi criterio.

Escucho al locutor en la radio al día siguiente: “Los guatemaltecos estamos contentos con el resultado de este partido, puesto que es un paso más cerca del sueño guatemalteco: llegar a un mundial”. Se calla el locutor y yo me pregunto, ¿realmente es el sueño de todos? Porque las butacas estaban vacías, y permanecerán así por mucho tiempo.

La afición fantasma

Redacción
04 de marzo, 2016

Llego al Mateo Flores caminando. El estadio ya no sorprende a nadie. Su majestuosidad, si es que la tuvo en algún momento, fue enterrada hace rato por sus propios protagonistas: los jugadores. Compro mi entrada para “Preferencia” (y no es que realmente “prefiera” ir allí pero, sinceramente, ir a “general” en estos tiempos de inseguridad, ya no es una opción. Al menos para quienes podemos elegir). Pago. Q50 donados a una federación cuyos cabecillas son acusados de corrupción. Q50 regalados a la impunidad. Pero los pago, porque tengo que hacer mi tarea; una nota periodística para una clase.

Subo las gradas para ir a las butacas. Aquellas viejas, desgastadas, maltratadas y vacías butacas azules, que si pudieran hablar, se quejarían de lo solas que han estado en estos últimos años. Me siento. Miro a mi alrededor. Tomo una foto de las butacas vacías; la afición fantasma. Las personas que están cerca mío van por algo de comer. Yo simplemente no tengo hambre. Tengo frío, y pienso que no vale la pena congelarme por mi selección, al menos no para mí. Pero tengo que hacer mi tarea.

Son las ocho de la noche e inicia el partido. Guatemala contra El Salvador. Minuto diecinueve: gol de Guatemala por el capitán Márquez. “¡Que bueno!” pienso, pero no celebro ningún gol. No es que no sea patriota, solo me molesta pensar que hay gente que cree que es “patriota” solamente con “apoyar a la selección”, cuando en realidad ni siquiera la apoyan con todo su corazón. Y ante mis ojos está la prueba de ello. ¿Dónde están todos los “aficionados”? Quizá si hubiesen sabido el resultado del partido si hubieran venido, porque para compartir éxitos si somos buenos, pero para compartir fracasos sabemos escondernos. No tardarán en salir los posts en Facebook de todos los “aficionados” aclamando la selección. Esos aficionados que no se levantaron de la sala de su casa. Los mismos que están cómodos y calientes en el sillón, pero que andan diciendo por todas partes lo mucho que “aman” a su selección cuando no son capaces de ir a verla un miércoles cualquiera…me pregunto entonces ¿cuánto vale su afición?

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Me voy del estadio. El partido ha terminado. Ya hice mi tarea. A mi me da igual si ganamos o no. Yo no ando diciendo que soy un aficionado, porque en realidad no lo soy. Eso no significa que no sea patriota. Simplemente, lo demuestro de otras maneras; maneras que quizá importan mas, según mi criterio.

Escucho al locutor en la radio al día siguiente: “Los guatemaltecos estamos contentos con el resultado de este partido, puesto que es un paso más cerca del sueño guatemalteco: llegar a un mundial”. Se calla el locutor y yo me pregunto, ¿realmente es el sueño de todos? Porque las butacas estaban vacías, y permanecerán así por mucho tiempo.