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Restavek

María Dolores Arias
07 de marzo, 2016

El viernes pasado tuve la oportunidad de asistir al College Freedom Forum organizado por Human Rights Foundation –HRF- en la Universidad Francisco Marroquín –UFM-. Esta fue la primera vez que se realizaba en América Latina y su objetivo es exponer la situación de los derechos humanos por medio de sus diferentes conferencistas. Fue un día intenso, lleno de experiencias y con muchas ideas en la cabeza acerca de la importancia de comprender qué son los derechos humanos y defenderlos en consecuencia.

Todas las conferencias fueron muy interesantes pero la que más llamó mi atención y me dejó muchos cuestionamientos fue la exposición de Jean-Robert Cadet. Él habló acerca de la esclavitud infantil en Haití, nos habló acerca de los restavek.

Este término tiene su origen del francés reste-avec que significa “estar con” o “quedarse con” y se utiliza en la cultura haitiana para referirse a los niños que viven con alguna familia sin ser considerados como parte de la misma. Es decir, pueden ser o no familiares, lo que los convierte en restavek es el trato hacia ellos, ya que por lo general se encargan de las labores domésticas sin recibir un pago a cambio, no los envían a la escuela, son abusados física, emocional y en muchas ocasiones sexualmente. Los restavek son considerados como esclavos y por consiguiente sin derecho alguno.

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En su exposición Cadet sabía muy bien de lo que estaba hablando ya que él mismo fue un restavek en su país natal, Haití, hasta que sus “dueños” se fueron a vivir a Nueva York. Ahora tiene una fundación donde trata de cambiar esta costumbre a través de la educación de los niños y concientización de los adultos.

Además del hecho de que aún exista esclavitud, en este caso infantil, me impactó observar que los “dueños” de los restavek son haitianos iguales a estos niños, excepto por tener un poco, y sólo un poco, más de recursos económicos. Estos “dueños” consideran moral tener algún restavek a su servicio, consideran “normal” tratarlos como esclavos ya que probablemente sus vecinos hagan lo mismo y nadie los señala por sus abusos.

El pensar que aún existe, en forma solapada, la esclavitud infantil en Haití; me hizo reflexionar en cuántos restavek viven en nuestros países y ni siquiera lo notamos. Cuántos restavek viven en Guatemala y no lo percibimos porque se ha vuelto parte del paisaje.

¿Cuántas jóvenes son “reclutadas” con engaños en burdeles y permanecen ahí en contra de su voluntad? ¿Cuántos niños son alquilados para limosnear en la calle y poder sostener a sus familias? ¿Cuántas virginidades infantiles son vendidas al mejor postor? ¿Cuántas “muchachas” vienen a la capital en busca de una mejor vida y terminan “cuasi esclavas” con largas jornadas y abusos de toda clase? ¿Cuántas de ellas su mejor opción es eso o quedar en el campo en peores condiciones? Los restavek no son tan ajenos ni tan lejanos a nosotros.

De la indignación, tristeza y dolor que puede causar el abuso hacia los niños, me pregunto ¿cuál será la mejor manera de ayudarlos? ¿Cómo se puede cambiar esta situación en el largo plazo de forma duradera?

La solución es de largo aliento y debemos tener claras las ideas para no hacer más daño del que ya se ha hecho con el actual sistema. Cada quien puede hacer algo acorde a sus habilidades y capacidades. Es importante comprender que mientras no cambiemos las condiciones económicas, la situación permanecerá igual o peor.

Cuando hay inversiones de capital los niveles de sueldos mejoran. Las “muchachas” pueden tener mejores opciones, tal como sucedió antes, cuando eran contratadas por maquilas y si querías contratar servicio doméstico debías mejorar sustancialmente no sólo el sueldo sino las condiciones laborales.

Para que haya crecimiento económico debe haber libertad y para que haya libertad se deben respetar los derechos individuales de cada uno, sin excepción. Debemos exigir un gobierno enfocado en proteger la vida, la propiedad y la libertad de sus habitantes. Exigir a los diputados en el Congreso que eliminen tanta traba legislativa a la creación de riqueza, que elimine tanta burocracia que sólo consume los recursos que nos expolian.

Los restavek no son tan ajenos a nosotros. Hagamos el cambio, un cambio pacífico y permanente.

@Md30

Facebook.com/Mda30

Restavek

María Dolores Arias
07 de marzo, 2016

El viernes pasado tuve la oportunidad de asistir al College Freedom Forum organizado por Human Rights Foundation –HRF- en la Universidad Francisco Marroquín –UFM-. Esta fue la primera vez que se realizaba en América Latina y su objetivo es exponer la situación de los derechos humanos por medio de sus diferentes conferencistas. Fue un día intenso, lleno de experiencias y con muchas ideas en la cabeza acerca de la importancia de comprender qué son los derechos humanos y defenderlos en consecuencia.

Todas las conferencias fueron muy interesantes pero la que más llamó mi atención y me dejó muchos cuestionamientos fue la exposición de Jean-Robert Cadet. Él habló acerca de la esclavitud infantil en Haití, nos habló acerca de los restavek.

Este término tiene su origen del francés reste-avec que significa “estar con” o “quedarse con” y se utiliza en la cultura haitiana para referirse a los niños que viven con alguna familia sin ser considerados como parte de la misma. Es decir, pueden ser o no familiares, lo que los convierte en restavek es el trato hacia ellos, ya que por lo general se encargan de las labores domésticas sin recibir un pago a cambio, no los envían a la escuela, son abusados física, emocional y en muchas ocasiones sexualmente. Los restavek son considerados como esclavos y por consiguiente sin derecho alguno.

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En su exposición Cadet sabía muy bien de lo que estaba hablando ya que él mismo fue un restavek en su país natal, Haití, hasta que sus “dueños” se fueron a vivir a Nueva York. Ahora tiene una fundación donde trata de cambiar esta costumbre a través de la educación de los niños y concientización de los adultos.

Además del hecho de que aún exista esclavitud, en este caso infantil, me impactó observar que los “dueños” de los restavek son haitianos iguales a estos niños, excepto por tener un poco, y sólo un poco, más de recursos económicos. Estos “dueños” consideran moral tener algún restavek a su servicio, consideran “normal” tratarlos como esclavos ya que probablemente sus vecinos hagan lo mismo y nadie los señala por sus abusos.

El pensar que aún existe, en forma solapada, la esclavitud infantil en Haití; me hizo reflexionar en cuántos restavek viven en nuestros países y ni siquiera lo notamos. Cuántos restavek viven en Guatemala y no lo percibimos porque se ha vuelto parte del paisaje.

¿Cuántas jóvenes son “reclutadas” con engaños en burdeles y permanecen ahí en contra de su voluntad? ¿Cuántos niños son alquilados para limosnear en la calle y poder sostener a sus familias? ¿Cuántas virginidades infantiles son vendidas al mejor postor? ¿Cuántas “muchachas” vienen a la capital en busca de una mejor vida y terminan “cuasi esclavas” con largas jornadas y abusos de toda clase? ¿Cuántas de ellas su mejor opción es eso o quedar en el campo en peores condiciones? Los restavek no son tan ajenos ni tan lejanos a nosotros.

De la indignación, tristeza y dolor que puede causar el abuso hacia los niños, me pregunto ¿cuál será la mejor manera de ayudarlos? ¿Cómo se puede cambiar esta situación en el largo plazo de forma duradera?

La solución es de largo aliento y debemos tener claras las ideas para no hacer más daño del que ya se ha hecho con el actual sistema. Cada quien puede hacer algo acorde a sus habilidades y capacidades. Es importante comprender que mientras no cambiemos las condiciones económicas, la situación permanecerá igual o peor.

Cuando hay inversiones de capital los niveles de sueldos mejoran. Las “muchachas” pueden tener mejores opciones, tal como sucedió antes, cuando eran contratadas por maquilas y si querías contratar servicio doméstico debías mejorar sustancialmente no sólo el sueldo sino las condiciones laborales.

Para que haya crecimiento económico debe haber libertad y para que haya libertad se deben respetar los derechos individuales de cada uno, sin excepción. Debemos exigir un gobierno enfocado en proteger la vida, la propiedad y la libertad de sus habitantes. Exigir a los diputados en el Congreso que eliminen tanta traba legislativa a la creación de riqueza, que elimine tanta burocracia que sólo consume los recursos que nos expolian.

Los restavek no son tan ajenos a nosotros. Hagamos el cambio, un cambio pacífico y permanente.

@Md30

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