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Proyecto El Escobal: responsabilidad con el agua y ambiente

Redacción República
08 de marzo, 2016

El Estudio de Impacto Ambiental (EIA), emitido por Tahoe Resources previo a que se le concediera licencia para proceder a la extracción de plata, plomo y demás componentes existentes en el proyecto El Escobal, en San Rafael Las Flores, Santa Rosa, llevó un compromiso hacia mantener un automonitoreo crítico en el área del agua existente y la implementación de las acciones correctivas, de ser necesarias.

Incluso, se mencionó que un drenaje ácido de roca proveniente de la mina resulta improbable. De ocurrir, la empresa procedería a limpiar los efectos antes de que estos alcanzaran las aguas superficiales.

En su momento se presentaron los plantes para minimizar un accidente de este tipo y las acciones para sellar un flujo de esta naturaleza con cemento y relaves. El primero de los materiales descritos tiene la capacidad de neutralizar activos.

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En el área de la mina hay dos mantos acuíferos subterráneos, pero los pozos de agua no impactan, tal y como se previó desde el inicio, con estas reservas. “El tratamiento de agua está siendo revisado y será ajustado para cumplir con estándares de descarga”, menciona el documento.

El EIA también establece que el “depósito para agua de lluvia en la base de la instalación permanecerá por suficiente tiempo para dar seguimiento y garantizar el cumplimiento con los estándares de calidad del agua o hasta que el efluente cese”.

Un informe emitido por el Instituto de Investigación y Proyección sobre Ambiente Natural y Sociedad (Iarna) de la Universidad Rafael Landívar (URL), recogió las impresiones anteriores y hasta el momento, y pese a los análisis que presentaban temores sobre riesgos emitidos por algunos expertos, no se han concretado, por los mecanismos de trabajo.

Preparados para todo

Miguel Berganza, gerente del Departamento de Ambiente de Minera San Rafael (MSR), explicó que en la Mina El Escobal tienen “un plan de monitoreo que ha venido muestreando la calidad físico química del agua desde 2009”.

Especificó que conocen cómo eran las características antes de la operación, por lo tanto y cómo están ahora en plena producción. “Es algo constante, hay mediciones diarias, semanales, quincenales, mensuales y trimestrales”.

Se le consultó acerca de los riesgos existentes ante un terremoto y manifestó que en cualquier industria hay riesgos pero que “en realidad el sistema y diseños de las minas modernas son bastante seguros y todo va en tuberías con especificaciones internacionales”.

También precisó que los eventos que podrían suscitarse deben incluir mecanismos para minimizarlos y esto incluye planes de contención o para emergencias y en los diseños de la mina hay áreas contenidas para prevenir derrames.

“Hay un margen de protección y en las instalaciones de la mina son áreas contenidas. Se puede derramar algo, pero queda ahí mismo y no sale al aire libre (…)”, agregó que la mina no utiliza ninguna fuente de agua superficial para abastecerse.

Lo único que atraviesa el proyecto El Escobal es una quebrada con el mismo nombre que solo lleva agua en invierno, pero asegura que ellos no utilizan agua de ríos o quebradas.

“Hacemos monitoreo en ríos, pozos y nacimientos de agua para ver si hay o no un efecto de la mina. “El agua usada no se desacarga al ambiente como erróneamente la oposición malinforma, descargamos agua que se encuentra en el túnel, pero es agua natural”, finalizó.

Un proyecto reconocido

Sin embargo, viendo más allá de cualquier incidente o accidente, los personeros de la Mina implementaron un modelo que rompió paradigmas y que forma parte de los mecanismos que son vistos con buenos ojos por parte de la Organización de Naciones Unidas (ONU), se trata del Programa Cultivando Agua Buenta (CAB).

El MEM suscribió en febrero 2015 un Convenio Básico de Cooperación Científica y Técnica entre Guatemala y Brasil para la implementación del programa piloto en dos proyectos, uno de estos, para El Escobal de Mina San Rafael y el otro para la micro cuenca del río Canlich en las comunidades Oqueda, Xicacao, Rubel Cruz y Purulhá, en Alta Verapaz, a cargo de Multinversiones.

“(Agua Buena) es una metodología que permite a las comunidades trabajar de la mano con el gobierno central y local y empresas privadas, para que juntos se comprometan al cuidado de las microcuencas por medio de programas que beneficien a las comunidades en materia ambiental y social”, indicó el embajador de Brasil en Guatemala, Joao Luis Barros, al momento de firmar el convenio que dio vida a este proyecto.

Proyecto El Escobal: responsabilidad con el agua y ambiente

Redacción República
08 de marzo, 2016

El Estudio de Impacto Ambiental (EIA), emitido por Tahoe Resources previo a que se le concediera licencia para proceder a la extracción de plata, plomo y demás componentes existentes en el proyecto El Escobal, en San Rafael Las Flores, Santa Rosa, llevó un compromiso hacia mantener un automonitoreo crítico en el área del agua existente y la implementación de las acciones correctivas, de ser necesarias.

Incluso, se mencionó que un drenaje ácido de roca proveniente de la mina resulta improbable. De ocurrir, la empresa procedería a limpiar los efectos antes de que estos alcanzaran las aguas superficiales.

En su momento se presentaron los plantes para minimizar un accidente de este tipo y las acciones para sellar un flujo de esta naturaleza con cemento y relaves. El primero de los materiales descritos tiene la capacidad de neutralizar activos.

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En el área de la mina hay dos mantos acuíferos subterráneos, pero los pozos de agua no impactan, tal y como se previó desde el inicio, con estas reservas. “El tratamiento de agua está siendo revisado y será ajustado para cumplir con estándares de descarga”, menciona el documento.

El EIA también establece que el “depósito para agua de lluvia en la base de la instalación permanecerá por suficiente tiempo para dar seguimiento y garantizar el cumplimiento con los estándares de calidad del agua o hasta que el efluente cese”.

Un informe emitido por el Instituto de Investigación y Proyección sobre Ambiente Natural y Sociedad (Iarna) de la Universidad Rafael Landívar (URL), recogió las impresiones anteriores y hasta el momento, y pese a los análisis que presentaban temores sobre riesgos emitidos por algunos expertos, no se han concretado, por los mecanismos de trabajo.

Preparados para todo

Miguel Berganza, gerente del Departamento de Ambiente de Minera San Rafael (MSR), explicó que en la Mina El Escobal tienen “un plan de monitoreo que ha venido muestreando la calidad físico química del agua desde 2009”.

Especificó que conocen cómo eran las características antes de la operación, por lo tanto y cómo están ahora en plena producción. “Es algo constante, hay mediciones diarias, semanales, quincenales, mensuales y trimestrales”.

Se le consultó acerca de los riesgos existentes ante un terremoto y manifestó que en cualquier industria hay riesgos pero que “en realidad el sistema y diseños de las minas modernas son bastante seguros y todo va en tuberías con especificaciones internacionales”.

También precisó que los eventos que podrían suscitarse deben incluir mecanismos para minimizarlos y esto incluye planes de contención o para emergencias y en los diseños de la mina hay áreas contenidas para prevenir derrames.

“Hay un margen de protección y en las instalaciones de la mina son áreas contenidas. Se puede derramar algo, pero queda ahí mismo y no sale al aire libre (…)”, agregó que la mina no utiliza ninguna fuente de agua superficial para abastecerse.

Lo único que atraviesa el proyecto El Escobal es una quebrada con el mismo nombre que solo lleva agua en invierno, pero asegura que ellos no utilizan agua de ríos o quebradas.

“Hacemos monitoreo en ríos, pozos y nacimientos de agua para ver si hay o no un efecto de la mina. “El agua usada no se desacarga al ambiente como erróneamente la oposición malinforma, descargamos agua que se encuentra en el túnel, pero es agua natural”, finalizó.

Un proyecto reconocido

Sin embargo, viendo más allá de cualquier incidente o accidente, los personeros de la Mina implementaron un modelo que rompió paradigmas y que forma parte de los mecanismos que son vistos con buenos ojos por parte de la Organización de Naciones Unidas (ONU), se trata del Programa Cultivando Agua Buenta (CAB).

El MEM suscribió en febrero 2015 un Convenio Básico de Cooperación Científica y Técnica entre Guatemala y Brasil para la implementación del programa piloto en dos proyectos, uno de estos, para El Escobal de Mina San Rafael y el otro para la micro cuenca del río Canlich en las comunidades Oqueda, Xicacao, Rubel Cruz y Purulhá, en Alta Verapaz, a cargo de Multinversiones.

“(Agua Buena) es una metodología que permite a las comunidades trabajar de la mano con el gobierno central y local y empresas privadas, para que juntos se comprometan al cuidado de las microcuencas por medio de programas que beneficien a las comunidades en materia ambiental y social”, indicó el embajador de Brasil en Guatemala, Joao Luis Barros, al momento de firmar el convenio que dio vida a este proyecto.