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La Iglesia de Jesús resucitado

Redacción
26 de marzo, 2016

«Y si Cristo no ha resucitado, tanto mi anuncio como la fe de ustedes no tienen sentido » 1 Cor 15 14
Y así, como si nada está por concluir la semana mayor. (Una semana santa, hay que decir que la palabra “santa/santo” se refiere a algo apartado, algo que por cualidades y virtudes se destaca de lo demás.) Y qué manera de concluir, con 50 días en fiesta por pascua. ¿Y cómo no vamos a celebrar la resurrección? Si es la razón de nuestra salvación y de nuestra fe.
Pero, es la lectura con la que inicia esta columna la que realmente me intriga. En otras versiones se puede leer algo como: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe.” Y eso me lleva a preguntarme y preguntarle: ¿Cristo ya resucitó para nosotros?
Y es aquí donde está realmente la variable. Cristo resucitó, como cristianos lo reconocemos. Pero ¿Realmente actuamos de la manera en la que requiere saber esto? Si Jesús no ha resucitado para nosotros es extremadamente complicado que podamos formar parte de la Iglesia que él fundó. Es netamente imposible cumplir con su mandato de “Ámense unos a los otros, como yo los he amado.” ¿Qué nos amó? Ni se duda. Y de la manera más poderosa que existe, tanto que dio su vida por nosotros. Entonces así debemos amar a los demás. Y podemos dar la vida en cosas muy sencillas, en el día a día y en el lugar que estemos. Ayudando en casa, teniendo paciencia con cada persona, sin seguir chismes de alguna persona, alegrándonos por los logros de los demás; en fin eso y muchas cosas más.
Jesús imaginó una Iglesia que estuviera tan llena de amor, comprensión y misericordia como él mismo. Una Iglesia donde todos tuvieran su espacio, su responsabilidad y su oasis de paz. Una que pudiera reconocerse, diferenciarse y destacarse entre la multitud de cosas que nos ofrecen nuestros tiempos. Una donde a pesar de los años se siga teniendo presente su sacrificio, pero no en llantos y lamentaciones sino en testimonios con acciones. Como diría el Papa Francisco, una Iglesia de puertas abiertas. Puertas abiertas sin restricciones para nadie.
No podemos quedarnos con el fervor y devoción de la Semana Mayor. No podemos ser católicos de viernes santo, debemos ir y celebrar la resurrección de Jesucristo a través de nuestras acciones en el día a día.

La Iglesia de Jesús resucitado

Redacción
26 de marzo, 2016

«Y si Cristo no ha resucitado, tanto mi anuncio como la fe de ustedes no tienen sentido » 1 Cor 15 14
Y así, como si nada está por concluir la semana mayor. (Una semana santa, hay que decir que la palabra “santa/santo” se refiere a algo apartado, algo que por cualidades y virtudes se destaca de lo demás.) Y qué manera de concluir, con 50 días en fiesta por pascua. ¿Y cómo no vamos a celebrar la resurrección? Si es la razón de nuestra salvación y de nuestra fe.
Pero, es la lectura con la que inicia esta columna la que realmente me intriga. En otras versiones se puede leer algo como: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe.” Y eso me lleva a preguntarme y preguntarle: ¿Cristo ya resucitó para nosotros?
Y es aquí donde está realmente la variable. Cristo resucitó, como cristianos lo reconocemos. Pero ¿Realmente actuamos de la manera en la que requiere saber esto? Si Jesús no ha resucitado para nosotros es extremadamente complicado que podamos formar parte de la Iglesia que él fundó. Es netamente imposible cumplir con su mandato de “Ámense unos a los otros, como yo los he amado.” ¿Qué nos amó? Ni se duda. Y de la manera más poderosa que existe, tanto que dio su vida por nosotros. Entonces así debemos amar a los demás. Y podemos dar la vida en cosas muy sencillas, en el día a día y en el lugar que estemos. Ayudando en casa, teniendo paciencia con cada persona, sin seguir chismes de alguna persona, alegrándonos por los logros de los demás; en fin eso y muchas cosas más.
Jesús imaginó una Iglesia que estuviera tan llena de amor, comprensión y misericordia como él mismo. Una Iglesia donde todos tuvieran su espacio, su responsabilidad y su oasis de paz. Una que pudiera reconocerse, diferenciarse y destacarse entre la multitud de cosas que nos ofrecen nuestros tiempos. Una donde a pesar de los años se siga teniendo presente su sacrificio, pero no en llantos y lamentaciones sino en testimonios con acciones. Como diría el Papa Francisco, una Iglesia de puertas abiertas. Puertas abiertas sin restricciones para nadie.
No podemos quedarnos con el fervor y devoción de la Semana Mayor. No podemos ser católicos de viernes santo, debemos ir y celebrar la resurrección de Jesucristo a través de nuestras acciones en el día a día.