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Giancarlo Ibargüen Segovia

Ramon Parellada
10 de marzo, 2016

Mi queridísimo y admirado amigo, Giancarlo Ibargüen, falleció hace dos días, en la madrugada del 9 de marzo de 2016. Me cuesta escribir en este momento porque tengo tantos recuerdos y tanto que decir que me emociono demasiado pues fue tanto lo que compartimos, tantos proyectos, ideas, discusiones, sueños, ideales, libros y también comidas degustando un buen vino, unas cervezas o un buen whisky de una malta. Sin embargo siento que debo honrar su memoria con unas líneas sobre su vida aunque no quepa en este espacio todo lo que quisiera decir en este momento de este gran y buen hombre.

Qué gran coincidencia, o no, el que Giancarlo trascendiera a otra vida justo el día en que se celebran 240 años de la gran obra más celebre del Adam Smith Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones. Giancarlo tenía una gran admiración por los escritos de Smith.  Tenía especial predilección por el libro por el cual no es tan conocido Smith, “La Teoría de los Sentimientos Morales”.   Gracias a Giancarlo descubrí que Smith también había escrito sobre astronomía y jurisprudencia.

Al pensar en Giancarlo me viene a la mente Don Quijote. Si, Giancarlo era un Quijote pero no el “Caballero de la Triste Figura” pues siempre estaba sonriente, de buen humor y con un ánimo contagioso. Era un Caballero en el más amplio sentido de la palabra y quienes hemos leído y releído uno de sus favoritos libros “Don Quijote de la Mancha” identificamos en Giancarlo a esa persona, ese Quijote que era emprendedor, hombre de acción, idealista, soñador, amante de la libertad, líder nato, defensor de los principios más fundamentales del ser humano y de causas justas en cualquier lugar, servidor, inspirador y preocupado por los demás.

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         Siempre le gustaba mencionar frases del Quijote y la que me viene a la mente en este momento al pensar en Gianca, como cariñosamente le decía, es la siguiente: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.” Cap. XVIII Don Quijote de La Mancha, 2da. Parte

Hace unos años, en el 2011, cuando el Instituto Juan de Mariana de España le otorgó el premio “Juan de Mariana”, me tocó decir unas palabras y en esa ocasión dije que si Ayn Rand hubiera conocido a Giancarlo lo hubiera utilizado como héroe en alguna de sus novelas pues tanto John Galt en “La Rebelión del Atlas” y Howard Roark en “El Manantial”, se quedaban cortos. Estos son los héroes de las novelas que siguen fieles a los principios que viven y defienden sin ceder un céntimo. Lo mismo era Giancarlo, un defensor de los principios en los que creía, principios de libertad y responsabilidad que defendía a capa y espada y por los que se comprometía sin importar las consecuencias.

         Gianca fue una persona que siempre demostró una gran consideración y respeto hacia los demás independientemente de las ideas que tuvieran. Siempre admiré esa capacidad de ser grande sin presumirlo, de no ser arrogante sino sencillo y humilde a la hora de tratar cualquier tema con quien sea, desde un alumno hasta algún premio nobel de Economía. Su sabiduría, humildad y capacidad intelectual le hacen estar con los héroes libertarios que yo más admiro y me atrevo a colocarlo en el primer lugar entre ellos.

No lo digo por decir. Lo afirmo como alguien que ha vivido toda clase de situaciones en más de 20 años con este gran hombre, en el CEES (Centro de Estudios Económico-Sociales), en la “Philadelphia Society”, en la “Mont Pelerin”, en APEE (Asociación Privada de la educación empresarial), en los coloquios de Liberty Fund y especialmente en el día a día en la Universidad Francisco Marroquín.

Gianca fue un hombre visionario. Sus últimos grandes proyectos han cuajado con éxito en la Universidad Francisco Marroquín y me siento orgulloso de haberlos apoyado. Estos son el Michael Polanyi College, las Startup cities y Antigua Forum, entre otros. Ideas no le faltaron nunca a Giancarlo.

     Giancarlo era para mí un ser extraordinario que sabía que la vida es una y hay que vivirla intensamente, sin perder el tiempo.   Nos deja un legado de cómo vivirla “bien” incluso con enfermedades tan tremendas como la que el sufrió durante los últimos diez años, el ELS (Esclerosis Lateral Amiotrópica). Llevó estos años con tal optimismo y buen humor que cuando le visitábamos se nos olvidaba que estaba enfermo. Su vida debe ser gran un ejemplo para nosotros y para muchos más.

         Gianca también era un hombre familiar. Tenía una familia a la que amaba intensamente y viceversa. Logró hacer una familia única, ejemplar, productiva, solidaria y de las que quisiéramos ver más en nuestra querida Guatemala. Su esposa Isabel ha sido un apoyo incondicional en su vida y gracias a ellos Gianca pudo dar todo de sí, incluso en los momentos más difíciles de su enfermedad. Sus hijos son todas unas personas de mucho bien, productivas, trabajadoras, serviciales y también inspiradoras. Su mamá y sus hermanos fueron otros pilares en los que pudo apoyarse en todo momento. Su familia debe estar muy orgullosa de haber apoyado en todo lo que era humanamente factible hacer para que este gran hombre diera hasta el final lo mejor de sí.

         Giancarlo tuvo una vida plena, intensa. A sus 28 años era ya fiduciario de la UFM (Universidad Francisco Marroquín). Fue secretario de la UFM y luego, a sus 40 años fue rector hasta hace años y medio. Un lector incansable. Leía como ninguno. Recuerdo la cantidad de correos que venían de Giancarlo.   Nos preguntaba si los habíamos leído y francamente a veces no era capaz de darle seguimiento a todos. Él se reía y decía “Pero si sólo les mando una fracción de lo que leo”. Veía el mundo en transición hacia un futuro mejor gracias precisamente a la tecnología y la libertad. En Educación estaba convencido que la forma tradicional, controladora y coercitiva de “enseñanza” de clases magistrales daría paso a las formas socráticas y participativas de “aprendizaje” de los alumnos.

         Vivía intensamente la vida, con pasión y optimismo, y trasmitía eso a los demás. Estaba convencido que el futuro sería mejor porque cada día habían más jóvenes bien encaminados defendiendo los principios de libertad y responsabilidad así como la forma de ser ética para que las sociedades puedan ser mejor, sociedades basadas en persuasión y no coerción, basadas en la grandeza del ser humano actuando por motivaciones personales y siendo responsables de sus propios actos en vez de seguir órdenes a cambio de castigos.

Su ejemplo es inspirador. Era un líder nato al que todos recordaremos con cariño. Trascendió a nivel internacional donde en muchos lugares lo extrañarán. Desde ya lo estoy echando de menos pero estoy seguro que le hubiera querido que para recordarlo bien viviéramos nosotros mismos una vida intensa, una vida plena, con pasión y entusiasmo a cada instante.

Gracias amigo, Gracias Giancarlo, gracias por tus enseñanzas, ejemplo y amistad. ¡Hasta pronto!

Giancarlo Ibargüen Segovia

Ramon Parellada
10 de marzo, 2016

Mi queridísimo y admirado amigo, Giancarlo Ibargüen, falleció hace dos días, en la madrugada del 9 de marzo de 2016. Me cuesta escribir en este momento porque tengo tantos recuerdos y tanto que decir que me emociono demasiado pues fue tanto lo que compartimos, tantos proyectos, ideas, discusiones, sueños, ideales, libros y también comidas degustando un buen vino, unas cervezas o un buen whisky de una malta. Sin embargo siento que debo honrar su memoria con unas líneas sobre su vida aunque no quepa en este espacio todo lo que quisiera decir en este momento de este gran y buen hombre.

Qué gran coincidencia, o no, el que Giancarlo trascendiera a otra vida justo el día en que se celebran 240 años de la gran obra más celebre del Adam Smith Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones. Giancarlo tenía una gran admiración por los escritos de Smith.  Tenía especial predilección por el libro por el cual no es tan conocido Smith, “La Teoría de los Sentimientos Morales”.   Gracias a Giancarlo descubrí que Smith también había escrito sobre astronomía y jurisprudencia.

Al pensar en Giancarlo me viene a la mente Don Quijote. Si, Giancarlo era un Quijote pero no el “Caballero de la Triste Figura” pues siempre estaba sonriente, de buen humor y con un ánimo contagioso. Era un Caballero en el más amplio sentido de la palabra y quienes hemos leído y releído uno de sus favoritos libros “Don Quijote de la Mancha” identificamos en Giancarlo a esa persona, ese Quijote que era emprendedor, hombre de acción, idealista, soñador, amante de la libertad, líder nato, defensor de los principios más fundamentales del ser humano y de causas justas en cualquier lugar, servidor, inspirador y preocupado por los demás.

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         Siempre le gustaba mencionar frases del Quijote y la que me viene a la mente en este momento al pensar en Gianca, como cariñosamente le decía, es la siguiente: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.” Cap. XVIII Don Quijote de La Mancha, 2da. Parte

Hace unos años, en el 2011, cuando el Instituto Juan de Mariana de España le otorgó el premio “Juan de Mariana”, me tocó decir unas palabras y en esa ocasión dije que si Ayn Rand hubiera conocido a Giancarlo lo hubiera utilizado como héroe en alguna de sus novelas pues tanto John Galt en “La Rebelión del Atlas” y Howard Roark en “El Manantial”, se quedaban cortos. Estos son los héroes de las novelas que siguen fieles a los principios que viven y defienden sin ceder un céntimo. Lo mismo era Giancarlo, un defensor de los principios en los que creía, principios de libertad y responsabilidad que defendía a capa y espada y por los que se comprometía sin importar las consecuencias.

         Gianca fue una persona que siempre demostró una gran consideración y respeto hacia los demás independientemente de las ideas que tuvieran. Siempre admiré esa capacidad de ser grande sin presumirlo, de no ser arrogante sino sencillo y humilde a la hora de tratar cualquier tema con quien sea, desde un alumno hasta algún premio nobel de Economía. Su sabiduría, humildad y capacidad intelectual le hacen estar con los héroes libertarios que yo más admiro y me atrevo a colocarlo en el primer lugar entre ellos.

No lo digo por decir. Lo afirmo como alguien que ha vivido toda clase de situaciones en más de 20 años con este gran hombre, en el CEES (Centro de Estudios Económico-Sociales), en la “Philadelphia Society”, en la “Mont Pelerin”, en APEE (Asociación Privada de la educación empresarial), en los coloquios de Liberty Fund y especialmente en el día a día en la Universidad Francisco Marroquín.

Gianca fue un hombre visionario. Sus últimos grandes proyectos han cuajado con éxito en la Universidad Francisco Marroquín y me siento orgulloso de haberlos apoyado. Estos son el Michael Polanyi College, las Startup cities y Antigua Forum, entre otros. Ideas no le faltaron nunca a Giancarlo.

     Giancarlo era para mí un ser extraordinario que sabía que la vida es una y hay que vivirla intensamente, sin perder el tiempo.   Nos deja un legado de cómo vivirla “bien” incluso con enfermedades tan tremendas como la que el sufrió durante los últimos diez años, el ELS (Esclerosis Lateral Amiotrópica). Llevó estos años con tal optimismo y buen humor que cuando le visitábamos se nos olvidaba que estaba enfermo. Su vida debe ser gran un ejemplo para nosotros y para muchos más.

         Gianca también era un hombre familiar. Tenía una familia a la que amaba intensamente y viceversa. Logró hacer una familia única, ejemplar, productiva, solidaria y de las que quisiéramos ver más en nuestra querida Guatemala. Su esposa Isabel ha sido un apoyo incondicional en su vida y gracias a ellos Gianca pudo dar todo de sí, incluso en los momentos más difíciles de su enfermedad. Sus hijos son todas unas personas de mucho bien, productivas, trabajadoras, serviciales y también inspiradoras. Su mamá y sus hermanos fueron otros pilares en los que pudo apoyarse en todo momento. Su familia debe estar muy orgullosa de haber apoyado en todo lo que era humanamente factible hacer para que este gran hombre diera hasta el final lo mejor de sí.

         Giancarlo tuvo una vida plena, intensa. A sus 28 años era ya fiduciario de la UFM (Universidad Francisco Marroquín). Fue secretario de la UFM y luego, a sus 40 años fue rector hasta hace años y medio. Un lector incansable. Leía como ninguno. Recuerdo la cantidad de correos que venían de Giancarlo.   Nos preguntaba si los habíamos leído y francamente a veces no era capaz de darle seguimiento a todos. Él se reía y decía “Pero si sólo les mando una fracción de lo que leo”. Veía el mundo en transición hacia un futuro mejor gracias precisamente a la tecnología y la libertad. En Educación estaba convencido que la forma tradicional, controladora y coercitiva de “enseñanza” de clases magistrales daría paso a las formas socráticas y participativas de “aprendizaje” de los alumnos.

         Vivía intensamente la vida, con pasión y optimismo, y trasmitía eso a los demás. Estaba convencido que el futuro sería mejor porque cada día habían más jóvenes bien encaminados defendiendo los principios de libertad y responsabilidad así como la forma de ser ética para que las sociedades puedan ser mejor, sociedades basadas en persuasión y no coerción, basadas en la grandeza del ser humano actuando por motivaciones personales y siendo responsables de sus propios actos en vez de seguir órdenes a cambio de castigos.

Su ejemplo es inspirador. Era un líder nato al que todos recordaremos con cariño. Trascendió a nivel internacional donde en muchos lugares lo extrañarán. Desde ya lo estoy echando de menos pero estoy seguro que le hubiera querido que para recordarlo bien viviéramos nosotros mismos una vida intensa, una vida plena, con pasión y entusiasmo a cada instante.

Gracias amigo, Gracias Giancarlo, gracias por tus enseñanzas, ejemplo y amistad. ¡Hasta pronto!