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¿Un nuevo modelo de elección de diputados?

Redacción
29 de marzo, 2016

Tras casi un año de discusión y debate, el pleno del Congreso se dispone a aprobar por artículos y en redacción final la Reforma a la Ley Electoral.

Sin embargo, un tema que no se abordó es el modelo de elección de diputados. Actualmente, bajo el sistema de representación de minorías, el ciudadano emite su voto por listas cerradas, inalterables y predeterminadas. Esto apuntala el poder de los partidos, al determinar el orden de sus candidatos y distinguir entre aquellos candidatos con posibilidades de ser electos y aquellos de relleno. En otras palabras, sólo los candidatos ubicados en los primeros puestos de la lista tienen posibilidad de alcanzar una curul. Y dado que el Congreso retiró de la mesa la propuesta para democratizar la postulación interna de los partidos, la decisión de cómo se integran los listados de candidatos, aún recae en las autoridades de las agrupaciones políticas.

Asimismo, este modelo también implica que la correlación de fuerzas dentro del Congreso constituye el reflejo de la voluntad de la ciudadanía. El votante es quien decide a qué partido le da la mayoría, a quién convierte en fuerza de oposición o en bisagra minoritaria.

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No obstante, el sistema se distorsiona debido al transfuguismo, pues una vez electo el diputado, este se convierte en el dueño de su curul. Esto implica que es libre de migrar a cualquier bancada, lo que altera la correlación de fuerzas y violenta la voluntad popular.

Ante esta falencia, las propuestas conceptuales son diversas. Algunos promueven la elección uninominal, en la que el votante emite su sufragio por una persona y no por un listado. Esto requeriría de una reforma constitucional, lo cual le hace inviable en un corto plazo. Asimismo, el efecto negativo de todo sistema uninominal es que tiende a desincentivar la consolidación de partidos, puesto que los caciques con apoyo territorial tendrían más importancia que la estructura institucional de un partido.

Una alternativa intermedia, implementada con éxito en El Salvador, es la modificación del modelo de elección, de listas cerradas a listados semi-abiertos. Bajo este sistema, el partido propone el orden de candidatos, pero el ciudadano tiene la potestad de reacomodar la lista de acuerdo a sus preferencias. Esto le permite al votante priorizar a liderazgos alternos, representantes de grupos étnicos o de género, lo que fortalece la representatividad sin debilitar al partido. En otras palabras, el votante puede reordenar el listado de candidatos, castigando a aquellos que considera poco aptos para representarle, y premiar a aquellos liderazgos que quizá no fueron postulados en los primeros espacios de las listas.

De tal manera, las listas semi-abiertas se convierten en un mecanismo para democratizar el partido, pues le resta el monopolio de decisión a la estructura central. Además, constituye un mecanismo para promover la circulación de liderazgos. Por lo menos, en El Salvador, este modelo ha obligado a ARENA a reconsiderar el rol de sus líderes tradicionales frente a actores emergentes, dado que los votantes han decidido premiar a nuevos liderazgos, postulados en la cola de los listados de candidatos, y castigar a los dinosaurios políticos que lideran los listados.

¿Un nuevo modelo de elección de diputados?

Redacción
29 de marzo, 2016

Tras casi un año de discusión y debate, el pleno del Congreso se dispone a aprobar por artículos y en redacción final la Reforma a la Ley Electoral.

Sin embargo, un tema que no se abordó es el modelo de elección de diputados. Actualmente, bajo el sistema de representación de minorías, el ciudadano emite su voto por listas cerradas, inalterables y predeterminadas. Esto apuntala el poder de los partidos, al determinar el orden de sus candidatos y distinguir entre aquellos candidatos con posibilidades de ser electos y aquellos de relleno. En otras palabras, sólo los candidatos ubicados en los primeros puestos de la lista tienen posibilidad de alcanzar una curul. Y dado que el Congreso retiró de la mesa la propuesta para democratizar la postulación interna de los partidos, la decisión de cómo se integran los listados de candidatos, aún recae en las autoridades de las agrupaciones políticas.

Asimismo, este modelo también implica que la correlación de fuerzas dentro del Congreso constituye el reflejo de la voluntad de la ciudadanía. El votante es quien decide a qué partido le da la mayoría, a quién convierte en fuerza de oposición o en bisagra minoritaria.

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No obstante, el sistema se distorsiona debido al transfuguismo, pues una vez electo el diputado, este se convierte en el dueño de su curul. Esto implica que es libre de migrar a cualquier bancada, lo que altera la correlación de fuerzas y violenta la voluntad popular.

Ante esta falencia, las propuestas conceptuales son diversas. Algunos promueven la elección uninominal, en la que el votante emite su sufragio por una persona y no por un listado. Esto requeriría de una reforma constitucional, lo cual le hace inviable en un corto plazo. Asimismo, el efecto negativo de todo sistema uninominal es que tiende a desincentivar la consolidación de partidos, puesto que los caciques con apoyo territorial tendrían más importancia que la estructura institucional de un partido.

Una alternativa intermedia, implementada con éxito en El Salvador, es la modificación del modelo de elección, de listas cerradas a listados semi-abiertos. Bajo este sistema, el partido propone el orden de candidatos, pero el ciudadano tiene la potestad de reacomodar la lista de acuerdo a sus preferencias. Esto le permite al votante priorizar a liderazgos alternos, representantes de grupos étnicos o de género, lo que fortalece la representatividad sin debilitar al partido. En otras palabras, el votante puede reordenar el listado de candidatos, castigando a aquellos que considera poco aptos para representarle, y premiar a aquellos liderazgos que quizá no fueron postulados en los primeros espacios de las listas.

De tal manera, las listas semi-abiertas se convierten en un mecanismo para democratizar el partido, pues le resta el monopolio de decisión a la estructura central. Además, constituye un mecanismo para promover la circulación de liderazgos. Por lo menos, en El Salvador, este modelo ha obligado a ARENA a reconsiderar el rol de sus líderes tradicionales frente a actores emergentes, dado que los votantes han decidido premiar a nuevos liderazgos, postulados en la cola de los listados de candidatos, y castigar a los dinosaurios políticos que lideran los listados.