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¿Quién quiere invertir en agua?

José Carlos Ortega
30 de abril, 2016

Camino por áreas rurales, atravieso ríos, riachuelos contaminados, con bolsitas de ricitos, de cuquitos y más. Material orgánico, excrementos de animales y personas, desperdicios, basura siendo echada en sus cuencas con intenciones de ser lavada. Ríos grandes que ya no tienen vida, lo único que se mueve son sus desperdicios que asemejan colas de pescados, las montañas de espumas de detergentes, el hedor. Camino afuera de las ciudades y los basureros municipales o rellenos insalubres se mezclan con las aguas. Industrias y personas, urbanas y rurales, todos hemos contaminado Guatemala y sus ríos.

Protestas… marchando, diría Miguel Ángel, no como hormigas o zompopos, y menos verdes, pero si movidos por lo $verde$. Exigiendo una ley de aguas en el día internacional de la Tierra. Se firmó el documento en Washington, más de 180 países, ¡histórico! Lleno de buenas intenciones… sólo buenas intenciones. Los países se comprometen… los países no se comprometen (en esencia), son las personas. Las personas, usted y yo, nosotros, somos los responsables.

Recuerdo como las mancomunidades españolas recibían el agua, la distribuían en sus pueblos, y luego la desechaban, tratándola para liberarla más limpia que lo que la habían recibido. No dejaba el problema para los próximos, los río abajo, lo resolvía quien contaminaba.

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Si el agua no tiene un uso responsable, y por ende, personas responsables; a quienes se pueda cobrar, a quienes se pueda multar; no tendremos nunca esa transición de creer que es gratis, que llevarla hasta mi casa es una obligación y un derecho, que la puedo entregar como sea, que el responsable de limpiarla es otro, y mejor si es el gobierno, o algún empresario.

Cuando uno cree que se está mal, debemos recordar que se puede estar peor. La historia lo demuestra. Pese a un sinfín de problemas en nuestro país, podríamos estar peor, aun si hubiéramos elegido diferente, o si nos gobernaran los que no quedaron, podríamos ser Venezuela hoy. ¡Apagones de 4 horas diarias! ¡Las escuelas y colegios con solo 4 días laborales a la semana! (¡felices los Jovieles! – imagino que después lo pedirán aquí como parte del pacto colectivo.) Las oficinas públicas abiertas únicamente dos días por semana. Las implicaciones, ¡nefastas!: bajar la productividad y la producción del país en momentos de escasez, condenar a una población que se educa a un 20% menos de tiempo de estudio, sin poder realizar ningún trámite en el Estado que bajará la producción y la productividad, y el daño moral de no hacer nada…

La noticias, como muchas veces, equivocadas. La culpa de la situación de crisis energética en Venezuela es el cambio climático. ¡No es verdad! Aparece un venezolano preguntándose lo obvio, lo que los noticieros NO quieren decir de forma frontal: “cambio climático hay en todos lados, apagones, solo en Venezuela”. ¿Y entonces, cuál es el problema? Si se hubiera dado mantenimiento a la represa y a las hidroeléctricas, si hubieran más hidroeléctricas con inversiones que se respetaran, si hubieran otras plantas generadoras, si los hidrocarburos venezolanos y nacionalizados estuvieran produciendo electricidad para que el país pudiera producir.

Guatemala ya tuvo su momento de crisis energética. En los 90’s tuvimos apagones. Después de una política pública donde todo el sector esencial y estratégico debía ser estatal, pero se había paralizado en inversión, teníamos apagones. Tuvimos que pagar por energía cara, contratos de energía más cara que los vecinos, pero “más cara es la energía que no está”. Se realizó una buena ley de fomento a las hidroeléctricas, al fomento de la electricidad, a su producción y distribución, contratos que se respetan, aunque por momentos dolieron, y hoy por hoy, con Niño o Niña (aquí sin cuotas, todos participan…), no hay apagones. La energía va en baja de precios a nivel nacional.

Pero los zompopos, con sus billetes verdes, verdes, verdes, en la bolsa, quieren que se nacionalice, que no se permita, que sea gratis, que no se toque, pero que se ensucie. Claro que habría que mejorar que localmente se pueda llegar a arreglos donde esa riqueza los alcance. En Alta Verapaz hay varias comunidades con hidroeléctricas y sus aldeas sin electricidad.

La Ley del Agua y todas las que tienen que ver con la naturaleza deben tener responsables. Pero manipular para que no se utilicen los recursos, pretendiendo derechos inexistentes, solo puede ser antesala a menos inversión, apagones, escasez y más pobreza.

¿Quién quiere invertir en agua?

José Carlos Ortega
30 de abril, 2016

Camino por áreas rurales, atravieso ríos, riachuelos contaminados, con bolsitas de ricitos, de cuquitos y más. Material orgánico, excrementos de animales y personas, desperdicios, basura siendo echada en sus cuencas con intenciones de ser lavada. Ríos grandes que ya no tienen vida, lo único que se mueve son sus desperdicios que asemejan colas de pescados, las montañas de espumas de detergentes, el hedor. Camino afuera de las ciudades y los basureros municipales o rellenos insalubres se mezclan con las aguas. Industrias y personas, urbanas y rurales, todos hemos contaminado Guatemala y sus ríos.

Protestas… marchando, diría Miguel Ángel, no como hormigas o zompopos, y menos verdes, pero si movidos por lo $verde$. Exigiendo una ley de aguas en el día internacional de la Tierra. Se firmó el documento en Washington, más de 180 países, ¡histórico! Lleno de buenas intenciones… sólo buenas intenciones. Los países se comprometen… los países no se comprometen (en esencia), son las personas. Las personas, usted y yo, nosotros, somos los responsables.

Recuerdo como las mancomunidades españolas recibían el agua, la distribuían en sus pueblos, y luego la desechaban, tratándola para liberarla más limpia que lo que la habían recibido. No dejaba el problema para los próximos, los río abajo, lo resolvía quien contaminaba.

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Si el agua no tiene un uso responsable, y por ende, personas responsables; a quienes se pueda cobrar, a quienes se pueda multar; no tendremos nunca esa transición de creer que es gratis, que llevarla hasta mi casa es una obligación y un derecho, que la puedo entregar como sea, que el responsable de limpiarla es otro, y mejor si es el gobierno, o algún empresario.

Cuando uno cree que se está mal, debemos recordar que se puede estar peor. La historia lo demuestra. Pese a un sinfín de problemas en nuestro país, podríamos estar peor, aun si hubiéramos elegido diferente, o si nos gobernaran los que no quedaron, podríamos ser Venezuela hoy. ¡Apagones de 4 horas diarias! ¡Las escuelas y colegios con solo 4 días laborales a la semana! (¡felices los Jovieles! – imagino que después lo pedirán aquí como parte del pacto colectivo.) Las oficinas públicas abiertas únicamente dos días por semana. Las implicaciones, ¡nefastas!: bajar la productividad y la producción del país en momentos de escasez, condenar a una población que se educa a un 20% menos de tiempo de estudio, sin poder realizar ningún trámite en el Estado que bajará la producción y la productividad, y el daño moral de no hacer nada…

La noticias, como muchas veces, equivocadas. La culpa de la situación de crisis energética en Venezuela es el cambio climático. ¡No es verdad! Aparece un venezolano preguntándose lo obvio, lo que los noticieros NO quieren decir de forma frontal: “cambio climático hay en todos lados, apagones, solo en Venezuela”. ¿Y entonces, cuál es el problema? Si se hubiera dado mantenimiento a la represa y a las hidroeléctricas, si hubieran más hidroeléctricas con inversiones que se respetaran, si hubieran otras plantas generadoras, si los hidrocarburos venezolanos y nacionalizados estuvieran produciendo electricidad para que el país pudiera producir.

Guatemala ya tuvo su momento de crisis energética. En los 90’s tuvimos apagones. Después de una política pública donde todo el sector esencial y estratégico debía ser estatal, pero se había paralizado en inversión, teníamos apagones. Tuvimos que pagar por energía cara, contratos de energía más cara que los vecinos, pero “más cara es la energía que no está”. Se realizó una buena ley de fomento a las hidroeléctricas, al fomento de la electricidad, a su producción y distribución, contratos que se respetan, aunque por momentos dolieron, y hoy por hoy, con Niño o Niña (aquí sin cuotas, todos participan…), no hay apagones. La energía va en baja de precios a nivel nacional.

Pero los zompopos, con sus billetes verdes, verdes, verdes, en la bolsa, quieren que se nacionalice, que no se permita, que sea gratis, que no se toque, pero que se ensucie. Claro que habría que mejorar que localmente se pueda llegar a arreglos donde esa riqueza los alcance. En Alta Verapaz hay varias comunidades con hidroeléctricas y sus aldeas sin electricidad.

La Ley del Agua y todas las que tienen que ver con la naturaleza deben tener responsables. Pero manipular para que no se utilicen los recursos, pretendiendo derechos inexistentes, solo puede ser antesala a menos inversión, apagones, escasez y más pobreza.