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La estrategia del Gobierno de los EEUU, en serio, ¿de la guerra a la paz?

Redacción
06 de mayo, 2016

Viendo el despliegue de nuestra diplomacia frente al gobierno de los Estados Unidos esta semana en Washington, no puedo sino preguntarme una y otra vez, ¿cómo nos ven realmente? Como una nación que evidencia luces de carácter y algunas ideas sobre a donde va o como una sociedad desarticulada con cierta inercia provocada por impulsos/electroshocks externos (CICIG, DEA, Departamento de Estado).

El nuevo orden para la región en un momento donde se ven las llamas del Socialismo del Siglo XXI y los gobiernos de corte social demócrata extinguirse una a una. Autoritarios en democracia con la justificación de que los cambios requieren en efecto muchos años, pero errados en el concepto de la acumulación del poder en pocas personas. El poder no está hecho para los débiles de carácter, es por ello que insisten en perpetuarse en el ejercicio del gobierno sin darse cuenta que su tiempo pasó, y que en lugar de hacer un bien por su país, le han hecho un irreparable daño. Ejemplos sobran: Los Castro y el Partido de Vividores en Cuba, Nicolás Maduro, Cristina Fernandez de Kirchner, Rafael Correa, Dilma Rouseff.

El “soft diplomacy” funciona a la perfección en países como Guatemala, porque cuando los excesos superaron los niveles de tolerancia y los acuerdos entre los ex mandatarios y las mafias implicaron riesgos para la “seguridad nacional de los Estados Unidos”, fue que sin gastarse una sola bala, contribuyeron al derrumbe del régimen anaranjado.

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El dinero y el apoyo: nada que no sepamos, con Venezuela sin dinero ya a los Castro poco les importa Maduro. Y a los USA como si nada negociando con la FARC y el Secretario de Estado, John Kerry negociando con Timochenko, líder máximo de la FARC. Insólito sí, pero en la práctica de los negocios al mejor estilo de los Estados Unidos, la practicidad y los resultados importan mucho más que las formas.

Me alegra inmensamente que Colombia esté cada día más cerca de lograr poner fin al conflicto armado más largo en la historia del mundo. Una guerra que dejó de tener sentido político hace tiempo. Lo de Colombia es una guerra entre un Cartel de la Cocaína con discurso de izquierda y el Estado. Por cierto, para quienes sin saber comparan el Plan Colombia de hace 15 años, con el Plan de Prosperidad del Triángulo Norte en Centroamérica, no hay más que asimetrías entre sí. El Plan Colombia fue la estrategia del Estado colombiano para enfrentar en el terreno militar el avance de la guerrilla en extensas zonas de la geografía del país. Aunque el Plan Colombia fue concebido inicialmente como una intensificación de la lucha antinarcóticos, pronto adoptó la forma de una estrategia contrainsurgente legitimada por la lucha global contra el terrorismo que el presidente George W. Bush declarara después del 11 de septiembre. Lo más importante del proceso de paz que llevan los colombianos, en exceso complicado de llevar adelante, es que el pueblo colombiano quiere reconciliarse entre sí.

Lo interesante del análisis muy básico de las decisiones de la política externa del gobierno de los Estados Unidos para Latinoamérica, es el reflejo del choque de emociones, valores y solidaridades que al final, como lo fue en el Plan Colombia, determinantes para dirigir el objetivo. Creemos que sus vastos recursos económicos y capacidad intelectual, tecnología y demás, son infalibles a los factores humanos y no es así. No es la “racionalidad” la que predomina en la formulación de las políticas públicas del país más poderoso del mundo, si no que alguien me explique cómo es posible que un sujeto como Donald Trump sea el candidato a la presidencia por el GOP (Grand Old Party) – El Partido Republicano. Qué ironía, en 1850 el Partido Republicano lo conformaron políticos que se oponían a la esclavitud en el sur de los Estados Unidos, y hoy día el discurso del señor Trump y de quienes lo apoyan, promueven un nuevo y exacerbado nacionalismo fundamentalista pro racista y del odio. Sin duda los Estados Unidos tienen unos meses muy difíciles por delante este año, y por el bien de la paz del mundo, pongamos nuestras esperanzas en que escojan bien para ocupar la silla de POTUS.

La estrategia del Gobierno de los EEUU, en serio, ¿de la guerra a la paz?

Redacción
06 de mayo, 2016

Viendo el despliegue de nuestra diplomacia frente al gobierno de los Estados Unidos esta semana en Washington, no puedo sino preguntarme una y otra vez, ¿cómo nos ven realmente? Como una nación que evidencia luces de carácter y algunas ideas sobre a donde va o como una sociedad desarticulada con cierta inercia provocada por impulsos/electroshocks externos (CICIG, DEA, Departamento de Estado).

El nuevo orden para la región en un momento donde se ven las llamas del Socialismo del Siglo XXI y los gobiernos de corte social demócrata extinguirse una a una. Autoritarios en democracia con la justificación de que los cambios requieren en efecto muchos años, pero errados en el concepto de la acumulación del poder en pocas personas. El poder no está hecho para los débiles de carácter, es por ello que insisten en perpetuarse en el ejercicio del gobierno sin darse cuenta que su tiempo pasó, y que en lugar de hacer un bien por su país, le han hecho un irreparable daño. Ejemplos sobran: Los Castro y el Partido de Vividores en Cuba, Nicolás Maduro, Cristina Fernandez de Kirchner, Rafael Correa, Dilma Rouseff.

El “soft diplomacy” funciona a la perfección en países como Guatemala, porque cuando los excesos superaron los niveles de tolerancia y los acuerdos entre los ex mandatarios y las mafias implicaron riesgos para la “seguridad nacional de los Estados Unidos”, fue que sin gastarse una sola bala, contribuyeron al derrumbe del régimen anaranjado.

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El dinero y el apoyo: nada que no sepamos, con Venezuela sin dinero ya a los Castro poco les importa Maduro. Y a los USA como si nada negociando con la FARC y el Secretario de Estado, John Kerry negociando con Timochenko, líder máximo de la FARC. Insólito sí, pero en la práctica de los negocios al mejor estilo de los Estados Unidos, la practicidad y los resultados importan mucho más que las formas.

Me alegra inmensamente que Colombia esté cada día más cerca de lograr poner fin al conflicto armado más largo en la historia del mundo. Una guerra que dejó de tener sentido político hace tiempo. Lo de Colombia es una guerra entre un Cartel de la Cocaína con discurso de izquierda y el Estado. Por cierto, para quienes sin saber comparan el Plan Colombia de hace 15 años, con el Plan de Prosperidad del Triángulo Norte en Centroamérica, no hay más que asimetrías entre sí. El Plan Colombia fue la estrategia del Estado colombiano para enfrentar en el terreno militar el avance de la guerrilla en extensas zonas de la geografía del país. Aunque el Plan Colombia fue concebido inicialmente como una intensificación de la lucha antinarcóticos, pronto adoptó la forma de una estrategia contrainsurgente legitimada por la lucha global contra el terrorismo que el presidente George W. Bush declarara después del 11 de septiembre. Lo más importante del proceso de paz que llevan los colombianos, en exceso complicado de llevar adelante, es que el pueblo colombiano quiere reconciliarse entre sí.

Lo interesante del análisis muy básico de las decisiones de la política externa del gobierno de los Estados Unidos para Latinoamérica, es el reflejo del choque de emociones, valores y solidaridades que al final, como lo fue en el Plan Colombia, determinantes para dirigir el objetivo. Creemos que sus vastos recursos económicos y capacidad intelectual, tecnología y demás, son infalibles a los factores humanos y no es así. No es la “racionalidad” la que predomina en la formulación de las políticas públicas del país más poderoso del mundo, si no que alguien me explique cómo es posible que un sujeto como Donald Trump sea el candidato a la presidencia por el GOP (Grand Old Party) – El Partido Republicano. Qué ironía, en 1850 el Partido Republicano lo conformaron políticos que se oponían a la esclavitud en el sur de los Estados Unidos, y hoy día el discurso del señor Trump y de quienes lo apoyan, promueven un nuevo y exacerbado nacionalismo fundamentalista pro racista y del odio. Sin duda los Estados Unidos tienen unos meses muy difíciles por delante este año, y por el bien de la paz del mundo, pongamos nuestras esperanzas en que escojan bien para ocupar la silla de POTUS.