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Ser hombre

Redacción
08 de mayo, 2016

En medio de un mar de desesperanza donde parece que el sueño demócrata se realiza como viento fuerte y arrastra como vendaval las instituciones de gobierno de Guatemala y a los funcionarios arrastrados por hombres beocios cuya dignidad está altamente comprometida por los intereses políticos que defienden. Esos intereses minan el Estado soberano de Guatemala.

En los medios de comunicación hablan de un torbellino de corrupción que hablan desde los más tímidos y mentecatos que defienden el discurso mediático hasta aquellos que hablan de una segunda erradicación de las instituciones como sucedió en el golpe y contra golpe de Estado en 1993. Otros discursos hacen correlaciones importantes entre el problema de Siria y Guatemala y aterran a aquellos que pueden ver las consecuencias de acciones descabelladas que terminen con romper el orden de la separación de poderes o el Estado republicano y dar pie a mezquinos intereses de un Estado fundado en la violencia.

Las frases “el fin justifica los medios”, “hay que ser zorro y león”, “hay que aparentar bondad pero no poseerla”, “es mejor ser temido que amado” aparecen constantemente en el obrar de aquellos que bien intencionados están empedrando el camino al infierno. Se dice que los hombres no deben tentar a los dioses y que los hombres no deben ver lo que los piadosos envuelven en tinieblas y pavor.

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Creo que los guatemaltecos debemos avanzar hacia la vida. Aquellos que tenemos memoria, memoria histórica antes de estar demasiado viejos y hundir Guatemala en el sueño nostálgico del patrioterismo. Cualquiera que se precie de ser hombre en Guatemala sin ningún adjetivo que lo diferencie debe ver el atropello que se extiende por debajo de todos aquellos que pretenden erradicar el pretendido mal en Guatemala.

El número de criminales y corruptos aumenta espantosa y exponencialmente. A ese ritmo en poco tiempo llegarán dieciocho millones. Los amantes de la justicia tienen pies veloces y dientes salvajes y que tras un breve revuelo por temas de opinión vuelven rapaces y destructivos.

Sin hacer daño la justicia hace daño. El interfecto de ciudadanos que arrastra a su paso aumenta de manera vertiginosa que hace agua el derecho en Guatemala. ¿Se puede hacer justicia si se ha destrizado las instituciones? Los forasteros han hecho de Guatemala en medio de su carraspeo, un lenguaje incomprensible del papel de la Organización de las Naciones Unidas y de la diplomacia en Guatemala.

Ser hombre

Redacción
08 de mayo, 2016

En medio de un mar de desesperanza donde parece que el sueño demócrata se realiza como viento fuerte y arrastra como vendaval las instituciones de gobierno de Guatemala y a los funcionarios arrastrados por hombres beocios cuya dignidad está altamente comprometida por los intereses políticos que defienden. Esos intereses minan el Estado soberano de Guatemala.

En los medios de comunicación hablan de un torbellino de corrupción que hablan desde los más tímidos y mentecatos que defienden el discurso mediático hasta aquellos que hablan de una segunda erradicación de las instituciones como sucedió en el golpe y contra golpe de Estado en 1993. Otros discursos hacen correlaciones importantes entre el problema de Siria y Guatemala y aterran a aquellos que pueden ver las consecuencias de acciones descabelladas que terminen con romper el orden de la separación de poderes o el Estado republicano y dar pie a mezquinos intereses de un Estado fundado en la violencia.

Las frases “el fin justifica los medios”, “hay que ser zorro y león”, “hay que aparentar bondad pero no poseerla”, “es mejor ser temido que amado” aparecen constantemente en el obrar de aquellos que bien intencionados están empedrando el camino al infierno. Se dice que los hombres no deben tentar a los dioses y que los hombres no deben ver lo que los piadosos envuelven en tinieblas y pavor.

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Creo que los guatemaltecos debemos avanzar hacia la vida. Aquellos que tenemos memoria, memoria histórica antes de estar demasiado viejos y hundir Guatemala en el sueño nostálgico del patrioterismo. Cualquiera que se precie de ser hombre en Guatemala sin ningún adjetivo que lo diferencie debe ver el atropello que se extiende por debajo de todos aquellos que pretenden erradicar el pretendido mal en Guatemala.

El número de criminales y corruptos aumenta espantosa y exponencialmente. A ese ritmo en poco tiempo llegarán dieciocho millones. Los amantes de la justicia tienen pies veloces y dientes salvajes y que tras un breve revuelo por temas de opinión vuelven rapaces y destructivos.

Sin hacer daño la justicia hace daño. El interfecto de ciudadanos que arrastra a su paso aumenta de manera vertiginosa que hace agua el derecho en Guatemala. ¿Se puede hacer justicia si se ha destrizado las instituciones? Los forasteros han hecho de Guatemala en medio de su carraspeo, un lenguaje incomprensible del papel de la Organización de las Naciones Unidas y de la diplomacia en Guatemala.