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La factura

María Dolores Arias
17 de mayo, 2016

Hace algunos años atrás la SAT inició una campaña de “cultura tributaria” dirigida a los niños. Fue una campaña novedosa en su momento, ya que no se dirigía a los adultos, actuales tributarios sino a los futuros, los niños. Para ello crearon personajes parecidos a los de Lazy Town. Utilizaron historias animadas con canciones y bailes para “enseñarles” a los niños quiénes eran los héroes y quiénes los villanos.

Simón Tax –al igual que Sportacus- es el protagonista y el héroe de la historia. Es un joven trabajador, honrado que busca hacer las cosas de la manera legal y confía en el gobierno por lo que pagar impuestos -para él- es un deber moral incuestionable. Y esto último es lo que parecía que perseguían implantar en la mente de los niños con esta campaña. Que como dato curioso fue producida -en parte- por TVMoralejas.

En principio, nos asociamos porque nos damos cuenta que en sociedad tenemos mayores posibilidades de lograr nuestros fines, gracias a los intercambios voluntarios que facilita la división del trabajo y, como estamos tan ocupados en producir, dejamos al gobierno la tarea de proteger nuestros derechos individuales –vida, libertad y propiedad- para ello somos conscientes que debemos financiar el funcionamiento de la policía, los juzgados y el ejército. Es por eso que, mediante la factura, pagamos impuestos.

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El pago de impuestos ha sido un tema álgido en sociedades como las nuestras donde los beneficios de tener gobierno son casi nulos, para la mayoría, y sólo una minoría se beneficia de hacer “negocios” y repartirse el botín con el polítiquillo de turno.

Por lo que pagar impuestos para financiar al gobierno se ha convertido más en un sacrificio que en el costo de vivir en sociedad. Una realidad diametralmente opuesta a la historia de ficción donde Simón Tax le cantaba a los niños sobre las facturas: “caminos bien asfaltados, productos en los mercados, escuelas con pizarrón, avanza la educación, hospitales con doctores, alivio de los dolores. Con policía capaz, se fortalece la paz. Justicia pronta y cumplida, la violencia disminuida por todo ello y por más, tiende la mano pide factura”

Lo irónico del asunto es que los caminos bien asfaltados han sido aquellos que están concesionados y donde pagamos un peaje para circular, ya que los estatales han tardado años en construirse y una temporada de lluvia para destruirse. Los hospitales públicos con doctores no tienen medicamentos ni insumos, no porque hayan faltado recursos, sino porque lo han despilfarrado o se lo han robado. De la policía ni que hablar, al igual que los juzgados que están sobrepasados con la carga de trabajo.

Pedir factura no ha sido suficiente, el tributario ha pagado sus impuestos y cada año sube la recaudación, tal vez no al ritmo que los voraces burócratas desean, pero ha crecido de forma constante.

El enfocarnos sólo en las facturas, nos lleva al terreno que le encanta a los burócratas: los ingresos. Vuelven el problema del déficit en presupuestario en un problema de ingresos y no de gastos. Convierten el problema en una falta de patriotismo, de ausencia del deber moral, de traición a los más nobles fines del bien común que persigue el gobierno y no en un problema de irresponsabilidad financiera al proyectar metas de recaudación irreales y de un mal gasto continuado y constante crecimiento.

Pedir factura no es el problema, tan sólo es una pequeña parte de la gran complejidad que se ha vuelto ser tributario de la SAT. Si se logra simplificar los trámites, el pago de impuestos, reducir al mínimo el poder discrecional de los burócratas y se empieza a manejar el dinero con mayor transparencia, poco a poco, el pedir factura será parte de nuestra cultura porque veremos los beneficios. ¿Que esto nunca va a suceder? Entonces , que alguien me explique ¿por qué muchos quieren pagar impuestos cómo el IRTRA aunque no estén obligados?

@Md30

Facebook.com/Mda30

La factura

María Dolores Arias
17 de mayo, 2016

Hace algunos años atrás la SAT inició una campaña de “cultura tributaria” dirigida a los niños. Fue una campaña novedosa en su momento, ya que no se dirigía a los adultos, actuales tributarios sino a los futuros, los niños. Para ello crearon personajes parecidos a los de Lazy Town. Utilizaron historias animadas con canciones y bailes para “enseñarles” a los niños quiénes eran los héroes y quiénes los villanos.

Simón Tax –al igual que Sportacus- es el protagonista y el héroe de la historia. Es un joven trabajador, honrado que busca hacer las cosas de la manera legal y confía en el gobierno por lo que pagar impuestos -para él- es un deber moral incuestionable. Y esto último es lo que parecía que perseguían implantar en la mente de los niños con esta campaña. Que como dato curioso fue producida -en parte- por TVMoralejas.

En principio, nos asociamos porque nos damos cuenta que en sociedad tenemos mayores posibilidades de lograr nuestros fines, gracias a los intercambios voluntarios que facilita la división del trabajo y, como estamos tan ocupados en producir, dejamos al gobierno la tarea de proteger nuestros derechos individuales –vida, libertad y propiedad- para ello somos conscientes que debemos financiar el funcionamiento de la policía, los juzgados y el ejército. Es por eso que, mediante la factura, pagamos impuestos.

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El pago de impuestos ha sido un tema álgido en sociedades como las nuestras donde los beneficios de tener gobierno son casi nulos, para la mayoría, y sólo una minoría se beneficia de hacer “negocios” y repartirse el botín con el polítiquillo de turno.

Por lo que pagar impuestos para financiar al gobierno se ha convertido más en un sacrificio que en el costo de vivir en sociedad. Una realidad diametralmente opuesta a la historia de ficción donde Simón Tax le cantaba a los niños sobre las facturas: “caminos bien asfaltados, productos en los mercados, escuelas con pizarrón, avanza la educación, hospitales con doctores, alivio de los dolores. Con policía capaz, se fortalece la paz. Justicia pronta y cumplida, la violencia disminuida por todo ello y por más, tiende la mano pide factura”

Lo irónico del asunto es que los caminos bien asfaltados han sido aquellos que están concesionados y donde pagamos un peaje para circular, ya que los estatales han tardado años en construirse y una temporada de lluvia para destruirse. Los hospitales públicos con doctores no tienen medicamentos ni insumos, no porque hayan faltado recursos, sino porque lo han despilfarrado o se lo han robado. De la policía ni que hablar, al igual que los juzgados que están sobrepasados con la carga de trabajo.

Pedir factura no ha sido suficiente, el tributario ha pagado sus impuestos y cada año sube la recaudación, tal vez no al ritmo que los voraces burócratas desean, pero ha crecido de forma constante.

El enfocarnos sólo en las facturas, nos lleva al terreno que le encanta a los burócratas: los ingresos. Vuelven el problema del déficit en presupuestario en un problema de ingresos y no de gastos. Convierten el problema en una falta de patriotismo, de ausencia del deber moral, de traición a los más nobles fines del bien común que persigue el gobierno y no en un problema de irresponsabilidad financiera al proyectar metas de recaudación irreales y de un mal gasto continuado y constante crecimiento.

Pedir factura no es el problema, tan sólo es una pequeña parte de la gran complejidad que se ha vuelto ser tributario de la SAT. Si se logra simplificar los trámites, el pago de impuestos, reducir al mínimo el poder discrecional de los burócratas y se empieza a manejar el dinero con mayor transparencia, poco a poco, el pedir factura será parte de nuestra cultura porque veremos los beneficios. ¿Que esto nunca va a suceder? Entonces , que alguien me explique ¿por qué muchos quieren pagar impuestos cómo el IRTRA aunque no estén obligados?

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