Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Las reglas básicas de un diálogo nacional

Redacción
24 de mayo, 2016

El país se encuentra inmerso desde hace varios meses en un proceso de diálogo convocado por los tres poderes del Estado y auspiciado por varios organismos, entre ellos varios internacionales, que efectúan labor de acompañamiento y secretariado técnico. El tema no puede ser más complejo: la reforma constitucional del sector justicia. Dada sus características es preciso pues que para obtener resultados del mismo, se convengan al menos ciertas reglas de juego. Sin embargo y pesar de haberse iniciado ya el proceso, es mi impresión que aún no están dichas reglas del todo definidas.

Entiendo que en la iniciativa priva el ánimo de evitar las grandes “puestas en escena”. Sin embargo ya en algunos ejercicios en el interior de la República eso es lo que ha empezado a pasar. También se ha dicho que la idea es concentrarse en el ámbito de las propuestas. De hecho ya hay una puesta en discusión. No obstante lo anterior la secretaría técnica no ha querido ser excluyente y en ese ánimo ha dejado un poco liberalmente esta regla de las propuestas a un lado, pues en algunas discusiones los temas han sido los presos políticos y la represión del estado, nada que tenga que ver por cierto con la discusión de la institucionalidad de la justicia. Finalmente en la convocatoria se ha hablado expresamente de la discusión sobre los temas de justicia en el marco constitucional; sin embargo el solo anuncio del debate constitucional ha exaltado el ánimo de no pocos que ya hablan de refundar el estado y tanto dentro como fuera del diálogo seguramente escucharemos sobre esto.

Todo ejercicio de diálogo es importante; algunos dirían incluso que es un fin en sí mismo, por el hecho de que generan intercambios entre actores sociales, que en el largo plazo pueden llegar a ser fertilizantes de ideas entre unos y otros. Pero eso es pensar algo a la carrera. De este esfuerzo en concreto y si se quiere extraer lo mejor del diálogo algunas reglas deben proponerse. Por ejemplo, es fundamental la neutralidad de la secretaría técnica. No es posible que se anticipen criterios institucionales por quienes tienen la labor de escuchar y documentar. Sin embargo algo de esto ha habido ya. Una segunda es no crear una visión de túnel en la metodología. El método de ven, siéntate, opina y luego recogeremos tu aseveración, deja en manos de los técnicos qué se dijo y qué no. En esta misma línea cómo se registran los consensos y los disensos siempre ha sido motivo de gran discordia. Mi planteamiento es que esto debe surgir de los propios sectores hablándose entre sí, no como parte del laudo de la secretaría técnica.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

En los diálogos la participación amplia es buscada y necesaria pero no siempre es representativa. Me refiero a que lo que debe pesar es la coherencia técnica y viabilidad política de lo que se plantea, sea dicho esto por una sola o por más organizaciones. Que cien digan una insensatez no lo hace mejor o más valedero. Este cuidado habrá que tener cuando se abren procesos de diálogo como éste. Finalmente todo esfuerzo de cambio constitucional tiene que tener un principio fundamental del cual partir. Yo pienso que sin la brújula del fortalecimiento de las garantías ciudadanas, como buen principio republicano, cada quien querrá sacar un pedazo del pastel. Por ello es clave tener un ancla segura y un filtro a través del cual “testear” el sentido de cual o tal propuesta.

Concluyo mis reflexiones con un llamado a los actores sociales a quienes no les he escuchado opinar. No es posible que está discusión esté tomando lugar sin la presencia activa de todas las universidades, de los colegios profesionales, de las iglesias y hasta de los mismos partidos políticos. Estos estamentos son pieza fundamental de la arquitectura social de nuestro país y no pueden ni deben pasar en silencio este proceso. Sin su presencia activa en esta discusión, quizá el diálogo quedará confinado a una simple conversación entre aquellos que siempre están en la misma tertulia.

Las reglas básicas de un diálogo nacional

Redacción
24 de mayo, 2016

El país se encuentra inmerso desde hace varios meses en un proceso de diálogo convocado por los tres poderes del Estado y auspiciado por varios organismos, entre ellos varios internacionales, que efectúan labor de acompañamiento y secretariado técnico. El tema no puede ser más complejo: la reforma constitucional del sector justicia. Dada sus características es preciso pues que para obtener resultados del mismo, se convengan al menos ciertas reglas de juego. Sin embargo y pesar de haberse iniciado ya el proceso, es mi impresión que aún no están dichas reglas del todo definidas.

Entiendo que en la iniciativa priva el ánimo de evitar las grandes “puestas en escena”. Sin embargo ya en algunos ejercicios en el interior de la República eso es lo que ha empezado a pasar. También se ha dicho que la idea es concentrarse en el ámbito de las propuestas. De hecho ya hay una puesta en discusión. No obstante lo anterior la secretaría técnica no ha querido ser excluyente y en ese ánimo ha dejado un poco liberalmente esta regla de las propuestas a un lado, pues en algunas discusiones los temas han sido los presos políticos y la represión del estado, nada que tenga que ver por cierto con la discusión de la institucionalidad de la justicia. Finalmente en la convocatoria se ha hablado expresamente de la discusión sobre los temas de justicia en el marco constitucional; sin embargo el solo anuncio del debate constitucional ha exaltado el ánimo de no pocos que ya hablan de refundar el estado y tanto dentro como fuera del diálogo seguramente escucharemos sobre esto.

Todo ejercicio de diálogo es importante; algunos dirían incluso que es un fin en sí mismo, por el hecho de que generan intercambios entre actores sociales, que en el largo plazo pueden llegar a ser fertilizantes de ideas entre unos y otros. Pero eso es pensar algo a la carrera. De este esfuerzo en concreto y si se quiere extraer lo mejor del diálogo algunas reglas deben proponerse. Por ejemplo, es fundamental la neutralidad de la secretaría técnica. No es posible que se anticipen criterios institucionales por quienes tienen la labor de escuchar y documentar. Sin embargo algo de esto ha habido ya. Una segunda es no crear una visión de túnel en la metodología. El método de ven, siéntate, opina y luego recogeremos tu aseveración, deja en manos de los técnicos qué se dijo y qué no. En esta misma línea cómo se registran los consensos y los disensos siempre ha sido motivo de gran discordia. Mi planteamiento es que esto debe surgir de los propios sectores hablándose entre sí, no como parte del laudo de la secretaría técnica.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

En los diálogos la participación amplia es buscada y necesaria pero no siempre es representativa. Me refiero a que lo que debe pesar es la coherencia técnica y viabilidad política de lo que se plantea, sea dicho esto por una sola o por más organizaciones. Que cien digan una insensatez no lo hace mejor o más valedero. Este cuidado habrá que tener cuando se abren procesos de diálogo como éste. Finalmente todo esfuerzo de cambio constitucional tiene que tener un principio fundamental del cual partir. Yo pienso que sin la brújula del fortalecimiento de las garantías ciudadanas, como buen principio republicano, cada quien querrá sacar un pedazo del pastel. Por ello es clave tener un ancla segura y un filtro a través del cual “testear” el sentido de cual o tal propuesta.

Concluyo mis reflexiones con un llamado a los actores sociales a quienes no les he escuchado opinar. No es posible que está discusión esté tomando lugar sin la presencia activa de todas las universidades, de los colegios profesionales, de las iglesias y hasta de los mismos partidos políticos. Estos estamentos son pieza fundamental de la arquitectura social de nuestro país y no pueden ni deben pasar en silencio este proceso. Sin su presencia activa en esta discusión, quizá el diálogo quedará confinado a una simple conversación entre aquellos que siempre están en la misma tertulia.