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Los Delirios de Guatemala

Redacción
09 de junio, 2016

¿Qué es lo que me tiene en shock? He intentado salir del pensamiento lógico, porque de lógico no tiene nada de lo que nos han demostrado cada uno de los destapes de corrupción hechos por el MP & CICIG. Pienso que estas redes de personas inmensamente ambiciosas son parte de una especie que los antropólogos debiesen dedicarle tiempo a estudiar.
Oyendo las declaraciones de Luis Rabbé detesté profundamente su incomprensible arrogancia y actitud de superioridad, demostró tener muy pocas luces de inteligencia y mostro estar enfermo de este delirio de los políticos chapines. Lo anoté en aquella primera audiencia del Congreso de la República abierta al público en la cual se arrancaron las mesas de discusión sobre las cuatro leyes claves, y ya en plena crisis política, Rabbé regañó al público porque lo estaban obligando a hacer algo que en su mente era innecesario. Allí sentada en esa silla lo anoté como un animal que se cruza la carretera y lo encandila las luces de un carro: un total desubicado delirante.
A la vista tenemos una cantidad tan grande de políticos desubicados delirantes que hoy están en Mariscal Zavala o cobijados aún bajo el manto del ante juicio, pero les aseguro sufren de pánicos constantes por el estrés de pensar: “ojalá el siguiente con orden de captura no sea yo”.
Con lo cual sugiero veamos que es posible hacer una construcción de ideas y relatos políticos que para mi demuestran una tendencia muy grande que hay en Guatemala hacia crear ideas sin la más mínima base en la realidad, y de una manera que no son mentiras o engaños, sino que son creídas con sinceridad.
O sea, que el que lo dice lo cree…
Exactamente. La especie de guatemalteco que ha sido y es parte de estas redes de aprovechados saqueadores, con tantos excesos y dinero fácil se volvieron Dioses, y el delirio es que lo que para nosotros los “normales” nos parecen farsas y mentiras y para estos sujetos no lo son.
El delirio político es una construcción ideológica que no tiene base en nada que una persona cuerda pueda llamar lógico o probable, pero que es dicha con absoluta sinceridad: el delirante no es un mentiroso.

¿Cuáles son las funciones del delirio político?
Hay varias necesidades, básicamente tiene una función muy grata hacia el ego del delirante. La principal o la más típica característica es la paranoia, la idea que hay una conspiración, que detrás de la realidad que vemos todos hay otra oculta. Es como el personaje de Matrix que se despierta: él y unos muy poquitos iluminados son los únicos que ven esa realidad.

Para el delirante su verdad es absoluta y cuando los critican o les acusan de haber hecho algo malo se victimizan. Están robándose todo el dinero del pueblo y su futuro, pero eso no está mal, es enteramente válido, y posible porque se trata de ellos. Estos delirantes ya descubrieron la verdad, su verdad, y a partir de ahí ya no hay nada más que hacer. Por eso uno no entiende esos niveles de cinismo infinito que demuestran gente como Otto Perez Molina y Roxana Baldetti, y los diputados que como Rabbé siguen en medio de este delirio.
Como se manifiesta el delirio político es justo lo que vemos en la televisión, la declaraciones de Perez Molina que apuntan a que es todo una conspiración ideológica de los Estados Unidos y cía. contra él, pero sin la más mínima prueba de lo que dice, es parte de la realidad paralela que construye, la comunica y se la cree.
La construcción de enemigos del político o de esos personajes como Luis Rabbé en defensa de su cuñado dueño de varios canales de TV, es otro ejemplo del delirio perfecto: todo lo malo que está ocurriéndoles es un complot gestado por la envidia que les tienen los que son la competencia. Es la perfecta encarnación de la paranoia.
Al final, no hay conciencia, no hay sentimiento de culpabilidad y mucho menos arrepentimiento. Puedo apostar a que en las carceletas o en las carpas donde se encuentran para la platica los políticos delirantes, se dirán “donde fue que fallamos” o “hubiéramos hecho esto o lo otro de manera distinta para que no nos descubrieran”.
Ojalá que con el tiempo vayamos viendo que las pruebas que presente MP y CICIG, sean suficientemente contundentes para que haya condenas, y en esos días también veremos si cambian los delirantes. No nos interesa su arrepentimiento, nos interesa que no vuelva a pasar, y realmente que como país y sociedad podamos avanzar en una reconstrucción de nuestros valores, en una nación unida, donde la diversidad sea un activo positivo, y poder trabajar en paz.

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09 de junio, 2016

¿Qué es lo que me tiene en shock? He intentado salir del pensamiento lógico, porque de lógico no tiene nada de lo que nos han demostrado cada uno de los destapes de corrupción hechos por el MP & CICIG. Pienso que estas redes de personas inmensamente ambiciosas son parte de una especie que los antropólogos debiesen dedicarle tiempo a estudiar.
Oyendo las declaraciones de Luis Rabbé detesté profundamente su incomprensible arrogancia y actitud de superioridad, demostró tener muy pocas luces de inteligencia y mostro estar enfermo de este delirio de los políticos chapines. Lo anoté en aquella primera audiencia del Congreso de la República abierta al público en la cual se arrancaron las mesas de discusión sobre las cuatro leyes claves, y ya en plena crisis política, Rabbé regañó al público porque lo estaban obligando a hacer algo que en su mente era innecesario. Allí sentada en esa silla lo anoté como un animal que se cruza la carretera y lo encandila las luces de un carro: un total desubicado delirante.
A la vista tenemos una cantidad tan grande de políticos desubicados delirantes que hoy están en Mariscal Zavala o cobijados aún bajo el manto del ante juicio, pero les aseguro sufren de pánicos constantes por el estrés de pensar: “ojalá el siguiente con orden de captura no sea yo”.
Con lo cual sugiero veamos que es posible hacer una construcción de ideas y relatos políticos que para mi demuestran una tendencia muy grande que hay en Guatemala hacia crear ideas sin la más mínima base en la realidad, y de una manera que no son mentiras o engaños, sino que son creídas con sinceridad.
O sea, que el que lo dice lo cree…
Exactamente. La especie de guatemalteco que ha sido y es parte de estas redes de aprovechados saqueadores, con tantos excesos y dinero fácil se volvieron Dioses, y el delirio es que lo que para nosotros los “normales” nos parecen farsas y mentiras y para estos sujetos no lo son.
El delirio político es una construcción ideológica que no tiene base en nada que una persona cuerda pueda llamar lógico o probable, pero que es dicha con absoluta sinceridad: el delirante no es un mentiroso.

¿Cuáles son las funciones del delirio político?
Hay varias necesidades, básicamente tiene una función muy grata hacia el ego del delirante. La principal o la más típica característica es la paranoia, la idea que hay una conspiración, que detrás de la realidad que vemos todos hay otra oculta. Es como el personaje de Matrix que se despierta: él y unos muy poquitos iluminados son los únicos que ven esa realidad.

Para el delirante su verdad es absoluta y cuando los critican o les acusan de haber hecho algo malo se victimizan. Están robándose todo el dinero del pueblo y su futuro, pero eso no está mal, es enteramente válido, y posible porque se trata de ellos. Estos delirantes ya descubrieron la verdad, su verdad, y a partir de ahí ya no hay nada más que hacer. Por eso uno no entiende esos niveles de cinismo infinito que demuestran gente como Otto Perez Molina y Roxana Baldetti, y los diputados que como Rabbé siguen en medio de este delirio.
Como se manifiesta el delirio político es justo lo que vemos en la televisión, la declaraciones de Perez Molina que apuntan a que es todo una conspiración ideológica de los Estados Unidos y cía. contra él, pero sin la más mínima prueba de lo que dice, es parte de la realidad paralela que construye, la comunica y se la cree.
La construcción de enemigos del político o de esos personajes como Luis Rabbé en defensa de su cuñado dueño de varios canales de TV, es otro ejemplo del delirio perfecto: todo lo malo que está ocurriéndoles es un complot gestado por la envidia que les tienen los que son la competencia. Es la perfecta encarnación de la paranoia.
Al final, no hay conciencia, no hay sentimiento de culpabilidad y mucho menos arrepentimiento. Puedo apostar a que en las carceletas o en las carpas donde se encuentran para la platica los políticos delirantes, se dirán “donde fue que fallamos” o “hubiéramos hecho esto o lo otro de manera distinta para que no nos descubrieran”.
Ojalá que con el tiempo vayamos viendo que las pruebas que presente MP y CICIG, sean suficientemente contundentes para que haya condenas, y en esos días también veremos si cambian los delirantes. No nos interesa su arrepentimiento, nos interesa que no vuelva a pasar, y realmente que como país y sociedad podamos avanzar en una reconstrucción de nuestros valores, en una nación unida, donde la diversidad sea un activo positivo, y poder trabajar en paz.

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